Uno

"I will be your mother, and I'll hold your hand
You should know I'll be there for you"

—If we have each other - Alec Benjamin

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Wakasa Imaushi perdió a su bebé un 20 de agosto y fue incapaz de evocar alguna emoción.

Seis meses antes era un muchacho omega de veinte años con un exceso de libertad y carente de responsabilidad. Había abandonado la universidad hacia un año y vivía de la pensión que sus padres le pasaban mensualmente dando crédito a la educación de su hijo, que no sabían a la que había renunciado.

Paseó, visitó lugares, fumó, bebió, se drogó, se emborrachó hasta terminar abandonado en un callejón, conoció mucha gente de la cual solo uno se mantuvo anclado a su lado, peleó hasta acabar con la nariz rota, tuvo mucho sexo con todo tipo de alfas y betas. No tenía ningún tipo de control encima, ni ningún freno, ni nadie que le ordenara.

Estaba seguro de que, de no ser por esa prueba de embarazo marcando un evidente positivo, se hubiera hundido en vicios hasta terminar podrido por dentro y por fuera.

Benkei, su único y verdadero compañero más allá de las fiestas y los tragos, lo escuchó llorar desesperado, lo vio quebrarse la cabeza en cálculos que trataban de descifrar quién carajos era el padre de ese feto, pero era en vano si ningún rostro estaba claro en su memoria sobria. Buscaron clínicas donde pudieran hacerle un aborto higiénico y seguro, pero los únicos lugares donde podían ofrecerse a hacerlo no poseían esas cualidades para lo increíblemente caro que cobraban.

No tenían dinero ni a quién suplicar consejos. Wakasa consideró dejarse caer por las escaleras, pero el temor a morir él mismo lo abstuvo.

Se obligó a sí mismo a continuar un embarazo sin padre, sin dinero, sin responsabilidad y con una posible abstinencia que no lo dejaría vivir en paz durante algún tiempo. No imaginó que su vida se había arraigado tanto a esos vicios, solo cuando los tuvo fuera de su alcance comprendió que ya se habían unificado a su sistema, a sus órganos, a sus huesos, a su piel; no podía abandonarlos tan descaradamente.

Sin embargo, aún estaba el feto sin desarrollar de su vientre, a quién seguramente no le iba a parecer muy agradable recibir la nicotina que su papá fumaba a diario, o el alcohol cuya ingesta al menos había reducido a unas copitas de vodka a la semana.

—¡Deja de fumar de una maldita vez! ¡Ese mocoso nacerá deforme si no te detienes!

Benkei le había gritado una vez y Wakasa sintió el arrepentimiento por primera vez recorriendo sus nervios en oleadas salvajes. Lloró a mares, suplicando a un Dios en el que antes no creía que le otorgara esa voluntad de la que carecía para poder dejar de fumar, ahora que albergaba a alguien más en su cuerpo; ahora que ya no se estaba jodiendo solo.

Cumplió los cuatro meses de embarazo y un mes con un sistema limpio. El mocoso sin nacer resultó ser un buen impulso para Wakasa, quién empezó a procesar mejor la idea de tener un hijo e imágenes furtivas se proyectaban en su cabeza sobre una futura vida familiar que podría alcanzar si terminaba de sentar cabeza y volvía a adquirir responsabilidades de una maldita vez.

Todo estaba yendo de maravilla. Volvió a la universidad, empezó a ahorrar para su bebé, dejaron atrás malas compañías, limpiaron su departamento y empezaron la remodelación de uno de los cuartos para empezar la compra de cositas de bebé. Él y Benkei no tenían ningún sentimiento romántico entre ellos, más que el fraternal; pero el alfa estaba dispuesto a pasar como el padre frente a los padres del omega si lo requería.

Wakasa tenía ya todo trazado en un camino recto y planificado. Había enderezado su vida lo suficiente para estar listo para esa nueva etapa, e incluso a veces se sorprendía a sí mismo entusiasmado con la idea.

La vida era tan irónica: al final ni el cigarro ni el alcohol terminaron descarriando sus planes; fue su propio pasado.

Un tipo a quién había dado una paliza antes de embarazarse. Ni siquiera recordaba su nombre o el por qué habían pelado, tal vez se burló de él o intentó abusarlo; pero Wakasa nunca peleaba por solo trivialidades.

Fue tan sin vergüenza y jugó tan sucio que lo atacó por la espalda. Un golpe en un lado de la cabeza que lo hizo caer estrepitoso al suelo, siendo el primero en estrellarse, su abultado vientre de seis meses. El tipo estaba por comenzar a reír victorioso, hasta que notó la barriga de embarazo y se horrorizó por su accionar.

Huyó cuando el omega empezó a gritar desesperado y, principalmente, cuando notó la sangre que empezaba a empapar su parte inferior.

Los sucesos posteriores eran borrosos para Wakasa, de lo último que fue consciente fue de las palabras de la enfermera en el hospital cuando despertó, notó que su enorme barriga había desaparecido y exigió que se le informara dónde tenían a su bebé.

—Ella no resistió... Lo siento mucho.

Y todo volvió a ser borroso.

Escuchó a Benkei llorar, mucho, muchísimo. Muy raro para un alfa con su apariencia: todo un mastodonte autoritario dueño de una voz grave y alta.

—Lo siento tanto, Wakasa. En serio, lo siento. Debí estar ahí. Lo siento tanto, tanto.

El omega solo podía mirarlo sin saber qué decir. ¿Por qué no podía llorar también? Así se evitaba la tarea de consolar se otra persona, pues estaría ocupado sufriendo también.

Un momento, ¿por qué debía sufrir?

Ah, su bebé falleció antes de conocerlo.

Ni siquiera alcanzó a buscarle un nombre apropiado. Wakasa se preguntó si su bebé se resentiría con él por no pensar en su nombre. Había guardado un par de revistas y páginas web para que en un buen fin de semana Benkei y él se sentaran a analizar cuidadosamente cada uno y elegir uno apropiado y bonito.

Había escuchado algunos también en programas de televisión, o en la calle. Había algunos por los que tenía especial inclinación, pero también debía tener en cuenta la opinión de Benkei, ya que él haría el papel de padre alfa en la familia y...

Cierto, ya no podía. Se suponía que su bebé había fallecido.

Benkei estuvo horas junto a él, en silencio. Ni siquiera trataba de entablar alguna conversación. El omega se preguntó si se había molestado por no poderle llorar a su bebé siquiera un poco. Después de unas horas murmuró que iría por algo de tomar y una barra de granola para pasar la noche.

El omega pasaría esa noche y se podría ir en la tarde del día siguiente, para que descansara lo suficiente de la operación que habían tenido que hacerle para retirar de urgencia a su bebé, quién al parecer había muerto minutos después del golpe, pues según escuchó, cuando lo sacaron éste ya no estaba vivo.

Y su cráneo débil y sin desarrollar por completo, había sufrido los estragos. El golpe había sido justo en su cabecita.

—Que casualidad tan fea —susurró al vacío, rememorando la conversión de Benkei con el doctor que lo había atendido—. Fue tu culpa. No debiste estar en esa posición.

Silencio. Wakasa evitó bajar la mirada.

—Cierto, ya no me escuchas.

Al tratar de quedarse dormido, recordó la primera patada de su bebé y el terror que sintió al no comprenderlo. Lo activo que era cuando Benkei le hablaba a su estómago con efusividad o le cantaba alguna canción de comercial terriblemente desafinado, o cuando le hablaba en voz baja recitándole un sinfín de promesas y planes a futuro: su cuarto, su escuela, los amigos que tendría, sus juguetes, su familia.

Una sonrisa surcó sus comisuras y lo embargó una adictiva emoción, ¿por qué diablos esa enfermera tardaba tanto en traer a su bebé? Los pezones le dolían algunas veces por la leche retenida y si no alimentaba a su bebé, iba a empezar a derramarse.

Había imaginado ese momento tantas veces y verlo finalmente materializado le daba una emoción única.

Escuchó el llanto de un bebé y su corazón se aceleró ante la posibilidad de finalmente tener a su cachorro en sus brazos, pero sólo resultó ser otro en brazos de una enfermera pasando por allí. Como era el área de maternidad, no era raro escuchar llantos de vez en cuando y eso lo hacía preguntarse cómo sería el llanto de su bebé, ¿chillidos agudos? ¿potente y ronco?

Su sonrisa se borró.

Su bebé había fallecido ya. No lo tendría en sus brazos jamás y Wakasa era incapaz de retener ese hecho en su cabeza.

Holi,

Este es un tipo "piloto" de esta historia que he estado escribiendo para no acabarme de oxidar. Además, de probar este nuevo formato de presentación inicial (hasta ahora me encanta).

Vamos a ver cómo le va esta semana :D es mi primer fic ShinWaka publicado y cómo creo que la mayor parte de mis lectores están en mi perfil por mis fics BajiFuyu, quiero verificar cuanto recibimiento tiene este. Quizá no pase de los 10 capítulos.

El resumen es temporal (no me termina de convencer) y, obviamente, la portada y los separadores también.

¡Gracias llegar hasta aquí! ❤

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