Único

—¿En serio te golpeó?— Sergio asintió, llevando la compresa contra su mejilla vapuleada.

Luka solo sonrió.

—Te dije que es un Omega Dominante de carácter difícil, ¿Por qué insistes en ir por él?

—Porque me gusta.—Respondió, viendo por encima del hombro de Luka hasta el otro lado de la calle, a la cafetería Pupp en donde aún podía ver a Gavi sirviendo cafés como todo un Barista profesional pese a haber levantado su negocio hace poco.

Pablo Gavira es un Omega Dominante de primera generación.

Desde la primera vez que lo vio, quedó prendado por el largo de sus pestañas, el exótico color de sus ojos y esa sonrisa preciosa que solo le daba a su pequeño hijo, porque sí, Pablo Gavira tenía un cachorro, era padre soltero.

Había quedado cautivado, pero Luka le advirtió del carácter difícil del Omega tras describirle que su aroma era fuerte, picante. 

A Ramos no le importaba, después de todo era un Beta.

Lo único que él quería era una oportunidad de tratar al precioso Omega, pero este ya había sido lo suficientemente hostigado por idiotas que en cuanto hizo una insinuación leve de querer conocerlo, este lo abofeteó, echándolo de su cafetería.

—Tienes a media Europa detrás de ti, Sergio, no tienes que estar detrás de un Omega hermitaño cuando puedes tener a cualquiera a tus pies.—Se sumo a la conversación Alvaro.

Sergio negó, quitándose la compresa y poniéndose de pie.

—Es que esa es la cuestión Mora, no quiero a alguien fácil que me deje de lado cuando consiga lo que quiere de mi. Quiero a alguien difícil como él, que sé que valdrá absolutamente cada gramo de esfuerzo si tengo de recompensa su corazón.

Entregándole la compresa a Luka, camino de vuelta hacia la cafetería, completamente dispuesto a conquistar a ese lindo Omega del que ya no podía apartar su vista.

Pasaron las semanas y nunca se rindió.

Sergio se adentró en la cafetería Pupp, el sonido de la campanilla anunciando su entrada. Gavi estaba detrás del mostrador, ocupado preparando un capuchino con una precisión casi artística. Sus ojos se encontraron, y Sergio sintió un cosquilleo en el estómago que no podía atribuir solo a los nervios.

Pablo lo miró con una ceja alzada.

"¿Otro intento de conquista?".Parecía decir su expresión. Pero Sergio no se dejó intimidar. Se acercó al mostrador, apoyando las manos sobre la superficie de madera pulida.

—¿Me darías una oportunidad?—Preguntó, su voz más suave de lo que había planeado.

—Sé que no soy el primero en intentarlo, pero creo que vale la pena.

Gavi lo estudió durante un largo momento. Luego, sin decir una palabra, tomó una taza vacía y comenzó a preparar un café, Sergio observó cada movimiento, fascinado por la destreza de sus manos. ¿Cómo podía alguien ser tan cautivador mientras hacía algo tan simple como verter leche caliente en una taza?

Finalmente, Pablo le entregó la taza.

—Prueba esto.—Dijo.—Es mi especialidad, un café con un toque de canela y un poco de vainilla.

Sergio llevó la taza a los labios y tomó un sorbo. El sabor era exquisito, y no solo por la mezcla de sabores. Había algo más en el aire, algo que hacía que su corazón latiera más rápido.

—Es increíble.—Murmuró.

Gavi sonrió, y esa sonrisa llegó hasta sus ojos.

—Si quieres conquistarme, tendrás que hacerlo a través de mis cafés.— dijo.

—Cada taza es una prueba.

Sergio aceptó el desafío. Durante semanas, visitó la cafetería todos los días, probando cada creación de Gavi, aprendió sobre los granos de café, las notas de cata y las temperaturas perfectas, pero también aprendió sobre Pablo, su risa suave cuando contaba historias sobre su hijo, su pasión por la música clásica y su amor por los atardeceres en la playa.

Un día, después de cerrar la cafetería, Pablo lo invitó a quedarse.

—Tengo algo que mostrarte.—Dijo, lo llevó al pequeño patio trasero, donde había una mesa con velas encendidas. El cielo estaba lleno de estrellas, y el aroma del café flotaba en el aire.

—¿Qué es esto?—Preguntó Sergio,asombrado.

Gavi se acercó y tomó su mano.

—Esto es mi corazón, y estoy dispuesto a dártelo si prometes seguir probando mis cafés.

Sergio sonrió.

—Eso es un trato.—Respondió. Y en ese momento, bajo el cielo estrellado y con el aroma del café como testigo, supo que había encontrado algo más valioso que cualquier taza de café.

Había encontrado el amor.


Sergio y Gavi comenzaron a salir oficialmente. Sus días se llenaron de risas, conversaciones profundas y, por supuesto, más cafés. Pablo seguía sorprendiéndolo con sus creaciones: un moka con toques de caramelo, un espresso con un toque de nuez moscada y hasta un frappé de vainilla con chispas de chocolate.

Pero no todo fue fácil, Sergio descubrió que Pablo tenía sus propios demonios. Había perdido a su pareja en un accidente automovilístico años atrás, y criar a su hijo solo no había sido sencillo. A veces, las pesadillas lo atormentaban, y Sergio estaba allí para abrazarlo y recordarle que no estaba solo.

Un día, mientras caminaban por la playa al atardecer, Gavi le confesó algo.

—Nunca pensé que podría volver a enamorarme, pero tú… Tú eres diferente.

Sergio sonrió y tomó su mano.

—Tú también eres diferente, eres el único que ha conquistado mi corazón.

Sergio se inclinó y lo besó. El sabor a café y azúcar en sus labios era perfecto.

—¿Sabes qué?—Murmuró.

—Creo que encontré mi especialidad más valiosa... Em amor.

Y así, entre tazas de café y puestas de sol, Sergio y Gavi construyeron su historia. Se apoyaron mutuamente, superaron obstáculos y crearon recuerdos que durarían toda la vida. El pequeño cachorro de Gavi, Mateo, también se convirtió en parte de su familia, y Sergio aprendió a hacerle espuma de leche en forma de corazones en su chocolate caliente.

En su primer aniversario, Sergio le regaló a Gavi una taza de cerámica hecha a mano con la inscripción.

"Para el mejor barista y el mejor amor."

Gavi no pudo contener las lágrimas al recibirla.

Y así, su historia continuó, llena de risas, amor y, por supuesto, café. Porque en la cafetería Pupp, donde los aromas se mezclaban con los sentimientos, Sergio y Gavi encontraron algo más valioso que cualquier grano de café: encontraron el amor verdadero.

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