4 La maldición
Hola a todos, aquí Coco, con un resfriado sospechoso :0 pero tratando de seguir adelante con mi vida. Este capítulo es uno de los que más me gustó escribir de esta historia, no solo porque vemos un guiño al pasado que explica lo que ocurre en la trama, sino también porque es la primera vez que Meliodas y Eli tendrán un encuentro que los conecte como compañeros y equipo. ¿Ahre? ¿Eso cuenta como spoiler? XD Mejor guardo silencio por ahora, y los dejo para que disfruten su lectura. Ya saben qué hacer...
***
Un par de semanas pasaron, y a Elizabeth su nueva rutina le encantaba. No decían nada mientras caminaban juntos a la escuela, pero la presencia de Meliodas todas las mañanas la hacía sentir tranquila y protegida. Al llegar, se separaban para ir a sus salones y no hablaban en todo el día, pero aun así, eso a ella no le importaba. Sabía que se estaba convirtiendo en alguien importante para él, de la misma forma en que él lo era para ella misma. Lo había notado en ciertos detalles.
Por ejemplo, si llegaban a toparse en los pasillos, él la miraba atentamente, escaneándola de arriba abajo para asegurarse de que se encontraba bien. Luego daba un ligero asentimiento con la cabeza y seguía su camino en paz. También habían tomado por costumbre desayunar y cenar juntos, y a ella le encantaba ver la expresión que ponía mientras devoraba lo que sea que le hubiera puesto enfrente, aunque fuera en silencio.
Otra costumbre que la albina tomó fue la lavarse doble vez con jabón cada vez que se bañaba para ir a la escuela ya que, desde el día después del incidente en el bar, los chicos le habían puesto el apodo de "apestosita"; ella simplemente no entendía la razón, pero como estaba segura que no era porque su amigo les hubiera contado algo de su primer encuentro en la biblioteca, simplemente decidió ser aún más pulcra con su arreglo y aprovechar bien el perfume que le regaló su tía. Ella y el rubio estaban cenando juntos una noche de lunes, cuando Meliodas finalmente rompió la rutina y le dirigió la palabra.
—Ellie, el viernes no podré acompañarte de regreso a casa. Tengo un compromiso en la noche que no puedo eludir, y te vería hasta la mañana del sábado. Lo siento mucho. —A ella está noticia la desanimó bastante, pero como no quería molestar al rubio con un reclamo injustificado, le sonrió y compuso su mejor actuación.
—No hay problema Mel, solo espero que no sea nada serio.
—No, es solo... no es nada. Pero aún así, hay un favor muy importante que tengo que pedirte —De pronto su actitud cambió; había clavado sus ojos verdes en ella, se quedó inmóvil, y le estaba echando una mirada que era mortalmente seria—. Ven a casa directamente después de la escuela. Yo te pago el taxi. No se te ocurra caminar sola por ahí, y sobre todo, no vayas a salir en la noche. Eso es todo. —Luego se levantó sin decir más y fue a lavar sus platos.
*
¿Cómo pude ser tan idiota? Llevo días llevándome bien con ella, y apenas hoy noté que es porque su aroma ha cambiado. ¿En dónde he tenido la cabeza? Su olor... pues es que no lo tiene. La primera semana Elizabeth apestaba a trampa de cazador y ahora, por más que le busco el rastro, solo huele a perfume de rosas. Y a comida. Comida deliciosa que prepara ella misma.
Me preocupa mucho no poder cuidarla el viernes. Es luna llena. Me gustaría mucho poder encerrarme en casa y vigilarla, pero no confío en mi propio autocontrol cuando la luna llegue a su punto máximo. No confío en mí mismo. Y no quiero volver a hacerle daño a nadie, no otra vez... no como a Liz.
*
La semana pasaba rápido, y entre más se acercaba el viernes, más nerviosa se ponía Elizabeth. No quiso preguntarle a Meliodas el motivo de su cautela y su extraña petición, pero cuando al fin llegó la mañana del viernes, sí que le pidió el cambio para pagar al taxista en la vuelta a casa. Cuando tuvieron que separarse para ir a clases, el rubio le volvió a repetir las instrucciones que ya le había dado mientras la apuntaba con el dedo, como si regañara a una niña pequeña. A ella le había parecido molesto y adorable. La verdad, le había entrado unas ganas muy grandes de abrazarlo, pero como él se veía más nervioso e irritable que de costumbre, simplemente decidió obedecer como la buena chica que era.
Cuando las clases por fin terminaron, se enrolló en su bufanda, amarró bien las correas de sus zapatos, y prácticamente salió corriendo hasta la entrada. Meliodas no estaba con ella. Pero aunque Elizabeth había andado sola por su antigua ciudad muchas veces, por alguna razón, ese pequeño pueblo la intimidaba mucho más.
—¡Espera ratoncita! —El enorme peligris que le había puesto el apodo estaba cerrándole el paso con los brazos abiertos, intentando detenerla como si fuera a parar una pelota de soccer.
—¿Qué quieres Estarossa? Tengo prisa.
—Pues yo... verás, vine a disculparme. —Decir cualquier otra cosa no habría funcionado para detener a la albina, pero estaba tan impactada por aquellas palabras que por un momento obedeció y se quedó quieta. Luego tuvo un ataque de suspicacia.
—Lo siento, pero no te creo nada. Ahora, si me disculpas, debo ir a casa ahora mismo. —Él no la detuvo cuando pasó a su lado, pero justo antes de que finalmente llegara a la parada de taxis, le gritó algo que no pudo ignorar.
—¡Espera! Por favor, quiero hablarte de mi hermano Meliodas.
*
Debo ser una estúpida sin remedio. No entiendo cómo terminé aquí, en un café, en una cabaña en medio del bosque, y con nada menos que Estarossa Demon quien, además de ser un bravucón, resultó ser el hermano menor del chico con el que vivo.
—Elizabeth, lamento mucho la forma en que te traté cuando llegaste, fui un bruto y un tonto. Yo solo estaba tratando de conocerte, y tal vez...
—Por favor ve al punto Estarossa. —Él alza ambas manos en señal de rendición y ríe de lado, como si no se hubiera esperado que contestara de esa forma. Debo admitir que su sonrisa es encantadora, y me duele un poco ser tan grosera con él, pero en cuanto recuerdo lo que sus amigos le hicieron a Meliodas en el bar, de inmediato cambio de opinión y me cruzo de brazos mientras le lanzo mi mirada más feroz. No, él sí que se merece que lo trate así.
—Bien, bien. Entiendo que llevas casi un mes viviendo con mi hermano, ¿no?
—Sí, más o menos ¿y qué hay con eso?
—Ellie, te estoy diciendo esto por tu propio bien: no te conviene acercarte a él —¿Qué?, ¿de qué está hablando? Su comentario me ha dejado tan confundida que aunque abro la boca para hablar, no sale ningún sonido—. Lo digo en serio. ¿Has oído hablar de la maldición de la bruja de Black Valley? —Un largo silencio se abre entre nosotros, y yo me debato entre preguntarle más o no.
—Pues no, no lo he oído, ¿debería?
—Te conviene, si no quieres que esa maldición caiga sobre ti.
—¿Eh? —Veo al peligris acomodarse mejor en el asiento frente a mí, aclararse la garganta, y sé que se está preparando para contarme una historia.
—Uno de mis chicos llamó a tu tía así el día del bar, ¿sabes por qué?
—Probablemente solo fue para molestarme. —Él vuelve a reír y hace un gesto extraño con la cabeza. Qué curioso, la inclina como si fuera un perro juguetón.
—En realidad es un cumplido. Hace mucho tiempo, cuando el pueblo estaba recién fundado, existía cierta mujer de apellido Goddess. Era conocida por ser una estupenda sanadora, una dama gentil, además de una mujer muy bella —Tengo que admitirlo, sabe cómo contar una historia. Me está atrapando su relato—. Ella se enamoró perdidamente de mi ancestro, uno de los fundadores de nuestro pueblo que...
—Todo eso es muy interesante Estarossa, ¿pero que tengo que ver yo con...?
—Por favor, llámame Ross preciosa. Y aguarda, que se pone mejor —No sé la razón, pero decido hacerle caso y escucharlo hasta el final. ¿Qué le sucede?, ¿por qué se estará poniendo tan serio?—. Verás, él no era exactamente el mejor de los hombres. La sedujo, enamoró a la sanadora, y se unió a ella en un matrimonio bastante conveniente —Vuelve a hacer una pausa dramática, y tengo que admitirlo, el tonto de Ross sí que es buen narrador—. Yo no sé si ella en verdad era bruja, o una hechicera, o tal vez algo más extraño, pero lo cierto es que con ella a su lado, mi ancestro prosperó. Muchos piensan que fue gracias a sus poderes que él se convirtió en el hombre más rico y poderoso de la región. Pero como dije, no era el mejor de los hombres... y al final terminó engañando a su esposa.
—No me sorprende.
—Ella estaba destrozada. Intentó de todo para recuperarlo, pero él era un hombre demasiado violento y codicioso, y como al final terminó exiliándola a una cabaña del bosque, la chica simplemente no pudo soportarlo. Decidió quitarse la vida —El brillo en los ojos de Ross es de auténtica tristeza, ¿Por qué esta historia le afecta tanto?—. Nuestra historia debería terminar ahí, pero lo que hizo que este drama se convirtiera en leyenda, fue en realidad lo que ocurrió después. Verás, antes de que la bruja finalmente se suicidara... le lanzó una maldición a todo nuestro clan.
—¿Ma... maldición? —Oh no... ha conseguido ponerme nerviosa.
—Al poco tiempo de que el patriarca contrajera nupcias con su segunda esposa, ella fue brutalmente asesinada por un animal. Dejó el cadáver irreconocible. —Escucho cómo afuera de la cabaña la lluvia ha comenzado a caer, y no sé si se deba al frío o a sus palabras, pero siento como un escalofrío recorre mi piel.
—Es aterrador, pero... ¿qué eso no fue solo una desafortunada coincidencia?
—Todos pensarían lo mismo, de no ser porque también le pasó a su tercera y cuarta esposa. Desgarradas. Devoradas por un animal. Y no importó las veces que se casara, no importó si conseguía amantes o concubinas, al final, no pudo tener hijos. Tuvo que cederle toda su fortuna y el lugar como líder a su hermano menor.
—Entonces, ¿me estás diciendo que esta historia en realidad no tiene nada que ver conmigo, sino con Meliodas y la maldición familiar? Ross, no puedes estar hablando en serio.
—Lo hago —¿Qué sucede con su mirada?, ¡es tan intensa que se ha vuelto escalofriante!—. Escúchame bien Elizabeth: cada cierto tiempo, la maldición de la bruja se repite y cae sobre un miembro de nuestra familia. La vez anterior le tocó a mi tío abuelo. En esta generación, le tocó a mi hermano.
—¡Es... espera! ¿Por qué estás tan seguro de que la maldición recaerá en él? —Ahora la mirada que tiene ha cambiado por completo. Está triste... muy pero muy triste.
—Porque hace como un año, una chica fue encontrada muerta a las afueras del pueblo tras un violento ataque animal —Siento que estoy sudando frío, y no estoy segura de querer escuchar el final—. Su nombre era Liz Danafor, y fue el primer amor de mi hermano mayor.
*
—Solo quiero ayudarte Ellie —Las palabras de Estarossa daban vueltas en su cabeza mientras la albina caminaba sola por el puente rumbo a la carretera—. Te coquetee e intentaba enamorarte para alejarte de él y salvarte de la maldición de mi hermano mayor.
—¿Con que solo querías protegerme no? Bueno, sí esa en verdad era tu intención, ¿por qué te marchaste de pronto sin pagar la cuenta y sin ofrecerte a llevarme a casa?
Dijo que solo tardaría un momento para ir al baño, pero se tardó demasiado, y cuando fue obvio que no iba a regresar, a Elizabeth le tocó pagar la cena y soportar la cara de lastima del mesero. Ahora se había hecho de noche, no tenía dinero para el taxi, y debía andar sola en medio del bosque y en plena lluvia. Había intentado llamar a su tía, pero al celular se le había acabado la batería, y cuando intentó pedir el teléfono del restaurante para llamar, le dijeron que no tenían. ¿Qué clase de restaurante no tenía uno?
—Liz Danafor . —El nombre de ella se volvió un eco en su interior. ¿Cómo habría sido la chica capaz de enamorar a Meliodas? Se sintió celosa, y no pudo evitar preguntarse si él la recordaba muy a menudo. Luego se regañó a sí misma, ¿cómo podía tener ese tipo de sentimientos por una muerta? De pronto, un sonido de unas ramas quebrándose la sacó de sus pensamientos, y un extraño presentimiento hizo que todo su cuerpo se tensara.
—¿Qui... quién anda ahí? —Se hizo un silencio absoluto, sólo interrumpido por el trinar de los grillos. Cuando esperó suficiente sin respuesta, reanudó sus pasos lentamente... y entonces fue detenida por un gruñido entre los arbustos. Todo su cuerpo comenzó a temblar, una gota de sudor se deslizó por su espalda, y cada poro de su piel le gritó que corriera.
"Una chica fue encontrada muerta a las afueras del pueblo tras un violento ataque animal".
—¿Y qué tipo de animal sería capaz de hacer que un cadáver quedara irreconocible? —Contestando a su pregunta mental, se escuchó un poderoso aullido que retumbó por todo el bosque.
No miro atrás. Corrió a toda velocidad, huyendo del sonido de las pisadas de los lobos, tan aterrada que ni siquiera podía gritar. Sintió cómo la estaban acorralando, no podía pensar con claridad; después de más de diez minutos de correr y estando absolutamente perdida, por fin cometió el error que sus depredadores esperaban: metió el pie izquierdo en un hoyo, quedando atrapada y con una enorme herida sangrante. Tiró y tiró de su pierna mientras las feroces bestias la rodeaban, y justo cuando una de ellas comenzaba a acercarse, la chica por fin pudo liberarse. Solo que lo hizo con tal fuerza que el impulso la catapultó hacia atrás, cayendo de espaldas, rodando colina abajo sin control.
*
Me duele. Veo cómo la sangre escurre por la herida, y siento cómo los lobos se están acercando. Por favor, no quiero morir aquí. Vamos... ¡vamos! Por fin logró zafar mi pierna atorada, pero cuando lo hago... todo se vuelve un lío de ramas, hojas y tierra. Estoy cayendo sin control colina abajo, y no puedo parar. Siento cómo choco contra un árbol, y el dolor hace que por un momento no pueda ver. He dejado de moverme. Tengo frío, tengo miedo, y cuando estoy segura de que seré devorada, suelto el grito de ayuda más desesperado que podría decir en estos momentos.
—¡Meliodas!
—Por favor, ven a ayudarme... —Pero no hay forma de que él me responda.
Es el fin.
Uno de los lobos se lanza sobre mí, sé que todo ha terminado... y entonces, de la nada, un lobo más grande salta desde atrás y lo enfrenta.
Escucho la pelea y me encojo de miedo, todo son garras y dientes, gruñidos y aullidos.
Estoy mareada, ni siquiera sé cuánta sangre he perdido. Tal vez quedé inconsciente unos minutos, no sé cuánto tiempo ha pasado pero... en algún momento todo se vuelve silencioso otra vez. El lobo grande ha ganado. Se acerca a mí y me olfatea entera, haciendo que me encoja y empiece a temblar otra vez. Acerca su hocico a mi pierna. Oh no... ¿acaso el olor de mi sangre lo ha atraído?, ¡¿piensa comerme?!
Trato de quedarme quieta para no provocarlo, y justo cuando creo que va a dar el primer bocado... comienza a lamer mi herida. Lo hace despacio, con calma, como si estuviera consolándome o tratando de curarme. Con cada camino de su lengua, me voy relajando, voy soltando el cuerpo. Cuando termina de limpiarme, se acerca a mí rostro y vuelvo a ponerme en tensión. Pero entonces aplica exactamente el mismo tratamiento a mi mejilla y cuando estoy segura de que no tiene ninguna intención de lastimarme... comienzo a restregarme contra él con cariño. Luego extiendo mi mano con dedos ensangrentados y comienzo a acariciar su pelaje.
—¿Meliodas? —No sé por qué estoy llamando a este animal como a mi amigo, pero no puedo evitar que su pelaje color miel y brillantes ojos verdes me lo recuerden; siento cómo se echa en el suelo y pega su cuerpo al mío, intentando darme calor y protección. Estoy quedándome dormida, pero a pesar de estar en medio del bosque, herida, y con un lobo a mi lado... ya no tengo miedo.
*
Y ahora, un dato curioso sobre este capítulo: ¿Sabían que por un buen tiempo dejé de escribir esta historia porque no había definido bien la maldición de la bruja? :0 Me faltaban detalles, no había elegido cómo eran las personas que comenzaron la maldición, ni porqué y quién era el objetivo. Sin embargo, ahora sí *u* Y para poder hacer las cosas más interesantes, tendré que revelarles un pequeño spoiler: la bruja original de Black Valley y el ancestro de los Demon que la enamoró van a estar basados en el rey demonio y la deidad suprema, ¡Boom! *0*
Por tanto, me gustaría contar con su opinión para ponerles nombres diferentes que esos a mis personajes XD Tengo tres propuestas diferentes para cada uno, y en cuanto los elija, podré escribir un poco más a fondo sobre ellos y darle más detalle a la trama. También, si a alguien se le ocurren propuestas diferentes, aún estamos a tiempo de cambiarlos, así que, ¡aquí van! ^u^ Para el rey demonio había pensado en Roy, Reginald, y Régulus. Para la deidad suprema había pensado en Maxime, Angelique y Rhiannon.
Espero les esté gustando mucho, y nos vemos la próxima semana para más <3
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