Mikey; Capítulo 4.


Takemichi mordió su labio inferior, dubitativo en responderle o no a Mikey. Conociendo el humor de los alfas, lo mejor era no tentar su suerte y mantener la compostura, los débiles no era bien recibidos en la sociedad. Tomó un poco de aire, pronunciando en un murmullo a penas audible su nombre, el que pensó que estaría en la sombras por una semana entera.

Qué desgracia.

— Soy Hanagaki Takemichi.

— Takemicchi.— El chico no dejó de mirarlo, apoyando una mano en la mesa mientras se inclinaba más a él, su rostro prácticamente pegado al suyo, estudiándolo sin disimulo. El omega estaba nervioso, pero no sabía si por la cercanía o el aroma proveniente de Mikey, una combinación entre la brisa fresca que provenía del mar en una cálido día de verano y la tempestad de la corriente, Mikey era calma y la vez, tormenta, su cuerpo parecía amar esa mezcla. — No te había visto antes, Takemicchi.

— Soy nuevo.— Dijo en voz baja, agachando la cabeza. Si seguía mirando a Mikey, seguramente le ganarían sus impulsos de enseñarle el cuello respetuosamente como el omega que era.

— ¿Me compartes lo qué estás comiendo? — Mikey preguntó, Takemichi ladeó su cabeza confundido. Abrió su boca para decirle que no estaba comiendo nada, pero alguien se le adelantó y tomó de los hombros al alfa. Su actitud era inaceptable.

— Mikey, deja de molestar al beta. Es de mala educación.— Takemichi levantó su cabeza por fin y vio a un alfa cabellos lila empujando a Mikey hasta el otro extremo de la mesa. Draken por otro lado, parecía fastidiado por su infantil mejor amigo.

— ¿Es qué nadie más puede olerlo? Son dulces, no quiere compartirlos. — Replicó el alfa rubio, haciendo pucheritos.

Takemichi soltó el aire que había estado conteniendo. Su pecho subiendo y bajando rápidamente, el miedo calando profundo. Por poco y lo habrían descubierto.

¿Por qué Mikey podía olerlo? Ningún otro en la mesa parecía darse cuenta.

— Creo que hubo un malentendido. Estuve con mi novia antes de llegar y seguramente me pegó su olor. — Takemichi hinchó su pecho, haciéndose el superado.

Los jadeos de sorpresa se escucharon alrededor de la mesa, toda su atención puesta en el beta, ¿ese chico escuálidos tenía novia? ¿una omega? increíble, muchos allí ni siquiera habían tenido citas aún.

Makoto por otro lado, escupió un poco de su jugo, mirándolo con los ojos como plato, ¿Qué estaba diciendo Takemichi?

— ¿Ya ves, Mikey? Hasta Takemichi tiene mejor vida amorosa qué tú.— Se le burlaron sus amigos y la tensión bajó rápidamente. Algunos definitivamente interesados en el beta, charlando con él, a pesar de ser nuevo e insignificante. Kazutora por ejemplo, quería saber como había conseguido novia.

Takemichi respondió que a las chicas les gustaba los hombres dulces y considerados, le creyeron por supuesto.

En la mesa habían aproximadamente cinco alfas, incluyendo a Makoto. Mikey, Mitsuya, Kazutora y Baji. La mayoría de ellos ya había terminado su comida. Mikey no quedó conforme con la explicación de Takemichi y de vez en cuando, lo miraba con intensidad, tratando de meterse dentro de su cabeza. Nadie le quitaba esa idea de que el beta estaba ocultando dulces. Probablemente tenía sus bolsillos repletos de ellos, el olía a caramelos. Tenía un tinte a Dorayaki, sus favoritos.

Takemichi trataba de no mirarlo. Mantenía sus ojos y manos en su comida, aunque no iba ni a la mitad y ya estaba satisfecho.

— ¿No comerás más? — Le preguntó Kazutora, dejando a un lado su bandeja vacía. Tenía aún un hueso de pollo en sus manos, arrancando la poca carne que aún le quedaba. El apetito de Takemichi disminuía entre más los veía comer.

— Ya es suficiente, no como mucho en realidad. — La mesa estaba en silencio, Takemichi era una especie de entretenimiento del día. Odiaba ser el centro de atención por cosas tan insignificantes.

— Hay una regla en la cafetería, el que deje comida será golpeado hasta morir.— Habló con seriedad Draken. Su expresión era ilegible, provocando que el menudo cuerpo de Takemichi volviera a temblar como al principio.

Miró a Makoto en busca de ayuda, pero su mejor amigo se encogió de hombros y entre dientes le dijo: Te lo advertí.

— Eso es ilegal, no pueden golpear a otros.— Trató de razonar, llevándose otro poco de arroz a la boca. Las papas ya habían desaparecido, la ensalada a la mitad, sin embargo el arroz y el pollo estaban intactos.

— Esto se pone salvaje a veces. No tientes a la suerte y come.— Todos tenían esas miradas feroces. Takemichi se iba a romper en cualquier momento.

— Se lleno de dulces y por eso no tiene hambre, mal, Takemicchi. — Insistió Mikey, acabando con la poca paciencia que le quedaba.

Dejó caer sus cubiertos en la mesa, con un ruido estridente que llamó la atención de todos a su alrededor. Incluso lo de otras mesas lo miraban a él.

— Dije que no tengo dulces y tampoco hambre, menos si todos me están mirando así. ¡No me molesten! — Exclamó molesto e indignado, arrepintiéndose al instante, cuando la boca de los alfas se abrió de par en par.

Takemichi no tuvo el valor de quedarse allí para ver la reacción del grupo, sabía que moriría pronto por irrespetar a los alfas, pero era su dignidad la que estaba en juego.

Sus ojos se nublaron, tomando la bandeja de la mesa y yéndose sin mirar atrás. Su escape intrépido se vio interrumpido, cuando sin querer chocó con un estudiante un poco más alto que él. Afortunadamente mantuvo el equilibrio y no le lanzó la comida encima o hubiese sido un desastre la cafetería.

— Lo siento mucho.— Su rostro estaba ruborizado a más no poder, las primeras lágrimas rodando por sus mejillas. Al levantar la cabeza vio algo que lo dejó petrificado, era su compañero de habitación que lo miraba con furia.

¿No podía ser peor?

— ¡Tú de nuevo! ¿Qué mierda te pasa? — La pregunta del beta, obligó al omega a encogerse. El tipo lo tomó del cuello de la camisa, amenazando con golpearlo con su puño en lo alto. Una persona intervino, acercándose con su aura altiva.

— Déjalo, Sanzu.— El tono plano de Mikey no dejaba espacio para las dudas.

Sanzu a regañadientes lo soltó, pareciendo más dócil. Takemichi por el contrario se estremeció, sin poder creer que fuese Mikey quien le estuviese salvando el pellejo.

— Está bien, mi rey.

— No me llames así, soy Mikey, Mikey.—  Repitió el alfa, acercándose a Takemichi para rodearlo por los hombros. Su agarre era suave.

— Takemicchi, no huyas así, solo estábamos bromeando. Seamos amigos, ¿Sí?

— Yo... lo siento, no quería... — Vaciló, sonrojándose al darse cuenta de lo cerca que estaba Mikey. La calidez de su cuerpo era adictiva, su omega ronroneaba de gusto. Era un traidor.

Intentó alejarlo, pero solo consiguió que los dedos de Mikey se hundieran en su hombro sin fuerza, evitando su escape.

Sanzu chasqueo la lengua, recordándole al dúo que seguía allí. No podía creer que su rey tuviese consideración con ese entrometido beta.

No lo quería en la habitación, su privacidad se iría a la mierda.

— No importa, ahora somos amigos, ¿Qué clase tienes ahora? — Preguntó Mikey lo más de casual, como si nada hubiese pasado. Tras ellos, apareció el grupo de amigos y Makoto, preocupado por él.

— Uhm, creo que biología. -Intentó recordar, el horario que le detalló Kokonoi.

— ¡Qué coincidencia! También nos toca allí, vamos.

— Pero...

— Andando, no lleguemos tarde.

soltó un suspiro y se separó de Mikey para dejar su bandeja en la barra de la cafetería. Los chicos lo esperaron hasta que volvió. En compañía fue a su siguiente clase.

Prometió no meterse en líos y era lo primero que estaba haciendo.

En serio, ¿Qué tan malo fue en su vida anterior para que su vida fuese tan complicada?

Buenas noches.

No pueden faltar mis actualizaciones casi diarias. Si no anduviese deprimida seguramente fuesen todos los días.

Gracias por leerme. De verdad, está historia está recibiendo mucho amor.

Los quiero.

Por cierto, una pregunta rápida, ¿Ya vieron los spoiler del manga? ¿Qué piensan?

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