Alfa Puro


Alfa Puro o Dominante como solía llamarles Kiotaro, un Alfa fuera de toda clasificación, un Alfa más allá de cualquier parámetro, uno que podía imponerse a cualquiera y eran tan raros como un eclipse de sol.

Pero contrario a esta última declaración Taichi estaba frente a uno. Abadón lo había sacado de aquella "fiesta" y en la comodidad e intimidad de su coche condujo al aeropuerto sin intentar absolutamente nada.

Taichi tenía miedo, podría incluso decirse que se movía impulsado únicamente por el instinto de supervivencia que le exigía no hacer enojar al Alfa, aún cuando esté estaba tranquilo y en ningún momento intentó dominar su voluntad.

—Tomaremos un vuelo de unas dos horas, te prometo que en cuanto aterricemos podrás mudarte de ropa a algo más cómodo y menos revelador —ofreció Abadón con una sonrisa, como si esto fuera una cita o algo menos intrusivo que un secuestro. Con los ojos fijos en la carretera y su aroma a ozono apenas perceptible Taichi podría decir que estaba intentando ser lo menos agresivo posible.

Una vez en el aeropuerto Abadón entregó las llaves del vehículo en donde supuso rentó el auto, y lo condujo con el mayor tacto posible por el lugar hasta una de las terminales.

Un avión privado y pequeño se deslizó por la pista tan sigilosamente como un búho e hizo un par de maniobras hasta quedar frente al asfalto que le correspondía para emprender el vuelo. Una vez listo Abadón lo invito a subir con un suave ademan de mano sin llegar a tocarlo en ningún momento, como si temiera que al más mínimo movimiento brusco o sorpresivo Taichi saldría corriendo como una liebre a campo traviesa y no volvería a verlo.

—Si necesitas algo no dudes en pedirlo —invito señalando el minibar con un gesto elegante. —Puede ser un avión pequeño, pero está bien acondicionado —se pavoneo tal como lo haría un niño cuando presume uno de sus mejores juguetes.

—Gracias —respondió Tai con apenas un hilo de voz mientras la azafata hacia su entrada.

—¡Oh! Al fin puedo escuchar tu voz —dijo Abadón tintando su tono con cierto alivio. —Estaba preocupado de lo que pudo haberte hecho pasar Meyer, acepto que es un político brillante, pero como Alfa.... bueno, deja mucho que desear.

—No sabía si tenía permitido hacerlo —puntualizo Taichi en el más reprimido de los tonos. —Después de todo la única indicación que me diste fue muy escueta.

Abadón elevo las cejas, ¿acaso había escuchado bien? Porque este Omega sumiso no se parecía en nada a lo que había visto durante las entrevistas, y el fuego en su mirada...

—Si él llegó a tocarte, puedes decírmelo y...

—¿Y? —cuestiono Taichi, a pesar de estar mordiéndose el labio con fuerza en un intento de reprimir esa parte rebelde de él que se negaba a mantenerse con la cabeza gacha. —No es como si no estuvieras haciendo lo mismo —recriminó. —¿A dónde me llevas, me lo dirás? ¿Por qué no creo que piense dejarme libre o sí?

La azafata continuaba moviéndose por el espacio como si no escuchara nada, sin embargo, cuando el botón de vuelo se encendió con una sonrisa les indicó acomodar sus asientos y colocarse el cinturón de seguridad porque ya estaban despegando. Taichi lo hizo, más porque sería estúpido y hasta cierto punto ridículo hacer un berrinche negándose a colocárselo cuando bien podrían someterlo en un santiamén, o simplemente atendiendo al sentido común que era para su seguridad.

—En cierta medida tienes razón —acepto Abadón seriamente mirándolo directamente a los ojos una vez que la mujer se marchó. Sus cabellos rubios le rozaban los hombros y sus ojos de un azul acero poseían un tinte de anhelo y melancolía demasiado profundo para ser actuado. —No pienso dejarte ir, al menos no fácilmente. Sobre a donde vamos; para tu tranquilidad volvemos a Japón. Tal vez te parezca raro lo que voy a decirte, pero antes de que te sueltes gritando o pensando mil ideas de como huir apenas aterricemos, quiero que me escuches y trates de comprender, si después de eso aun tienes intensiones de volver con Michael entonces no te detendré.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo, solo deseo una oportunidad para explicarme.



Koushiro Izumi estaba a nada de lanzar contra la pared su computadora, hacia casi una semana que trabajaba sin descanso junto a Willis intentando rastrear la señal del teléfono de Taichi, obviamente pensando que lo desecharon, esperaban dar con un punto de partida, como un hotel, un aeropuerto, alguna ruta que al menos arrojara una pista de si habían salido del país o aún permanecían en Japón. Sin embargo, a estas alturas no habían hallado nada, era como si al maldito aparato se lo hubiera tragado la tierra igual que a Taichi.

Y tras un momento desesperado por parte de Michael, que fue colocarse frente a Adolfo Meyer durante uno de sus apariciones públicas hace apenas un par de días atrás y preguntar directamente, lo único que obtuvo fue un gruñido de impotencia y un —no se en donde esta —que dejó sin aliento a Michael, porque no sabía lo que eso podía significar.

—Esto no va a ninguna parte —se quejo Willis. —Lo mejor sería entrar a la casa de ese mal nacido y sacarle a golpes lo que sabe.

Izumi estaba de acuerdo con la idea; el problema era que Adolfo Meyer actualmente estaba radicando en China, y siendo uno de los países más tradicionalistas no les ayudaría a investigar la desaparición de Tai, porque un Omega no es considerado ni siquiera ciudadano, lo que los llevaba a concluir que golpear a Adolfo se vería y declararía como un ataque político si llegaban a ponerle un solo dedo encima. Japón y China ya tenían sus rencillas debido a la enmienda, después de todo Iori Hida era el principal apoyo de Michael, así que un incidente entre ellos podría llevar al inicio de una guerra porque los países se estaban dividiendo en bandos cuyas las fricciones eran cada vez más frecuentes.

Estaba pensando en eso justo cuando la puerta se abrió, por ella entraron Michael, Willis, Kyotaro y Matt siendo casi empujados por Daigo quien apresuradamente buscaba con la mirada el control de la televisión, una vez lo hizo encendió el aparato.

Frente a los cuatro Alfa, el Beta y el Omega, la imagen de Abadón mientras hablaba a un gran numero de personas fue lo primero que vieron.

—Ahí —indico Daigo señalando el costado del hombre. —Ese, ese es Taichi —dijo aun sin poder creerlo muy a pesar de haber sido él quien lo identificó primero.

Koushiro corrió a su computadora tecleando a toda velocidad el nombre del noticiero y el canal.

—Su nombre es Abadón Venom Myotismon, y es...

—Es un programador y empresario cofundador de PayPal, SpaceX, Hyperloop, SolarCity, The Boring Company, Neuralink y OpenAI. Director general de SpaceX, de Tesla Motors, presidente de SolarCity y copresidente de OpenAI.

—Correcto —corroboro Koushiro, luego agregó. —Y está en la primera posición en la lista de las personas más ricas del mundo.

—Pues eso en realidad me importa un carajo, ¿lo que quiero saber es que hace Taichi parado a su lado? —preguntó Matt con los ojos fijos en la figura algo desmejorada de su destinado. —Ya sabemos dónde está, que hacemos ahora —exigió saber mirando a todos en la sala.

—Ir a hablar con el señor Venom, después de todo no sabemos su postura —opino Michael.

—Y entre más rápido mejor —dicto Willis torciendo la boca con disgusto.

—Haré una investigación rápida de él, solo para estar preparados —ofreció Koushiro.

—Bien, entonces pediré una cita, lo trataré como urgente para de ser posible entrevistarnos con él mañana mismo —Michael no lo dijo, pero ese hombre nunca le dio buena espina.



—¿Crees que mi discurso fue bueno? —pregunto coqueto Abadón al tiempo en que sus manos se ocupaban en deshacer el nudo de la corbata.

Taichi simplemente asintió.

Hacía apenas un par de minutos que acababan de llegar a la enorme mansión que era el hogar del Alfa. La entrada era soberbia, aunque para ser honestos la construcción en si misma era impresionante y sin embargo, la decoración era minimalista. La sala apenas eran tres sofás blancos y una pantalla de ultima generación frente a un enorme ventanal que daba vista a los excelsamente cuidados jardines. El comedor era más o menos lo mismo, nada extravagante, pero igual mente acondicionado con cristales que permitían la entrada de la luz natural. La piscina interior que era el espacio que más le gustaba a Taichi era enorme por decir lo menos, con veinte metros de largo y diez de ancho estaba rodeada por plantas tropicales de colores muy llamativos. Las recamaras, biblioteca, estudio y/o oficina, cocina y cochera estaban acondicionados con ese mismo pensamiento practico.

Para ser uno de los hombres más ricos del mundo Abadón vivía casi modestamente.

—Oh, vamos... se que tienes una opinión mejor que esos cretinos de la prensa que solo saben lamer mis zapatos —dijo deshaciéndose del saco que sin consideración lanzó sobre el respaldo del sofá.

Tai elevó el mentón, cualquier otro Omega en este punto quizás estaría prácticamente babeando al tener tan cerca a un semental como aquel. El traje hecho a medida dejaba ver descaradamente cada musculo hermosamente trabajado, lo fibroso de su cuerpo y la deliciosa dureza de su contextura. Sin dejar de lado el aroma metálico tan característico. Abadón olía a una lluvia cercana. Pero él no era cualquiera, era Taichi Yagami y por lo tanto afilando la mirada respondió.

—¿De verdad quieres mi opinión? Sabes que mi lengua no suele pronunciar halagos.

—No los estoy esperando, quiero una critica real —Abadón cuadro los hombros, su altura era impresionante igual a su rostro de rasgos definidos que hablaban de la madurez y virilidad del Alfa. Todo en el gritaba perfección, tal y cual debía ser un Alfa, aunque no cualquiera, uno Puro, un dominante.

Taichi respiró profundo, si ellos se hubieran conocido en otras circunstancias quizás su suerte hubiera sido otra. Si Matt no hubiera llegado a su vida, si no lo amara tanto tal vez.

—Repetiste la palabra coadyubar aproximadamente cuatro veces, divagaste cerca de dos dándole a tu discurso la impresión de que estabas buscando alargarlo, mencionaste tres aspectos poco relevantes para tu propuesta de inversión y pareció que estabas presumiendo el monto de la donación que hiciste.

—¿En resumen?

—En resumen —puntualizo Taichi. —Dejó mucho que desear para alguien que asegura tener a uno de los mejores equipos de publicidad e imagen.

—Tai —nombro Abadón acercándose peligrosamente, su mirada como en muchas tantas ocasiones desde que se conocieron se pintó de deseo. —Nunca sabrás cuanto adoro cuando hablas de ese modo —y su lengua relamió de manera demasiado sugestiva sus labios.

Taichi sonrió de lado antes de responder, —por tu mirada puedo imaginarlo, —luego con un giro rápido y dos pasos hacia atrás puso espacio entre ellos. —Crees que puedas hacer algo con el encargo de Hanasawa-san. Es una cantidad importante y...

Abadón suspiró, luego sus ojos se clavaron en el Omega que sin dejarle aproximarse le miraba suplicante. Si solo Taichi supiera todo lo que estaba dispuesto a dar, perder y poner en riesgo por él.

—Taichi, no puedo intervenir nada más porque sí. El riesgo de que me descubran es enorme y sí eso sucede todo por lo que he trabajado podría...

—Qué piensas de que sea yo quien...

—No —corto Abadón de forma tajante. —Si algo llega a salir mal no podre ayudarte. Estarás por tu cuenta y...

—Y no confías en mí. Crees que voy a salir huyendo —desafió Taichi mirando con enojo al Alfa.

—Si pensara eso no te llevaría conmigo en cada ocasión —afirmó hinchando el pecho y permitiéndole a su aroma profundizarse.

Taichi apretó los puños, cuadro los hombros y con toda la dignidad que tenía permitió que su aroma le recubriera como una manta protectora. Nunca había tenido que usar su aroma y estaba aprendiendo a controlarlo a marchas forzadas, porque durante su niñez tuvo que ocultarlo, durante su adolescencia se disfrazo de algo que no era, y ya en la adultez los inhibidores fueron sus mejores amigos.

Así que enfrentar ataques como ese parecían destinados a forzarlo a usarlo, lo que le recordaba de alguna manera a los entrenamientos criminales de Kyotaro, esos que lo convirtieron en lo que era hoy.

—Omega —gruñó Abadón mostrando sus colmillos. Porque Abadón sabía muy bien lo que buscaba con Tai, y lo tentaría de a poco, y tal vez, solo tal vez podría darse una oportunidad.

—Alfa —respondió Taichi, dejando que los suyos hicieran acto de presencia, porque en diferencia aun Omega de Alto rango, un Omega Puro tenía la capacidad igual a los Alfa de marcar a su pareja, pero en este caso era más para mostrar que no era solo un Omega, sino que su linaje le permitía contestar casi como un igual a la intimidación. ¡Ah! si tan solo hubiera descubierto esto mucho antes, pero no tenía tiempo de pensar en ello siendo que en contestación recibió una sonrisa torcida y la dimisión de su contrincante.

—Te dejare hacerte cargo del asunto de Hanasawa con una condición.

—¿Cuál?

—Duerme conmigo. Así si pierdo todo habrá valido la pena.

Taichi se mordió el labio inferior, el cargamento que Hanasawa-san uno de los tantos informantes encubiertos de Abadón encontró, equivalía a cuarenta Omegas adolescentes, todos ellos dirigidos a un burdel de mala muerte en el llamado distrito rojo.

—Vamos a la cama —dijo y tiró de la camisa del Alfa para incentivarlo a subir rumbo a la recámara.

Continuara... 


N.A.

Con respecto al nombre del Alfa Dominante el cual debí aclarar en el capitulo pasado:

  VenomVamdemon(VenomMyotismon en occidente) es un Digimon Tipo Bestia Demonio, y al mismotiempo, un Digimon Tipo Diablo, cuyo nombre deriva de "Venom" (Animalvenenoso en inglés) y de "Vamdemon", y cuyo diseño deriva de Abadón,un Demonio considerado en el libro del Apocalipsis como el ángel del abismo sinfondo que encadenara a Satanás por mil años, y a su vez también deriva de laSegunda Bestia de la Revelación.

Como pueden ver solo utilice el nombre del demonio original usando como apellido al digimon. 

Sobre sus negocios, tome prestada la identidad de  Elon Reeve Musk (Pretoria, Sudáfrica; 28 de junio de 1971)  programador y empresario sudafricano, nacionalizado canadiense y estadounidense. Y aclaro que solo fue con fines de dar validez a la cuantiosa fortuna que se supone el personaje tiene en esta historia y nada más. 

Nos leemos en el siguiente capítulo. 

Gracias por leer. 

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