Triste; Capítulo 8.
Takemichi anotaba los últimos temas de la pizarra sin darse cuenta que poco a poco se estaba quedando solo en el aula. El silencio era reconfortante, como también, los olores que poco a poco se esfumaban. Estar rodeado de tantos alfas y betas, de una u otra forma le afectaba, sus nervios estaban muy crispados.
Estaba por dar por terminada la clase, cuando sintió una pesada mano en su hombro. Se giró de golpe y nervioso, soltando un suspiro al ver que se trataba de Makoto, su mejor amigo parecía divertido por haberlo asustado.
— ¿Qué pasa, Take-chan? ¿Mal día? — Makoto lo ayudó a guardar sus libretas y los lápices regados en su pupitre. Takemichi se apoyó un momento en el pupitre, asintiendo desganado.
— Un poco, ¿A dónde se fueron los demás?
— Oh, deben estar en la cafetería. Mikey y su grupito salieron primero, es como si el salón apestara. Te vi tan concentrado apuntando que no quise molestarte, supongo que ellos pensaron lo mismo.
— Oh gracias, fue una clase muy interesante, aunque odio que sean tan despectivos con los omegas. — Dijo, levantándose con su mochila en mano, Makoto lo acompañó a la salida.
— No deberías preocuparte por sus comentarios, normalmente son así o peores, muy inmaduros.
— No importa ya, no compartiré clases con ellos el resto del día, aunque será una larga semana. — Murmuró un poco más tranquilo, su estancia en esa escuela no estaba siendo nada grata hasta el momento.
— Voy por algo la cafetería, ¿Vienes?
— Claro, pero primero pasaré al baño. Te veo allá, espero que la fila no sea enorme.
— Probablemente lo sea, los martes sirven mariscos. — Agregó Makoto sonriente, le desordenó los cabellos a Takemichi, antes de irse en dirección contraria a él.
El omega le devolvió una pequeña sonrisa y luego caminó hacia los baños, los pasillos estaba repletos de estudiantes, pero ya no se sentía tan abrumado como antes.
Entró al baño segundos después, aliviado de que estuviese vacío. Habían varios cubículos en línea recta, un montículo donde estaba varios lavabos y un espejo enorme sobre ellos. No estaban sucio o maloliente como esperaba, así que con confianza, entró a un cubículo.
Takemichi creyó escuchar los pasos de alguien más, pero no le dio importancia mientras terminaba. Salió del cubículo arreglando sus pantalones y casi soltó un grito al ver a su compañero de cuarto apoyado sobre el lavabo. Su mirada a través del espejo no era nada amigable, su ceño estaba fruncido.
¿Por qué tenía que ser tan inoportuno?
— Uh, hola. — Takemichi tragó en seco, dudando si acercarse al lavabo o no, al final lo hizo porque debía lavarse las manos.
— Ya descubrí tu secreto. — Esas palabras de Sanzu, enviaron escalofríos por todo su cuerpo. Tuvo que sostenerse sobre el borde del lavabo para no caerse de la impresión.
— ¿De qué secreto hablas? Que yo sepa, tú y yo no nos conocemos.
— Siempre me han desagradado los omegas, son todos tan manipuladores y cínicos. Por eso me caiste mal desde la primera vez.
Takemichi cambió de colores en un segundo, pasó del rosa de la vergüenza, luego su cara en blanco por ser descubierto y al final, el rojo de la irá. Estúpido, Sanzu, no podía estar hablando en serio.
— En primero lugar no soy un omega, soy beta.— Iba a negarlo todo hasta el final, tenía mucho que perder, entre eso su dignidad.— Y no tienes derecho a insultar a otros, independientemente de su subgénero.
— ¿Estás seguro qué eres beta? ¿Por qué no te quitas la ropa? — Escupió Sanzu, acercándose a él. Takemichi por instinto retrocedió.
— ¡¿Por qué tendría qué hacerlo?! Déjame en paz o te juro qué... — El beta no lo dejó terminar, se abalanzó sobre él, eliminando la poca distancia para tomarlo de las muñecas. La fuerza que usó, envió oleadas de dolor.
— ¿Qué harás? — Takemichi a penas tuvo tiempo de procesar lo que estaba ocurriendo antes de ser estampado contra la pared del fondo del baño. Su espalda siendo golpeada con fuerza. Se quedó sin aire al instante.
— ¡Suéltame! Me lastimas.— Se quejó, tratando de mantener la calma. Si se alteraba, ni los supresores serían capaces de ocultar su olor.
— No hasta que te deje expuesto ante todos, estúpido omega.
Los ojos azules de Takemichi se llenaron de lágrimas, era incapaz de ocultar su miedo. Sus manos y su cuerpo temblaron de terror, Sanzu no estaba bromeando con él. Estaba decidido a revelar el secreto ante todos.
— Por favor, por favor, no me hagas nada.— Soltó un chillido cuando Sanzu llevó una de sus manos al borde de su camisa y trató de arrancársela a la fuerza. Takemichi entró en pánico.
— Cállate y no te resistas, te irá peor. — Sanzu logró arrancar los primeros botones de su camisa y el omega sollozó más fuerte. Intentó encogerse y patalear, pero ese beta era extrañamente muy fuerte.
— ¡Sanzu no! — Cerró sus ojos inundados de lágrimas, esperando un milagro. Alguien, alguien debía ayudarlo. Por favor, una sola persona.
Y como si sus plegarias fueran escuchadas, alguien le quitó de encima al beta y lo arrojó lejos.
Takemichi se dejó caer al suelo, aún con sus ojos cerrados, sus manos temblorosas se ceñieron sobre su camisa, mantiéndola en su lugar. Tenía miedo de encontrarse con algo peor en lugar de Sanzu, alfas más agresivos, sin embargo, la persona que se acercó, Takemichi ya la conocía perfectamente, su olor, ese olor tan distintivo y único. Sus brazos por instinto lo rodearon, buscando protección.
— Mikey-kun.
— Takemicchi.— El alfa pasó sus manos por su espalda, brindándole caricias relajantes. Takemichi seguía temblando, con las lágrimas a flor de piel. Estaba tan asustado, quería irse a su propia escuela, acurrucarse con sus amigos y comer helado.
— Mierda, Sanzu, en qué estabas pensando.— Dijo otra voz, más grave y molesta. Takemichi abrió los ojos y vio a Sanzu del otro lado del baño, sin una pizca de arrepentimientos en sus ojos.
Lo iba a delatar, eso era seguro, pero para su sorpresa, su compañero de cuarto se dio vuelta y salió del baño como alma que lleva el diablo.
— Takemicchi, ¿Puedes levantarte? ¿Te hizo algo? — Preguntó Mikey, intentando alejarse de él, pero Takemichi no lo dejó, se aferró a su cuerpo como si fuese su salvavidas.
— No te vayas, tengo miedo.
— No me iré, lo prometo, ¿Quieres ir al dormitorio? — el omega asintió, ocultando su rostro en el cuello del alfa para llenarse de su aroma. Necesitaba relajarse.
Draken veía la interacción en silencio, levantando una ceja confundido.
— Quiero, yo... ¿Podrías decirle a Makoto?
— Yo te llevaré, vamos.
Takemichi se levantó del suelo, avergonzado y triste, por poco y su secreto fue revelado al mundo, ya no estaba seguro.
Mikey chasqueo la lengua al verlo en un estado tan deplorable y le tomó la mano.
El alfa se había estado conteniendo todo el tiempo para no ir tras Sanzu y enseñarle a respetar a los compañeros. Era una actitud primitiva, pero necesaria. Por alguna razón, con Takemichi perdía todo raciocinio.
Takemichi quien notó el cambio de olor en Mikey, le acarició el dorso de la mano con el pulgar, diciéndole sin palabras que estaba bien a pesar de todo.
Y juntos se fueron al dormitorio, tenían mucho de que hablar.
BUENAAAAAAS.
Actualizaciones hoy, porque se las debía. Estos últimos días esta historia ha ganado muchos votos y de verdad, ¡Muchas gracias por su apoyo! No saben lo feliz que me hacen.
Ando un poco resfriada o mucho de hecho, así que si hay muchos errores me dicen y los corregiré.
Besitos en las nalgas. No odien a Sanzu, estoy seguro que se redimirá algún día. (?)
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