12.- Bozal
Jay estaba de pie frente a la puerta cerrada del dormitorio, la única que estaba cerrada. Volteó hacia ambos lados del pasillo para ver que no hubiera nadie más cerca, y sacó una sola llave, que insertó en la cerradura.
Luego de quitar el cerrojo y guardar la llave, tocó suavemente a la puerta.
—¿Niki? ¿Puedo entrar? —preguntó en un susurro, temeroso de que alguien más de la compañía o del staff lo escuchara.
No hubo respuesta, pero el olor a amargura y tristeza se desvaneció un poco. Jay tomó aquello como respuesta y entró a la habitación, cerrando detrás de sí con movimientos rápidos para que nadie más lo viera.
No había ninguna luz en la habitación, pero sus ojos sobrenaturales tardaron poco en acostumbrarse a la oscuridad.
Primero distinguió la silueta de Niki, estaba sentado en su cama, contra la cabecera, tenía las rodillas abrazadas y la cabeza recargada en sus brazos, aunque levantó la cabeza cuando Jay se acercó a la cama; el mayor pudo distinguir el brillo dolorido y avergonzado en sus ojos.
Fue entonces que Jay lo vio, el rudo bozal de cuero negro que cubría la mitad de su rostro, con apenas unos cuantos agujeros para que pudiera respirar.
El omega interno de Jay gruñó, iracundo ante aquel trato, y aunque su parte racional también estaba molesta, ya sabía que se encontraría con eso y que no debía dejarse llevar.
—Mi Niki, ¿cómo estás?
Niki lloriqueó un poco, y volvió a bajar la cabeza entre sus brazos.
—Lo siento, hyung —su voz sonaba estrangulada, a causa tanto del sentimiento como de la piel que la limitaba.
El olor a tristeza incrementó, por lo cual Jay se apresuró a sentarse a su lado y acariciar con suavidad el cabello revuelto del alfa.
—Ey, está bien. ¿Por qué te disculpas? —preguntó en un susurro.
Niki volvió a levantar la cabeza para restregarla un poco contra la caricia del mayor.
—Se suponía, no debí haber reaccionado así, lo siento.
—En realidad no debes disculparte, al menos no conmigo. Por el contrario, yo debería agradecerte por haberme salvado.
Intentó no pensar demasiado en lo vulnerable que se había sentido bajo el agarre de Changbin, mucho menos en lo que podría haber pasado si es que Niki no hubiera llegado a tiempo. Sabía que si su olor delataba el miedo que aquellos pensamientos acarreaban, podrían volver a alterar los instintos de Niki, así que se distrajo acomodando mejor el cabello del alfa, enredado en el feo bozal.
—¿No estás molesto por mi comportamiento? —la esperanza sonó en la voz de Niki, añadiendo algo de brillo a su mirada. Jay no tenía la fuerza de voluntad para resistirse a ello.
—No, no estoy molesto. Más bien, estoy sorprendido.
—¿Sorprendido?
Jay asintió, observando con atención al alfa.
—¿En qué momento nuestro pequeño Niki se convirtió en un alfa grande y viril?
Niki volvió a ocultar la cabeza entre sus piernas, pero en esta ocasión fue por sentirse cohibido. El aroma a tristeza se desvaneció con lentitud del ambiente, pero bastó para sacar una risa baja de Jay; se acercó un poco más para poder abrazar a Niki y reconfortar con su propio aroma.
—En verdad te lo agradezco, mi Riki.
Niki aspiró con fuerza, no podía beber de su Jay, ni siquiera podía besarlo, pero sentir su calor y poder aspirar su aroma era suficiente para tranquilizarlo por completo. Se había sentido humillado y triste luego de que lo regañaran y que le pusieran aquel maldito bozal, el staff le había advertido que un alfa incontrolable es muy malo para una compañía, y que si no podía controlarse no podría permanecer cerca de sus compañeros.
—Además, tengo entendido que al otro chico le fue mucho peor —soltó Jay con voz burlona, lo cual terminó de romper los pensamientos negativos que amenazaban con volver a inundarlo.
—Bueno, creo que no me sorprende, teniendo a ese alfa como líder, lo que me sorprende es que se haya atrevido a desobedecerlo.
Ambos rieron, aligerando el ambiente.
—Como sea, se supone que debo tener esta cosa durante al menos tres días, esperan que el castigo sea también la necesidad de comida y de sangre.
Jay bufó con desdén, aquello le parecía un castigo injusto y atroz para quien lo había salvado. Pero tenían un as bajo la manga.
—No te preocupes demasiado por eso, mi "ya no tan pequeño" Niki —especificó con una sonrisa divertida—. Sunoo ha ido a hablar con Jungwon al respecto, y debes saber lo convincente que puede ser.
Se subió a la cama para poder sentarse junto a Niki y lo atrajo entre sus brazos.
—Mientras, déjame quedarme así a tu lado, así podremos esperar cómodamente sin que te sientas solo y triste.
Niki aceptó de inmediato y se abrazó al torso del mayor, estirando el resto de su cuerpo a lo largo de la cama. Quizá era cierto eso de que había crecido, pues sus pies ya sobresalían del colchón, prefirió volver a encogerse, rodeando con su cuerpo el de Jay.
—Muchas gracias, hyung, por todo —ronroneó.
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