17.- Mordida
Luego de un largo discurso/regaño por parte de Jungwon en su estudio, Jay por fin quedó libre para volver a su habitación.
No se arrepentía de haber ayudado a Jake, sabía que había sido la única opción para que todo terminara rápido y sin contratiempos. Y Jungwon también lo sabía, pero Jay no lo iba a culpar por esa necesidad que el menor tenía por protegerlo, así que aguantó todo el regaño casi sin decir o alegar nada.
Aunque sí terminó de mal humor para cuando todo terminó. Lo único que quería era hacer su relajante rutina de limpieza facial y luego poder ir a dormir; sin embargo, en cuanto se acercó a su cuarto y olió el aroma de los dos alfas allí adentro, supo que no sería tan fácil.
Respiró profundo y soltó un suspiro de resignación antes de abrir la puerta. En efecto, Niki y Heeseung estaban allí adentro, esperándolo. Estaba a punto de decir que no estaba de humor para más sermones y echarlos de su cuarto, pero Niki se puso de pie y caminó con paso rápido hacia él.
—¿Estás bien, Jay hyung? —preguntó con voz baja, casi aguda.
—¿Eh? Sí, claro que estoy bien. Jake ni siquiera bebió tal cual de mí, no me lastimó ni mucho menos.
Niki suspiró en respuesta, había llegado al frente de él y lo tomó de las mejillas para poder revisar su rostro y su cuello.
—Me alegra que estés bien.
Jay se soltó para pasar a su lado, pero fue interceptado esta vez por Heeseung.
—Eso fue muy insensato, Jongseong.
Jay lo empujó un poco con una mano, más un gesto de rebeldía que para ocasionar algún daño real.
—En serio, no quiero escuchar más sermones. Hice lo que era necesario y no me voy a arrepentir de ayudar a uno de mis hermanos menores...
De pronto Niki se pegó a su espalda, sujetando la mano con la que había empujado al mayor, y pegó su cuerpo al suyo.
—¿Así que es eso, hyung? ¿Solo lo estabas ayudando, igual que a mí?
Todo el cuerpo de Jay tembló, la voz de Niki había bajado varias octavas, y susurrada casi contra su oreja, le hizo estremecer.
—Eh, no, eso no...
No sabía muy bien cómo contestar pero no tuvo oportunidad de hacerlo pues Heeseung también se pegó a su cuerpo, alzando su barbilla para que lo mirara directo.
—¿Al igual que me ayudabas a mí? —preguntó también el mayor.
—No, eso era diferente...
La otra mano de Niki se coló por su cintura, pegándolo más a su cuerpo más alto y duro, Jay estaba siendo sobrepasado por todas las sensaciones por las que se veía bombardeado.
—¿Por qué, hyung? ¿Por qué era diferente?
Jay tragó con dureza, tenía la boca totalmente seca y lo único que podía volver a humedecerlo era la presencia de sus alfas.
Hizo un último esfuerzo por recobrar la compostura, por que la parte racional que aún existía en su mente se sobrepusiera a la excitación que crecía en su interior: no era un simple omega que se dejaba llevar por la llamada de un alfa, era un Sangre real de alta categoría.
—Esperen, les explicaré, pero suéltenme —pidió con voz aguda.
Antes de que pudiera recomponerse por completo, Niki comenzó a utilizar sus colmillos en la parte de atrás de su cuello, arrancándole por completo la razón. Tanto así que, al sentir como el collar de protección terminaba por ceder y caer al suelo, poco le importó.
Ambos alfas contuvieron la respiración al ver el cuello desnudo y vulnerable del Omega.
Heeseung se alejó un poco, deteniendo los hombros de Jay, pero en cuanto intentó dar un paso hacia atrás Jay lo sujetó de la mano.
—La diferencia es que ustedes, los dos, son mis alfas —soltó Jay con la voz aguda de su omega.
Niki gimió detrás de él, toda su naturaleza respondió al llamado de su omega. Frente a ellos, Heeseung gruñó también.
—Jongseong, esto es, peligroso...
—No, no es peligroso, ustedes están aquí para mí ¿no? Mis alfas, mis dos alfas. Soy suyo.
Heeseung se rindió y volvió a acercarse, inclinándose sobre él para besarlo con desesperación. Niki no lo había soltado y para entonces volvía a besar su cuello.
Para ese momento el cuerpo de Jay estaba embriagado por completo, al igual que los otros dos. Pronto el mayor bajó sus besos hacia el lado opuesto de su cuello del que estaba Niki.
Jay gimió en voz aún más alta al sentir los colmillos de ambos raspando su piel, un previo a la mordida final.
Jay alzó un poco más la cara para poder darles acceso completo a su cuello.
—Muérdanme, los dos, por favor.
Niki fue el primero, clavó sus colmillos hasta el fondo de la tibia piel, en cuanto los retiró una explosión de placer y sabor golpeó su cuerpo por completo.
Heeseung hacia lo mismo del otro lado, bebiendo con intensidad de aquella sangre dulce, sintiendo como su omega se entregaba por completo a ellos.
El grito de éxtasis que iba a soltar Jay se ahogó en su propia garganta, el placer era demasiado, como si cada mordida alimentará a la otra, incrementando de manera exponencial hasta un nivel que ni siquiera había podido imaginar.
Podía sentir a sus alfas marcándolo, ahora sería de ellos para siempre, y eso era todo lo que estaba bien en el mundo.
Las ondas de placer seguían atormentando tanto su cuerpo como su razón. Ni siquiera podía respirar, aunque tampoco necesitaba hacerlo, estaba en manos de sus alfas, ellos se encargarían de todo.
Al final, cuando parecía que el éxtasis por fin iba remitiendo, se sumió en una oscura inconsciencia.
Lo último que escuchó fueron las voces de Niki y Heeseung diciendo su nombre. Sabiendo que ellos lo cuidarían, se entregó.
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