3.- Aroma

Igual en esos primeros días luego del debut, Heeseung se sentía algo sobrecogido por todo lo que había pasado.

Se había convertido en el mayor del grupo, un vampiro alfa de sangre real, y aún así no lo había elegido como el líder del resto. No podía dejar de sentir que no era suficiente, que el resto prefería que K se hubiera quedado en su lugar.

Estaba caminando por entre los pasillos del edificio de la empresa, con su mente taladrada por aquellos pensamientos, cuando un aroma suave y dulce lo distrajo, lo suficiente como para acallar esas malas ideas.

Respiro profundo de aquel delicioso perfume, dulce como un pan de vainilla recién horneado, y se apresuró a seguirlo hasta una de las salas de prácticas. Abrió la puerta con cuidado, no esperaba encontrarse justo a uno de sus nuevos compañeros practicando arduamente su baile.

Jay también era un vampiro de sangre real, aunque contrario a él había despertado como omega. Lo curioso era que eso no mitigaba su fuerza o su decisión, incluso su baile parecía era intenso.

Heeseung se había quedado mirándolo, tan ensimismado que no se percató de que el omega se detuvo y lo miraba a través del espejo.

—Agh, tu olor a amargura me ha desconcentrado —se quejó, llamando por fin su atención—. ¿Qué ocurre?

Heeseung se sonrojó un poco, pero terminó por entrar al cuarto y cerrar la puerta tras él. No quería pensar en eso, que los pensamientos negativos y autodestructivos volvieran, pero...

—Hey, tu olor está aumentando. ¿Estás bien, hyung? ¿Tomaste tus supresores?

Jay tenía una mirada preocupada mientras se acercaba a él, mirándolo con atención. Heeseung sintió hambre en cuanto lo tuvo cerca, pero no era hambre de sangre, sino de comprensión, quería que ese olor dulce lo reconfortara por completo.

Cuando lo tuvo a su alcance, Heeseung tomó a Jay por los hombros y lo atrajo contra su cuerpo en un abrazo opresivo.

—¡Oye! ¡Heeseung... hyung!

El alfa pudo distinguir la indignación en su voz, pero no pudo evitarlo, necesitaba aquello. Así que en lugar de contestar, comenzó a restregar su nariz contra el cuello y el hombro de Jay, impregnándose con su aroma.

Jay se resistió un poco, sobre todo a causa de la sorpresa, pero poco a poco fue aceptando las atenciones de su mayor, así que terminó por aceptar su abrazo y dejarse hacer. incluso rio un poco.

—Me, me haces cosquillas —dijo cuando el cabello de Heeseung chocó contra la sensible piel de su cuello—. Si necesitabas tranquilizarte solo me lo hubieras pedido.

Heeseung se sorprendió y lo alejó un poco, aún sujetándolo de los hombros como si no quisiera dejarlo ir.

—¿Qué... cómo lo sabes?

—Tengo dos hermanas alfas, sé bien que algunas veces necesitan el aroma de un omega para calmar las ansias de su alfa interno, para acallar su voz interna. Y cuando no estaba mamá, yo las ayudaba.

>> Así que anda, puedes tomar todo el olor que necesites.

El rostro de Heeseung se tensó un poco, sería muy sencillo creer que todo eran ideas del orgullo herido de su lado alfa, pero en realidad tenía razón, en realidad no merecía estar ahí, ese lugar podría ocuparlo alguien con más talento, alguien que pudiera ayudar al resto, o quizá alguien más jóven...

—¿De qué hablas, hyung?

Heeseung se quedó sorprendido, no se había dado cuenta de que había estado hablando en voz alta, de pronto la mano tibia de Jay acarició su mejilla, borrando por completo los pensamientos negativos.

—Nada de eso es cierto, y lo sabes. Este es tu lugar, y nosotros somos tu equipo tanto como tú eres el nuestro. Nos esforzamos por estar aquí, y por merecer este lugar, así que no debe haber lamentaciones, estamos justo donde deberíamos estar.

Había tal decisión en sus palabras, que Heeseung no pudo hacer más que creerle. Sonrió un poco más tranquilo.

—Gracias —susurró.

Jay volvió a abrazarlo, de forma que el mayor pudo restregar su nariz ahora contra su cabello oscuro, dejó que el olor dulce terminara de tranquilizarlo.

—Ven a mi siempre que lo necesites. Somos un equipo, y así que tú me has ayudado, yo siempre estaré aquí para ti —prometió Jay en un susurro bajo que casi pasó desapercibido.

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