21. Destinados - KaiSagi

Te esperare hasta el fin de mis días

Sus pasos se escuchaban con claridad bajo el piso de madera, llevando una hermosa flor azul entre sus dedos, tan hermoso que los sirvientes que pasaban se quedaban pasmados, no solo por lo costoso que se veía el presente, sino por el mismo emisor del obsequio.

El uniforme delataba que era un miembro del ejército alemán, aunque las medallas en su abrigo indicaban que era posiblemente un General o un puesto más alto.

-- A esta hora... -- murmuraba mientras caminaba de forma automática -- suele estar en el jardín...

Demasiado acostumbrado a la rutina, no demoro ni diez minutos en encontrar a la persona que estuvo buscando.

Sentado en el camino de madera, sus pies descalzos tocaban el pasto del hermoso jardín, tan lleno de vida, con colores brillantes y algunos animales silvestres como ardillas o perros de la familia jugando, un hermoso panorama, pero que no parecía causar ninguna reacción a esa figura que más parecía un muerto debido a su mirada opaca.

Detuvo las palabras que estaban por salir de su boca, no queriendo meter la pata, se acercó con cautela antes de arrodillarse frente a la figura, pero este no se gira para regresarle la mirada.

-- Yoichi, sigues tan hermoso como siempre -- alago el alfa, sentándose con cautela al lado del omega -- mira, traje de tus favoritas, una hermosa roza azul, había traído originalmente un ramo, pero pensé que te gustaría más la rosa más hermosa que un tumulto que te incomodara.

El mencionado no dijo nada, su mirada aún seguía fijo en el jardín, como si el alfa a su lado no existiera.

-- Ya se... no te gusta hablar -- siguió con una sonrisa a pesar de la falta de respuesta -- he venido a hacerte compañía, a veces es mejor estar acompañado que solo, ¿Verdad?

No hubo respuesta, pero al rubio no le importa, dejo con cuidado la rosa azul en el regazo del omega, al no ver rechazo de ningún tipo, su corazón palpito.

-- Bueno, es un comienzo... -- pensó -- poco a poco vas a aceptarme, yo lo se... mi amado japonés.

Nunca había anhelado una pareja, ni siquiera su destinado, después de todo la posibilidad de que lo encuentres es realmente escasa, más aún cuando en mundo está en medio de una guerra, ¿Quién te aseguraba que tu destinado no estuviera ya tres metros bajo tierra?

Quien más lo tenía en mente era Michael Kaiser, desde niño se había hecho el juramento de nunca juntarse con nadie, ¿Para qué? ¿Para tratar a su omega como su padre trataba su madre? Mejor se queda soltero.

Sus manos están llenas de sangre, desde los alfas enemigos hasta varios omegas que fueron obligados a ser de ''entretenimiento'' a los altos mandos.

Era un alfa que su única misión era el ser soldado, su padre lo había dejado a manos del gobierno para eso, su opinión o sus deseos no importaban.

Y luego... apareció, como la primera flor de primavera después de una helada infernal.

Como había leído hace tiempo, su alfa aulló de felicidad, sus caninos picaban por morder su nuca y su mente solo podía visualizar a tal hermoso espécimen.

Sin pensarlo dos veces se acercó al omega, poniéndose frente a él y presentándose con coquetería, según los libros, el omega también debió haber notado de su unión.

Pero cuando estuvo por tomar su mano... esta fue golpeada con crueldad por el mismo omega, que ahora lo miraba con asco y resentimiento.

-- No me toques... asqueroso alfa.

Kaiser supo en ese momento, que llegar al corazón del omega no sería nada fácil, aunque, le fascinaban los retos y le había fascinado ese hermoso omega.

Pregunto entre los aliados sobre información de ese hermoso ser... y sintió como la bilis se acumulaba en su boca.

-- Yo que tú me rendiría con ese omega, aun si es tu destinado como dices, es un caso perdido, fue engatusado por un rebelde con falsas promesas de un tratado de paz y un matrimonio entre ellos... pobre... cuando el Líder Ego lo encontró... no tengo permitido decir esto, pero desde entonces, los único que se le pueden acercar son omegas, beta y alfas no están a discusión.

Pidió el nombre del infeliz, no se lo dijeron, le pidieron que renunciara a conquistar al omega, él se negó.

-- No tengo problema con que intentes cortejarlo -- expreso Ego tomando una copa de vino -- solo te advierto que, si ese chico te termina sacando los ojos, no me hare responsable.

Acepto el riesgo sin dudarlo y tal vez eso fue del agrado del hombre pues le ofreció libre entrada a la finca donde solía estar todo el tiempo el omega, rebosante de belleza, pero con una mirada muerta.

-- Hoy el jardín se ve especialmente hermoso -- dijo en un intento de generar conversación.

Fallo, pero era mejor el silencio que un ataque como las primeras veces.

Algunos cercanos del omega le dijeron que estaba avanzando y quería creer que era así.

-- ¿Sabes? Me comentaron que disfrutas más del hecho de ver crecer las flores antes que te las entreguen arrancadas... comenzare a traerte flores en masetas para que la servidumbre pueda plantarlo en tu jardín, estas flores en particular combinan bien con tus ojos.

El leve canto de los pájaros alivio el silencio incomodo entre destinados, Kaiser suspiro, creyó que ya era suficiente por hoy, tenía trabajo que hacer y el omega no tardaría en entrar a su habitación.

-- Creo que terminamos aquí -- musita con una sonrisa, acomodándose el gorro mientras se levantaba -- mañana regre-

-- ¿Por qué?

La inesperada voz del omega lo desconcertó, incluso casi se tropieza con sus propios pies.

-- ¿Y-Yoichi...? ¿Tú...?

El omega seguía sin mirarlo, pero los labios entreabiertos confirmaban que acababa de hablar.

-- ¿Por qué? -- volvió a preguntar.

La pregunta, lo dejo confundido.

-- ¿Por qué?

-- ¿Por qué sigues regresando? -- termino la pregunta -- ¿Por qué tienes que ser tan insistente?

Había un dolor tremendo bajo esas palabras, dejando callado al alfa, esperando que continuara.

-- Aun sin somos destinados... los seres como tú no cambian...

Se refiere a los alfas, fue su rápido pensamiento.

-- Ilusionan a omegas como si fuera un mero juego, los engañan, dan promesas falsas de amor... prometen la luna entera...

Kaiser noto que el chico hablaba sobre aquello que comentaran los generales japoneses, el accidente de Yoichi.

-- ¿Y luego que...? Muestran su verdadero ser... nos tratan como animales... como simples muñecos para satisfacerse... burlándose de las promesas que antes decían... ustedes... son bestias...

-- Espera, yo no...

-- Todos ustedes... los alfas... son iguales... dime... ¿No te divierte jugar a los enamorados? ¿No te da gracia imaginar un omega ingenuo persiguiéndote por palabras vacías...?

A pesar de sus palabras llenas de resentimientos, sus ojos seguían viéndose como los de un muerto.

-- Dime alfa... ¿No te da gracia la historia de un omega que pensó que su amado estaría feliz de esperar un cachorro... y luego inducirlo a un aborto a base de golpes interminables en el vientre?

Casi vomita, o bueno, la sensación estaba en su boca, pero se contiene.

-- ¡¿No te parece divertido?! ¡Un omega iluso que solo fue un juguete y un rehén conveniente de guerra! ¡Dímelo! ¡¿No te da risa?!

-- ¡POR SUPUESTO QUE NO ME DA RISA!

El grito que soltó desde el fondo de su garganta sorprendió al omega, incluso lo obligo a girarse para verlo.

Yoichi olio el cenizo en el aire, el olor del alfa, era relajante, pero no quiere caer en eso... no quiere caer en otro alfa, no otra vez... aun si era destinados.

-- Ahora puedo entenderlo... -- susurro el alfa -- el porque te niegas a cualquier contacto, aun así... Yoichi, no soy como esos alfas.

El omega soltó un bufido, incrédulo a sus palabras.

-- Se que puedes sentirlo, debido a nuestro enlace como destinados... sabes que mis sentimientos son sinceros.

-- Ustedes son alfas, son tan buenos para mentir.

-- No... no es así, mírame por una vez a los ojos y confirma si te estoy mintiendo... si vez mentira en mis ojos, te juro... que nunca más me volverás a ver.

Era una propuesta tentadora para él omega, aunque no quería hacerlo, si lo miraba a los ojos, podría volver a vivir en paz con su soledad.

Levanto su mirada y sus ojos chocaron con los azules del alfa, su boca se abrió, listo para decir que veía repugnancia reflejada... pero su propia boca lo traiciono, soltando solo un balbuceo.

-- ¿Y bien?

Soltó un pequeño gemido, eran unos ojos brillantes, llenos de determinación, aun cuando en su mejilla tenía una marca de garra que el mismo había ocasionado.

-- Por favor... déjame demostrarte, que no soy como esos infelices, quiero verte sonreír todos los días, quiero que nos casemos, verte cargando un cachorro de los dos... estoy dispuesto a cumplir todos tus deseos, incluso te traeré las cabezas de quienes te hicieron tanto daño...

-- Cállate... ya no hables...

-- No importa si hoy no me aceptas, vendré todos los días hasta que me des una oportunidad... es algo que estoy dispuesto a hacer con tal de que estés a mi lado...

Eran casi las mismas palabras que algún día le dijo el mercenario, sin embargo, ¿Por qué escuchándolo de este alfa suena tan sincero?

-- No quiero... -- soltó -- no quiero... ser dañado de nuevo... no otra vez...

Rogo, no quiere volver a ser usado, mancillado y humillado.

-- No serás dañado nunca más, de eso puedes estar seguro, yo me encargo -- el alfa le dijo con seguridad, acercando su mano desnuda a la cara del omega -- solo... no llores más, un rostro tan bello como el tuyo no debe ser manchado con tristeza...

Era un alfa lleno de coquetería y habladuría... quería rechazarlo de nuevo, que se largara... pero ya era tarde, su máscara de indiferencia había caído sin darse cuenta.

Fue envuelto por los fuertes brazos del alfa mientras desahogaba todo su dolor, un momento tan íntimo que quedaría como un secreto entre ellos.

Kaiser siguió visitando todos los días, pero ahora lo esperaba un Yoichi con unos ojos brillantes de esperanza.

Le daría una oportunidad al destino y el alfa que eligieron para él.

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