Sin Marca 2/2


Yamato entró por la puerta del departamento casi arrastrando los pies, sentía que el mundo se le venía encima y lo único que deseaba en ese momento era darse un baño y meterse a la cama con Taichi como almohada.

Sin embargo apenas dar un pequeño vistazo a la cocina y sala supo que eso no iba a pasar, peor aún, había malas noticias.

Con un suspiro profundo se armó, no de valor, sino de paciencia y control y entró a la recamará. Dentro se encontraba su Omega empacando.

―Taichi ―nombró con la voz más neutral que logró emitir.

Tai se dio la vuelta para enfrentarlo, y Matt podía asegurar que en su rostro no había ningún rastro de miedo, tristeza o duda.

―Aceptaste la propuesta de Michael ―dijo Matt como una confirmación mientras apretaba las manos en puños, porque si bajaba aunque fuera un segundo la guardia el Alfa dentro de él iba a tomar el control y entonces... y entonces solo Dios sabría como terminaría todo.

―Tengo que, no tengo otra...

―Claro que tienes opción, puedes quedarte aquí, conmigo... ―casi suplicó Matt mientras abría los brazos en espera que su Omega respondiera a su llamado.

Contrario a eso Taichi dio un paso atrás, y esos ojos que tanto amaban lo miraban con aquella fiereza que solo había logrado encontrar en él. En ese momento Taichi era como un león que acorralado muestra los dientes en advertencia. Pero él no era su enemigo, nunca lo fue y nunca lo sería, su único propósito era proteger y apoyar a Tai, ¿por qué no podía verlo?

―Alfa ―gruñó Tai y Matt no supo a que venía el hecho de recalcar su segundo genero. ―Eres un Alfa. Tú...

Tai bajo la cabeza y la meneo para deshacerse de los miles de pensamientos negativos que lo estaban carcomiendo desde su platica con Daigo esa misma tarde. Pero es que era tan difícil para él separar su odio a los Alfas todos aquellos que tanto daño infringían a seres que ninguna culpa tenían de haber nacido Omegas. Alfas. Y él amaba a uno. Era como llevarte a la boca con gusto una papa frita solo para morderla y sentir en tu paladar el espeso e insípido aceite expandirse en tu boca. Una muy mala experiencia que podría robarte con facilidad las ganas de volver a comerlas.

―Soy un Alfa, y tú mi Omega. Nosotros...

Y Taichi ante el pronombre de propiedad volvió a gruñir como advertencia de que estaba yendo por el camino equivocado.

―Soy un Omega, pero no le pertenezco a nadie ―y su mirada ahora estaba tomando un tinte molesto.

―Tai, ¿qué sucede? Habla conmigo. Si algo te esta molestando entre los dos...

―No quiero tu marca ―dijo al fin Tai tensando cada músculo de su cuerpo como cuerda de violín apunto de reventar.

―Esta bien, comprendo que por ahora es mejor...

―No. Quiero decir que no quiero ni pienso permitir que me muerdas. No voy a llevar tu marca nunca ―afirmó mirándolo de frente y sin titubear. ―Te lo estoy diciendo sin rodeos, para que pienses bien si deseas o no quedarte al lado de un Omega que jamás podrás marcar. Para que consideres a conciencia si deseas quedarte conmigo.

Yamato estaba asombrado, no entendía que había sucedido en estas últimas horas, porque si bien Tai siempre habló de mantener su independencia trabajando, y llevando las riendas del cuándo y cómo de los eventos importantes como la marca y quedar en cinta; nunca mostro estar en contra de su naturaleza. Ciertamente vivió toda su vida como Alfa y su actitud y forma para muchas actividades o sucesos de la vida cotidiana demostraban que jamás sería un Omega sumiso y complaciente, pero eso no le importaba a Matt, el soñaba con tener una familia, agradecido de que si alguno de sus cachorros resultaba Omega, su madre sabría instruirlos de tal manera que tuvieran tanto valor y coraje como Taichi Yagami.

―Nosotros habíamos hablado de que... ―intentó hacerle recordar Matt.

Taichi negó con la cabeza.

―Eso ya no será posible.

―¿Por qué? Necesito saber, merezco saber ―demandó Matt.

Taichi plantó los pies con firmeza, cuadro los hombros y Matt llegó a considerar que le lanzaría una patada directamente a la cabeza. Quizás Taichi no estaba del todo consiente de lo imponente que era en aquella pose.

―Por qué soy un Omega, pero también un hombre y quiero permanecer libre.

―Tai, sabes que yo nunca...

Taichi rechinó los dientes tan fuerte que Matt dejó de hablar al escucharlo.

―No es cierto, eso no es cierto. Un Alfa va por la vida sin ninguna marca en su cuerpo, rie y se presenta por su nombre, así, sin añadiduras. Un Omega lleva los DIENTES, la dentadura grabada en la base del cuello para que todos puedan verlo si usa ciertas prendas, o resignarse a siempre cubrirla, y cuando se presenta siempre es, soy fulanito, seguido de, Omega de... Yo soy Taichi Yagami y aunque sea un Omega no voy agregar el nombre de a quien pertenezco. Porque no quiero pertenecerle a nadie.

―¿Ni a mi? ―susurró dolido Yamato.

―Te amo con toda mi alma, pero quiero que entiendas lo que esa mordida representa para...

―Joder Taichi, ―espetó elevando la voz. ―Me vale una mierda lo que represente para el puto mundo, la cochina sociedad o los malditos estándares. Lo único que me interesa saber es lo que representa para ti. Lo que significaría para ti. Nunca te he tratado como...

―Por que no has tenido la oportunidad. Me conociste como un Alfa y por costumbre...

―¿Cómo puedes decir eso? Si fuera la mitad de lo dominante y retrograda que cualquier otro Alfa, júralo, ya tendrías la maldita marca en tu cuello te gustara o no y Joe Kido hace mucho estaría seis metros bajo tierra. ¡Ah! Y por si lo dudas al menos estarías en el quinto o sexto mes de embarazo de nuestro cuarto o quinto hijo. Tal vez tendría una que otra amante... ―Matt enrojeció de solo pensarlo, él nunca podría hacer nada de lo que dijo, por eso. ―En lugar de todo eso, he respetado cada uno de tus deseos, no puedo imaginarme todo el miedo y las dificultades que atravesaste para llegar a este punto, así que lo único que me queda es tratar de ser un buen Alfa, uno digno del Omega más extraordinario que haya existido. Pero no puedo hacerlo si tu no me dices lo que esta sucediendo en tu cabeza. Te amo, estoy a tus pies, y el lazo entre nosotros me ayuda a sentir tus emociones, pero no soy adivino y no puedo reaccionar o comprender lo que necesitas si no me lo dices.

Taichi aflojó todo el cuerpo casi desplomándose en el suelo, de no ser porque el borde de la cama estaba lo suficientemente cerca para sentarse, porque las dulces palabras de Matt lo habían desarmado por completo.

―Eres maravilloso, eres mi Omega ―continúo hablando Yamato. ―Y no lo digo como si me pertenecieras, lo digo porque cuando pronuncio el MI, el mundo explota en miles de colores, la felicidad inunda mi pecho y se esparce por todo mi ser como una caricia cálida y tierna. ―Matt se acercó lentamente, midiendo sus pasos por si Tai hacia intento de alejarse, luego colocó la palma de su mano sobre la tersa mejilla de Taichi. ―Si lo que te molesta son las propiedades, entonces cambiemos, no me importa. Puedes presentarte como Taichi Yagami, y yo ire por el mundo gritando Soy Yamato Ishida, Alfa de Tai.

Taichi resoplo una risita triste mientras sujetaba la mano de su pareja y se restregaba contra ella con necesidad.

―De todos modos, no suena igual, un Alfa... siempre será un Alfa ―se quejó, sin embargo, sus ojos brillaban con dulzura.

―Cierto, y aunque no puedo llevar una marca permanente en el cuello como tu, bien podrías dejar rastros de otro tipo por todo mi cuerpo ―ofreció completamente en serio. ―Tienes total libertad de dejar mordidas, rasguños, chupetones y hasta si en algún momento desearas experimentar, latigazos y...

Taichi se ruborizo hasta las orejas de solo pensarlo, ¿qué Matt no conocía el pudor?

―Ahora que si buscas algo más duradero, puedo tatuarme justo donde debería ir la mordida del Alfa, tu nombre.

Taichi negó con la cabeza fervientemente mientras se cubría la cara con las manos.

Matt deslizo sus brazos por los hombros de Taichi atrayéndolo en un abrazo apretado, ahora que estaba más tranquilo era hora de hablar con seriedad.

―Dime realmente lo que está pasando ―pidió Matt con suavidad, sus ojos azules cristalinos como el agua del mar en calma, comprensivos y amorosos.

Taichi sonrió tristemente y luego armándose de valor le conto su día para concluir con.

―Al final decidí que, voy a aceptar el trabajo y no voy a ser marcado.

Yamato al escuchar las razones y entender el verdadero trasfondo sonrió un poco forzado, pero comprendiendo los motivos, por lo que solo le quedaba aceptar, aunque aún no se rendía, quizás en este momento era hasta contraproducente morder a Tai, pero tal vez en el futuro, cuando no hubiera tanto en juego y Tai se sintiera más cómodo mostrándose como Omega, pudiera volver a plantear la idea.

Mientras Matt le ayudaba a empacar a Tai, se llegó a preguntar si a lo largo de la historia ese había sido el mismo problema en las parejas de quienes pasaron a la historia.

Pierre el esposo de Madame Curie habría discutido igual cuando ella resulto mucho más talentosa para la física y química que él. Fritz Mandl estaría tan desconcertado como él cuando Hedy Lamarr le informo acerca de su investigación y proyecto de comunicaciones. O los cientos de esposos de aquellas que se unieron al movimiento para que las mujeres emitieran voto, les habrían gritado a su marido de esa misma forma? O cuando... bueno, los ejemplos en la historia de mujeres sobresaliendo son infinitas, no así los omegas, así que quizás podía, debía comenzar un diario, un tipo de guía para los desafortunados que tuvieran una pareja destinada a dejar huella en el mundo y estuvieran tan perdidos como él.  



Continuará... 

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