24 Aquelarre
Hola a todos, aquí Coco, quien les debía un capítulo nuevo de esta obra desde la semana pasada XP y pese a no ser otoño, está tentada de seguir escribiéndola durante sus vacaciones de verano, fufufu<3 Es que, el asunto se está poniendo muy interesante *w* No me hagan caso, aún estoy terriblemente indecisa sobre qué obras continuar para junio y julio XD pero como lo prometido es deuda, pues vengo con mi entrega dominical de historias lobunas para hacerlos sonreír y revolverse en sus asientos de gusto ^u^
Llegó la hora de un nuevo personaje, del encuentro de la cazadora con nuestro lobo, y la primera señal que nuestra querida Eli ve de que está cambiando. ¿Acaso ella terminara por convertirse en bruja? ¿Los misteriosos acontecimientos se deben a algo más? *_* Bueno, si quieren saberlo, ya saben qué hacer °u^
*
Elizabeth despertó sin saber muy bien dónde estaba. El lugar era demasiado oscuro, todo estaba en silencio. Su cuerpo estaba algo entumecido pero, al mismo tiempo, se sentía de forma maravillosa. En el sueño, ella había logrado encontrar a su mate al final. La pesadilla se fue en cuanto se sintió a salvo en sus brazos y, aunque no la recordaba toda, sabía que dormida o despierta él siempre estaría ahí para cuidarla. Poco a poco fue tomando conciencia de su entorno, y cuando reconoció el color de las paredes y la ventana, sonrió: era el cuarto de Meliodas. Se giró lentamente, notando además que estaba desnuda, y cuando acabó de voltearse, ahí estaba. Sus ojos como esmeraldas brillaban en la oscuridad, la contemplaba con una expresión de posesión que la intimidó un poco. Luego sintió su cálida mano sobre su cadera, y entonces comenzó a reírse juguetona.
—¿Tan difícil fue pasar una noche sin mí que tenías que secuestrarme? —Él abrió los labios un segundo como si fuera a decir algo, pero después pareció pensarlo mejor y simplemente le sonrió con ternura mientras deslizaba sus dedos a lo largo de su cuerpo y terminaba posando la palma sobre su rostro. Él también estaba desnudo.
—No es que te quiera desmentir, en serio lo habría hecho. Pero en esta ocasión me meto que fuiste tú quien vino a mí. —Estas palabras la desconcertaron por completo, e intentando analizar el rostro del rubio en la penumbra, se acercó más para mirarlo con interés.
—Ay no —dijo preocupada—. No me digas que estuve caminando dormida. —No era la primera vez que sucedía. Cuando era pequeña, ella sufrió uno de los casos de sonambulismo más raros que se habían visto. Se levantaba en la noche para meterse al cuarto de su padre, para bailar sola en la sala, e incluso una vez se comió una rebanada de pastel de chocolate entera antes de despertar. Al ver la expresión de su novio, no tuvo ninguna duda de que algo así era exactamente lo que había ocurrido.
—¿Ya te había pasado antes?
—Algunas veces. Pero no creí que mi mal de la infancia volvería a estas alturas. ¿Hice alguna cosa rara? —Correr descalza en el bosque, bailar bajo la luna, copular con él entre risas dementes. Sin embargo, Meliodas decidió callarse todo. Cerró los ojos, limpio su mente de cualquiera de esos pensamientos para que ella no los descubriera, y le respondió con otra verdad a medias.
—¿Además de venir y saltarme encima? No, creo que no. —Ella se soltó a reír con fuerza tras este comentario, y le dio golpes juguetones en el pecho mientras trataba de soltarse de su agarre.
—Que gracioso. ¿Y me vas a decir que yo me desnudé solita?
—Dejémoslo en que cooperaste mucho. —Acto seguido el rubio la pegó a su cuerpo, y ella tuvo que resignarse a que, por el momento, sería imposible escapar de él. Y la verdad, tampoco quería hacerlo. Se entregó a sus caricias mientras percibía el olor a bosque emanando de su piel, y medio adormilada, siguió hablando para interrogarlo.
—¿Cuándo llegaste?
—No tiene mucho. Estoy desnudo porque apenas dejé mi transformación.
—Que conveniente —Él no pudo evitar reírse también, y besó su frente con adoración mientras los latidos de ella se iban sincronizando con los suyos—. Esto, ¿tú y yo hicimos...? Ya sabes.
—Ah. Bueno, no exactamente. —Eso también era medio verdad. Lo que ella quería preguntar era si "hicieron el amor". Meliodas no sabía bien lo qué fue lo que hicieron, pero en definitiva no se parecía a eso. Luego ella volvió a hablar quedamente, y lo que dijo encendió un fuego en su interior que era la llama cálida que él tan bien recordaba.
—¿Quieres que lo corrijamos? —No tuvo que decir más. Meliodas se lanzó a besarla con intensidad, giró en la cama para quedar encima de ella, y comenzó a besar cada centímetro de su cara y pechos. Elizabeth no paraba de reír, sus risas y gemidos llenaban los oídos del rubio, quien casi llora de alivio al ver que otra vez era ella misma, y que estaba bien. Abrió sus piernas con gentileza, colocó su virilidad en su entrada y, con un asentimiento por su parte, la tomó poco a poco. La peliplateada se arqueó al sentirlo tocar su fondo, lo abrazó mientras él la embestía, todo con tal lentitud y ternura que, para cuando terminaron, ambos estaban medio dormidos. La joven se acercó para besar la comisura de sus labios y, así abrazados, pasaron las horas hasta que por fin amaneció.
*
¡Que noche! No puedo creer que me dio un episodio de sonambulismo, ¡qué vergüenza! Meliodas debe creer que estoy medio loca, espero no haberlo asustado. Pero, ¿qué tonterías estoy diciendo? Nada puede asustarlo, es un hombre lobo, por todas las diosas. Me miro en el espejo tratando de peinar mi alborotado pelo, y me sorprendo un poco al ver las evidencias de mi paseo nocturno. Tengo las plantas de los pies llenas de tierra, me pregunto si habré salido al jardín buscándolo y fue cuando él me encontró. Se lo preguntaré luego.
También tengo que preguntarle por mi bata favorita, no le creo eso de que yo me desnude solita. Me río un poco, me ruborizo al recordar la forma en que desperté esta madrugada, y entonces me meto bajo el grifo de la ducha con el agua fría a todo lo que da para evitar arder en combustión espontánea. Oh por las diosas, ¡cómo me pone! Gracias al cielo que mi cita para colocarme el dispositivo es mañana, no sé cómo hemos sobrevivido hasta ahora con el condón como único método anticonceptivo. Me quedo quieta un segundo, fantaseando con un embarazo que aún no deseo que pase, y apenas puedo contener el grito de emoción que me brota del pecho al imaginarme cargando un pequeño de ojos verdes.
La idea de tener a los cachorros de Meliodas es...
¡No, no, no, no y no! Es demasiado pronto para que ocurra, ¿pero qué diablos me pasa? Además no serían sus cachorros. Soy humana, y el término correcto sería "nuestros hijos", ¿o no? Por favor, ¿por qué estoy pensando en eso a estas horas? Tengo que bajar pronto para tomar el té de Gelda, o si no, no sé lo que podría llegar a pasar. En cuanto recuerdo a mi amiga, mis ánimos suben un poco. Me pregunto si su compromiso familiar habrá ido bien, ¿será muy pronto para que le pongamos fecha a nuestra próxima pijamada? Decido que le mandaré un mensaje en cuanto llegue a la escuela, pero por ahora, mi principal objetivo es concentrarme en no repetir lo que sea que haya pasado anoche.
¡No más pastel antes de dormir! Eso debió ser, exceso de comida y demasiadas películas de terror. Pero claro, Halloween se acerca cada vez más, ¿cómo no estar a tono cuando en este pueblo esa fecha es tan importante? Termino mi baño, me arreglo lo mejor que puedo antes de irme, y como toque final me coloco un prendedor en forma de calabaza en el pelo. Sí, el Halloween se acerca. Me pregunto si es verdad que cosas mágicas están por ocurrir.
*
El viaje a la escuela fue tan normal como siempre. Meliodas y Elizabeth se montaron en la bicicleta disfrutando el aire frío de octubre, pero en cuanto estacionaron y se apearon listos para ir a la entrada, ambos vieron algo que los detuvo en seco. O más bien, a alguien.
—¡Gelda! —La albina se soltó de su novio para correr hacia los brazos de la rubia, quien la abrazó con tanta fuerza que por un segundo le sacó el aire.
—Oh Eli —dijo ella en un suspiro—, que bueno que estás bien.
—Claro que sí —respondió Elizabeth completamente confundida—, ¿por qué no lo estaría? —Esta vez fue el turno de la ojiroja para mostrarse perpleja y, tras intercambiar unas miradas con el novio de su amiga, supo de inmediato que este aún no le había contado nada. Y pareció furiosa por eso—. ¿Gelda?
—No, no es nada. Solo... pensé que tal vez seguirías molesta por la cancelación de nuestra noche de chicas.
—Claro que no. Después de todo, dicha noche aún está por ocurrir, ¿verdad que sí?
—Cierto —Aunque la albina no pudiera percibirlo, el agudo instinto de Meliodas se lo confirmaba. Tras aquella sonrisa resplandeciente, la rubia estaba verdaderamente furiosa—. Bueno, lo planificamos luego. Vete adelantando a nuestra clase de química, acabo de recordar que dejé mi libro en el auto.
—¿No quieres que te espere?
—No, no te preocupes.
—De acuerdo —entonces la albina volteó a ver a su novio, quien le sonrió con la misma naturalidad de quien no le preocupa nada en el mundo—. Nos vemos en la hora de descanso, Mel.
—Está bien. Adiós cariño. —Acto seguido le robó un beso tras el cuál quedó flotando en las nubes, alejándose con la inocencia de quien no se ha enterado de nada. Apenas fue seguro que Elizabeth ya no podía oírlos, ambos rubios entraron en modo defensivo y atacaron al otro con palabras afiladas.
—De acuerdo cazadora, habla. ¿Qué demonios pasó y de qué forma estás involucrada? —Ella lo miró con una expresión furiosa y prácticamente le gruñó su respuesta.
—Yo podría preguntarte lo mismo, lobo. ¿por qué carajos involucraste a Eli en uno de sus extraños rituales? No habría problemas si ella fuera de tu especie, pero es solo una humana, así que estaría mejor si estuvieras...
—Wow. Alto, para tu carro —La ira que sintió Meliodas se vio eclipsada por el creciente pánico, y detuvo su tren de pensamiento para tratar de recordar lo que sabía sobre los rituales de sangre—. ¿De qué rayos hablas? Yo jamás involucraría a Eli en nada de eso. Ella no ha estado en ningún maldito ritual.
—Tiene que haberlo estado —replicó la chica de trenza súbitamente confundida—. Tenía todas las características. No fue sonambulismo, es obvio que lo que pasó ayer fue porque una fuerza sobrenatural tomó posesión de su cuerpo —Meliodas no podía evitar estar de acuerdo, y cuando Gelda notó su expresión, puso los brazos en jarra y lo fulminó con la mirada—. Así que confiesa, ¿qué fue lo que le hiciste?
—¡No hice nada! Te lo juro, no tengo idea de porqué sucedió esto. Ella no ha estado en ningún ritual. —La rubia se quedó atónita ante esas palabras pero, aunque en el fondo sintió que le creía, hizo grandes esfuerzos por no demostrarlo tan fácilmente.
—Tu clan tiene todo tipo de rituales de comunidad, desde los días de cacería, hasta la fertilización de las cosechas. De no cumplir con esto, la manada simplemente no los dejaría en paz. Vamos, haz memoria, lobo. Como mínimo Elizabeth debe haber pasado ya por alguna iniciación. —En cuanto escuchó estas palabras, un escalofrío recorrió a Meliodas y recordó cierto episodio que le había ocurrido a Elizabeth justo antes de la fiesta de cacería. "La sangre es un lazo, la sangre es un camino. Pronto serás iniciada, pequeña"
Las palabras que King Fairy había dicho en estado de trance mencionaban algún tipo de ritual. Pero, ¿a qué se refería exactamente? ¿Sería al hecho de que él la mordió para marcarla? No, no podía ser. Eso no era exactamente una iniciación, y además, había ocurrido antes de que King les dijera todo eso. Si no fue la mordida ni nada relacionado a lobos, entonces, ¿cuándo es que se había "iniciado"? Al parecer ya era hora de tener una conversación con el Guardián Oso, el único de los sabios del bosque a quien podía solicitar información. Comenzando por una explicación de porqué se encontraba en el bosque aquel día. Volvió al presente cuando la cazadora le chasqueó los dedos justo delante de las narices.
—Reacciona, Demon. ¿La has involucrado en un ritual, sí o no?
—No —dijo él con toda firmeza—. Pero... conozco a alguien que podría saber si ha estado en uno. —La rubia lo miró tratando de detectar una pizca de falsedad, y al no hallarla, suspiró con resignación.
—Bueno, pues averígualo. En todo caso, creo que lo mejor será preguntarle a Eli si...
—¡No! —gritó él al borde del pánico—. ¡No te atrevas a decírselo, ella no puede saber lo que pasó!
—¿Qué? ¿Por qué?
—Solo... no y ya.
—Esa no es una respuesta. Dime por qué, o ahora mismo voy y la saco de clase para contarle.
—¡Está bien! —A Meliodas cada vez le gustaba menos aquella chica. Sin embargo, fue la única persona que pudo ayudarlos la noche anterior. Pese a lo que pensara de ella, tener a otra persona de su lado para proteger a Elizabeth era algo que lo beneficiaba. Decidió mantener las cosas simples y decirle toda la verdad, lo creyera o no—. Estoy asustado, ¿de acuerdo? No es un secreto que mi clan ha prohibido que nos emparejemos con humanos por generaciones. Nosotros somos una excepción a la regla, una rara que ellos apenas toleran. Pero eso no es lo peor. Sé que están vigilándonos constantemente, y si alguien de la manada se entera de su extraño comportamiento, su vida podría estar en peligro. —Un tenso silencio se hizo tras estas palabras, y la cazadora tuvo que admitir, aunque fuera a las malas, que él tenía toda la razón.
—Comprendo —dijo tratando de poner fin a aquella charla. Ni siquiera habían empezado a hablar sobre la Bestia—. Está bien, no diré nada, pero pienso que tú deberías...
—Hay otro motivo.
—¿Otro? Pero, ¿qué podría ser más importante que eso? —Un suspiro tembloroso dejó el pecho del más bajo y, antes de decirlo, miró hacia el edificio donde estaba resguardada la persona que más amaba.
—No quiero que ella contemple siquiera la posibilidad de convertirse en bruja. No me importa el origen de su clan, no me importa la enemistad de nuestras familias, o incluso la maldición. Pero si ella despierta alguna clase de poderes y se une a un aquelarre... ese sería el fin para nosotros.
*
—¿Seguro que puedes hacerte cargo sola, Eli?
—Claro Zaneri, no hay problema. Solo tengo que acabar de trasplantar a estos retoños, terminaré en un momento.
—Esa es mi chica —dice Jenna guiñandome un ojo—. Nuestro amigo del club de biología debería llegar en cualquier momento para llevarlos a su salón. No lo hagas esperar demasiado, y ofrécele una taza de té antes de marcharse, ¿vale? —Siento que mi amiga está tratando de emparejarme contra mi voluntad, pero como es obvio que no conoce a mi novio, me permito una risa nerviosa que la deja con esperanzas vanas.
—De... de acuerdo. Así lo haré.
—Recuerda —me repite Zaneri antes de marcharse—. Se llama Sariel, es un joven bajito de cabello azul claro, y solo viene por los brotes verdes y esos maravillosos guisantes que lograste hacer germinar la semana anterior. ¡Nos vemos luego! —Me ruborizo, sintiéndome orgullosa del trabajo que tan bien me ha salido durante mi corto tiempo en el club, y en cuanto me dejan me concentro completamente en el cuidando de nuestro invernadero.
¡Vaya! Quedé tan absorta por él que incluso se me ha olvidado preguntarle a Zaneri por un té contra sonambulismo. Bueno, ya será mañana. Por ahora solo quiero disfrutar de este momento, terminar las tareas que me asignaron, y luego recoger y limpiar todo. Justo cuando estoy terminando de mover los retoños de cierta flor azul que me gusta mucho, me doy cuenta de que uno de ellos se ha secado. Mi corazón se enternece, no sé porqué, ante el triste bracito marrón. Tal vez podría salvarlo si lo cambio de maceta.
—Pobrecito. Ven, déjame cuidarte —Tomo la raíz con cuidado, pongo en tierra nueva en su espacio, y remato colocando mis manos sobre él como si estuviera dándole calor. No sé porqué hago esto, ¿tendrá sentido hacerlo?
Y entonces sucede.
¿Qué me pasa? Siento algo extraño dentro de mí. No puedo explicarlo, pero es como si hubiera tomado cinco tazas de café de golpe. Me siento asombrosamente lúcida, llena de energía, incluso diría que... poderosa. Y por alguna razón inexplicable, siento que sería capaz de lo que sea, incluso de revivir esa flor. Cierro los ojos, me concentro en la pequeña vida entre mis manos y, sintiéndome un poco tonta, le ordenó mentalmente a la planta que crezca. Vamos plantita, crece, crece. Me río de mi intento infantil de hacer magia, pero cuando abro los ojos y veo el resultado de mi obra... apartó las manos de golpe y retrocedo hasta la pared completamente aterrada.
La planta, ¡está creciendo!
Su brote se eleva a un ritmo alarmante, y no puedo dejar de temblar mientras que del bulbo hasta unos segundos antes muerto nace un capullo azul, redondo y perfecto. Lo que hay ahora en la maceta es un enorme ramillete de hortensia, pero en vez de sentirme orgullosa o extasiada por su belleza, lo que siento es que me voy a desmayar.
No... no, no puede ser. ¡¿Por qué?! ¿Qué significa esto? Oh no, ¡¿qué pensará Meliodas si se entera?! Su familia, ¿qué pasará si la manada se entera? No, no pueden saberlo, ¡pensarán que soy una bruja! ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡¿Qué hagoooo?!
—¿Señorita?
—¡Kyaaaaah!
—¡Aaaaay! —gritó con fuerza al oír la voz desconocida, y cuando veo que quien ha hablado es un muchacho real, mi terror se convierte rápidamente en vergüenza. Oh cielos. Le he tirado por accidente la maceta con tierra vieja encima, y ahora ambos estamos en el piso hechos un desastre y tratando de recobrar el ritmo de la respiración—. Oiga, ¿por qué ha gritado así? ¡Me asustó!
—Dis... ¡discúlpeme! —Me levanto lo más rápido que puedo tratando de no temblar, y en cuanto lo ayudo a ponerse de pie también, me regala una sonrisa amable.
—Bueno, supongo que también es mi culpa, debí tocar. Es que Jenna y Zaneri me dijeron que simplemente pasara a recoger los brotes. ¿No le molesta, verdad? —Miro con detenimiento a mi invitado inesperado y, al recordar lo que me encargaron las chicas, me apresuro a sacudirme y extenderle la mano para saludar.
—No, para nada, siento mucho lo ocurrido. Esto, ¿usted es Sariel?
—Para servirte. ¡Wow, mira eso! —dice súbitamente mirando algo que está a mi espalda—. ¡Es asombroso! ¿Qué clase de brujería es esa?
—¡¿Eeeeeh?! —grito de nuevo, y ahora sí siento que me voy a desmayar. Está señalando la hortensia que acabo de hacer crecer con magia—. No, no es ninguna brujería, yo solo...
—Calma —dice con aire juguetón—. Era solo una forma de hablar. Lo que quiero decir es que me sorprende que alguien haya logrado hacer florecer estas tan pronto. ¿Tú lo hiciste?
—Pues... sí.
—¡Estupendo! —exclama de nuevo mirando mi flor azul con ojos brillantes—. Oye, ¿no te interesaría compartir tus técnicas en el club de biología? Necesitamos con urgencia a alguien de tu talento en mi aquelarre.
—A... ¿aquelarre? —pregunto tratando de ocultar mi ignorancia, y aunque por un segundo me parece que Sariel ha puesto una cara extraña, se apura a explicarme algo que me deja volando la cabeza.
—Otro modismo, no te preocupes. Normalmente se le dice así a un grupo de brujas, pero aquí tiene un significado un poco diferente. Lo que pasa es que por esta zona hay muchas familias que descienden del clan Goddess, el cuál es conocido por los rumores de tener muchas de esas. Por supuesto, son puras patrañas. Pero es divertido bromear con eso cada vez que encontramos algún parentesco entre compañeros de clase. Dime, ¿tú de qué familia eres?
—¿Yo? Bueno, soy Li... Liones —La duda en mi propia voz me pone un poco triste, pero mi nuevo amigo parece pasarlo por alto, y asiente con la expresión de quien se cree un gran conocedor.
—Mhm, ya veo. Déjame adivinar, ¿interés por la naturaleza, la ciencia y la medicina?
—¡Vaya! Pues sí, has acertado casi en todo.
—¡Lo sabía! Entonces, felicidades: eres tan bruja como yo —dice con una expresión de orgullo, y no puedo evitar sonreír, tan feliz parece de haber encontrado una relación conmigo—. Tal vez sí seamos familia. Quién sabe. Supongo que solo el profesor Ludociel podría estar seguro.
—¿Ludociel?
—Ajá. Es el que daba historia antes de Dreyfus, y no conozco a nadie que sepa más sobre el pueblo que él. Bueno señorita, me tengo que ir. Si me dejas llevarme estas cosas...
—¡Ah! Sí claro que sí —Le ofrezco la caja donde he preparado los botones, y antes de pararme a pensar si está bien involucrarme en esto o no, le suelto mi nombre y el deseo que he tenido desde que llegué a Black Valley—. Disculpa, ¿Sariel? Me llamo Elizabeth. Y si quisieras contarme más sobre los aquelarres, las familias y eso... bueno, me encantaría que nos viéramos de nuevo.
*
¡Y shaaaaaa! *0* Una vez empezado el viaje, ya no hay retorno, así son las cosas en el mundo espiritual, fufufu. ¿Que les pareció este retorno después de un mes? ¿Les emociona la perspectiva de ver más de Sariel, Ludociel y el resto de ángeles? Yo por mi parte moría por comenzar la transformación de Eli en bruja, aunque claro... tal vez no sea eso en lo que se convierta *w* Y ahora, vamos al secreto de este capítulo: ¿Sabían que aquelarre si significa literalmente grupo de brujas? Que quede en claro que en esta obra nos referimos tanto a brujas malas como buenas UwU no solo a las primeras. Además, como dijo Sariel, se trata de familias, y estamos por averiguar un par de cosas interesantes al respecto ^u^
Y eso sería todo por ahora cocoamigos. Los amo mucho, les mando un beso y, si las diosas lo quieren, nos vemos la próxima semana para más <3
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