Compañero de habitación; Capítulo 2.
Takemichi se sentía como un pequeño gatito en medio de una manada de leones. Los aromas fuertes lo tenían mareado y aturdido. Aún no encontraba a Makoto entre los estudiantes y para colmo estaba perdido. Había recorrido gran parte del edificio, sin éxito alguno. Si no hallaba una solución pronto se pondría a llorar.
Llevaba menos de una hora en esa escuela y ya quería dar media vuelta y huir, pidiendo clemencia por su pobre alma.
Lo mejor que se le ocurrió fue buscar el tablero de anuncio. Si ese lugar era medianamente parecido al suyo, estarían expuestos los horarios de clases y las actividades iniciales.
Avanzó sin llamar la atención, doblando por un pasillo repleto de alfas y betas. Takemichi estaba tan concentrado intentando pasar desapercibido, que se sobresaltó cuando alguien puso una mano sobre su hombro.
Ahogó una maldición, dándose vuelta lentamente hasta quedar frente a frente con el chico que lo tocó. Un alfa por su aroma mentolado. Tenía un peinado extravagante, con un corte plano a la mitad de su cabeza y unas ondulaciones en la otra. Sus ojos felinos no parecían divertidos de verlo, aunque intentase parecer amable con una sonrisa casi espeluznante.
— ¿Eres un nuevo estudiante? — La voz del chico se abrió paso entre la multitud. Takemichi tuvo que inclinarse para escuchar mejor.
— Si... Si soy nuevo, llegué hoy y estoy un poco perdido. Soy Hanagaki Takemichi. — Respondió en voz baja, tembloroso.
— Soy Hajime Kokonoi, el delegado de los estudiantes de primer año y mi deber es guiarte hasta tu dormitorio.— Está vez sonó un poco mecánico, como si ya hubiese dicho esas palabras miles de veces.
— ¿Dormitorio? ¿No puedo elegir con quién quedarme? — Preguntó, recobrando un poco de su valor perdido. Solo para desinflarse cuando el tal Kokonoi se burló de él.
— ¿En serio? ¿Qué tipo de beta eres? Llegaste de último, irás a la primera habitación disponible.
— Ya veo...
— Supongo que tampoco tienes un uniforme, debo ver tus registros y encontrarte uno, aunque por el momento, buscaré en objetos perdidos algún uniforme que nadie reclamo. No puedes asistir a clases en esas fachas. — Kokonoi miró su reloj y en tono plano, prosiguió.— Tenemos una hora para tu próxima clase. Hay que darnos prisa.
Era demasiada información para Takemichi. A duras penas podía procesar que tendría dormitorio y un uniforme. Maldición. Debió haberlo previsto. Pensó que podría quedarse con Makoto, pero de vuelta, allí no eran como los omegas, ellos podían elegir con que compañero quedarse. Takemichi por ejemplo, estaba muy a gusto con Akkun.
Con suerte no tendría un compañero. Rogaba por un milagro.
Se dejó guiar sin rechistar, perdiendo lentamente a la multitud. Los dormitorios quedaban en un edificio contiguo, lo suficientemente grande para albergar a todos los alfas y betas. Takemichi había estado tan perdido, que no se dio cuenta de las áreas que comprendían esa escuela alfa. Era aún más grande que la omega.
Subieron por unas escaleras, con Takemichi en silencio y Kokonoi explicándole algunas reglas básicas de convivencia, como que no podía estar fuera del dormitorio después de las diez de la noche o que no podía armar conflictos sin ser sancionado.
Takemichi no tenía deseos de pelear, ni siquiera quería dejar huella de su presencia. Sería invisible hasta acabar la semana. Con eso en mente, mantuvo sus pasos firmes hasta que llegaron al dormitorio, exactamente a la habitación 412. Kokonoi le entregó unas llaves simples y le dijo que podía acomodarse mientras iba por el uniforme.
El omega se inclinó en agradecimiento. Recibiendo solamente un bufido como respuesta. Al ver que Kokonoi desaparecía nuevamente. Abrió la puerta del dormitorio y entró sin hacer ruido. El lugar estaba oscuro y ordenado.
A primera vista parecía muy normal, hasta que se dio cuenta que habían dos camas, dos mesitas de noche, dos armarios y un espacio compartido para dos personas.
La ilusión de que estaría solo, murió en segundos, y fue aún peor, cuando más tarde que nunca, apareció un chico rubio, con el cabello recogido en una coleta. Estaba vestido con ropas deportivas y no parecía nada feliz de verlo.
Su primer instinto fue gritar, pero antes de hacerlo, el chico chasqueo su lengua y levantó sus manos.
— No te atrevas a gritar, odio el ruido. Y te odio a ti.
El rostro de Takemichi se pintó de preocupación, retrocediendo un par de pasos, hasta chocar con una de las camas del dormitorio. Temía por su bienestar.
— Lo siento, soy nuevo.
— Como si no fuese obvio.
— Soy Takemichi, Hanagaki Takemichi. — Dijo amablemente, extendiendo su mano.
El chico lo recorrió con sus ojos claros, casi transparentes y ya no le respondió. Le dio la espalda y se metió en un cuartito que suponía era el baño. Se sobresaltó cuando la puerta fue cerrada con brusquedad y tomó una respiración rápida, tratando de no hacerse bolita.
— Qué descortés... Al menos debió decirme cuál era mi cama. Supongo que es esta, no parece que alguien hubiese dormido aquí.— Habló para sí mismo, dejando caer su mochila en el colchón.
La habitación no tenía un olor distintivo, por lo que supuso que su compañero era un beta, una buena noticia entre tanta tragedia. Se sentó en una esquina de la cama en completo silencio y sin moverse más que para parpadear, tenía miedo de llamar la atención del beta y que lo insultara. Iba a esperar a Kokonoi sin sacar de casillas a su compañero.
Estuvo en la misma posición, hasta que el chico salió del baño. Ya preparado para las clases. con el uniforme de la escuela y su cabello rubio pálido cayendo tras su espalda. Cubrió su rostro con un cubrebocas negro y solo sus pestañas rubias sobresalían.
Su compañero lo miró con desdén, antes de darse vuelta y salir de la habitación, sin dirigirle la palabra de nuevo.
¿Cuál era su problema?
Poco después, unos toques a la puerta lo obligaron a levantarse para abrir. Era Kokonoi por fin.
— Toma, no puedo quedarme. Tengo otros asuntos que atender. Tu clase queda en el tercer edificio, segundo piso. Aula cinco. ¿No te pierdes, verdad?
— No, no. Desde aquí lo haré yo solo, gracias por tu ayuda.
— Date prisa, no llegues tarde. Te queda media hora.
Kokonoi se marchó y Takemichi cerró la puerta. Para luego cambiarse. Cómo ya se baño esa misma mañana, solo se puso su nuevo uniforme.
Era completamente negro, lo único blanco era la camisa del interior. El de los omegas era una combinación de blanco y negro, más bonito. Se hizo el típico peinado de cuando era un chico rebelde, con su cabello rubio teñido bien parado. Se echó mucho spray y se tomó sus supresores. Estaría protegido por el resto del día.
Salió del dormitorio a toda prisa y corrió en busca de sus clases. El edificio señalado por Kokonoi no quedaba cerca. Cuando por fin encontró el aula, ya era tarde. Con mucha vergüenza entró, teniendo todas las miradas puestas en él.
Mal comienzo.
— Lo siento, me perdí. — Esa probablemente fue la décima vez que se disculpó por algo. Sus mejillas completamente rojas. El maestro lo miró sin ganas y le dejó entrar, diciéndole en voz baja que no se volviera a repetir.
Takemichi asintió y dio un paso adelante, solo para que sus ojos se iluminarán al ver por primera vez una cara conocida.
¡Makoto estaba allí!
Al contrario de Takemichi, Makoto si quedó sorprendido, casi en shock, al verlo. Se removió en su asiento, tratando de disimular las ganas de levantarse y arrastrar a Takemichi fuera.
El omega sonrió una disculpa y buscó el asiento más cercano al de su amigo. Sin perderlo de vista.
— Takemichi... Luego hablamos — Creyó escuchar en voz. Takemichi con lo aliviado que estaba, sonrió feliz sin dejar de ver hacía el frente, dónde el profesor iniciaba una charla sobre los alfas y betas.
Por lo menos, ahora estaba seguro con Makoto. Ese era un gran logro.
Buenas noches, un capítulo justo el 31 de diciembre.
No sé si mañana podré subir capítulo, así que desde ya... ¡Feliz año nuevo! Espero que su 2022 sea lleno de bendiciones y cosas buenas.
Gracias por el apoyo que me han brindado este año y por leerme. Espero que el capítulo de hoy les guste.
Disfruten su día.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top