45 Eclipse
Hola a todos, aquí Coco, quien sonríe malévolamente ante lo que se avecina y empieza a sentir, prematuramente pero con mucha fuerza, la llegada del espíritu spooky y haloweenesco 🎃. Hoy les traigo una joya de capítulo *w* Oscuro, bello, triste y emocionante, junto con un giro que seguro pocos se esperaban. ¿O tal vez no? 7u7 De cualquier forma, ya estamos aquí. Espero disfruten mucho este tenebroso clímax y, como siempre digo, ya saben qué hacer ❤
Posdata: el soundtrack que les dejo aquí arriba es de una película de terror que inspiró mucho este momento. Les recomiendo poner la playlist completa mientras leen, es maravillosa, y si quieren una recomendación para abrir la temporada apenas inicie el otoño, no duden en verla y contarme sus opiniones. Ahora sí. ¡Vayamos a disfrutar nuestra historia de lobos favorita!
***
Apenas puedo creer todo lo que ha pasado desde que llegué a Black Valley. Parece que fue hace mucho tiempo, demasiado. Se siente como si fuera toda una vida, pero de hecho, no es así. Vine aquí en verano hace menos de medio año. Y ahora, estoy por unirme a un ritual peligroso en un intento por salvar el sitio que considero mi hogar. Rehago mis pasos, paseo por cada lugar que he visto recordando, y entre más lo hago, más confirmo lo mucho que vale la pena.
Miro el techo de la central de autobuses, inhalo el aroma a pan de uno de los puestos, y sonrío mientras despido a un par de abuelas con sus nietos. No las culpo por marcharse. No sé lo qué vaya a pasar una vez que convoquemos a Rhiannon, pero me parece sabio proteger a los más pequeños en caso de que algo salga mal. Sólo los más fuertes nos quedamos, solo aquellos que se sienten verdaderamente en deuda con la bruja de Black Valley.
Salgo a la calle, a la primera vista del pueblo que tuve, y sonrío mientras la cúpula blanca del edificio de la biblioteca aparece. Irónico. Nada de lo que leí ahí me preparó para lo que estoy a punto de hacer, pero ese lugar fue el punto de partida de mi búsqueda. Y además, fue el lugar donde lo conocí. Meliodas. Jamás creí que pudiera amar tanto a alguien. Pero lo hago, tanto como para morir. Tanto como para vivir y superar cualquier prueba que el destino nos ponga.
—¿Estás lista, Ellie? —Ahí está, esperándome. No importa qué tan lejos esté, sé que él siempre hallará la manera de encontrarme. Tomo su mano mientras me subo a nuestra bicicleta roja, y andamos por calles conocidas hasta el que es nuestro hogar.
La casa Liones está en plena ebullición, cazadores, brujas y lobos yendo de un lado a otro bajo las órdenes de tía Merlín. Ella siempre ha tenido talento para hechizar a los hombres. Y ahora, le toca ser quien lance el conjuro que podría acabar con esto. Los miembros del consejo saben lo que estoy a punto de hacer y sus posibles consecuencias, y han decidido cooperar, incluso siendo tan riesgosa la apuesta. Esto es un todo por el todo, simplemente no podemos fallar. De lo contrario...
—Lo lograremos —dice mi mate sonriendo, y aprieta mis dedos, me transmite su fuerza a través de nuestro contacto y disuelve mi miedo convirtiéndolo en esperanza. Nos quedamos ahí, mirándonos a los ojos en medio de este cuartel de guerra, cuando Gowther se nos acerca con una cara pálida pero decidida.
—Alfa, los refugios ya están listos. King y Diane acaban de terminar la barricada de la escuela.
La escuela. ¿Alguna vez podré volver para terminar el semestre? A veces lo olvido con todo lo que ha pasado pero, en realidad, no he acabado la preparatoria. Es lógico. La mitad de los docentes son hombres lobo o brujas, y el resto de nosotros ahora sabe un secreto que hace que incluso las matemáticas dejen de ser importantes. Pero lo haré. Cuando esto se acabe, todos volveremos. Iré con Diane a comprar un vestido, compraremos moños a juego para Meliodas y King. Tendremos una fiesta de graduación inolvidable, pasaré el invierno en casa con él. Si ganamos, estas serán las mejores vacaciones de mi vida.
—No es "si ganamos", Ellie —me reprende besando mis nudillos—. Es "cuando ganemos". Te prometo darte la mejor navidad de todas.
—Es cierto. —Vamos a ganar. No puedo dudarlo siquiera, pues eso podría hacerme trastabillar cuando llegue la hora. Inhalo profundo, asiento llena de determinación, y él me sonríe de modo tan radiante que es como si de nuevo estuviéramos los dos solos bajo el sol de junio.
—Esto... ¿Luna? —continúa mi amigo de gafas, algo avergonzado por entrometerse en nuestra intimidad—, el hospital también está listo. Los enfermos más graves fueron trasladados a una clínica foránea por el alfa Ban, y el resto del personal médico está bajo las órdenes de Elaine, listos para atender a los heridos de presentarse la situación. ¿Quiere mandarles un mensaje antes de que nos traslademos a la finca?
Ban, el primer lobo en considerarme parte de la manada. Elaine, la primera bruja en creerme y entender lo que se siente amar a un lobo. Doy a Gowther unas últimas indicaciones para ellos antes de que nos tengamos que ir y pienso que, cuando vuelva a verlos, probablemente será para darles la fabulosa noticia de que nuestro amor ahora está permitido. Por ella, por él, por todas las personas en el futuro que también quieran amar en libertad. Vale la pena librar esta batalla, vale la pena intentar.
Damos la espalda a la casa mientras nos dirigimos a las camionetas que nos llevarán a la mansión Demon, y mientras seguimos nuestro camino, me pongo a ver las casitas y tiendas que conforman este adorable pueblo. De no saber la verdad, me parecería imposible que en este lugar tan pacifico pasaran cosas sobrenaturales. Pero así es. Black Valley ocultó secretos demasiado oscuros por demasiado tiempo, y es momento de enmendar el camino que fue torcido hace mucho. Veo el campo de lavandas que precede la entrada del bosque, y me pongo a evocar todo lo bueno y malo que han visto esas flores incluso desde antes de que yo naciera. Si tengo éxito, este bello lugar no volverá a ser un sitio donde ronden las pesadillas.
Dejamos la carretera para tomar el camino de tierra que ahora conozco tan bien, y de nuevo, siento a Meliodas tomar mi mano, recordando el momento en que hizo cierta promesa.
—Jamás —me dice, la misma respuesta que me dio cuando le pedí que no me soltara. Lo hizo la primera vez que vinimos. Espero que esta no sea la última.
—Todo listo —nos dice Gelda nada más abrirnos la puerta—. Las preparaciones están completas, y ahora solo queda esperar que dé la hora. Les recomiendo descansar mientras tanto.
—Gracias —le dice mi novio con una sonrisa de lado mientras me da la mano para ayudarme a salir del auto. Estos dos, nunca cambiarán. Camino hacia la mansión riéndome de su extraña su rivalidad, y mi sonrisa se desvanece cuando veo a las dos personas que serán nuestra guardia hasta que llegue el momento de partir.
—Ross... —digo mirando al pálido chico que me contempla con ojos enormes—. Zel... —se ve tan herido, tiene marcas azuladas y rojizas asomando por su camisa—. ¿Qué...?
—No deberían estar aquí —dice Meliodas con una voz tan dura que por un momento me cuesta reconocerla. Lo sabe. Sabe que Estarossa está enamorado de mí, sabe que Zeldris podría morir si recibe un golpe más. Pero igual, ninguno se quita. Parecen determinados a seguir con nosotros sin importar las consecuencias, y el primero en acercarse es justo la persona que corre más riesgo de ser atacado por él.
—Discúlpenos, alfa —dice—. Pero si el resultado de no acompañarlos es que mueran, prefiero que me mate aquí y ahora. No tendría sentido seguir viviendo después de eso.
—Querrás decir "ella", ¿no? —le pregunta con un tono tan filoso que me hace daño. Estarossa parece avergonzado, pero igual no se aparta, y vuelve a mirarlo con unos ojos tan francos que me conmueven.
—No, esto es por los dos. Perdoname, Meliodas. Sé que no siempre fui un buen hermano, pero yo... —No puede decir más, las palabras se le han atorado en la garganta. Parece increíble que la misma persona a la que no le importaba que nos mataran ahora esté dispuesto a dar la vida por nosotros. Él lo mira atentamente, evaluándolo. Al final, asiente y le da un breve abrazo.
—Muy bien. ¿Y qué excusa tienes tú?
—Yo simplemente me cansé de que me subestimen por ser el menor —sonríe Zel con una expresión traviesa que jamás le había visto—. Además, puede que al final resulte más útil que ustedes. El eclipse va a hacer que todos perdamos nuestros poderes, y de los tres, soy el único que sabe disparar.
—Así es —dice su maestra de tiro dándole un beso. Vaya, ¿cuándo habrá tenido tiempo de enseñarle? Igual es obvio que nos han vencido, y los cinco entramos a la casa con la sensación de que todo está perdonado.
Hoy es el eclipse lunar. Cuando expliqué al consejo lo que iba a hacer para romper la maldición, a todos les quedó claro cuando debía hacerse. Fuera de Halloween, la única otra ocasión en que se abre la puerta al mundo de los muertos es durante un eclipse. Ese es el momento ideal para llamarla, el momento en que las brujas están más fuertes y los cazadores más alerta. También, es cuando todo lobo pierde su fuerza, lo cual nos garantizará estar protegidos de la Bestia. Tal vez podremos hablar con la parte humana de Regulus.
Ya no hay ni un solo niño. Los lobeznos y madres jóvenes se han ido junto con los ancianos y los enfermos. El silencio es casi opresivo, pero igual, me siento en casa. Dormimos hasta que la oscuridad cubre las copas de los árboles, y nos despertamos justo en el momento en que Escanor y el padre de Meliodas tocan a la puerta.
—Es hora —dice el cazador con el cuerpo tan tenso que parece que saltará en cualquier segundo.
—Vamos, muchachos. —indica mi suegro, y no puedo evitar sentir ternura mientras nos toma a ambos por los hombros. Este lobo duro e implacable tiene miedo. Su hijo está a punto de emprender un rito que podría costarle la vida. No estoy segura de lo que piensa sobre mí hasta que súbitamente nos atrae contra su pecho—. Escuchen —nos ordena tratando de que no le tiemble la voz—, tienen que volver, ¿comprenden? Sólo... prometan que volverán.
—Papá... —Mi Meliodas está conmovido. Lo abrazamos de vuelta tratando de controlar nuestras emociones, y entonces aprovecha para acercar sus labios a mi oído.
—Cuídalo, Luna —me suplica—. Tienes que protegerlo. Tienes que volver a casa. —No puedo evitarlo. Lloro un par de segundos en su hombro antes de oír el motor del jeep ponerse en marcha, y lo soltamos. Nos subimos al todo terreno en dirección al último lugar donde Rhiannon estuvo viva.
El camino se me hace más largo de lo que debería, mucho más largo incluso que cuando fui a mi juicio por brujería. La cabaña de Escanor, la cascada, la cueva del Kelpie, pasamos a lado de cada uno de esos lugares sin realmente verlos en esta oscuridad, pero yo los siento. Los percibo con mi corazón y con la visión nocturna de mi lobo. Y por fin llegamos a donde se encuentra el árbol sagrado.
Nos bajamos aproximadamente a un kilómetro del Nemeton, y cuando damos con él, parece que el pueblo entero está aquí, listo para lanzar el conjuro. No hay marcha atrás. Ahora que lo pienso, al final no he averiguado quiénes son mis verdaderos padres. Pero creo que no ha hecho falta. Ya tengo un hogar, una familia... una manada. Y lo tengo a él. No necesito nada más para saber quién soy en verdad. Estoy lista.
Cuando la pareja de alfa y luna llegó, por un segundo les dio la impresión de que se trataba de una fiesta. Luces cálidas iluminaban todo aquí y allá, titilaban por todas partes entre la pequeña multitud. Nada más acercarse vieron la realidad. Aquello era una mezcla de misa pagana y campo de batalla, donde las diferentes facciones del pueblo por fin se habían unido como una sola para ayudarlos a poner fin al mal que los había acosado por tanto tiempo. El Nemeton, alto y poderoso, se había convertido en el centro de un enorme círculo mágico, una red de tres niveles trazada en la tierra con ceniza, sal y pólvora.
«Brujas, lobos y cazadores», pensó la albina, y su mate le hizo sentir que estaba de acuerdo a través de su lazo. Pero la jaula mágica no era lo único que recibiría a Rhiannon. A lo largo del círculo más alejado, sentadas con cestos en las manos, estaban las brujas jóvenes del pueblo, compañeras de clase que llevaban los frutos más valiosos de sus tierras para pedir disculpas y honrarla por el sacrificio que había hecho.
—Miel, hierbas, y ese licor que te calienta si sufres hipotermia. Muy apropiado, y además huelen sinceras —susurró con dulzura el lobo—. ¿Crees que ella...?
—No —le dijo la albina con un suspiro triste—. Ni siquiera será capaz de verlo. No, si antes no logramos que comprenda lo que le pasó a su bebé. Una vez que lo sepa...
—Podrá volver a ver más allá de la oscuridad —Y así debía ser. Meliodas vio cómo el cofre con las reliquias era depositado en el círculo central, y suspiró pensando en la criaturita que descansaba en él. Pronto también sería liberada. Se adelantaron unos pasos, listos para entrar de lleno en la misión, cuando una de las gemelas del club de té se les acercó con una sonrisa.
—¡Ellie! —llamó Jenna, pero un segundo después parecía no poder decir nada. La miró intensamente, como si estuviera buscando algo en su rostro o pensando sus palabras. Al terminar, simplemente le sonrió con dulzura—. Yo... buena suerte.
—Gracias —contestó la albina, y la chica de nuevo se alejó para unirse a su hermana.
—Debió decir "rompete una pierna", ¿no? —bromeó el lobo, y ambos desearon al mismo tiempo que aquello no fuera como el teatro y trajera mala suerte.
—Estamos listos —proclamó Merlín acercándose a ellos—. Bruja blanca, usted es la que debe comenzar el ritual. —Había hablado en el tono más formal posible, pero Elizabeth ya había aprendido lo suficiente como para ver a través de ella. También tenía miedo. Miedo a fallar, miedo a perderla. La abrazó por la cintura derribando sus muros, y sintió cómo le correspondía.
—Lo lograremos —susurró, y entonces la morena la estrechó con tanta fuerza que pareció que no la soltaría.
—Cómo bruja, no sabes cuánto te lo agradezco —dijo con voz sedosa—. Pero como tu tía, quiero que sepas que no estoy de acuerdo. Es demasiado peligroso. ¿En verdad no hay forma...?
—Meliodas me traerá de vuelta. Él va a salvarme —Habían hablado mucho de lo que pasaría. Sabían exactamente lo que iba a ocurrir pero, igual, la pelinegra no quería soltarla—. Ten fe. —Era todo cuanto quedaba. La liberó de sus brazos lentamente, le cedió el paso, y esa fue la señal que todos necesitaron para saber que era el momento. La luna estaba en su punto más alto, la sombra de la tierra había comenzado a cortarla. Cada descendiente de la tragedia estaba listo en su puesto, y con calma, sus salvadores se tomaron la mano para colocarse al centro.
—¿Ellie? —la llamó una última vez su mate—. Te amo. —El anillo que le había regalado pendía de su cuello con un brillo cálido, igual que el collar de luna en el de ella.
—Y yo a ti. —Y así, el principio del fin llegó.
Silencio. Oscuridad. Cuando el reloj marcó la hora y la luz de la luna fue tragada por las sombras, fue como si el tiempo se hubiera detenido y todo se volviera de color negro. No tuvo sentido haber traído lámparas. Apenas Elizabeth comenzó a murmurar el conjuro que había memorizado, cada luz, natural o artificial, titiló hasta apagarse con el mismo estertor de una persona moribunda. Su voz se elevó como un cántico sobre aquella quietud sobrenatural, y mientras lo hacía, se iba acercando al árbol en cuyas raíces descansaba la presencia macabra que estaba invocando.
Un viento frío agitó las ramas y los cabellos de la chica, y mientras esta gélida ola se elevaba helándolos a todos, la joven bruja blanca se fue adelantando hasta quedar justo frente al tronco. Acarició su nudosa superficie, negra como la tinta. No se escuchaba nada. Y entonces...
Bum-bum.
Un latido. Del interior del árbol salió un latido, y ese sonido antinatural logró estremecer los corazones de todos mientras se petrificaban en sus sitios. Todos, menos Elizabeth, que comenzó a rascar la corteza como si quisiera ver más allá de ella.
Bum-bum.
No fue sutil. Lo que comenzó como un tenue araño pronto pasó a ser una verdadera búsqueda, y la peliplateada se vio arrancando trozos de madera como si quisiera llegar al interior.
Bum-bum. Bum-bum. Bum-bum.
Sonó cada vez más rápido el latir de la criatura. Entonces, finalmente la chica acercó su oído. Lo pegó lo más que pudo al tronco, y se quedó quieta, a la espera de su siguiente latido.
—¿Rhiannon? —preguntó finalmente con una voz tan sutil que apenas se escuchó. La respuesta fue un largo y desgarrador grito que estremeció el bosque, y entonces, el árbol le dio su respuesta.
Comenzó a sangrar. En el mismo punto donde había quedado el agujero tras su búsqueda, comenzó a manar sangre de un color tan oscuro que casi era negro. Empezó como un goteo lento y lastimero, pero entre más pasos daba ella para alejarse, más aumentaba el flujo que terminó por convertirse en un pequeño manantial.
La sangre le empapaba los pies descalzos y las orillas del vestido blanco, pero no fue hasta que dejó de sangrar que Elizabeth tuvo verdadero miedo. Sabía la razón. Ella estaba a punto de llegar, y ya no había poder humano o sobrenatural que pudiera detenerla. Un último latido, un silencio de ultratumba. Y entonces la madera crujió con estrépito mientras del árbol emergía una mano cadavérica.
—¡AAAAAHHHHH! —Sonó el chirrido del grito del espectro y, al mismo tiempo, cada persona en el ritual cayó de rodillas por el terror. Más gritos se unieron a esa especie de llamado y, al terminar de emitirlo, el espíritu completo se manifestó flotando ante Elizabeth. Sin embargo, ella no se movió.
«Ya no se parece a sí misma», fue su primer pensamiento coherente. En sus visiones y sueños, Rhiannon siempre había tenido la apariencia de su mejor momento cuando estaba viva. Hermosa. Fuerte. Ahora, la presencia ante sí parecía un cadáver putrefacto, uno al cual el agua y el frío habían dado una apariencia congelada. Estaba furiosa. El fantasma de la bruja clavó sus ojos oscuros en ella dándole una vista del mismísimo averno. Una sonrisa retorcida se formó en sus labios y, con la misma gracilidad con la que antes bailaba, levantó la mano como si fuera a tocarle el rostro.
Estaba aterrada. Elizabeth estaba aterrada, no quería hacerlo, sabía que sería su fin. Entonces escuchó un tenue tintineo metálico, y lo supo con certeza. Meliodas estaba detrás de ella. Recordando de golpe por qué hacía eso y recobrando el valor, cometió un acto de tal valentía que cada persona en el ritual dio un respingo: abrió los brazos, los extendió formando una cruz con su cuerpo... y se dispuso a abrazarla.
El grito que siguió vino acompañado de un viento tan fuerte que los derribó a todos, y los miembros de su manada vieron con pavor cómo aquel espíritu se introducía en el cuerpo de su amiga, que quedó tendida en el suelo inconsciente. Abrió los ojos de golpe con una expresión de malévolo triunfo en su rostro.
—Jaja... —sonó su risa, y sus miembros comenzaron a retorcerse en plena posesión—. Jajaja... —rió juguetona, y su cuerpo se dobló por la mitad mientras se levantaba—. ¡Jajajajaja! ¡JAJAJAJAJAJA! —Comenzó a reír demencial mientras su cuerpo levitaba.
Por fin, lo que había intentado hacer desde que esa niña había llegado al pueblo se había cumplido. Era suya, y ahora, tenía un cuerpo propio para cumplir su voluntad y retomar su venganza. Siguió riendo, danzando en el aire mientras sus cabellos plateados se iluminaban y sus ojos se volvían lunas llenas. Todo eso se detuvo en cuanto oyó la voz que la llamaba, y al verlo, cayó en tierra gritando de angustia.
—Rhiannon —Era Meliodas. Se había colocado justo frente a ella para que lo viera, y se acercaba con todo el cuerpo temblando pero pisadas firmes—. Rhiannon...
—Reg... —susurró el espectro con una voz dolorosamente dulce. Lo contempló largamente, acarició con su dedo el borde de su mejilla y, al terminar su inspección, una nueva mueca de furia torció su semblante—. ¡No eres él! —El grito que elevó fue aún más estrepitoso que los anteriores, y con él, también levantó el cuerpo de Meliodas, que fue arrojado al vacío con la intención de que se ahogara en el río. Pero no llegó a tocar el agua.
—¿Eh? —exclamó la bruja al ver que chocaba contra un muro invisible.
—¡Ahora! —gritó Merlín, y entonces tres llamas azules se encendieron alrededor del círculo. El libro, el espejo, el caldero. Sus reliquias se quemaban, y con ellas daba inicio al verdadero ritual de purificación.
—¡Nooooo! —gritó, pero por más que arrojaba bolas de fuego, nada traspasaba el primer círculo de la barrera. Había quedado atrapada, y se debilitaba, iba perdiendo fuerza mientras sus objetos de poder se derretían y el eclipse avanzaba.
—¡Rhiannon! —volvió a llamarla Meliodas. Tenía el labio partido y una palidez mortal, pero su voz sonaba mucho más firme y llena de valentía—. Rhiannon, tienes que escuchar.
—¡No! —Izquierda, derecha. Olas de energía golpearon de nuevo el maltrecho cuerpo del chico, que era zarandeado de un lado al otro del círculo como una muñeca de trapo. Lo arrojaba cada vez más lejos y más alto tratando de matarlo, pero él simplemente no se rendía, y tampoco soltaba lo que protegía. Ella no se dio cuenta de que llevaba algo en los brazos hasta que una voz conocida la hizo detenerse.
—¡Rhia! —sonó con potencia. En cuanto la bruja blanca levantó la mirada, se quedó paralizada por los ojos amatistas clavados en ella. Era el mediador.
—Arthur... —El vampiro había estado oculto por días, mirando desde las sombras el último intento del pueblo por poner fin a la tragedia. Decidió que la hora para hacer justicia había llegado.
—¡Escúchalo! —suplicó. Pese a sus siglos de vida, parecía un niño, y siguió pidiéndoselo con una nota estrangulada como si estuviera a punto de llorar—. ¡Yo nunca te engañe! ¡Nunca te mentí y siempre estuve de tu lado! —El espectro no dijo nada, pero inclinó la cabeza en señal de reconocerlo—. ¡Nunca te pedí nada, y siempre te hablé con la verdad! Ahora te lo ruego. ¡Escucha la que él tiene para decirte!
—Rhia... —volvió a llamar Meliodas, y el monstruo blanco comenzó a temblar. Pero ya no se movió—. Querida Rhiannon... tu bebé...
—¡AAAAAHHHHH! —gritó el espíritu prácticamente en su cara. Era demasiado doloroso, se negaba a dejar ir su ira para oír aquello. Sin embargo, Meliodas sonreía.
—Tu bebé... —Y entonces, por fin le reveló a la dame blanche lo que llevaba. El niño envuelto en mantas brilló bajo la luz azulada de las llamas del hechizo, pero pese al tono zafiro que eso le daba, no cabía duda sobre su identidad. Su hermoso pelo blanco delataba quién era.
—Aaaaah... —exclamó la bruja, pero esta vez no fue un grito. Era un lamento, un quejido que le salió desde el fondo de su ser mientras acercaba sus manos al bulto, indecisa de tocarlo. Miró a los ojos verdes de su enemigo, y al no encontrar ni una pizca de duda en ellos, lo supo: ese era sin duda alguna su hijo. Apenas sus manos lo sostuvieron, fue el turno de Elizabeth para confirmarle aquello. Le dio visiones sobre lo que pasó y no podía recordar debido al dolor de sus últimos momentos, y se vio abortando. Se vio perdiendo al pequeño tan amado sin haber podido conocerlo—. ¡Nooooo! —gritó mientras abrazaba al bebé, y lo acurrucó contra su pecho mientras empezaba un llanto que volvió a estremecer la tierra.
Se mecía atrás y adelante, acariciándolo sin parar de llorar y vertiendo lágrimas negras. La luz que devoraba las reliquias se hizo aún más fuerte, y entonces, cuando ya quedaba de ellas poco menos de la mitad, ocurrió el milagro que todos esperaban. Elizabeth sonrió. O más bien, Rhiannon lo hizo a través de ella, y miró largamente a su hijo momificado acariciando sus mejillas y riendo. Luego volvió a ver a su benefactor, y se le quedó mirando con la expresión de no estar muy segura de qué hacer con él.
—Debes estar cansada —continuó—. Muy cansada. Vayan a dormir, Rhiannon. Vayan a casa. Esperen a que Reg vuelva con ustedes. Estoy seguro de que tarde o temprano irá —La cara del fantasma se contorsionó en una mueca de dolor. Parecía querer creerle, pero no había forma de saber si aquella declaración la hacía feliz o no. Su existencia no había experimentado felicidad en cientos de años—. Vayan. Ni tú, ni el lobo blanco, ni el alfa tienen que volver por nadie. Ahora son libres.
—¡Ah! —exclamó Rhiannon con sorpresa. Era verdad. Su venganza había sido completada. Y también su promesa, por lo que ya no le debía nada a nadie.
Se levantó con lentitud, mirando a Meliodas maravillada. Entonces asintió lentamente, y fue caminando de espaldas de regreso al árbol, que abrió su tronco y raíces listo para recibirla. Se iba. Al infierno o al cielo, nadie lo sabía, pero se iba. La sangre se había secado, solo quedaban charcos de las reliquias, y la imagen de Elizabeth comenzó a titilar mientras las almas se separaban. La silueta de Rhiannon parpadeó sobre el rostro dormido de la albina, y le sonrió un segundo, el rostro igual al de la muchacha que era el día que iba a casarse.
Entonces, todo se desmoronó.
—¡Nooooooo! —gritó Meliodas lleno de desesperación y el resto de la congregación tardó un segundo de más en entender lo que había pasado debido a la oscuridad. Alguien la había apuñalado. Una daga atravesaba el estómago de Elizabeth desde su espalda, y la persona que la empuñaba no era otra que Zaneri.
—La voluntad de mi maestra debe ser cumplida —proclamó con una sonrisa demencial mientras retorcía el arma—. ¡La maldición debe ser preservada! —gritó, y mientras retiraba el filo de su víctima, esta caía de rodillas con el bebé aún en brazos directo al pecho de Meliodas. Pero con ella no iba el espíritu de Rhiannon.
Este se quedó flotando como una especie de velo blanco pegado a la plata que sostenía. Acto seguido la clavó en su propio pecho, y lo que había pasado quedó claro a los ojos de todos mientras el cabello oscuro de la joven bruja se volvía blanco y las llamas azules que habías destruido las reliquias se tornaban rojo sangriento. Acababa de introducir el alma y poder de la bruja de Black Valley en su cuerpo, y esto se confirmó mientras la sal protectora se desvanecía y las cenizas que quedaban de sus objetos de poder se elevaban volando para pegarse a ella. Al terminar la transformación, Zaneri era completamente blanca, toda excepto sus manos, pies y vestido, manchados de ceniza negra.
—¿Por qué? —rugió Meliodas apretando los dientes mientras sostenía el cuerpo de Elizabeth—. ¡¿Por qué?!
—Déjame matarte. Déjame despedazarte. ¡Déjame devorarte! —gimió en éxtasis, y entonces lo entendió. Era por eso que el espíritu de Regulus no había venido. Ella lo tenía atrapado en su cuerpo, y ahora, acababa de obtener el poder de los dos. Era la nueva bruja de Black Valley. Y también, ella era la Bestia—. Déjame amarte —susurró con infernal dulzura.
Entonces acercó sus rostros a solo unos centímetros, lo agarró con fuerza del cabello haciéndolo gritar. Y estampó sus labios contra los de él, cuyo grito fue absorbido junto con toda la fuerza vital de su cuerpo. Cerró los ojos mientras se alimentaba del calor que le quedaba y, cuando finalmente dejó de respirar, la diabólica chica lo soltó con un jadeo que podría haber sido indicio de llanto o risa.
—Los maldigo. A los lobos, a las brujas, ¡a cada persona del pueblo! —Con esas palabras se elevó una ventisca, una que ascendía rápidamente al cielo provocando una tormenta—. Morirán. Perecerán desgarrados como yo lo estoy haciendo —continuó, renovando la maldición. Entonces, añadió su propia parte, creando una nueva mucho más letal que antes—. No volverá a haber alfa, ni luna, ni omega. No volverá a haber brujas o cazadores. La maldición acabará sólo cuando se hayan extinguido cada una de sus vidas, ¡y serán ustedes quienes lo hagan! —Tras decir lo último, el monstruo supremo se inclinó para arrebatarle de los brazos a la pareja el bebé que aún protegían. Lo miró con desprecio, con una sonrisa de asco sin disimulo. Y lo estrujó en sus manos, convirtiéndolo en ceniza que también se adhirió a ella mientras el resto se lo llevaba el viento—. Se devorarán entre ustedes, como ella deseaba. Al caer la noche de mañana, se cumplirá esta profecía. —Entonces, se dio la vuelta desapareciendo en la niebla. El eclipse había terminado. Y también, todas sus esperanzas.
***
Bum-Bum 0_0 [silencio]
Waaaah... esto... buenas noches UwU Sé que probablemente muchas personas estén en shock, unas estarán amándome y otras odiándome, así que solo déjenme decir esto: esta historia no ha acabado aún 0u0 Por otra parte, ¡hoy por fin revelamos el misterio final! Sí, lo que muchos ya sabían, ahora se volvió cierto. Zaneri fue la bruja joven de Black Valley todo este tiempo, y hay una historia tras eso. Deberemos esperar una semana más para descubrirla, y lamento no haber dado tantos indicios como debía, pero se que me perdonarán por haberla tenido tanto tiempo oculta °u° Recuerden que este libro se hizo sobre la marcha, y muchas cosas cambiaron hasta llegar a este producto final. No diré más por ahora, sólo que aún faltan muchas cosas por ver ❤ Eso sería todo por ahora, les mando un beso, un abrazo y, si las diosas lo quieren, nos vemos la próxima semana para más.
Posdata: los que hayan visto la película de Mama, seguramente entendieron muy bien la cinemática y ambientación que quise mostrar. Si no, aquí les dejo un videíto del climax de esa peli y que sirvió bastante de inspiración. ¡Cuidado! Como dije, ¡es de terror! 9u9 Una gran recomendación para empezar el otoño, y ahora si, nos vemos pronto para más.
https://youtu.be/AjbSbd9ViuY
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