17. Nudo - KuniGiri
El lobo y la caperucita
-- Por favor te cuidas Hyoma -- le rogo su madre por quinta vez mientras le daba la canasta -- el bosque es un lugar peligroso, mucho más para omegas tan lindos como tú.
El pelirrojo se aleja del tacto, un poco molesto por el recordatorio de su casta, viendo el gesto, su hermana mayor se acerca con ayuda de las muletas.
-- Hyoma, escucha a mamá, me gustaría ir yo en tu lugar, pero no puedo caminar -- su hermana lo miro con pena -- si por lo menos dejaras que Otoya - kun te acompañara.
-- Primero muerto -- gruño el omega -- no quiero saber nada de ese maldito picaflor.
Su madre refuto a favor del alfa.
-- Hijo, pero él se disculpó.
-- No empieces con lo mismo mamá, por favor -- pidió ahora de malhumor -- por favor... no, no insistas, ¿Y sabes qué? Mejor me voy antes de que anochezca.
-- ¡Hyoma!
Ignoro el grito de su hermana y salió de la casa, pisando con fuerza a la vez que apretaba el agarre en la canasta.
-- Siempre soy yo el problema, nunca es ese maldito infiel -- renegó entre dientes, molesto y dolido a partes iguales.
Pero antes de llorar, prefirió guardar sus sentimientos y continuar con su camino, mientras escuchaba comentarios alrededor, todas cargadas de burla.
''La linda caperucita ira al bosque''
-- Cuando le entregue esto a Isagi, le preguntare si puedo quedarme unos días... es mejor que estar cerca de ese infiel...
Era un hermoso omega, el más hermoso del pueblo, pero lejos de ser motivo de orgullo, se había vuelto una condena para él.
Debido a los pensamientos arcaicos de su madre y casi todo el pueblo, Hyoma se había vuelto en el ''trofeo'' más deseado de la comunidad e incluso de pueblos vecinos.
Varios alfas en su corta vida fueron presentados por su madre, todos con promesas vacías de amor, jurando que lo tratarían como una princesa, él se había jactado por mucho tiempo de ser inmune a los coqueteos baratos o al menos fue lo que pensó hasta que conoció a Otoya Eita.
Creyó en sus mentiras ensayadas y en sus coqueteos trillados, pensó que ese idiota seria quien lo marcaria e incluso estuvo por hacerlo, si no fuera porque lo encontró besuqueándose con otra omega de su misma comunidad.
El golpe que le dio le hizo incluso sangrar la nariz, lo tenía muy merecido.
-- Quiero estar lejos de este lugar... -- susurro, aumentando su paso hacia la casa de su amigo.
Tan enfocado estaba en alejarse de su comunidad, que no noto una mirada recelosa entre los arbustos, junto a unos gruñidos dignos de un lobo hambriento.
Cuidado caperucita roja, el lobo esta hambriento.
Él había jurado que la casa de su amigo estaba más cerca, pero ya llevaba bastante tiempo caminando, pero parecía que el camino se hacía más largo con cada paso que daba y eso lo estaba poniendo ansioso, peor cuando vio que el atardecer estaba llegando.
-- Maldición... debí haber salido más temprano... pero todavía llego, solo debo apresurar el paso y-
Sus palabras quedaron atoradas en su garganta cuando sintió peligro a su espalda, aunque muy tarde, siendo tacleado con gran brusquedad, incluso jadeando de dolor cuando su espalda choca con el pasto.
El fuerte aroma que golpeo su nariz le confirmaron que se trataba de un alfa, un alfa en celo demasiado fuerte.
-- ¡¿Q-Quien...?!
Los fuertes brazos del alfa lo mantuvieron dominado, sus ojos, buscaron sin descanso identificar quien era la persona que lo derribo.
Cabello y ojos naranja, cuerpo bastante musculoso, ojos y cola de lobo huargo...
-- ¿Ku-Kuni...g-gami...? -- murmuro apenas al sentir una mano envolverse en su cuello.
Lo reconocía como el educado y amable vecino de Isagi, ¡No como un maldito depredador!
-- Es por eso... que Isagi siempre me decía que no debía visitarlo de noche... y m-menos en estas épocas...
Tenía los ojos perdidos, o al menos no veía rasgo de humanidad, solo el hambre de un depredador, el rostro del chico se acercó a su cuello, le entro un escalofrió al sentir como aspiraba su aroma, además de pasar su cálida lengua en ese lugar.
Cuando sus cuerpos se juntaron, sintió entre sus piernas, el amiguito ajeno del alfa demasiado despierto.
Era una bestia y un bruto, no dudo en arrancar sus prendas inferiores, donde su entrada estaba comenzando a humedecerse debido a su lado omega que ya se había deleitado con el aroma dominante del alfa.
-- Cuanto te odio en este momento, omega interno -- maldijo en su cabeza, con el rostro sonrojado.
Intento resistirse, pero aquellas manos grandes que comenzaron a recorrerlo de pies a cabeza, la lengua cálida que recorría su cuello y el constante roce entre su entrada y el pene del alfa.
Lo peor es que estaba bastante sensible debido a la falta de sexo.
-- ¿E-En serio crees, que un alfa cualquiera... será ca-capaz de domarme? -- gruñe el con una sonrisa retadora.
Su propio omega, deseoso de volver a conectarse con otra persona, no le importa la situación ni el hecho de que este alfa estaba prácticamente obligándolo a recibir su miembro.
-- ¡A-Ahh! ¡G-Gran...! ¡G-Grande... D-Dios...!
Era una bestia, mucho mejor que Otoya en todos los sentidos, su vientre incluso se abultaba debido a la fuerza con la que el alfa lo embestía, sin palabras tiernas, sin dulzura, solo un alfa deseoso de satisfacerse.
-- ¡M-Más...! ¡Más duro... así~! ¡A-Así Al-Alfa...!
Tal vez era un poco masoquista al gemir como si fuera él el que estuviera en celo, pero había pasado tanto tiempo sin alguien acompañándolo en la cama, además de que este alfa era sumamente atractivo.
-- ¡T-Todo... dame... t-todo...! -- le rogo al burle del desmayo, demasiado estimulado por el placer y por el rudo vaivén que ocurría en su parte baja.
¿Cómo no conoció a este alfa antes del error que fue conocer al innombrable?
Sintió como las estocadas eran más duras y rápidas, alertándolo de que el alfa estaba por terminar.
-- Dentro... quiero sentirlo todo...
Sus piernas se enredaron en la cadera del alfa, mientras que como podía, enterrada sus uñas en los brazos musculosos del pelinaranja.
-- Alfa... dentro...
Si bien el lado más humano del alfa no lo escuchaba, su lado bestia se deleitaba del pedido del omega, siguiendo su deseo, con unos últimos bombeos, un gran chorro de semen salió disparado dentro del omega, quien soltó un chillido, además de un quejido cuando sintió el nudo del alfa hinchándose en su interior.
Dolía... por dios santo que dolía... pero él se lo busco... además que ahora debía pensar como decirle a su madre que posiblemente estaba esperando cachorros de un alfa que ni conoce.
Extra
-- ¡¿Qué hiciste insensato?!
Isagi salto hacia el cuello de un Kunigami más cuerdo, mientras Hiori, el alfa del peliazul se acercó con preocupación.
-- ¿Tomaste su nudo? -- el pelirrojo asintió avergonzado -- ¿Cuánto...?
-- Como unos 40 minutos -- intento medir el tiempo que estuvo unido con el alfa -- Aunque bueno, según Isagi, tú te llevas el record con casi una hora pegados.
Hiori se sonrojo hasta la punta de las orejas por la burla, aun asi, puso una mano en su hombro en señal de apoyo.
-- Siempre eres bienvenido a nuestra casa -- Chigiri asintió agradecido -- aunque Kunigami... debemos esperar si sale vivo de la furia de Isagi.
Alfa y Omega observaban como el pequeño Isagi estaba con escoba en mano mientras le pegaba a Kunigami por ser malo.
-- ¡Malo! ¡Eres malo! ¡Malo! ¡Malo!
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