12. Olor-Olfato - ItaFushi
El aroma más adictivo
-- Aw~, ¿No son adorables? -- Kenjaku miraba encantado a los bebes que estaban en el corralito.
Su hijo Yuuji fue puesto junto al hijo de su mejor amiga, esperando que desde pequeño se lleven bien, así como ambos matrimonios.
-- ¿No crees que están muy pegados? -- murmura en voz baja Choso con mala cara.
-- Para mí son tiernos -- Tsumiki estaba a su lado, viendo la interacción de los bebes.
-- Dejen de mirar a los engendros, les echaran mal de ojo -- gruñe otra voz desde el otro lado de la habitación.
Jin alza una ceja desde su asiento junto a su alfa.
-- ¿Se pude saber qué haces en esa esquina Sukuna? Convive un poco con nosotros -- intenta persuadir, pero solo recibe una mirada de asco.
-- Mucho hago con venir, no me presiones.
A su lado, la pareja del alfa suspira, disculpándose con la mirada por la renuencia de su marido.
-- ¡Engendro del mal!
-- ¡Choso, es un bebe! -- grita escandalizada la niña castaña.
Las miradas fueron hacia ambos adolescentes que miraban a los bebes, o bueno, a Tsumiki sometiendo a Choso como su papi Toji le enseño.
-- ¡M-Miren a ese niño! -- Choso intentaba con todas sus fuerzas, liberarse de la llave que le estaba haciendo la niña -- está invadiendo el espacio de mi hermanito.
Los cuatro padres miraban hacia el corralito, siendo la madre de Megumi la primera en chillar, pero de la ternura antes la imagen que veía en sus ojos.
El pequeño Yuuji se había quedado dormido, pero su hijo, su pequeño Megumi, estaba abrazando con bastante fuerza, al contrario, además que, por alguna razón, él bebe parecía bastante atraído por el cuello del pelirosa, porque se restregaba con ansias, como si hubiera algo en ese lugar que le gustara.
Sukuna no tardo en burlarse.
-- Hmp, tan pequeño y tan precoz, apenas está usando pañal y ya está viendo donde marcar.
-- ¡Sukuna! -- chilla escandalizado Jin hacia su hermano -- No digas eso, apenas son unos bebes.
-- No me estés jodiendo, ¿Qué no estás viendo? -- Uraume le regaño por su uso de jergas -- Te apuesto lo que sea a que esos dos se manifestaran como alfa y omega, está demasiado evidente.
-- Oe, ¿Puedo golpearlo? -- Toji parecía bastante aburrido y cuando se aburría, quería pegarle a alguien.
-- ¿Crees poder golpearme?
Y de alguna manera la reunión entre familias, termino en una pelea entre alfas.
-- ¿Alguien me ayuda? -- pregunta Choso que seguía bajo la llave de Tsumiki -- Oye, tienes mucha fuerza.
-- Gracias.
Su nariz lo guio hacia su pareja quien por alguna razón encontraba divertido jugar a las escondidas aun cuando ambos eran un par de adolescentes ya bastante creciditos.
-- Ya sal de ahí Itadori, puedo olerte desde aquí -- reprocha mientras resopla un poco.
Una ligera risita se escucha en la habitación, el pelirosa sale del armario con una sonrisa.
-- Aun no entiendo porque sigues queriendo jugar la escondidas, ya no somos unos niños.
Itadori solo saco la lengua, aun divertido.
-- Bueno, tal vez porque me gusta ver lo genial que es tu olfato, no importa cuanta colonia o incienso esparza en la habitación, siempre logras encontrarme con tu olfato -- alago.
Megumi no hizo comentario, Yuuji siempre alagaba de su olfato ultra desarrollado, pero para él no era tan grandioso.
Desde no poder disfrutar algunas comidas por su fuerte aroma, hasta sentir las feromonas más fuertes que una persona normal, lo llevo a preferir la soledad de su habitación.
Odiaba los olores fuertes... o bueno, casi todos los olores.
-- Fushiguro, me haces cosquillas -- Itadori rio al sentir la nariz del omega oler su cabello.
El olor ligeramente picante que emitía Itadori al ser un alfa, era lo único que no le generaba rechazo, al contrario, lo calmaba mucho más que un incienso o un té aromatizante.
Su madre le conto que, al parecer desde niños, siempre se acurrucaba al lado del alfa, aun cuando no se había presentado como tal, su olfato desarrollado sintió su aroma mucho antes que los demás.
-- Tu aroma...
-- Ah, lo sé, tranquilo, no me molesta que me olfatees, solo recuerda que soy algo cosquilludo.
En la comodidad de la habitación del alfa, Fushiguro se siente pleno, el exterior está lleno de olores repugnantes, ha llegado a sentir repulsión de su propia habitación al no querer está encerrado todo el día.
Se deja caer en el colchón ajeno, tomando una almohada, embriagándose con su aroma, dejando que todo ese aroma ajeno lo envuelva hasta que no quede nada de su propio aroma.
-- ¿Lo sabias...? Es demasiado peligroso para un omega mostrarse tan vulnerable frente a un alfa, en especial uno del tipo depredador como... no sé, un tigre de bengala.
Era una clara insinuación, pero Fushiguro solo se dignó a restregarse en la cama como gato casero en la cama de su Karen.
Tal gesto solo derritió a Itadori, siempre débil ante esos gestos adorables, esos que solo veía cuando el omega estaba cerca de su celo.
-- Sacare mis prendas, espera un momento.
El ronroneo que salió de Fushiguro fue como música para sus oídos mientras comenzaba a sacar todo lo que tuviera su olor.
Sus abrigos, pantalones, camisas, suéteres, incluso una que otra toalla que uso cuando al salir de la ducha, todo dejándolo en la cama, la bomba de olor picante hizo que los ojos del gatito brillaran.
El alfa retrocedió un par de pasos, casi hasta pegarse a la puerta, dejándole algo de espacio al omega que comenzó a restregarse con fuerza entre todo lo que le dejo.
Sus pensamientos fueron a parar hacia su molesto tío, molesto todavía por el recuerdo de que debe darle la razón, ya que este siempre le decía que él y Fushiguro acabarían juntos.
No le molesta estar con Fushiguro, lo que le molesta es tener que darle la razón a ese tío molesto que solo sabe molestarlo.
-- Itadori -- la voz algo débil de su omega lo llamo.
Con una sonrisa, se acostó en la cama donde su omega lo llamaba, sintiendo como la nariz ajena iba a su glándula de olor y comenzaba a aspirar su aroma.
Fushiguro era un total adicto a su aroma.
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