26 Té y magia
Fufufu, otro domingo de hombres lobo 7u7 Hola a todos, aquí Coco, quien ya está lista para una nueva entrega de la nuestra historia licantropos, y quien se la esta pasando bombi trayendo contenido de este tipo para ustedes durante la temporada spooky. Ando con la inspiración rampante cocoamigos, todo lo que veo son calabazas sonrientes y magia por doquier *w* Creo que se darán cuenta cuando lean, ¡pero cuidado! 0.0 Estará lleno de sexyness y melizabeth, pero también podría sacarles algún susto si no están preparados, ¡buajajajaja! >:) Ya saben qué hacer °3^ <3
***
Meliodas salió lentamente de entre los árboles mientras miraba la puerta blanca de la casa ancestral de los Fairy y pensaba en todo lo que ello le evocaba. Hacía mucho que no iba ahí, no desde que aún era el líder de la manada, desde que iba a jugar con Liz a los campos de lavanda, cuando King y Elaine aún eran de sus mejores amigos. Inhaló fuerte, tratando de alejar los recuerdos de su infancia, y avanzó con paso decidido hacia la entrada. No pasaron ni dos segundos cuando el propietario la abrió de golpe con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
—Antes de que preguntes, no, no tengo nada que ver. Lo que sea que haya ocurrido ayer durante la cacería y que tu manada no me quiere explicar, definitivamente no fui yo. No sé porqué se me acusa, yo no salí en toda la noche, y si insisten en decir que "mis conjuros" fueron los que provocaron tanto jaleo, entonces de verdad les mandaré a mi espíritu guardián para que vaya a partirles el...
—Tranquilo King —dijo el rubio riendo y alzando las manos—. Yo no creo que hayas sido tú el que provocó lo de anoche, y no vine por eso. Lo único que quiero es tu consejo. Dime, ¿puedo pasar?
Esto debió ser justo lo contrario de lo que el castaño pensaba oír, ya que de inmediato bajó la guardia, lo miró con ojos como platos, y se hizo a un lado indicándole que continuara. El interior estaba tal y como el rubio lo recordaba, y eso le generó una deliciosa sensación agridulce que no supo controlar. Liz y él habían jugado ahí tantas veces, era donde su lazo se había fortalecido. Y ese lazo la mató. Tal vez si no la hubiera invitado a salir, o si se hubiera buscado otra novia, o si desde un principio hubiera hecho caso a su padre, rechazándola por ser descendiente de brujas, ella no habría tenido que...
No, no podía permitirse pensar así. No se arrepentía de haberla querido como lo hizo, y no dejaría que pensamientos tan nefastos lo inundaran ahora que por fin había encontrado la paz y el perdón en su corazón. Además, estaba Elizabeth. La persona más valiosa para él en el mundo se encontraba exactamente bajo las mismas condiciones, y ya había decidido amarla, por lo que nada de eso le impediría seguir a su lado pasara lo que pasara. Debía dejar ir el pasado, enfrentarse al presente, y tratar de salvar a aquella de las hermanas Danafor a la que aún podía proteger. Como presintiendo que su invitado acababa de poner sus pensamientos en orden, King siguió a la cocina y le hizo un gesto para que se sentara a la mesa mientras ponía una tetera en el fuego.
—Meliodas, gracias por venir. Me siento terrible por lo que he hecho y yo... bueno, necesito disculparme contigo.
—¿De qué estás hablando? ¿No se supone que tú no fuiste el que provocó lo de anoche?
—No por eso. Lamento mucho la forma en que te trate cuando comenzaste a salir con la hermana de Liz. No era mi intención causarte tantos problemas, y siento mucho lo ocurrido, pero debes comprender. Hasta ese momento yo aún pensaba que eras quien la había asesinado, y...
—No tienes que disculparte, King. Incluso yo lo pensaba hasta hace poco. Ahora estoy seguro de que no fui yo, tan seguro como que tu "espíritu del oso" no era la bestia que apareció ayer en el bosque. —Tal vez el castaño habría intentado insistir en sus disculpas, de no ser por el tono misterioso y apremiante con el que el lobo había marcado sus últimas palabras. Se veía a leguas que lo que estaba por decir era algo serio, así que tomó dos tazas de porcelana, la tetera, y sirvió mientras le preguntaba directamente.
—¿Qué es lo que sabes?
—Conozco tu aroma. Cuando invocas tu forma espiritual para deambular por el bosque, tu oso huele a flores, a musgo y hierba fresca. El aroma de ayer era diferente, y yo ya había percibido una esencia similar antes. La olí... emanando del cuerpo de Liz, el día en que ella murió. —Un escalofrío recorrió al de ojos ámbar al escuchar esto y, tras beber un largo sorbo de su té, le hizo la pregunta obvia.
—¿Ya has hablado con tu manada de esto? Debes decirles para ponerlos en alerta y ver si es necesaria la intervención del consejo de ancianos. Si lo prefieres, habla con Ban, él podría tomar medidas preventivas si el viejo alfa no... —Pero Meliodas estaba completamente callado, tan quieto como una estatua, y tan serio que el oji ámbar supo la razón antes de preguntarla—. No estás aquí por el clan.
—No.
—Estás aquí por ella —El silencio esta vez fue breve, y ninguno de los dos pudo contener la sonrisa amistosa que bailaba en sus labios—. De acuerdo. Aún te debo un favor por lo de Diane así que, sea lo que sea, puedes contar conmigo para guardar el secreto. Dime, ¿qué pasa con tu Elizabeth?
—Estoy asustado —La expresión defensiva del lobo se desvaneció por completo, y lo único que King pudo percibir fue un joven enamorado—. Por favor amigo, ayúdame. No entiendo lo que pasa, y creo que la única forma de ayudarla es entendiendo tu profecía.
Las campanadas de un gran reloj de péndulo en la sala sonaron en ese momento, y el joven incluso sintió cómo se le secaba la garganta y aceleraba el corazón. Estaba preguntando por un tema delicado. Los rituales de los sabios del bosque eran un secreto bien guardado en su familia, y sólo se comentaban entre sus miembros más cercanos. El último había sido, al menos en intención, un simple trance de comunión con la naturaleza, y lo que sea que le hubiera dicho a Meliodas y su mate en ese estado definitivamente estaba fuera de su control. Escuchó atentamente la explicación sobre lo que él y Elizabeth habían vivido el día anterior y, tras terminar su té, soltó un largo suspiro.
—Lo siento Mel, pero yo tampoco lo comprendo. El ritual de aquella noche sólo estaba pensado para que yo canalizara a los espíritus del bosque en busca de consejo. Lo que sea que haya salido de mis labios antes de estar consciente, definitivamente no lo estaba diciendo yo. Por favor, perdóname.
—Pero al menos debes poder interpretar algo. "Pronto serás iniciada. La sangre va a correr, la sangre es un lazo, la sangre es el camino". Vamos King, ¿no tienes idea de lo que significa? ¿No hay alguien más en tu familia que pueda saberlo? —Un par de segundos de silencio, un refill a su taza, y un brillo de reconocimiento brilló en sus ojos.
—Bueno... creo que mi tío Gloxinia podría saber. No está ahora mismo en el pueblo pero, tal vez cuando vuelva pueda tratar de interpretar algo —Aquella noticia dejó al rubio aún más angustiado que la noción de no saber nada. El señor Gloxinia era uno de los miembros del consejo de ancianos, y no le atraía para nada la idea que uno de aquellos hombres estuviera enterado de su charla con King. Presintiendo su decepción, el castaño suspiró y se animó a tratar de interpretar sus palabras él mismo—. Escucha, no soy un experto. Y puede que lo que esté pensando sea demasiado literal, pero...
—¡No importa! Por favor, sólo dime lo que piensas.
—Bueno, si me preguntas a mi, la última parte simplemente anuncia que ella terminará por formar parte de tu clan. Después de todo, es casi literalmente el lema de tu familia, ¿no?
—Sí, algo así. Pero, ¿a qué se refiere la parte de la iniciación? Porque King, te lo juro, ella no ha estado en ningún ritual de la manada. Y ese comportamiento de anoche definitivamente no tiene nada que ver con el sonambulismo así que, ¿qué más puede ser? —El castaño se quedó paralizado en una mueca de concentración y, al dar con algo, súbitamente se ruborizó. El entendimiento parecía haber llegado pero, lo que sea que hubiera concluido, parecía ser algo tan vergonzoso que su siguiente acción fue pararse y volver a poner la tetera en la estufa.
—Ahm... bueno, yo... esto, creo que tengo una idea de lo que podría ser. Es solo una pequeña posibilidad, pero...
—¿Qué? —dijo Meliodas siguiéndolo y poniéndo su mano sobre la de él—. Por la Diosa Luna, King. ¿En qué pensaste? —El de ojos ámbar carraspeó incómodo, apagó la estufa, y fue a sentarse una vez más—. Por favor.
—Bueno pues, para las brujas... es solo una teoría, mi tío es el único que podría confirmarlo, pero...
—¡¿Qué?!
—Creo que tú podrías ser el que la inició. —La reacción del rubio fue dejarse caer en la silla a su lado, y las siguientes palabras que soltó las dijo casi en un susurro.
—¿Yo? ¿Pero cómo? ¿Cuándo? —Las orejas del castaño se pusieron aún más rojas, y soltó una conclusión que dejó al lobo como si le hubiera dado en la cabeza con un mazo.
—Creo que pudiste haberlo hecho cuando tú... ya sabes. Cuando copulaste con ella. Las brujas antiguas consideraban el sexo una especie de ritual, así que... —Ojos enormes, silencio, y la siguiente reacción del rubio fue soltar una risa burlona.
—Eso no es posible.
—Ella era virgen antes de tí, ¿no es así? —reprimiendo las ganas de morder a King por preguntar algo tan íntimo sobre su mujer, el lobo fue sintiendo cómo un escalofrío se apoderaba de su cuerpo—. El sacrificio de la virginidad es en sí mismo un poderoso ritual, uno de esos con los que las brujas de ciertos aquelarres despiertan sus poderes. Tendríamos que rastrear apropiadamente todo el árbol genealógico de Elizabeth para ver si pertenece a uno de ellos, y además, calcular la posición de la luna y el lugar donde lo hayan hecho la primera vez para saberlo a ciencia cierta. Todos estos cálculos son especialidad de mi tío, y... ¿Meliodas? Meliodas, ¿estás bien?
Era un desastre. Ahora no sólo sabía que él era el culpable de lo que le pasaba a Elizabeth, también se acababa de enterar que había ayudado sin querer a que activara el poder en su sangre. Esa sangre maldita contra la que su gente había luchado por generaciones. Al final, resultaba que la iniciación no había sido por un ritual de lobos, sino de brujas, y eso ni siquiera era lo peor. Lo peor era que volvería a pasar, y Meliodas no sabía si, con cada nuevo encuentro, estaba convirtiendo a la mujer que amaba justo en la criatura de la que debía huir.
Que desastre. Llego a casa, miro la fachada del edificio en que hemos estado viviendo, y me retuerzo de angustia pensando en lo que acabo de descubrir. Mi luna, mi mate... mi Ellie. ¿En serio habré sido yo el que le provocó todo esto? Veo las luces de la sala encendidas, respiro profundo, y siento cómo me está esperando. ¿Cómo no ir hacia ella, si cada fibra de mi ser me pide hacerlo? Camino los pasos que faltan hasta la entrada, meto la llave en la puerta, y no pasan dos segundos desde que abro cuando su voz me llama desde el otro cuarto.
—¿Mel? ¿Cariño, eres tú? —La pregunta sobra. La siento buscar mi mente a través del lazo del mate, y yo le oculto todo lo que traigo encima y que la pudiera lastimar. Bueno, más de lo que ya lo he hecho.
—Ya voy, Ellie —La encuentro sentada en el sofá, con una taza de té y una manta sobre sus piernas, y de inmediato siento algo extraño al conectar mentalmente. Por supuesto. Hoy era el día en que iba a colocarse el dispositivo, y la noción de otro cambio que ha hecho por mi por poco me rebasa. No, no hay tiempo para esto. Me arrodillo a su lado, me le quedo viendo con atención, y le pregunto lo obvio mientras la tomo de la mano—. ¿Te duele?
—No demasiado, así que no te preocupes por mí. Ya estoy tomando medidas al respecto, ¡este té es infalible! Además, la doctora dijo que las molestias se irían enseguida. Te aseguro que antes de cuarenta y ocho horas estaré como nueva. —La miro suspicaz, no muy seguro de qué tan alto será su umbral del dolor, y me decido a hacer algo al respecto.
—Acuéstate.
—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer?
—Confía en mí. —Hago que se tienda a todo lo largo, le retiro la manta de las piernas, y voy bajando mi mano hasta llegar a la altura de su vientre.
—Esto, ¿Meliodas? La doctora dijo que aún no podemos... ahm... —Las palabras sobran, y yo me rio de lo no dicho, tan feliz me pone su propia decepción por no poder tenerme de inmediato.
—Tranquila, que no es eso. Sólo estoy intentando hacer algo para quitarte el dolor. ¿Sabías que los lobos verdaderos suelen dar consuelo físico a aquellos de la manada que están enfermos o heridos?
—No, no lo sabía.
—Bueno, pues pasa igual con nosotros. Quédate quieta, no tomará demasiado. —No hacía esto desde hace mucho. No desde Liz. La aparto suavemente de mi memoria, meto la mano un poco por debajo de la licra de Ellie, y cierro los ojos, concentrado en lo que tengo que hacer. De inmediato percibo cómo mi cuerpo absorbe su dolor, y los abro de nuevo, maravillado por el efecto que genera en el mío.
Las venas de la mano con la que la toco corren de color negro, absorbiendo el malestar que le genera la intervención que le han hecho. Parece aún más asombrada que yo, y me sonríe mientras un cálido rubor regresa a sus mejillas, las cuales descubro habían estado pálidas. Tiene razón, el dolor no es demasiado, pero es un poco más de lo que estoy dispuesto a permitir que ella padezca. Absorbo el sufrimiento de forma constante, y me duele a mí, pero sé que al menos mi mate podrá descansar un rato.
—Es maravilloso. No sabía que los hombres lobo podían hacer eso.
—No es algo muy conocido, ni siquiera entre los de nuestra especie. La mayoría están tan concentrados en lo que sus poderes hacen por ellos, que no se molestan en indagar lo que pueden hacer por los demás. Irónico, siendo una cultura basada en la comunidad. —Siento la palma de su mano apoyarse en mi mejilla, y levanto la vista para encontrarme con sus ojos. Sus hermosos ojos azules.
—Tú siempre has sido diferente, ¿verdad Meliodas?
—Si es tu forma de decirme raro, te agradezco el cumplido —La escucho reír, y su risa burbujea en mi interior—. Ese es mi sonido favorito.
—Mel... —No puedo evitarlo. Su mirada va a mis labios, nuestros rostros se acercan y, antes de poder detenerme, apoyo mi boca contra la suya. Diosa, ayúdame. Su beso me roba el alma, y yo deseo que lo haga. Se va profundizando, lo que comenzó casto se vuelve cada vez más intenso, y nuestras lenguas se acarician, ahogando cualquier sensación que no sea la del absoluto placer que me provoca estar a su lado—. Acuéstate conmigo.
—Sí. —Me subo con ella al sofá, entrelazamos nuestras piernas, y vuelvo a colocar mi mano, esta vez con la palma abierta sobre su espalda baja para seguir quitándole el dolor. Cerramos los ojos mientras nos besamos, y me abraza, haciéndome sentir que estoy en mi lugar correcto en el mundo.
Diosas, no puedo. No puedo más, me duele el corazón con todos estos sentimientos. La amo demasiado, tanto que no sé si podré soportarlo. Por favor Madre Luna, te lo ruego. No me la quites, no permitas que nuestro lazo sea también lo que la destruya. Nos separamos cuando comenzamos a sentir que nos falta el aire, y de pronto ella hace algo, un sexy movimiento de caderas que fricciona justo sobre el cierre de mi pantalón y hace que tensione el cuerpo.
—No Ellie, no podemos —Creo que es un buen momento para preguntar—. ¿Cuántos días te recomendó la doctora que esperaramos?
—Dijo que en cuanto desaparecieran las molestias. Y en vista de lo que haz hecho...
—Ellie. —Le reprocho, y se ríe de modo travieso, para después suspirar y simplemente apoyar la cabeza en mi esternón.
—Una semana. No mentí respecto a lo otro, pero lo ideal es que pasen de cuarenta y ocho horas a siete días para estar seguros de que el aparato no se va a mover.
—Comprendo.
—Pero Mel, ¿podrás soportarlo? Es decir, ¿no hay problema con que esperes tanto tiempo? —No puedo evitarlo. Me río de su comentario, la abrazo con más fuerza, y beso su frente con adoración.
—Ellie, ¿es que crees que soy un animal salvaje o algo así? Claro que puedo controlarme. No sé si lo recuerdas, pero aguante incluso más que eso desde que te marqué y hasta que tuvimos nuestra primera relación.
—Pero... —La veo insegura, tratando de detectar alguna mentira en mis ojos, y nuestro lazo me muestra cuál es exactamente su preocupación.
—Has hecho este sacrificio por mí, ¿me crees tan mezquino como para pedirte algo que sé que podría lastimarte? Tu cuerpo no lo es todo. Y yo quiero todo de ti. —Se pone tan feliz por oír esto que su alegría nos inunda a ambos a través del lazo. Lo he dicho totalmente en serio, y la paz que me da tomar conciencia de que no albergo ninguna duda aleja mis propios temores.
La estrujo, se acurruca en mi, y a los pocos minutos está dormida, dejándome un momento de silencio para reflexionar sobre nuestra situación. La abstinencia marcada por el médico no podría llegar en mejor momento. Es la excusa perfecta para observar y ver si algo extraño ocurre durante los próximos días. Me sorprendo deseando que sí, ya que eso significaría que aquello que la cambió ocurrió una sola vez, aquel día en el bosque, cuando la reclamé como mía. En cambio, si no pasa nada... el panorama será demasiado aterrador. Querrá decir que yo la estoy cambiando, y que cada encuentro que tengamos la llevará más y más cerca de convertirse en una bruja. No sé lo que haré si eso ocurre.
Sonrío al darme cuenta que sí lo sé. Para mí no hay marcha atrás. Le entregaré mi alma al diablo, si es en lo que ella termina convirtiéndose. Prefiero ser devorado por la bruja que alejarme de la persona que lo es todo para mi. Me la llevaré lejos, muy lejos, tanto como pueda. O dejaré que me lleve, lo que ocurra primero. Mi Elizabeth, ¿qué has hecho conmigo? Vivo o muerto, lo único que quiero es permanecer a tu lado.
—¡Fiesta! ¡Woohoo! —Un chico pasa riéndose a mi lado, y Meliodas frunce el ceño mientras me abraza más fuerte y da otro trago a su bebida.
Estoy tan feliz de que haya decidido venir conmigo, no creí que aceptara, después de todo él no pertenece al club de botánica. Al final, eso no importa. La fiesta en el invernadero parece haberse salido un poco de control, y ahora tenemos a miembros del club de cocina, de biología, de química, e incluso al equipo de fútbol. Definitivamente no es lo que pensaba cuando Jenna dijo que haríamos una fiesta del té.
Faltan cuatro días para Halloween, y aquí eso parece un gran negocio, pues resulta que casi cada clase tiene sus propias fiestas. Para esta se supone que tenemos un permiso de la escuela, entonces, ¿quién fue el que logró meter alcohol? La tisana especial de frutos rojos de Zaneri huele como ponche, y yo doy sorbos pequeños, consciente de que mi mate no permitirá que me pase de la raya. La música está a todo volumen, las luces parpadean, la gente salta de acá para allá probando los tés misteriosos, y yo lo único que quiero es que alguien ponga una balada suave para poder bailar con mi novio.
—¡¿Te estás divirtiendo?!
—¡¿Qué?! —pregunta Mel acercando su oído a mis labios. Yo aprovecho para besar su mejilla, y prefiero valerme el vínculo del mate usándolo a todo lo que da.
—Muchas gracias por haberme acompañado hoy. Significa mucho para mi —Le digo mentalmente, y sé que me ha entendido, porque sonríe y me imprime un rápido beso en los labios—. Esta fiesta significa que por fin me he adaptado a Black Valley. Ahora por fin tengo amigos y un sitio al que pertenezco. —Meliodas no dice nada, pero responde tomando mi rostro entre sus manos para besarme más intensamente. Su boca sabe a una cantidad de tés tan variada como la que hay en la mesa, y es deliciosa, tanto que yo me derrito y me abrazo a su cintura para poder resistir la fuerza de su empuje.
—Hey, ¿el alcohol ya se les subió? —Me pregunta Gelda al pasar, y me pongo roja como un tomate, pero la verdad no me arrepiento de hacerlo—. Oye, ¿me prestas a tu novia para bajarle lo borracha con baile?
Meliodas frunce la boca, mira mal la pista improvisada, y al ver ahí a Diane simplemente asiente y se apoya contra la pared. Yo le lanzo un beso al aire, me tomo de la mano de mi amiga, y dejo que me guíe al centro, donde veo con sorpresa a varias personas que no esperaba. Elaine y King están aquí a pesar de ser graduados, y bailan muy bien, aunque de forma algo anticuada. Jenna y Zaneri bailan con un chico llamado Theo que creo es novio de la primera, y del otro lado veo a Sariel con alguien más, un chico guapo y musculoso que me hace pensar que mi amigo es gay. Veo a Estarossa y a varios de la manada saltando como si fuera la mejor forma de cazar porristas, y finalmente, a Gowther, aunque no me atrevo a acercarme para hablar con él. No hemos vuelto a ser los mismos desde el juicio de la manada.
No voy a pensar en eso. Hoy, nada me puede hacer enojar, solo quiero divertirme. Solo quiero bailar y tentar a mi novio, que lleva un récord perfecto de tres días sin insinuarme nada sexual. Agito las caderas de modo provocativo, mis hombros se mueven igual que mi cabello, y él solo se ríe, tirando de sus propios mechones rubios mientras clava su ardiente mirada en mí y se muerde el labio con demasiada fuerza.
—¡Ven! Meliodas, ¡ven acá! —Por fin me hace caso, y empezamos a bailar ondulando nuestros cuerpos cerca del otro, pero sin realmente tocarnos. Me ha tratado como porcelana desde que me puse el dispositivo, ya va siendo hora que recuerde cómo morder. Me abrazo a su cuello, le planto un beso en la boca, y me corresponde con tanta fuerza que hace que me arqueé hacia atrás.
—¡Oigan! ¡Dejen eso, que es muy temprano! —dice King.
—¡Sí! —replica Diane—. ¡Es momento de bailar! —Y los seis terminamos formando un círculo que dura hasta que la fiesta comienza a decaer. No recuerdo la última vez que me divertí tanto. Cuando la cosa se calma, la primera de mis amigas en despedirse es mi querida Gelda.
—¿Están en sus cabales para salir a la calle sin peligro?
—Claro que sí —Le respondo hablando un poco lento—. Mi Meliodas me lleva.
—Tomaremos un taxi, gracias por tu preocupación. —Mi hermoso lobo. Él no se puede embriagar. Tiene una resistencia demasiado alta, y yo le agradezco, porque esta noche será el responsable de los dos.
—Muy bien. Entonces, adiós Ellie.
—Adiós, Geldita. Descansa. —Y ella me sonríe de una forma que no sé qué significa. Lo mismo va pasando poco a poco con todos, y cuando creo que ya están por apagar las luces, de pronto veo que las ponen suaves y que al fin han atendido a mi petición de poner baladas.
—¿Quieren un poco de café, algo de comer o un vaso de agua? —Nos pregunta Zaneri, y yo casi quiero darle un beso, de tan atenta que ha sido hoy con nosotros.
—No gracias, querida —responde mi novio por mí—. Creo que llevaré a mi chica a un último baile, y después nos iremos de aquí.
—De acuerdo. Cuídense mucho, y avísenme si necesitan cualquier cosa. —Se aleja para ayudar a los demás invitados, vamos para el centro de la pista, y súbitamente es como si estuviéramos sólo Meliodas y yo.
—¿Te divertiste, Ellie? —Me pregunta tomando mi cintura, y hasta se me despeja la cabeza, tan súbito es el cambio de energía entre los dos.
—S... sí. Muchas gracias por... —Su seducción no para ahí. Me pega a su cuerpo, toma mi mano, y comenzamos a bailar juntos un vals que sólo oímos en nuestras cabezas.
—No creas que no sé lo que hacías —susurra en mi oído discretamente—. Esta me la vas a pagar. Aún no se ha cumplido la semana para que podamos tener sexo, pero créeme: cuando llegue el momento, me voy a vengar. —Mi corazón y mis entrañas se derriten al escucharlo decir eso, y tiene que llevarme casi cargada para que podamos salir de este lugar y pedir un auto a casa. Las estrellas en el cielo son demasiado hermosas. Me pregunto si podré conservarlas en mi memoria junto a mis momentos con él por lo que me reste de vida.
*
Gelda supo que había llegado la hora de irse en cuanto llegaron las baladas románticas y, completamente satisfecha de haberse divertido ese día como una chica normal, salió tratando de dejar sus preocupaciones atrás. Sólo lo logró a medias. Estaba feliz por Ellie, ver que estaba bien y que nada extraño había vuelto a ocurrir la calmaba. Por otra parte, consideraba no decirle lo ocurrido el día de cacería como una traición, e ignorar lo que pasó no hacía que las preguntas desaparecieran. Meliodas parecía tenso, como si estuviera vigilando pero tratando de que no se notara. El resto de sus amigos no parecía tener idea, y la rubia sintió algo parecido al alivio ante la perspectiva de lidiar con el extraño sonambulismo de Elizabeth sólo entre ella y su novio. Sí, era mejor si nadie más estaba enterado. Era mejor dejar que las cosas siguieran su curso.
—Cazadora —La misteriosa voz la tomó tan de sorpresa que incluso la hizo saltar. Se giró a gran velocidad sacando su navaja de plata de la manga del vestido y, al ver los brillantes ojos verdes destellando en la oscuridad, supo que había hecho bien. Era un lobo. No creía haberlo visto antes en la escuela, pero definitivamente lo era. Las cosas le quedaron más claras cuando él abandonó las sombras y se plantó ante ella en su pose más intimidante—, te haré esta advertencia una sola vez: aléjate de mi hermano y su mate, o tendré que venir a recordarte por qué tu clan aún nos teme. —Unos segundos de silencio, una brisa fría, y súbitamente ella rió, guardando el arma y dando unos pasos hacia el joven lobezno.
—Ah, ya entiendo. Tú debes ser Zeldris, ¿verdad? Mucho gusto. Mi nombre es Gelda Edimbugh, y déjame decirte que estás más que confundido si crees que el problema aquí soy yo. No soy tu enemigo, y si quieres ayudar de verdad a Meliodas, te recomiendo que vayas a hablar con él y le digas lo que sabes antes de que cometas un error que lo vaya a perjudicar.
—Sé lo que pasó la última noche de cacería. —declaró el pelinegro, y la joven se quedó quieta escuchando lo que estaba por venir.
—¿Sí? ¿Y que concluiste?
—No sé lo que le pasa a Elizabeth, o qué relación tiene con la Bestia. Pero sí sé esto: no volveré a permitir que mi hermano sufra de esa forma. Si se la quitan, morirá. Y ese riesgo se vuelve más real si una cazadora está tras su rastro. Por última vez, déjalos en paz. Permite que ellos resuelvan sus cosas, y apártate de esto, o te voy a arrancar la lengua de esa bonita boca antes de que puedas hablar.
—Vaya, ¿así que mi boca es bonita? —Había una amenaza de muerte tras esas palabras, pero Gelda apenas se asustó. El desafío le parecía excitante, y se acercó aún más al lobo, hasta casi estar pecho contra pecho—. Gracias por el consejo. ¿Algo más que deba saber?
—Sí. El fin de semana tendrá lugar otra cacería, la más importante del año, pues es la de octubre. Será mejor que no estés ahí cuando salga la manada. Si llego a verte, me aseguraré que nadie más lo vuelva a hacer. No tienes idea de los extremos que estoy dispuesto a llegar para proteger a esos dos.
—Interesante. Entonces, ¿te harás cargo de la bomba de tiempo llamada Elizabeth Liones?
—Pienso protegerla con mi vida. Mi única misión será que esté a salvo, y eso comienza apartándola de ti.
—Ya veremos —le respondió desafiante, y acto seguido le dio la espalda ondulando las caderas de modo sensual—. Está bien, me haré a un lado. Pero déjame advertirte esto: antes de que termine su cacería de Halloween, serás tú el que me venga a buscar. No soy tu enemigo, y te darás cuenta de cuanto les hago falta cuando las cosas se salgan definitivamente de control. Buenas noches, Zeldris.
—Adiós, cazadora. —Y cada uno se perdió en la oscuridad, pensando en lo poco que en realidad querían cumplir sus respectivas amenazas.
***
Hehe, ¡boo! *0* Escalofriante, divertido, sexy, ¿a que todos amamos la temporada de Halloween del cocoverso? Fufufu ^u^ Espero que les haya gustado este capítulo super especial, le puse mucho corazón y muchas palabras, dos narraciones en primera persona y, por fin, nuestro primer encuentro del ship Geldris *u* ¡más fufufu! El Halloween se adelanta en esta bonita historia, así que prepárense, porque lo que se viene es más espeluznante de lo que se puedan imaginar.
Por hora debemos dejarlo aquí pero, antes de despedirnos, es hora de pasar al secreto de este capítulo: ¿Sabían que los sabios del bosque también llamados druidas en verdad tenían rituales que los ayudaban a entrar en trance? La referencia originalmente la saque de mi show de drama sobrenatural favorito XD pero la investigación posterior rebeló cosas aún más macabras que no pondré aquí por falta de tiempo, fufufu *w*
Les mando un beso, un abrazo y, si las diosas lo quieren, nos vemos la próxima semana para más <3 Posdata: dicho show es Teen Wolf, disponible en Netflix si se les antoja más historias de hombres lobo ^w^
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