29 La culpa del lobo

Hola a todos, aquí Coco, quien ya se puso intensa por la presión de la escuela, y piensa desquitarse en el capítulo de esta semana dándole a los protagonistas un vistazo a su pasado trágico *w* Por fin retomamos los domingos de lobos y, como de seguro recordarán, la tensión y el misterio están llegando a su punto álgido mientras Mel y Ellie tratan de resolver el misterio de Black Valley antes de que sea juzgada por brujería. ¿Lo lograrán? ¿Por fin veremos un poco de la bruja original? ¿Sabremos cómo comenzó la maldición? Bueno, pues si quieren saberlo, ya saben qué hacer ^w^ 

Posdata: muchas gracias por seguir aquí conmigo, me motivan mucho, son mi luz al final del tunel en este caótico fin de semestre XD ¡Dadme votos y frambuesas, así tal vez podré sobrevivir! 

***

Era una casa hermosa. Cuando Elizabeth dió con la dirección del profesor Ludociel Druid, lo primero que pensó fue que su vivienda no se parecía en nada a lo que imaginó. Había creído que, al tratarse de una "bruja", su hogar sería una especie de cabaña vieja en el bosque con un jardín y hierbas. No se esperaba aquel pulcro edificio blanco casi en medio del pueblo, con un césped cortado a milímetro, y un único gran árbol plantado en medio del inmaculado terreno.

—Serbal —murmuró Meliodas entre dientes, y dio unos pasos hacia atrás como si estuviera ante una presencia amenazante—. No me gusta este lugar, Ellie. Será mejor que nos vayamos.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No hay nadie en casa.

—¿Cómo lo sabes?

—No huelo la esencia de ninguna persona dentro. Tal vez salió, o supo que veníamos y simplemente no quiso atendernos. Vámonos, encontraremos otra persona que nos narre la versión de las brujas sobre la maldición.

—No —dijo Elizabeth con los ojos clavados en la puerta—. Él está aquí, sólo... no sé porqué pero, siento que definitivamente sí está —El rubio exhaló por la nariz, los labios apretados en una muñeca amarga, y la chica se le acercó con cara de preocupación—. Me crees, ¿verdad?

—Claro que sí —respondió de inmediato—. Pero eso no me deja más tranquilo.

—¿Confías en mí? —Un segundo de silencio, una mirada intensa, y acto seguido le tomó la mano.

—Sí —suspiró—. Siempre. Bueno, entonces...

—Oigan, tórtolos, nosotros seguimos aquí —dijo una voz tras ellos, y ambos voltearon a ver al resto del equipo, a un Estarossa fastidiado con los brazos cruzados y cara de impaciencia—. Ya encontramos al supuesto druida, ¿por qué no vamos y tocamos a su puerta de una vez?

—No es estratégico —apuntó la chica de trenza—. Podría tomar como una agresión si vamos todos.

—Entonces, ¿qué propones?

—Vayan ustedes —sugirió Elaine con voz conciliadora a Meliodas, Elizabeth y Gelda—. A aquellos que seguimos las tradiciones antiguas nos gustan las cosas en tres. Además, al ser uno de cada clan, es más probable que elija a alguien para hablar. Vayan, nosotros haremos guardia afuera.

—¿Están de acuerdo? —preguntó Meliodas a sus hermanos y, apenas estos asintieron, les dio la espalda y se encaminó con la albina y la rubia hacia la elegante puerta. No había terminado de estirar los dedos para tocar el timbre cuando retiró la mano como si se hubiera quemado.

—¡Mel! ¿Estás bien?

—Es muy listo —dijo riendo entre dientes—. Parece ser que este inofensivo profesor de historia sabe algunas cosas peligrosas.

—Una barrera —corroboró Gelda—. Y al parecer una muy potente. Miren, ni siquiera yo puedo mover la perilla a pesar de ser humana.

—¿Qué quieres que hagamos, Elizabeth? —Pero la pregunta se volvió innecesaria casi en el momento en que la pronunció. Poniendo una expresión tan misteriosa que logró hacerlo sentir un escalofrío, el rubio observó como su novia tocaba con las yemas de los dedos el elegante picaporte como quien está por colocar la última pieza de un rompecabezas.

—Creo... creo que yo puedo hacerlo. Siento que si me concentro lo suficiente, yo sí podré abrir esta puerta.

—Bien —afirmó Gelda poniendo una mano en su hombro para darle ánimos—. Inténtalo. Pero no te extralimites. La magia suele tener un precio, así que si sientes que es demasiado, mejor hagamos caso a Meliodas y vámonos, ¿de acuerdo?

—Sí.

—Espera, ¡Ellie! —Nuevamente los dedos del lobo aferraron los de la albina, y la ojiazul quedó profundamente conmovida por la expresión de su rostro. Estaba asustado. Quería protegerla de algo que no comprendía, de fuerzas que no podía ver, e incluso de sí misma. Pero eso no era posible, pues ni siquiera ella sabía lo que pasaría después. Tratando de infundir valor en él y en sí misma, le dio un rápido beso en los labios y encaró el problema que tenían entre manos.

—Si estamos juntos, estaremos bien. ¿Listos? —Ambos rubios asintieron, colocaron cada uno su mano sobre un hombro de ella, y la observaron cerrar los ojos mientras se concentraba en el cerrojo.

Ábrete —ordenó mentalmente—. Por favor, ábrete. —Y de repente, lo sintió. Una especie de tirón en el estómago y una sensación de frío la recorrió mientras escuchaba en su interior el sonido de unos engranajes moviéndose. Inhaló de golpe apretando los ojos con más fuerza y, al abrirlos, la puerta estaba abierta. Y un hombre delgado de largo pelo negro los miraba desde el pasillo con una taza de té en las manos y expresión de sorpresa.

—Buenas tardes —dijo con voz inesperadamente gentil—. Cielos, no estaba preparado para visitas. ¿Les apetece un poco de té?


*

La sala de estar era bastante más acogedora que la sobria fachada exterior. Los tres se encontraban sentados en el sofá, con una fina selección de pastas ante ellos, y tres tazas humeantes que su anfitrión acababa de servir con actitud relajada.

—Mil disculpas. Las protecciones son sólo por precaución. Son tiempos oscuros, ya saben.

—¿Entonces es por eso? —preguntó Meliodas mordazmente—. Cualquiera diría que teme ser atacado. —Un destello de ira arruinó el sereno semblante del moreno por un segundo, pero el gesto se desvaneció tan rápido que la albina incluso llegó a dudar de haberlo visto. Por respuesta, él colocó otra galleta en el plato de Meliodas, y se sentó frente a ellos en un sofá de cuero mientras cruzaba la pierna y volvía a sonreír.

—De acuerdo, lo confieso. Mi familia no es amiga de los lobos, pero no podrá reprocharnos por ello, ¿o sí, señor Demon? Después de todo, la historia entre mi gente y la suya ha sido siempre... complicada.

—Es precisamente de historia de lo que queríamos hablar con usted —interrumpió Elizabeth tratando de desviar la atención de ambos—. Profesor, mi amigo Sariel dice que usted es el que mayor experto que tenemos en el tema de la fundación e historia del pueblo.

—Qué amable. Me gustaría jactarme de eso, ya que soy su cronista oficial, pero...

—Entonces usted debe conocer todo sobre la maldición de la bruja, ¿no es así? —Nuevamente, el pelinegro mudó su expresión a una tensa, y Elizabeth sintió que tomaba una postura defensiva, por lo que se apresuró a añadir—. Yo... no creo que lo que he oído hasta ahora sea toda la verdad. Por eso, ¡quiero conocer todas las versiones del relato! Estoy segura de que, si lo hago, podré comprender mejor cómo es que llegamos a la situación presente. —Los ojos del maestro analizaron su rostro de manera tan intensa que incluso la hizo sentirse cohibida. Cuando terminó de ruborizarse y a Meliodas le comenzó un tic en la pierna, el moreno finalmente sonrió, y dio un sorbo a su taza de té antes de contestar.

—Tienes una misión muy loable, querida. La verdad es una cosa hermosa y terrible. Pues sí, conozco perfectamente la leyenda de Rhiannon, esa a quienes los más cerrados de mente han decidido llamar "la bruja de Black Valley". Sin embargo, no me gusta que se refieran a mi ancestro de ese modo, así que, si no les molesta, les pediré que en lo que dure su visita no la llamen así. Y también, ¿podrías hacer que tu amigo repliegue las garras, por favor? —Elizabeth no notó cuando fue que él las había desplegado. ¿Por qué hacía eso? ¿Celos? ¿Miedo? De cualquier forma, él obedeció con lentitud, y desvió la mirada hacia la ventana tratando de calmar su respiración—. Mucho mejor. Veamos, ¿qué es exactamente lo que quieres saber?

—Todo —exclamó Elizabeth de inmediato—. ¿Quién era ella? ¿Cómo se unió al clan Demon? ¿Por qué su relación terminó tan mal y en qué consiste su "maldición"? Por favor, podría ser de vida o muerte conocer los datos precisos de lo ocurrido.

—¿De vida o...? Espera, ¿a qué te refieres? —respondió Ludociel súbitamente alarmado—. Sé que la historia es apasionante, pero saber o no saber rara vez mató a alguien. ¿Por qué es tan importante? ¿Qué harás con la información que te de?

—Eso a usted no le incumbe —dijo Meliodas en un susurro amenazante—. Basta con que diga si va a ayudarnos o no. —Ceño fruncido por parte del docente, una mueca furiosa de Gelda a su compañero, y entonces Elizabeth soltó la verdad con tal naturalidad que los tres quedaron sorprendidos.

—Porque quiero entender quién fue la verdadera víctima, y así no convertirme en una también. Lo más probable es que mi familia descienda de ella y, si no quiero acabar devorada por el monstruo que habita en el bosque, debo comprender cuándo y porqué es que fue colocado ahí —Silencio, una mueca de absoluto asombro y lenta, muy lentamente, Ludociel sonrió—. Por favor. ¿Nos ayudará?

—Claro que sí —respondió el moreno súbitamente lleno de ternura—. Ya decía yo que me dabas un aire familiar. Además, sólo alguien de nuestro linaje podría haber abierto esa puerta. Te ayudaré. Pero sólo si prometes no divulgar lo que te diga, ya sabes, por secreto profesional.

—Por supuesto.

—De acuerdo. Entonces, ¿qué les parece si le echamos un vistazo a mi tesis? Está un poco polvosa, pero creo que la considerarán interesante —Levantándose con habilidad y energía, el profesor se acercó al librero y sopló sobre un volumen empastado en cuero que colocó sobre sus piernas al volver a su asiento—. Vamos a ver... —dijo poniéndose unos lentes—. La leyenda de Rhiannon. Como sabes, este pueblo fue fundado hace más de trescientos años por un grupo de familias de origen común que se asentaron en el valle para dedicarse a la agricultura.

—Sí. La más famosa era Goddess, y la fundadora del clan fue aquella mujer, ¿no es verdad?

—Así es. Si nos referimos a ella como personaje histórico, Rhiannon Goddess fue una sanadora cuyo talento le dio fama y una posición de respeto entre los pobladores. Al ser una persona con grandes conocimientos en medicina y horticultura, su influencia ayudó a la gente a prosperar y, como consecuencia, su nivel económico y social le permitió unirse en matrimonio con uno de los caciques más importantes del lugar. Ese sería Regulus Demon, tu ancestro, querido muchacho —dijo Ludociel a Meliodas con un dejo de burla en la voz—. Desafortunadamente, esa unión no fue próspera. Su matrimonio no sólo coincidió con la Gran Helada de 1725 sino que, además, sobrevino una epidemia que se llevó los recursos de la pareja, dejándolos casi en la ruina. Naturalmente, ella no pudo embarazarse en esas condiciones, lo que en aquella época resultaba catastrófico, pues dar hijos se consideraba una de las principales funciones de la mujer. Decepcionado, su marido la desdeño, se apropió de sus bienes, y la exilió apenas quedó confirmado que también había contraído tuberculosis. Los registros ubican su muerte hacia 1727, aunque es difícil decirlo con certeza, pues no se sabe si el cuerpo enterrado en el cementerio antiguo le pertenece o no.

Un silencio solemne se hizo tras sus palabras, y la cabeza de Elizabeth estalló en preguntas que no sabía cómo ordenar. Nunca la bruja de Black Valley le había parecido una persona tan real. ¿Entonces solo había sido una inocente sanadora? ¿El matrimonio había sido arreglado? ¿Nadie tuvo la culpa de su trágico fin, sino que fue a causa de un desastre ambiental y una enfermedad? ¿En verdad había lanzado una maldición, o simplemente habían usado su figura como chivo expiatorio para encubrir otra cosa? Dejó de pensar en el momento en que vio un destello verde en los ojos de Meliodas.

No. La maldición existía. La Bestia también. Había matado a decenas de personas a lo largo de los años, e incluso había estado a punto de acabar con ella. También las muertes de las Lunas de la manada habían ocurrido, jóvenes lobas asesinadas por sus mates durante ataques de ira. Los sueños que había tenido en verdad pasaron, la mujer de negro, el fantasma de su hermana y las visiones de un pasado remoto. Sus poderes no eran ninguna ilusión. Apretó sus manos en puños mientras veía al moreno con el ceño fruncido y no dejó de mirarlo mientras le decía la pregunta que al final había seleccionado.

—Eso no es todo, ¿verdad? Es decir, si esa es la Rhiannon histórica, eso quiere decir que la leyenda es una forma de explicar otros hechos. Unos que tal vez no puedan ser rastreados con evidencias, ¿o me equivoco?

—¡Bravo! —exclamó Ludociel aplaudiendo—. ¡Estás pensando como una auténtica historiadora! Pues sí, hasta aquí llega la versión con datos creíbles y comprobables. Sin embargo, tú y yo sabemos que siempre hay más de lo que se ve. Lo que te voy a contar a partir de ahora pertenece sólo a la tradición oral, y también, a mi propia especulación. ¿Estás preparada para conocer una versión diferente de ella?

Aquella declaración dicha a Elizabeth parecía una especie de reto para todos. Meliodas se veía definitivamente asustado y, al no poder acceder a su lazo del mate para averiguar la razón, a la albina no le quedó más que tomar su mano, que había comenzado a temblar. Él la apartó suavemente mientras sonreía, y le indicó con los ojos que no lo hiciera en frente de Ludociel, que los miraba con una ceja levantada y expresión de desconcierto.

—Continúe, profesor. ¿Cómo era la Rhiannon de las leyendas?

—Bueno pues... —continuó él como si no hubiera visto nada extraño—. La versión joven de ella se parece mucho en ambas narraciones. Una mujer talentosa con educación y gran carisma. Sin embargo, era especial por otra razón. ¿Sabes lo que es un druida, querida?

—Un sabio —respondió de inmediato—. Creo que era algo así como un mago o sacerdote, ¿no es verdad?

—Para la época, ya no existían los druidas como tal, pero se creía que Rhiannon y muchos de sus parientes descendían de tales. Prácticamente todo el pueblo se creó con grupos que fueron perseguidos por la iglesia y, pese a que la gran mayoría ya eran cristianos, ella conservaba gran cantidad de información sobre las antiguas costumbres. Esto es lo que le dio la categoría de bruja, pues tal vez lo era, aunque definitivamente, no como el monstruo de magia negra que todos conciben. En fin —dijo sonriendo ante la mueca amarga de Meliodas—. Su poder era muy real, y tan grande que incluso se creía que podía ser una Dame Blanche.

—La dama de blanco... —susurró Elizabeth completamente asombrada. Entonces, ¿las dos habían sido lo mismo?

—Me alegra que conozcas el mito. No se si lo sepas, pero los lobos tienen su propia versión de un ser similar.

—Si un lobo de ese color nace en la manada —apuró Meliodas como si quisiera acabar rápido con la conversación—. Se considera un enviado de la Diosa, y su llegada simboliza una época de gran prosperidad...

—O una de terribles desgracias —remató el pelinegro, y ambos se quedaron viendo como si, por primera vez, se hubieran entendido perfectamente—. Fue lo segundo. Ahora les contaré un cuento muy triste, pero es lo que yo considero la verdad. Son libres de creerlo o no, pero tienen que saber que cada pista que he buscado me ha llevado a esta conclusión, y yo no pongo en duda que sea cierto —Meliodas, Elizabeth y Gelda se sentaron al borde de sus asientos, Ludociel inhaló despacio con una expresión de profunda pena y, cuando terminó de llenar sus pulmones, se lanzó a contar su historia—. Erase una vez, una muchacha profundamente enamorada. Esta chica, cuya familia había servido desde tiempos antiguos como consejera para las criaturas sobrenaturales, había encontrado al amor de su vida en una; un joven lobo destinado a ser el líder de su manada. Él la amaba también y, desesperada por encontrar una forma de convertirse en su mate, la joven recurrió a ritos para pedir consejo a los antiguos dioses. Para su sorpresa, fue la Madre de los lobos la que respondió al llamado, y le anunció en sueños que no sólo era la dama blanca, sino que estaba destinada a unirse con el hombre que deseaba y dar a luz un hijo como el de la profecía. Se casaron con la esperanza de que su primogénito trajera la bendición anunciada por la Diosa Luna. Pero, al no tenerlo... la verdadera naturaleza de su esposo afloró.

—¿Su naturaleza?

—Sí. La naturaleza que es innata a todos los lobos —Para ese momento los labios de Meliodas estaban tan apretados que formaban una línea blanca y, en cuanto escuchó las acusaciones de Ludociel, tuvo que hacer su mejor esfuerzo para no reaccionar—. No pueden evitarlo. Son criaturas violentas y voraces. Si a eso le sumas el machismo de la época y su propia impaciencia... bueno, pasó lo que debía pasar. Él buscó otra compañera que pudiera satisfacer la necesidad de darle un heredero, y a ella la relevó a un título nominal. En pocas palabras, la convirtió en omega, y la envió lo suficientemente lejos para que no interviniera, pero lo suficientemente cerca para que no lo dejara, y así continuar beneficiándose de sus conocimientos y fortuna.

—Me permito interrumpirlo, profesor —dijo súbitamente Gelda—. Pero como cazadora, me parece poco creíble la conducta que describe. Yo también sé algo de las costumbres de los lobos. Si bien es verdad que son seres violentos, también se encuentran entre las criaturas más leales. Si en verdad Regulus llegó a ver a Rhiannon como su mate, me parece casi imposible que la engañara. Además, la infidelidad es muy mal vista en las leyes de la manada, ¿cómo es que un aspirante a alfa cometería tal escándalo? —Meliodas estaba tan sorprendido por la defensa de Gelda que incluso dejó de apretar los dientes. Ludociel parecía complacido de que le llevara la contra y, tras un sorbo más a su té, replicó como si encontrara aquel debate divertido.

—Lo sé. Yo quiero creer que la decisión de dejarla le dolió, pero lo cierto es que su situación era crítica. Tras tantos desastres naturales, era imperioso asumir su lugar de líder, y no podía ser reconocido como tal, si no cumplía con los requisitos que dictaban sus leyes. Un alfa poderoso debe tener a una Luna a su lado y, en aquella época, la máxima expresión de prosperidad para un lobo era tener una gran descendencia. Con ella ninguna de las dos cosas se cumplía. Tuvo que recurrir a "ese ritual". El más terrible y doloroso que un licántropo puede hacer. Señor Demon, ¿sabe cuál es? —súbitamente Meliodas se puso pálido, y la expresión en su cara fue de tal angustia que Elizabeth se alarmó. Se pasó la lengua por los labios, carraspeó y dijo una frase que, aunque ella no entendió, le provocó unos horribles escalofríos.

—El rechazo.

—Sí... —dijo con gravedad el profesor—. La decisión voluntaria de romper el vínculo del mate que la Diosa Luna ha puesto sobre una pareja. Ignoro si la infidelidad ocurrió antes o después de realizar este terrible acto, pero lo cierto es que, como consecuencia, la vida de Rhiannon Goddess se perdió. Ella...

—Se suicidó. —concluyó Meliodas con un nudo en la garganta. Sin embargo, el pelinegro negó lentamente con la cabeza, y entrelazó los dedos mientras clavaba su mirada en él.

—Ahí es donde más difieren nuestras versiones de la leyenda, señor Demon. Porque la conclusión de mi investigación arroja que aquello no fue un suicidio —Las siguientes palabras tuvieron un efecto tan fuerte en los tres que, al terminar de decirlas, todos quedaron petrificados—. Fue asesinato. Cuando se negó a completar el ritual de rechazo, el lobo tuvo que terminar su vida como única forma de liberarse de ella. Fue entonces que la maldición empezó.

—¡No! —gritó el ojiverde, desesperado y poniéndose de pie—. No pudo haberla matado, ¡no pudo!

—Meliodas, ¡cálmate! —trató de contenerlo Gelda.

—Aún siéndole infiel, aún habiéndola rechazado, ¡su vida debía seguir siendo sagrada para él! ¡Es imposible que...!

—¡Pero es cierto, lobo! —dijo el docente también perdiendo la calma—. La prueba está en el terrible hechizo que aún atormenta a tu familia. ¿Sabías que la única forma de ejecutar una magia tan oscura es convirtiéndote en Darach?

—¿Darach? —preguntó Elizabeth en un susurro, y su suave voz detuvo a los tres en disputa como si los sacara de un trance—. ¿Qué es eso? —El profesor respiró profundo, volvió a sentarse, e indicó al rubio que hiciera lo mismo con un gesto de la cabeza.

—Significa "roble oscuro", querida. Es como nuestra gente llama al druida que ha perdido el camino. Aquel que hace tratos con dioses malignos y manda la plaga y la tragedia a sus enemigos.

—Entonces, ¿quiere decir que antes de morir, ella dio su alma a alguna entidad malvada a cambio de que poseyera a los alfas para hacer que mataran a sus lunas?

—Sí. Pero, ¿podrías culparla? ¿Podrías condenarla por repetir la tragedia que le hicieron vivir a ella? —El breve silencio que siguió no fue ni afirmación ni negación, así que él simplemente siguió hablando—. Cada escrito, cada testimonio, cada historia que los aquelarres cuentan hablan del profundo amor que sentía por él. ¿Te puedes imaginar el dolor y la ira que sufrió tras su traición? Todo ese amor inmenso y truncado, se convirtió en furia y rencor. Como consecuencia, la segunda esposa de Regulus pereció, desconozco si por su mano o por la de la Bestia, pero lo cierto es que pereció. Lo mismo que la tercera y la cuarta. La Bestia es la manifestación física del mismo espíritu vengativo, y no importa si posee a otro lobo o ejecuta él mismo la masacre, es un demonio que acosa al pueblo desde entonces.

—Pero, si es una creación de Rhiannon, ¿por qué también persigue a sus descendientes?

—No lo sé. Sin embargo, tengo la fuerte sospecha de que Regulus está detrás de eso. Debía saber bastante de magia tras años de estar a lado de Rhiannon. Tras su muerte, las desgracias de la manada cesaron un poco, pero al mismo tiempo, el monstruo comenzó a perseguir a las brujas también. Supongo que el ente maligno con el que ambos hicieron un trato era el mismo, y el malévolo ser encontró gracioso servir a los dos bandos para así continuar la cadena de odio entre los descendientes de sus familias.

—¿Por qué sospecha que él también hizo un trato con la Bestia? ¿Tiene alguna prueba?

—No, me temo que no. Lamento decirlo, pero soy completamente ignorante en todo lo relacionado a la muerte del alfa Regulus. La manada es bastante hermética, sabes, y no comparten fácilmente la información relacionada con ellos. Lo único que sé es que hay un acta de defunción por parte de la iglesia hacia finales de 1730, y tras eso, su hermano menor, Romulus asumió el liderazgo. El consejo de ancianos se formó unos años después, cuando la tragedia volvió a repetirse y las familias se unieron una vez más para hacerle frente a las consecuencias de la maldición.

El silencio que siguió fue tan denso como la oscuridad que se apoderó del cuarto. Había anochecido, sombras largas cubrieron sus rostros de la misma forma que sus corazones, y ninguno se atrevía a mirar al otro, temerosos de lo que pudieran encontrar. Entonces Elizabeth se levantó y, haciendo un esfuerzo tan enorme que apenas pudo lograrlo, sonrió a su anfitrión e inclinó la cabeza en señal de despedida.

—Muchas gracias, profesor Ludociel. Le agradezco que nos haya brindado su ayuda.

—Un placer, querida —dijo él encendiendo la luz—. Espero que esta información te ayude a encontrar lo que estás buscando.

*

Meliodas miraba hacia las estrellas desde la ventana de su habitación, y Elizabeth estaba sentada a su lado, esperando que él finalmente hablara con ella. Había estado callado toda la tarde, tan taciturno y triste como la primera vez que lo conoció, y la albina no se atrevía a mirarlo ni acercarse, temerosa de romper aquella fragilidad de cristal. Un suspiro doloroso dejó su pecho, luego el de él también, y tan sincronizado salió el sonido, que no pudieron evitar voltear y sonreírse en la semipenumbra de la habitación.

—Qué día, ¿no?

—Sí. Toda una experiencia, una que definitivamente no quiero repetir. —Luego el silencio trató de instalarse de nuevo, pero esta vez, ella no lo permitió.

—Mel, por favor, háblame. ¿Qué tienes? Necesitas sacar lo que te hace daño, o terminará por hacernos daño a los dos. —Él pareció encogerse ante su petición, desvió la mirada, y volvió a suspirar tratando de encontrar las palabras.

—Estaré bien. Sólo es que la charla de ese profesor me hizo recordar muchas cosas desagradables y difíciles en mi vida. No es como si lo que dijo fuera la verdad absoluta, y creo que todo se aclarará mañana que vayamos a visitar a mi tía abuela para conocer la versión de la manada sobre la maldición —De nuevo silencio, otro suspiro de ella, y acto seguido llevó los dedos a su cuello para tratar de desabrochar el relicario que ocultaba su olor—. No, espera, ¿qué haces? Ellie, eso es peligroso.

—No lo es. Tía Merlín ya ha puesto la barrera de serbal, nuestros amigos están abajo. Y además, estoy dispuesta a afrontar un poco de peligro, si con eso puedo entenderte y entrar a tu corazón.

—No es justo. No lo hagas, yo... —Apenas el metal dejó su piel, el lazo del mate se restableció entre ellos con tanta fuerza que casi los derriba, dejándolos mareados y temblorosos mientras sus mentes se unían. Se buscaban desesperadamente, los hilos de sus pensamientos entrelazándose con tal fuerza que parecían querer fundirse. Cuando el mareo cedió, ambos estaban llorando. Y él la tomó de los brazos mientras le soltaba su confesión—. No lo hagas.

—Mel...

—No lo hagas, Ellie, por favor. No tomes partido por las brujas, no creas lo que dijo ese sujeto. Sé que parecía decir la verdad, sé que mucho de lo que dijo tiene sentido pero... te lo suplico... no dudes de mí. No pienses ni por un segundo que puedo ser como Regulus Demon. Yo te pertenezco, y tú a mí. No tenemos porqué repetir la tragedia que vivieron esas personas, y... —El rubio no supo qué lo impactó más. La risa, el beso, o la declaración que soltó su mate apenas sus bocas se separaron.

—Meliodas, tranquilo. ¿Crees que no noté la forma en que te trató cuando nos estaba narrando su versión de los hechos? No le creería a alguien que es tan obviamente parcial, y menos si discrimina a alguien que amo —Otro beso, uno que se extendió aún más que el anterior, y la ojiazul le borró las lágrimas mientras acababa de explicarse—. Sé que probablemente gran parte de lo que nos contó fue cierto, pero eso no significa que sea toda la verdad. Echarle la culpa al lobo es incoherente, y victimizar a Rhiannon sólo me deja ver que trataba de manipularme. Pero se ha equivocado conmigo. No tomaré ningún bando, y menos sin haber escuchado la versión del otro lado. Así que cálmate. Y no vuelvas a tratar de ocultarme cosas importantes, ¿sí?

—Elizabeth... —exhaló frotándose en su cuerpo, y el suspiro de alivio que emitió se mezcló con un gemido mientras caía sobre ella besándola apasionadamente, llenándola de caricias. Sus garras se aferraron a sus curvas, los brazos de la albina rodearon su cuello. Cuando finalmente lo había acomodado entre sus piernas y parecía que estaban por dar el siguiente paso, la puerta se abrió de golpe, y entró un Estarossa muy enojado.

—¡Oigan, par de cachondos! Les recuerdo que estamos allá abajo, que tenemos súper oído y que, además, está prohibido que ella se quite el amuleto. Sin él las hormonas de ambos huelen tanto que inundan toda la casa. Póntelo y bajen a cenar de una vez, carajo, que nos tienen a todos esperando como un montón de imbéciles. —No pudieron evitarlo. Se separaron sin dejar de reír, siguiendo al indignado albino a la cocina, deleitándose con el sonrojo de Gelda y Zeldris mientras Elaine repartía rebanadas de pizza. 


***

Ajajajajjajsnaixhbscjbas XD [Coco convulsiona por la última escena y el equipo de apoyo se ría un poco también] ALivio cómico para eliminar la tensión. ¡Pues ya está! Nuestro equipo de Scooby Doo está avanzando en su investigación, ahora sabemos más del trágico pasado de la bruja, y cada vez nos más acercamos al punto donde se encontrarán los hechos reales y los paranormales 0u0 si a eso le sumamos que el juicio por brujería de Ellie se acerca, y que la Bestia sigue rondando... bueno, los siguientes capítulos pintan a ser igual de interesantes, fufufu ^u^

Y ahora, vamos al secreto de hoy: ¿Sabían que los términos "serbal" y "rechazo" son vitales en cualquier historia de hombres lobo? Creo que ya los había mencionado en mi glosario. El primero es el nombre de un árbol sagrado que sirve para repeler el mal, y su madera o cenizas se usan para formar barreras de protección que impiden a los lobos y otras criaturas entrar. Por eso Ludociel y Merlín los tienen en su casa. El termino "rechazo" es más terrible, pues significa la separación definitiva de una pareja de lobos </3 Si consideramos la forma en que sus mentes y corazones se unen con el lazo del mate, y cómo sus cuerpos reaccionan a lo que siente el otro, ¿se imaginan lo doloroso que es separarse definitivamente? >o< ¡Cómo extirparse una parte del cerebro o cortarse un brazo! Las razones por las que esto puede pasar son muchas: una infidelidad , si uno de los dos tiene enfermedad terminal, si alguno cometió un crimen tan atroz que no tiene perdón... ¿Algo así ocurrió en el pasado de Black Valley? ¡¿Esto es un peligro para Meliodas y Ellie?! 0.0

Si quieren saberlo, nos vemos el próximo domingo para más ^u^ <3 



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