Taichi estaba harto de todas las presentaciones, si bien el objetivo de Willis y Michael era hacerlo pasar por un empleado, nunca se imaginaron el verdadero impacto que causaría la sola presencia del Omega.

Las redes sociales, así como un sinfín de programas televisivos y de radio buscaban una entrevista, y algunas cartas o correos anónimos se filtraban a las oficinas de Baeksan en busca de contactar con él. Las opiniones entre los Omegas masculinos se mostraban en extremo divididas, algunos apoyaban la reforma exigiendo su derecho a una vida propia, sobre todo exigían igualdad ciudadana en donde una agresión a su persona fuera igualmente sancionada como a la de los Alfa. Otros estaban molestos por la forma tan libertina en que Tai convivía sin compromiso con dos Alfas, promiscuo fue uno de los calificativos que más le fueron colgados. Incluso había quien especulaba que un Omega que va contra natura era despreciable en todos los sentidos de la palabra y que, al no haber sido capaz de encontrar un Alfa, buscaba mezquinamente venganza, logrando solo dejar en muy mal a los Omegas.

Obviamente se podía notar que estos últimos eran los que seguramente tuvieron la suerte de ser entregados como concubinos o usados como madres sustitutas por familias adineradas, es decir que no conocían los horrores de la vida real.

Los Betas parecían inclinar la balanza a su favor, alegando que ellos sufrían en menos medida los abusos de los Alfas, pero eran victimas igualmente y esperaban que al mejorar las condiciones para los Omegas, pronto la ley se diera cuenta que el dar un favoritismo injustificado a los Alfa estaba mal.

Los Alfas... ¡hay! Los Alfas

Los Alfas estaban completamente en contra del cambio, y los pocos que lo apoyaban lo hacían de manera muy discreta y cuidando en todo momento de mantener la cabeza gacha. Porque hacerlo público derivaba en represión física y psicológica.

Una sola enmienda a la ley estaba provocando disturbios sociales sin precedentes.

Y tanto Michael como Willis parecían estar de acuerdo en que el centro de este huracán que estaba por llevarlos a una guerra sin cuartel era Taichi Yagami.

Con ese pensamiento ambos optaron por destinar parte de su equipo de seguridad para conformar una escolta de confianza para el Omega, porque no podían retrasar la marabunta que se les venía encima, ni deshacer lo hecho. Taichi Yagami se convirtió en un estandarte, en un blanco que algunos buscaban levantar y otros derribar.

Yamato por su parte no podía estar más nervioso, estando al lado de Iori Hida tuvo de primera mano noticias de los diferentes disturbios, las marchas a favor de los derechos Omegas dejaban saldos de heridos y muertos que el gobierno no estaba dispuesto a tolerar, la ola de violencia que estaba tomando fuerza no solo afectaba a los Omegas masculinos, sino a todo aquel que los apoyara. Y no solo se trataba de Japón, este malestar se estaba viendo en el mundo entero, llegando al punto en que eran naciones completas las que se oponían a esta reforma.

Yamato no era creyente, ni supersticioso, pero mientras veía los rostros enfurecidos de los Alfas no podía sino rezar a cualquier Dios que estuviera dispuesto a escuchar, para que protegiera a Tai. Alrededor del globo existían millones de Omegas masculinos, sin embargo el que estaba hablando, la punta de la lanza que iba a desquebrajar un sistema tan viejo como las castas era Taichi Yagami, su Omega, su destinado.

Cuando la primera entrevista fue televisada, Yamato casi jadeo, el foro a pesar de intentar lucir normal no pudo esconder la seguridad extra dentro del estudio, como si esperaran que se armara una revuelta.

Las preguntas fueron incomodas, los temas casi rayaron en lo personal y cada comentario fue ofensivo. Sin embargo Matt no podía hacer otra cosa que hincharse de orgullo cuando Tai no solo contesto sin degradar su imagen, sino que además encontró la forma de hacerle ver al presentador y a todos los presentes que estaba orgulloso de ser un Omega, pero que por sobre todo se sentía satisfecho como ser humano por tener la posibilidad de hacer un cambio significativo, de poder ayudar a quienes más lo necesitaban.

Casi para terminar se abrió una sección donde el público podía hacer preguntas directamente. Muchas de las cuales Taichi sinceramente sintió eran solo para medir el limite de su paciencia, al cual pensó llegar cuando se metieron con su Alfa.

El comentario fue: Si fuera un Alfa real, no estarías lamiéndole las pelotas a otros. Así que la pregunta seria, ¿tienes Alfa?

Taichi sintió que su sangre hervía, quería correr a romperle la cara a golpes a ese mal nacido. Pero se contuvo y respondió lo primero que pensó sería correcto.

—No tengo, ni necesito un Alfa.

Sin saber que en otro lado Matt sintió que le apuñalaban el corazón, Taichi acababa de negarlo frente a todo el mundo.

A partir de ese momento Tai comenzó a formar parte de otras actividades, Willis y Michael se mantenían en lo posible cerca de Tai, aunque no siempre era posible, así que no tuvieron más que confiar en los cuatro escoltas que designaron.

―Así que un Omega ―murmuró el Alfa mientras sus dedos se posaban muy suavemente sobre la pantalla en donde el rostro de Taichi Yagami se mostraba. ―Un Omega ―repitió sintiendo como sus caninos emergían y su boca salivaba. ―Mi Omega ―gruñó desde el pecho sintiendo un hormigueo recorriéndole el cuerpo y centrándose en su entrepierna.

Taichi Yagami había llamado su atención desde que su nombre surgió en la toma de rehenes de Baeksan.

Le había llevado mucho tiempo preparar el escenario y cuanto más mover sus piezas para dar ese golpe sin que ese maldito zorro astuto de William Shawn sospechara. El objetivo era simple, solo debía sacar del tablero de juego a Michael Duval, y entonces... la Reina hizo acto de presencia, arrasando con todo, no por nada es la pieza más fuerte.

―Omega ―volvió a gruñir moría por saborear el aroma de Tai, sentir su piel bajo su mano, pero por sobre todo, someter a la fiera salvaje que era el alma de Yagami. Tomarlo y hacerle sangrar hasta que aceptara su lugar, y cuando él se desplomara, cuando derribara a la pieza más indispensable y poderosa del tablero entonces el Jake Mate sería inevitable y definitivo.

La habitación estaba a oscuras, pero la pantalla gigante en que veía la entrevista iluminaba la estancia lo suficiente para permitirle distinguir la silueta de los cinco Alfa que ingresaron a la estancia e hicieron una leve reverencia en forma de saludo.

En un fluido movimiento se puso de pie, golpeando con la cara interna de las rodillas la silla en la que estaba sentado para hacerla retroceder. Erguido con sus 1, 89 centímetros de altura opacaba a todos los presentes con su imponente figura. La espalda cuadrada de hombros fuertes, la cintura estrecha, cada parte de él gritaba fuerza, poder, perfección pues se trataba de un Alfa puro.

―Caballeros ―dijo sin retirar del todo la vista de la pantalla, como si sus ojos estuvieran pegados a Taichi.

Los cinco hombres que ingresaron tenían la vista clavada en el rostro del Omega que tantos problemas les estaba causando, mostrando de inmediato su molestia al afilar la mirada y gruñir como perros a punto de atacar.

Las manos del Alfa dominante se estrellaron contra la madera del escritorio silenciándolos efectivamente mientras su cuerpo despedía feromonas y La Voz reverberaba en su caja torácica.

―Es mío ―dictó con tal fuerza que cada Alfa bajo la cabeza sumisamente ante el líder de su manada. ―Si alguno se atreve a tocarlo... ―amenazó sin llegar a concluir la frase, porque sabían de sobra los horrores a los que era capaz de llegar. Un par de segundos después respiro profundo, para cuando volvió a hablar su tono era amable y moderado. ―Ahora caballeros tomen asiento, hay muchas cosas de las que debemos hablar.

N. A.

Me disculpo por tan escueto capítulo, pero me pareció que estas dos escenas debían resaltarse. Y en un atrevimiento, me tomó la libertad de recomendarles pasen por mi perfil donde podrás ver la lista de historias basadas en Digimon, todas Yamachis, que he publicado, así como muchas de otras series y películas. 

Muchas gracias por su preferencia. Saludos a todos.