Capítulo 1

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Era bien sabido que todo omega sin marca que había tenido un cachorro tenía una mirada muerta, y más si se encontraba solo, por lo que no era raro ver a los 4 omegas extrellas más solicitados con una mirada deprimente y hasta rota.

Mirada que por alguna razón llamaba la atención de algunos alfas en busca de una descendencia, todo por el maldito instinto de querer poner su semilla en el omega que le parecía lindo... Eso era lo que pensaba cierto pelirrojo que ahora se encontraba acariciando la espalda de su hermano, el cual vomitaba su desayuno como síntomas de su embarazo, mientras el pelirrojo leía un libro sobre los instintos.

—.... Deberías dedicarte a comer un poco si no soportas la comida...

—¿Para que padre se enoje por descuidar el trabajo? Ni hablar. —Hablo con temor su rubio hermano apoyando su hombro en la taza del vater para no dejarse caer la cabeza. Se sentía tan débil que estaba sentado en el suelo temblando con una bata de baño azul... O quizás solo estaba asustado, una de dos. Le escucho suspirar y bajar la cabeza con nuevas arcadas.— ¿Porque tuvo que elegirme ese maldito cazador...? Jamás había tenido unos genes tan fuerte-...

Hizo una mueca cuando le escucho vómitar otra ves, por lo que dejo el libro de lado y se levantó. Le daba asco esta situación.

—Ire a buscar algo para ayudarte con eso, ya vuelvo.

—Gracias...

Y sin embargo, cuando caminaba por el corredor miro más allá de las rejas de la instalación sintiendo como si alguien le llamase para estar a su lado... O quizás solo estaba loco por su sentimiento de soledad.

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Katakuri miro algo molesto a su prometida. Ambos se encontraban sobre la cama matrimonial pero con ropas casuales casi para dormir, aunque eran las 9:30 am.

La joven fémina de cabellos rubios y ojos azules más que angelicales desviaba su mirada de la de katakuri con un rostro nervioso... Katakuri Charlotte, El alfa heredero del reino que para ser rey como último requisito tenía que tener un hijo con su prometida, ella provenía de otro reino el cual era muy problemático, por ello el compromiso que tenían estos dos.

Sin embargo, había un problema que katakuri hubiera agradecido que ella le dijera en el momento que pisaron el altar o es más ¡en la primera cita! ¿Ahora que iban a hacer?

El reino de la chica y el suyo los estaban presionando para tener un bebé ¡¡Pero aquella omega rubia era infertil!! Eso explicaba porque aunque lo intentarán una y otra ves nada pasara, porque ella no podía tener hijos, desde que tuvo un accidente según dijo ella...

Ahora entendía porque de la marca que vio en su vientre y no le había prestado atención... Estaba más seguro del accidente que de otra cosa, ya le habían hecho pruebas a sus fertilidades después de todo y solo a ella le salió mal.. Pero eso no era importante, el problema aquí sería que haria.

Si en unos días katakuri no daba a conocer que ella estaba en cinta, el trato se perdería ¡y se haría una guerra entre naciones! Él quería ser un buen rey, no como el resto de sus ancestros que lavaban cerebros y robaban dinero; Él quería tratar de ser honesto. ¿Pero como lo haría en estas condiciones...?

Chisto fasditiado haciendo nuevamente la pregunta.

—¿Porque no me dijiste antes?...

—Bueno, no pensé que fuese tan importante tener bebés en este matrimonio... Por eso acepte el estar contigo.

El silencio se hizo presente en la habitación. Katakuri estaba de brazos cruzados pensando con estrés lo que ella pensaba mirando a otro lado con una sonrisa temblorosa... ¿Ahora que sucedería? Podría haber una guerra si esto llega a salir a la luz, y sin importar que tipo de diálogo den... A menos que...

La joven gateo sobre la cama hasta el alfa y tomo su brazo para sacarlo de sus pensamientos.

—Tengo una idea para cubrir esto, pero no creo que te guste.

El alfa se lleno de paciencia para hablarle, ella no tenía la culpa... O al menos no del todo.

—Dime.

—Bueno... Oí de un sitio de vientre en alquiler, ya sabes: ponen tu semilla en un omega y este tiene un hijo por tu omega. ¡Su vientre podría sustituir al mio! No saldría del castillo lo que sea que dure el embarazo y cuando nazca solo tendrán que traerlo aquí, así nos evitamos una batalla ¿te parece?. —Era una buena idea de cierto modo pero quedaban muchos cabos sueltos, además de que no le agradaba mucho la idea de tener que embarazar un omega y luego quitarle a su bebé.

Sabía lo doloroso que esto era para ellos, lo vio más de una ves al estar en los aposentos de su padre que tenia más de 4 concubinas embarazadas. Fue desagradable, y se sentía del mismo modo al pensar tener que recurrir a ello.

—¿Y si alguna de las familias quiere verte? Además será muy cruel para la madre separarse de su-...

—¡Les decimos que me siento pésimo y que no pueden verme! Vamos katakuri, sabemos mentir y callar a los que saben —Sonrió la chica con algo de desespero aun tomando su brazo.— y si separar a la madre es lo que te duele, entonces no te preocupes. Conozco un lugar donde los omegas están bien adiestrados, no pasaran por ese sufrimiento. ¿Vamos a ver?.

—... Bien.

Fue por esa razón que dijeron a todos los servidores dentro del castillo que se irían a pasear durante un tiempo como pareja, nada ostentoso, solo querían caminar aun lo del otro con las ropas más casuales posible... Sus sirvientes más fieles le ayudaron con eso, ambos le trajeron las capas más básicas posibles pero con una capucha para que pudieran ocultar su rostro junto con un velo negro.

Cualquiera que los viera pensarían que son de otro país, por lo que sin miedo caminaron por las calles transcurridas hasta que la mujer finalmente le guió a su destino final, local central de vientre en alquiler: Germa 66... Su esposa le dijo que este lugar era bastante famoso pero de pocas críticas que lo hicieran destacar a diferencia de los otros locales, de allí el que prácticamente no haya oído sobre él. Además le contó que habian varias sedes repartidas por distintos países y caminos, pero que esta era la central, la cual solo personajes del bajo mundo u de la realeza salían visitar en secreto por sus altos precios en vientres.

Y que por eso había ido allí.

Porque entre más caro, más bueno es el producto.

Dudando un poco de sus palabras y de su porte como alfa por todo el frasco de perfume que ambos se echaron antes de salir de casa y les impedían sentir sus propias feromonas, finalmente entraron.

La pareja pudo notar a un cazador firmando unos papeles en la mesa del recepcionista, un hombre de melena larga y rubia, de ojos azules y cansados pero que sonreía como si lo tuviese todo en el mundo... Esa era la sonrisa de alguien al que le acaban de pagar bien...

—Nos gustaría alquilar un vientre por favor ¿puedes mostrarnos el mejor que tengas disponible? -Hablo con seguridad y suavidad la omega rubia a su lado en una esquina de la recepción, para no ser escuchados por nadie más que aquel hombre que a juzgar por el atuendo era el dueño.

—Oh no, lo siento jovencita, pero no puedo traer la mercancía y solo tengo un par disponible, asique si gusta ver el catalogo.... —El hombre respondió igual aunque quizás un poco insinuante deslizando una revista sobre la mesa de la recepción, la sonrisa de su joven esposa desapareció unos segundos antes de tomar el catalogo dándole una mala mirada al prácticamente anciano.

Katakuri no hizo nada más que seguir a la mujer a los muebles de espera mientras le echaba un ojo a la revista a su lado. Ella veía cada página hablando y hablando de cada uno de los seres que veían, él solo contó cuantos omegas estaban metidos en esto... 19, 15 de ellos ya estaban en cinta, asique las opciones eran limitadas, sin contar que no mostraban casi nada de los dueños del vientre.

Podía ver un montón de imágenes de pequeños bebés productos de su trabajo, también una pequeña descripción pero no su cara completa, cada uno de estos omegas tenían una especie de ¿casco extraño? Sobre la cabeza que solo permitía que viesen sus ojos, alegando que no era necesario ver el rostro completo en letras pequeñas bajo la imagen.... Repugnante. Mejor se concentró en ver los datos y estadísticas de cada uno hasta que finalmente él y su esposa se quedaron mirando uno de los últimos y más caros...

Aparentemente un pelirrojo de ojos azules... Y Vaya que sus crías habían sido más que hermosas, tan solo había tenido cuatro y estas únicamente tenían su inigualable rasgo de belleza y ojos azules... Conveniente. Él poseía muy buenas estadísticas y una buena resistencia para tener un cachorro de un alfa como katakuri ¡no había duda! ¡Este sería el definitivo! Tras confirmar que no estaba en cinta, se miraron decididos y llamaron al recepcionista.

Este les miro por unos segundos y después de una larga charla sobre el dinero y más mierda que no escucho katakuri al no querer estar en ese lugar con todas sus fuerzas, finalmente algo llamo su atención. Un olor dulce llego a sus fosas nasales, cerezas dulces... Como si se tratase de estar rodeada por el glaseado de un apetitoso pastel hechos con los mismos.

Un escalofrío recorrió su piel y tanto él como su alfa interior se pusieron alerta buscando al dueño de tal aroma. Incluso estuvo apuntó de levantarse de su lugar mientras su mujer firmaba unos papeles con el recepcionista cuando finalmente pudo saber de donde venía ese olor, quien fuese se estaba acercando y aparecería por aquel pasillo detrás de la recepción... ¿Porque se sentía tan ansioso derrepente?.

No había notado que el hombre anciano que les atendía era un alfa, y probablemente tampoco lo hubiese hecho de no ser porque noto como el hombre tenía la misma reacción que él, solo que este puso un rostro más enojado callando al instante a quien venía que apenas logro decir una pequeña a ¡ni si quiera logro aparecer en su rango de visión! Katakuri maldijo mentalmente.

—Vuelve a tu lugar, lo que necesites se te dará más tarde. Ahora estoy trabajando. Si es muy urgente pídeselo a algún enfermero.

Un pequeño silencio hubo en la habitación en el que todos se quedaron mirando el mismo lugar del pasillo, aquel otro personaje que estaba firmando papeles un momento atrás quiso acercarse para ver de quien se trataba, pero fue detenido por un guardia de la entrada con mirada amenazante. Katakuri miro con decepción aquel lugar donde el aroma cada ves se hizo más bajo hasta dar a entender que el portador se había ido... ¿Porque se había sentido tan emocionado hasta hace poco? No tenía idea, solo sabía que su curiosidad sospechosa hizo latir de sobre manera su corazón...

El anciano se retiró y su mujer no podía dejar de hablar de lo lindo que terminaría siendo su cachorro, de lo muy enamorada que estaba de los bebés de ese omega a diferencia de los demas que habian visto en la revista, de toda su palabrería solo se quedó pensando mientras ella no se callaba ¿Como se vería el dueño del vientre que dio a luz tan lindos cachorros pero sin esa máscara? Tenía derecho a pensarlo después de todo aun estando casado.

Él no se caso por amor a fin de cuentas, además no era como si pensase en quedarse con él, un omega macho era mal visto en la sociedad después de todo, como la versión mal hecha del omega femenino, por eso solo tenía curiosidad por él, no un interés real en un amorío.

Salió de sus pensamientos cuando el anciano volvió a los minutos y pidió que lo acompañaran a otra habitación, tendrían que hacer más papeleo para empezar el trabajo. Sinceramente lo único que le importó de toda esa palabrería que dijo, era que iba a poder ver el dueño de vientre que llevaría su cachorro, para asegurarse del producto que estaban comprando.

Se preguntaba cuales serían sus feromonas, ya que habían muchas de ellas en los pasillos blancos por donde pasaban. Algunas pesadas, otras dulces... La omega a su lado se vio incomoda por eso, asique le dejo tomar su brazo para calmarse.

En su camino a la habitación donde se llevaría acabo la primera parte de todo esto, noto que ese anciano alfa ya se había dado cuenta de sus identidades, porque les llevó a una cara habitación adornada con oro, cuerno blanco, terciopelo y otros implementos necesarios para el trabajo pero de obvio valor con tan solo darles un vistazo. Se preguntó entonces cuantas personas venían ahí en busca de cachorros, casi gruñendo, como todo un alfa amargado que hizo reír a su esposa por su acción mientras miraba la mesa central llena de las cosas ya mencionadas.

Ella sabía que katakuri odiaba el lujo excesivo de las personas, queriendo presumir, sobretodo cuando para él hacían algo tan rastrero.

Pero lo ignoraron, sentándose como de etiqueta en aquella mesa de 4 curiosos puestos, pues solo los únicos dos asientos destinados a ellos estaban cerca, los otros dos estaban muy lejos el uno del otro y luego se enteraron porque: uno de ellos era para él anciano alfa que acerco unos papeles a ellos junto con tinta.

—Firmen ambos porfavor, pueden preguntar mientras leen y firman. — Comunicó el hombre ignorando que la puerta había sido abierta de nueva cuenta, dejando entrar un aroma dulce particular tan sutil pero a la ves embriagante, finalmente había llegado aquel dicho omega.

Él mismo aroma único de antes que había tensado a todos en la sala de espera.

El alfa interior de Katakuri se sintió enloquecer enseguida, y el omega interiror de su esposa se sintió amenazado, después de todo estaban casados pero no por amor. El alfa interior de katakuri no le había reconocido como su pareja y el omega interiror de la chica, probablemente apenas estaba pensando en reconocerlo, después de todo apenas se vieron y se casaron por conveniencia, para reconocerse el uno al otro hacía falta porciones iguales de sexo y citas, no como ellos dieron las cosas: Boda y sexo, y ya.

Era normal que Katakuri se sintiese curioso por otros olores pero le hacía sentir mal de algún modo.... De cualquier forma, la mujer volteó junto con su esposo, curiosos y expectantes del omega que cruzo la puerta y fue llevado sumisamente hasta la otra silla por los guardias: Lo primero a destacar fue que su rostro estaba cubierto con aquel mismo casco que se mostró en la revista, una pequeña decepción recorrió sus cuerpos por eso, su roja cabellera brillante y fina apenas lograba sobresalir el casco por la hendidura que le permitía ver el exterior y en el fin del casco, pero conseguía contrastar demasiado con su pálida piel que obtenía el efecto de estar viendo un hermoso ser de otro mundo.

La omega no supo como sentirse al tenerlo en frente. Estaba feliz por sus decisiones pero a su vez estaba temerosa porque sentía que el joven omega era más de lo que pensó. Tenía una piel liza y brillante al contrario de lo que pensó, blanquecina, así como unos ojos azules profundos que derrochaban una elegancia y sumisión que por alguna razón le hizo sentir incomoda. Quizás por el hecho en el Katakuri le estaba mirando y podía sentir en sus feromonas como su alfa esta inquietó recibiendo las fermonas calmadas al omega nuevo en la habitación, que se había mantenido con la mirada baja pero con un porte seguro.

El alfa por otro lado, estaba impresionado: Si el omega se veía tan atractivo teniendo el casco ¿Como se vería sin él? Podía ser claramente el omega en jefe de un harem de lo increíble que se veía, o incluso si está sociedad no fuera tan asquerosa, el concubino estrella de algún rey o hasta incluso el esposo del rey... El joven se veía tan digno pero a la vez tan sumiso que no supo como actuar fuera de observarlo y preguntarse si es que alguna vez esa blanca piel había visto el sol.

Probablemente no, enseguida aparecerían quemaduras que dañasen su piel de lo delicada que se veía a sus ojos y probablemente ya un alfa le hubiera reclamado de ser así.

Katakuri se sentía embobado mirando al omega y olfateando su aroma, interesado pero sin notarlo, había empezado a soltar sus feromonas en busca de que el omega le examinará con la mirada igual que él lo había echo. Por alguna razón se sentía desesperado porque el omega le diera un vistazo o al menos una olfateada. De no ser por el otro alfa en la habitación que carraspeo y combatió sus feromonas probablemente no hubiese dejado de "curiosear" tan descaradamente al chico,  ahora notando que su mujer le miraba con reproche.

Se sintió frustrado por culpa de ese alfa que le dejaba en claro que aunque el omega no oliese a que estaba emparejado, ya tenía dueño. Por culpa de su esposa que le miraba regañandolo y por culpa de ese casco que al parecer no le permitía al omega detectar aroma alguno.

Se reincorporó rodando los ojos.

—Entonces, como decía: pueden hacer preguntas mientras leen y firman el contrato y los permisos. —Expresó el anciano con afán de robarse la atención, con una sonrisa felina en su rostro.— Además, supongo que su alteza querrá añadir algunas cosas en el contrato ¿no?.

Katakuri asintió con los papeles en mano empezando a leer rápidamente tras quitarse de la cara el velo oscuro, mientras se pegaba al espaldar de la silla dejando espacio y poniendo el papel de modo que su prometida también pudiese leer. Entre más avanzaba en la lectura más repugnante le parecía este lugar: se trataba al omega demasiado mal a su parecer, por mucho que a otros no pareciera para tanto o que incluso estaban siendo bondadosos ¿que era eso de tratarlo como un objeto, como si fuera la caja que trae un bebé?.

Siempre odio ese comportamiento, aunque parecía ser cierto si se ponía a analizar a las parejas que conocía. De cualquier forma, trato de ignorarlo porque este lugar era su última opción.

—Primeramente me gustaría que esto jamás se sepa. —Mencionó el alfa pura sangre sin dejar de leer ni un momento, sabiendo bien la cara de sorpresa y nerviosismo que había puesto el otro alfa tras confirmar que era su rey Charlotte Katakuri, alfa pura sangre que había unificado la manada del norte con el este, y que a su lado estaba su famosa esposa Stussy Kingetsu, la princesa de los asesinos a sangre fría en el este.

El alfa anciano trago duro asintiendo con una sonrisa en busca de ocultar su temor que fue trasmitido hacia los guardias que estaban custodiando la puerta. Ellos sabían que lo que dijera está pareja debía ser absoluto o terminaría en asesinato, asi que ahora el hombre se arrepentía de haber retado con sus feromonas al alfa menor para que conociera su lugar, debió prestar más atención a su rostro que a su porte de alfa real.

—Claro, lo se preocupe. De aquí no saldrá ni una sola palabra de nuestros acuerdos.

Los minutos pasaron de forma desesperante para el alfa más viejo, no tenía idea que ellos en verdad se tomarían todo el tiempo de leer el contrato e incluso discutirlo como si nada entre ellos frente a sus narices ¡Era el dueño del local y estaba siendo ignorado! Era una muestra del poderío que tenían ambos, de hacerle saber que era insignificante. Él hombre mentalmente empezó a rezarle a todos sus dioses porque no estuvieran pensado en acuerdos que no podía hacer, pues usualmente todo el que tomaba este servicio especial con sus omegas estrellas solo bastaba verlos a los ojos para que quisieran firmar todo rápidamente con el afán de plantar su semilla en tan bello omega.

Su esposa les había heredado toda su belleza descomunal a sus cachorros, capaces de encantar a cualquier alfa que les viese, y no sólo eso, incluso al beta más estúpido.

Por lo que estaba consiente que por dicha belleza los alfas de la realeza estarían dispuestos a cualquier cosa para hacer de esos omegas parte de su harem incluso si al ser machos no estaban bien vistos por la sociedad, después de todo, ¿a quien le importaba? No tendrían un cargo importante más allá de solo dejarse usar por el afán al que servían, ni si quiera tendrían que sacarlos a presumir si a caso dado el rey salía con su harem.

El alfa rubio rogaba porque katakuri no tuviera esas intenciones con el omega después de haberlo olfateado y examinado con la mirada, porque de lo contrario, todo lo que había creado para vivir se iría al caño.

Envueltos en un ambiente engorroso, el hombre noto que finalmente la pareja real empezaba a firmar los papeles sin hacer pregunta alguna ¿Entonces aceptaron el contrato en su totalidad? ¿No habría ajustes? ¿Los dioses si le habían escuchado?.

—Una vez el cachorro haya nacido ¿que tan rápido se nos será entregado? —Y allí estaba la primera pregunta, dejando ciertas páginas sin firmar para ver con fastidió al alfa anciano.

—Cuando estés quiera, su alteza. Pero debe tener en cuenta que el cachorro necesitará alimentarse de leche materna por un tiempo, además de que no podemos asegurar que no puedan hablar complicaciones que retrasen la entrega, recuerde que usted tiene unos genes bastante fuertes como miembro de la familia Charlotte. —Respondió un alfa al otro, Katakuri le miro con duda sosteniendo la pluma.

—En su folleto usted había puesto que este omega era capaz de soportar los genes fuertes —Recalcó Stussy.

—Por su puesto que es capaz, pero no todos los embarazos son iguales y hasta ahora no habia tenido del honor de concebir el cachorro de un pura sangre real. —Explicó con una sonrisa de servio al cliente para ocultar sus nervios.

—... —La pareja se miró dudosa por unos segundos, rápidamente stussy se preparó para firmar, pero se detuvo al escuchar su pareja hablar esta vez no para ella, ni para el alfa anciano.— ¿Que te parece? ¿Te sientes capaz de dar a luz un hijo mío?.

La sala se quedó en silencio: Stussy y el alfa mayor confundió y asombrado por su insolencia, después de todo ¿quien le preguntaba a los omegas en este tipo de trabajos aquello?. Incluso el propio omega se vio sorprendido cuando noto que le hablaban a él, abriendo los ojos un poco y subiendo la mirada extrañado para encontrarse con el alfa que le había hablado con un aura sincera y hasta se podría decir que preocupada.

El omega pelirrojo sintió su garganta secarse y su corazón andar con más fuerza de lo usual al mirar el rostro del hombre y justo después, percibir el olor a mochi del alfa como para darle una probada de su poderío hormonal. Si, el joven rey estaba soltando sus feromonas fuertemente sin importarle que pudiese incomodar al otro alfa o le hiciese mal a su pareja, realmente solo estaba buscando que el joven omega reaccionará ante él porque por alguna razón traía esas ganas atoradas en el pecho.

Y cuando lo logró sintió su ego y su alfa interior enaltecerse, porque había correspondido sus feromonas de la misma forma buscando hacerle sentir al alfa que estaba allí, dispuesto, junto con esa respuesta pudo notar un pequeño brillo en sus ojos y justo después una baja, dulce pero vibrante voz se manifestó atravez de ese molesto casco.

—Si, su alteza. Me siento capaz. —Expresó con una leve reverencia igual que como cuándo llegó.

La sala se quedó en silencio. Katakuri estaba complacido y con ganas de seguir hablando con él, mientras que el otro Alfa suspiraba en su molestia, y la joven Omega juzgaba con una mirada entre curiosa y molesta.

—Ya veo. —El joven alfa sonrió sin miedo a mostrar sus colmillos casi como amenazando al otro Alfa.— si es que se presenta alguna complicación durante el embarazo o el parto me dirán enseguida. Estaré al pendiente cada semana del avance, sin excepciones o contra tiempos.

Expresó katakuri amenazándolo cruelmente con la mirada mientras terminaba de firmar los papeles junto a su esposa y poner ambas huellas, pasó el papeleo al Omega Quién hizo lo mismo y finalmente con amenaza en cada acción arrastró el papeleo frente al Alfa. Brindándole la pluma con una mirada tan severa que el otro sintió que la tierra lo tragaría por culpa de la gravedad en cualquier momento.

El contrato fue firmado en su totalidad por lo que fue hora del segundo paso: la inseminación.

Tenían que conseguir una muestras de la semilla del rey... Katakuri suspiro en la sala cuando una asistente le dijo eso y Stussy empezó a reír casi atragantandose, la joven asistente se preguntaba el porqué pero nadie le iba a decir que Katakuri era un hombre tan recto que no se excitaba así de no ser que este en su celo u que un omega realmente atractivo le pase por enfrente estando en su estro.

¿Que harían ahora? No podían suspender esto hasta su siguiente celo, pero como alfa pura sangre era un peligro que le inyectaran cosas para hacerlo entrar en ese periodo. Sabía que se ponía como bestia salvaje, y peor cuando su pareja no era realmente anhelada.

Estaba pensando que harían mientras sostenía la pequeña bolsita que le habían dado y su esposa reía hasta que un olor realmente exquisito se colo por sus fosas nasales logrando que al instante su instinto raspara las puertas de la cordura para salir. Observo de donde venía, el dichoso omega que había leído en el contrato y se llamaba ichiji, estaba siendo llevado listo a la sala de inseminación, en celo.

El omega estaba siendo llevado a toda velocidad a la sala para no alterar los alfas que pudieran transitar en la zona, mientras otros ayudantes Betas más activaban la ventilación, pero eso no impidió que el dulce olor de las cerezas y fresas llegasen a él y lograrán que sus pupilas se dilataran en señal de gusto.

Lo mejor de todo fue cuando el omega alcanzó a darle una vista, podía ver que tenía el rostro rojo y que le miraba con un deseó tan impresionante que deseó haber dejado salir sus feromonas antes de que fuera encerrado en la sala, sentía su instinto aullar caliente e iracundo, pasando ese sentimiento a aquella zona entre sus piernas... Al menos ahora podría sacar su semilla. Por lo que no perdió el tiempo y antes de que su esposa notará el porqué se levantó, fue camino al baño.

Caliente, idealizando a ese omega alto, elegante, con proporciones perfectas para él, gimiendo su nombre con esa hermosa voz que le hizo tocar el cielo con solo imaginár la forma en la que diría su nombre de tenerlo sobre una cama... Demonios, quizás salio mucho más de lo que imagino...

♦️

Paso un par de horas para que a la pareja en el castillo les llegase por un correo muy disimulado que las inseminación había sigo un éxito, enseguida se pusieron a hacer los preparativos para esconder de la mejor formar su pequeña mentira.

Pero ¿Por cuanto tiempo durará?

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