Take Ignorado; Capítulo 11.

La siguiente mañana había sido extraña, por decir menos. Se levantó en la habitación de Makoto y adormilado tuvo que volver a la suya para darse un baño rápido. Sanzu estaba allí, pero no le dijo nada, ni hizo una insinuación  sobre su condición. Estaba seguro que ni lo miró, en todo caso, Takemichi pudo respirar tranquilo mientras anduvo en el dormitorio.

Cualquier cosa que le hubiese dicho Mikey para amedrentarlo, dio resultado.

Makoto le había sugerido que se pusiese el uniforme deportivo, porque los miércoles eran un poco movidos y no le quedó de otra. El uniforme le quedaba un poco ancho, pero nada mal. Era una sudadera negra, con pantalones holgados, por dentro llevaba una camiseta blanca ajustada y sus zapatos deportivos negros también. Le hacían ver un poco adorable a su parecer.

Salió de la habitación para ir en busca de Makoto en la cafetería, solo para encontrarse con Mikey y Draken fuera, ellos también iban al mismo lugar. 

— Buenos días.— Dijo amablemente el omega, recibiendo solo un saludo de vuelta del más alto. Mikey a penas lo miró, pero no le prestó ni la mínima atención, de hecho, siguió su camino como si nada. Se iba a tomar en serio eso de ignorarlo.

Tanto Draken como él, se quedaron confundidos por el comportamiento de Mikey, siendo solo Takemichi el afligido al saberse el responsable. Mierda, Mikey tampoco toleraba a los omegas como él, fue la única conclusión a la que llegó y la más deprimente.

Se quedó un par de pasos atrás, mordisqueando su labio inferior.

— Mikey, ¿Qué te pasa hoy? — Murmuró el alfa más alto, su expresión pasiva tambaleaba con la estupidez de su mejor amigo.

— Nada, Kenchin, solo no estoy saludando a falsos.

— ¿Eh?

Mikey hablaba como si Takemichi no estuviese allí y le dolía mucho, sintió inmensas ganas de llorar, pero él no era un omega llorón, bueno si lo era, pero no delante de ese engreído alfa.

Trató de seguir adelante, ignorando los murmullos del dúo. Draken seguía insistiendo por respuestas y Mikey, como sabía hacer bien, cambió de tema y se unió a sus amigos más adelante.

Takemichi se quedó solo, retrocediendo solo para irse con Makoto, a quien divisó no muy lejos de allí.

— Ya llegué.— Habló desanimado.

— Te compré un chocolate con leche, y un sándwich. Necesitarás muchas energías hoy.

— Odio la clase de gimnasia, ¿No puedo saltarmela? — Preguntó un poco esperanzado.

— Si quieres, pero estarás solo en tu habitación con Sanzu al acecho.

Esa respuesta lo desanimó por completo, no tenía opción.

— Tienes razón, mejor voy aunque muera en el intento.

— Comamos y no lleguemos tarde, el maestro puede ser un poco estricto cuando quiere. — Makoto lo empujó a una mesa vacía y a Takemichi asintió a regañadientes, dejándose llevar.

Comió en silencio, escuchando algunas advertencias de Makoto sobre la clase. Debían tener especial cuidado con los otros alfas y su efusividad mientras hacían deportes, era común para ellos acabar en las enfermerías. Takemichi debía evitar las sesiones más pesadas.

— ¿Puedo elegir qué actividades hacer?

— No lo creo, solo rezar porque te toque un buen equipo.

— ¿Equipo? ¿Para qué? — Cuestionó, ladeando la cabeza.

— Ya verás, ¿Terminaste? — Makoto respondió a secas, dejando su bandeja vacía a un lado.

Takemichi se tragó lo último del sándwich y se tomó de un largo sorbo el chocolate, para luego levantarse, con la frente bien en alto, ni siquiera Mikey con su indiferencia podría empañar su día.

El gimnasio de esa escuela quedaba en el tercer edificio. Vaya lugar, grande y divido por secciones. De un lado había hasta una piscina, y fuera una pista de carreras. Se unió a las gradas con Makoto y  aproximadamente otros treinta alumnos, Mikey y su grupo estaban allí, esa sería otra clase que compartirían juntos.

Mikey estaba charlando animado con sus amigos y lo miró solo una vez, antes de rodar los ojos e ignorar su presencia. Estaba siendo muy inmaduro, Takemichi empuñó sus manos con creciente molestia.

— ¿Y ahora qué vamos a hacer? — Imquirió entre dientes, tratando de apartar la mirada del alfa rubio.

—  Paciencia.

Se sentó en un escalón de la parte media de las gradas, apoyando sus codos en otro escalón más alto. Su cuerpo se relajó, mientras todos a su alrededor hablaban. Esa clase se sentía menos tensa y divertida. Al menos no se sentía incómodo.

Un alfa alto y sin la usual panza de un maestro de gimnasia, se acercó. Todos hicieron silencio. Al lado, los que parecían ser sus asistentes, tenían unas plantillas entre sus manos y estaban erguidos mirando al frente. Se veían muy intimidantes.

— Buenos días, ya conocen la rutina. Nos dividiremos en cuatro grupos y competiremos, no tengo que explicarle las reglas. No quiero peleas fuera de lo académico. Mis asistentes ya han seleccionado  los nombres, cuando sean llamados van con sus compañeros.

Takemichi tragó en seco, Makoto estaba un poco nervioso también. Los equipos elegidos nunca eran del todo equitativos.

El llamado empezó por los cuatros capitanes de equipos, No le sorprendió al saber que Mikey sería uno, en ese mismo orden, un tal Hanma sería otro, le siguió un Taiju y  finalizó con un chico llamado Izana.

Qué clase de influencia tenía Mikey que siempre le tocaba Draken, varias caras conocidas se unieron a él. A Makoto le tocó con Taiju, Takemichi cruzó los dedos para que le tocará con ese equipo. Pero mientras más iban pasando, su nombre no se hacía presente.

Y luego se vio solo en medio de las gradas y la ansiedad se lo comió vivo.

— Por último, Hanagaki Takemichi, en el equipo de... Kurokawa Izana.

Se desinfló completamente, ni una cara nueva, bueno... Reconoció al chico que le enseñó su dormitorio, ¿Kokonoi? Así que pensó que no estaba completamente perdido.

Un vistazo rápido al equipo de Mikey, y el alfa estaba echando chispas. Sus ojos oscuros lo miraban con tal intensidad, que pensó que harían un hoyo en su pecho y lo enviarían directo al infierno.

¿Por qué estaba tan molesto si fue el alfa  quién comenzó ese tonto juego de ignorarse?

En todo caso, se levantó y fue con su nuevo equipo, siendo recibido por el capitán con una palmada amigable en su espalda y una advertencia helada.

— Debemos ganar, así que no se distraigan con nada, ni nadie.

— Si... Si señor.— Dijo en voz baja, dando inicio tal vez, a la peor clase de su semana.

Buenas noches, un nuevo capítulo.

Creo que al final debemos decidir que día le fue peor a Takemicchi. Pobrecito JJAJAJAJJAJA.

Gracias por leerme. Cualquier error o sugerencia, ya saben que pueden decirme con confianza.

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