21 Cazador y presa - Inicio de la Segunda Parte
Hola a todos, aquí Coco, quien desearía de corazón poder tener más días de vacaciones TuT pero como no, planea usar sus últimas horas de domingo para disfrutarlas con todos ustedes <3 En el capítulo de hoy tendremos la presentación de un nuevo personaje en la historia, el mismo que ayudará a nuestros protagonistas y también se convertirá en su reto. Es tan importante en la trama, que incluso escucharemos sus pensamientos de vez en cuando de la misma forma que escuchábamos los de Eli. Llegó la hora de conocer más de los cazadores y del misterioso consejo de ancianos *w* Okay, creo que estamos listos para más aventuras lobunas, y siendo así, solo queda una cosa por decir: ya saben qué hacer >u<
¡MUCHAS GRACIAS POR LLEGAR A LA SEGUNDA PARTE CONMIGO! <3
***
Abro la puerta de la que será mi nueva casa, y me deleito con el sonido que hacen las llaves en mi mano al momento de entrar. Tardé mucho en lograrlo, pero por fin, después de años de estar bajo la constante vigilancia de mi padre, gané la confianza suficiente para empezar una misión por mi cuenta. Por fin tengo un lugar al que puedo llamar mío. El departamento es pequeño, blanco y aséptico como nuestros cuarteles, pero al menos está amueblado, y sé que este frío se irá en cuanto encienda la calefacción y le de un toque hogareño.
Pongo mis bolsas con víveres en la cocina, enciendo la cafetera, y me permito sentir un poco de nostalgia por la vida que dejé atrás. Es irónico, ya que no podría decir que la extraño de verdad. Somos un clan fuerte, digno, estoy verdaderamente orgullosa de formar parte de él... pero no sé si a lo que somos se le puede llamar familia. Mi padre, como líder que es, no podía mostrarse negligente con nosotros. Mis hermanos y yo nunca fuimos precisamente unidos. Aquel lugar era tan frío como esta casa. Me reprendo a mí misma mientras me dejo caer en el sofá y suelto un largo suspiro. Aún así, era un hogar. Me pone un poco triste pensar que tal vez vengo aquí a destrozar el de alguien más. Saco los papeles con la información que recibí, y vuelvo a leer el nombre de la persona que va a ser mi objetivo.
Con que Elizabeth Liones. No parece una persona extraordinaria. Ésta pálida chica me mira con unos ojos enormes y azules desde su fotografía, y vuelvo a sentirme mal por lo que tengo que hacer. Ella no tiene la culpa de nada: ni de la violencia entre familias de lobos, ni de la ambición de los ancianos del consejo, ni del rencor de las familias de brujas, y mucho menos es una amenaza para el clan de cazadores. ¿O sí? Después de todo, me enviaron aquí tratando de averiguar en qué se convertirá después de que su mate la marcó.
Es la primera vez que algo así ocurre desde el inicio de la maldición de los Demon: un humano y un lobo juntos. ¿En verdad ella será la "Dame Blanche" de las leyendas? Por más que la miro, lo único que veo es a una inocente chica de preparatoria que tuvo la mala suerte de nacer entre familias poderosas. Justo como yo. La calefacción lleva rato encendida, pero no puedo quitarme el frío de los huesos. Claro, ¿cómo podría? Vive en mí, de la misma forma que vive el sangriento código de mi clan.
Somos cazadores. Y cazamos a quienes nos cazan.
*
Elizabeth estaba en la cocina tarareando mientras preparaba el almuerzo que ella y Meliodas se llevarían a la escuela ese día. De nuevo era lunes, pero ni siquiera eso podía romper la burbuja de felicidad en su pecho. Había sido un fin de semana perfecto, y aunque no podía estar cien por ciento segura, la albina presentía que tras lo que pasó en la Fiesta de Cacería las cosas iban a ser muy diferentes para los dos. Ella misma se sentía diferente. Más segura de sí misma, más viva. Más poderosa. Ya jamás volvería a ser solo un ratón de biblioteca.
Aún había muchas cosas misteriosas que resolver sobre lo que pasó: la extraña profecía que King había soltado estando en trance, la última conversación que tuvo con el señor Escanor, y el misterioso pasado de la familia Danafor, del cuál aún no había hablado abiertamente con su novio. Pero no tardaría mucho en hacerlo. Después de todo, ahora se sentía lo suficientemente fuerte como para ir en busca de respuestas, y además el esfuerzo de Meliodas había conseguido que ella por fin se encontrara libre del temor de ser perseguida. Estaba pensando en una forma romántica de plantearle a su mate todos aquellos temas, cuando de pronto algo extraordinario pasó: al estirar la mano para tomar el frasco de hierbas que necesitaba, este se había deslizado solo sobre la barra hasta llegar a sus dedos.
—¿Qué...? —Se quedó completamente de piedra, helada en su lugar sin comprender lo que acababa de pasar, y sintió cómo su piel se entumecía alrededor del vidrio. ¿Qué acababa de pasar? Un tremendo escalofrío recorrió su cuerpo hasta la punta de sus cabellos y, sin poder decidir si aquello había sido real o no, se puso completamente en alerta a la espera de algún otro fenómeno extraño. Sin embargo, nada pasó. Se quedó ahí, con el tarro transparente aún sin abrir, cuando una voz inesperada la hizo saltar del susto.
—¡Ellie!
—¡Kyaaaa! —Tomándola por sorpresa, el rubio la abrazó por la espalda mientras reía.
—¿Qué pasa? ¿Te atrapé haciendo algo malo?
—No. Eso no es lo que... Oye, ¡no hagas esas travesuras tan temprano!
—Oh Eli, eso no no es una travesura —dijo mientras su risa se detenía y el tono de su voz se volvía grave y sedoso—. Esto sí —Con la confianza de quien se sabe dueño de algo, el rubio llevó las manos a sus pechos y comenzó a masajearlos con suavidad—. ¿Sigues pensando que no debería ser travieso tan temprano? —Por respuesta, ella cerró los ojos, se pegó más a él, y lo dejó hacer, contenta de sentir el reconfortante calor de su cuerpo y sus caricias.
—Tramposo. —Más risas, luego sus dedos le sujetaron sutilmente la barbilla, y su novio le giró el rostro para besarla al tiempo que volvía a abrir la conexión entre los dos para que experimentara la misma felicidad que él. Vaya que era un juego peligroso, pensó ella. Meliodas había estado practicando el "encender y apagar" su conexión a través del lazo del mate, y ahora, podía tomarla por sorpresa de un momento a otro. La privacidad mental que tanto le había pedido parecía tener sus desventajas.
Debido al lazo, sus mentes siempre tendían a estar de algún modo "sincronizadas". Podían indagar los pensamientos del otro, sentir sus emociones, y aunque a ella le parecía algo natural y muy romántico, de vez en cuando recordaba que era humana, y que eso en realidad no era normal. Meliodas le había prometido hacer algo al respecto, pero al final, había tenido tanto éxito que ahora una de sus actividades favoritas era acechar por la casa a la espera de sorprenderla. Al final no había dejado de ser presa, y eso ni siquiera era lo peor. Lo peor era que, en realidad, a ella le gustaba ser atrapada de esa forma. Él debió percibir aquel pensamiento, porque de pronto toda la actitud juguetona se esfumó y apretó su carne un poco más intensamente.
Su cuerpo reaccionó de inmediato, simplemente no podía evitarlo. Proyecto las caderas hacia atrás acomodando la curva de su trasero entre las piernas del rubio, que con un gruñido volvió a besarla, esta vez de una forma mucho más apasionada y voraz. Debía de ser ilegal besar de una forma tan ardiente a esa hora del día. Su lengua aún sabía a menta por la pasta de dientes, su cabello seguía ligeramente húmedo por el baño, y no necesitó tener el sentido del olfato de un lobo para poder decir que olía exquisito. En cuanto se les acabó el aire y tuvieron que separarse, se deleitó al comprobar que Meliodas no era el único que había aprendido un truco nuevo. Hacía poco ella había descubierto que, si lo provocaba lo suficiente, podía lograr que su lobo se transformara parcialmente con solo desearlo. En ese momento los ojos de su novio destellaban en color verde, tenía las garras desplegadas en las manos, y suspiró jadeante con una sonrisa de espléndidos colmillos.
—Tramposa.
—Ahora sabes lo que se siente. —Por toda respuesta, él volvió a besarla de forma lenta mientras se aferraba a su escote.
—Oh, no. Aquí no... tengo que parar, tengo que pa... —Pero la albina sentía que no iba a poder hacerlo.
La luna llena ya había terminado, el rito de marcaje estaba completo. Y era casi como si aquello no hubiera pasado. Siempre que estaba a solas con Meliodas, parecía que su deseo por él seguía igual de intenso. Y a él le pasaba lo mismo. Incluso sin necesidad de su transformación, tanto su lado humano como su lobo buscaban ir a su encuentro constantemente, y ella no podía evitar acudir al llamado de lo que su alma y cuerpo le pedían. Aquello la fascinaba y aterraba a partes iguales y, justo cuando pensaba que esa mañana inevitablemente ambos llegarían tarde a la escuela por culpa de sus deseos, sintió el tirón de su autocontrol siendo ayudado por el de Meliodas; ambos se separaron de forma lenta, completamente sonrojados y sonriendo sin parar.
—Tienes razón, no es el momento. Vamos Ellie, la primera clase es a las ocho. Además, Merlín bajará en cualquier instante, y no queremos que cuando venga por el desayuno nos encuentre en plena escena. —Ella rió, mitad alegría, mitad nervios, y su corazón solo volvió a la normalidad cuando él la soltó. Su chico lobo se puso en marcha de inmediato, metiendo los respectivos sandwiches a su mochila y yendo a por la bicicleta. Elizabeth le dio un último vistazo al frasco de hierbas antes de seguirlo y, aunque no sabía exactamente qué es lo que había pasado, decidió que no tenía nada que temer mientras estuviera a su lado.
*
Ella no supo decir si las clases habían pasado muy rápido o muy despacio. Cada vez que le tocaba estar separada de su mate, el calor en su piel se calmaba, sus pensamientos se aclaraban, y podía volver a ser la misma chica nerd vestida de rosa absorta en sus libros. Tranquilidad, acompañada de una inmediata sensación de vacío por extrañarlo. Sin embargo, si los dos estaban en el mismo salón, no importaba lo lejos que él se sentara, tenía que cruzar las piernas y respirar despacio para evitar arder en combustión espontánea. Especialmente después de lo que pasó en la mañana, no había forma de resistir aquella poderosa atracción. Parecía que las ascuas que se habían encendido en luna llena seguían ahí, listas para incendiarla al más mínimo roce.
Él se daba cuenta perfectamente, pero en vez de verse afectado o avergonzado por la situación, se relamía y la acechaba como la deliciosa presa que era. Cuando ella lo descubrió mirándola intensamente con sus ojos verdes, suspirando y mordiéndose el labio durante la última hora de clase, no lo soportó más. Tuvo que excusarse con la profesora, tomar sus cosas, y salir corriendo al baño para "refrescarse". No notó que había pasado de caminar a correr hasta los servicios de las canchas. Y tampoco notó que su novio había salido tras ella.
—Por favor, cálmate —se dijo a sí misma mientras se echaba agua fría en la cara—. ¡Cálmate Elizabeth! Pareciera que estás en celo.
—Es porque lo estás.
—¡Kyaaaaah! —Lo había hecho de nuevo. La tenía atrapada, acorralada, justo donde quería. No era posible. Debía haber alguna forma de negociar con aquella esencia salvaje que se había apoderado de su ser, debía poder dominarse a sí misma. La albina se obligó a pensar de forma razonable y tratar de negar lo que pasaba antes de que la necesidad la llevara a lanzarse sobre él—. ¿De... de qué hablas, Mel? Pensé que habías dicho que solo las lobas de sangre pura tenían el celo.
—Lo sé. —Sus latidos se estaban acelerando, sincronizándose con los de él, y el sonido del seguro de la puerta se escuchó con tanta claridad como si lo hubiera tenido al lado del oído.
—Dijiste que esta sensación ardiente se nos pasaría apenas terminara la luna llena.
—Lo sé. —repitió, y la mirada que dedicó a su cuerpo provocó que la humedad entre sus piernas aumentara de modo alarmante.
—Dijiste que podíamos descansar de la conexión de nuestro lazo del mate. Que podíamos tratar de ser adolescentes normales.
—Lo sé. —Su forma de caminar delataba al feroz animal en su interior, pisadas elegantes y silenciosas mientras se preparaba para atacar.
—¡¿Y entonces no te preocupa lo que pasa aquí?! —Para entonces la sonrisa del rubio era tan radiante que se la estaba contagiando a Elizabeth, atrapada entre el miedo, la lujuria y la diversión.
—Tienes razón. En realidad, no entiendo lo que está pasando, por qué no volvemos a la normalidad, o porque pareciera que ambos estamos en celo. Y sé que debería preocuparme pero, si te soy honesto, en realidad no me importa. Estoy feliz de que te estés comportando cada vez más como una loba. Te prefiero así a... de cualquier otra forma. —La pequeña pausa que hizo su novio la dejó confundida, ¿de qué otra forma esperaba que se comportara? Sin embargo, y aunque le dolió un poco la idea de que prefiriera la loba a su yo humana, tenía asuntos más importantes de los que ocuparse.
—Me... Meliodas, alguien podría venir en cualquier momento. —Él casi se desternilla de la risa ante su débil excusa, pero siguió repitiendo la frase que le había funcionado hasta entonces mientras se quitaba la mochila y la camiseta.
—Lo sé. —La sangre rugía como un tambor en los oídos de Elizabeth, y no podía apartar la mirada del marcado cuerpo de su novio.
—Solo quedan diez minutos antes de que suene la campana y todos salgan. —El rubio desabotonó sus jeans, y la pobre solo pudo tragar saliva mientras lo veía bajar el cierre.
—Lo sé. —La tenía temblando de deseo, su mirada pasó de su abdomen a su boca, y entonces notó que ya estaba a solo unos centímetros de ella. Y que no tenía ninguna resistencia.
—No... no traemos co... —Por respuesta, él le mostró el brillante paquetito plateado que siempre cargaba y le sonrió mostrando todos los colmillos—. ¿Crees que sea suficiente tiempo?
—Cariño, por tu aroma, me tomará solo tres minutos hacerte llegar. —Esa era toda la confirmación que necesitaba.
Con la misma fuerza con que dos imanes se atraen, se arrojaron a los brazos del otro y unieron sus bocas en un beso desesperado. Mientras dejaba que aquella lengua juguetona dominara la suya, Elizabeth deslizó desesperadamente sus manos por ese cuerpo que también consideraba suyo, y trató de bajar sus pantalones con todo e interiores. Cuando sus labios se separaron por falta de aire, lo primero que él hizo fue usar ese aliento para reír con un sonido cantarín de pura felicidad. Lo segundo fue tomarla de la cintura para empujarla hasta uno de los cubículos y encerrarse dentro con ella. Y lo tercero, lo más deseado por ambos, se sentó en la tapa del excusado para prepararse a recibir toda la pasión de su luna. La albina comenzó a besar cada centímetro de su rostro, restregó sus pechos contra el suyo y, cuando por fin se sentó sobre él, el lobo no pudo evitar soltar lo que llevaba pensando un buen rato.
—Me da gusto que traigas falda. Y también, que hubieras decidido esconderte aquí. —Elizabeth tardó un poco en contestar, tan ocupada estaba levantar la tela, gemir y tratar de encontrar postura sobre él.
—Por... ¿Por qué?
—Bueno, lo primero es obvio. Lo segundo, este es el baño de chicas. Siempre está más limpio que el de los chicos, y además, acaban de limpiarlos —La verdad, a ella ya no le importaba el lugar. Estaba tan necesitada que casi lo habría hecho en cualquier lado—. Sin embargo, hay una razón aún mejor por la cual este lugar es perfecto.
—¡Ngh! —exclamó la albina, friccionando desesperadamente las caderas tratando de hacerlo entrar. Lo poco de coherencia que le quedaba respondió por ella entre jadeos—, Y... ¿y cuál es? —La sonrisa de él se incrementó aún más mientras la sujetaba, guiándola para conseguir lo que quería.
—Que este es el baño más alejado de la planta baja. Al estar justo a lado del gimnasio, las duelas amortiguan el sonido. En otras palabras, aquí nadie va a escucharte gritar —Luego se colocó el preservativo, hizo a un lado las bragas de su novia, y la fue bajando sobre él hasta que estuvo completamente en su interior—. Vamos, mi luna. ¡Grita!
—¡Aaaaahhh! —La ponía a mil que la llamara de esa forma.
Meliodas no era un alfa, ni ella una loba, pero esa sola palabra encerraba un profundo significado sobre el amor que él le tenía. Mi todo. Mi luz en la oscuridad. Mi diosa. Una parte de ella estaba infartada. El ratón de biblioteca en su interior jamás hubiera pensado en saltarse una clase para ir con un chico rebelde y hacer cosas obscenas. Pero otra parte, una mucho más poderosa y salvaje, sabía que ese era exactamente el lugar al que pertenecía: con su mate, su hombre, su lobo. De ondulaciones pasó a saltos, de saltos a sentones, y cuando él también comenzó a proyectar las caderas hacia arriba, sintió como si la luna llena volviera a estar sobre los dos. Echó la cabeza hacia atrás, deleitándose con el éxtasis de su unión, y cuando el sonido del tambor dentro de ellos alcanzó un ritmo frenético, ambos se vinieron de forma explosiva. Dos segundos después estaba sonando la campana que daba por terminadas las clases.
*
—¿Estás bien?
—Mucho mejor, gracias. —Meliodas y Elizabeth caminaban tomados de la mano en dirección a las canchas, relajados y felices, como si nada hubiera pasado. Nadie los vio salir del baño, y para cuando los pasillos estuvieron llenos, ellos volvieron a parecer solo un par de nerds enamorados. Pero ella sabía que las cosas no eran tan fáciles.
Sí, en ese momento estaba bien. Pero, ¿por cuánto tiempo lo estaría? No podía seguir con esa hambre tan voraz, teniendo encuentros tan intensos todos los días, su corazón no lo iba a soportar. Debía encontrar una forma de recuperar un poco el control, poder decidir de verdad cuándo y cómo quería unirse a él, y no simplemente arrojársele movida por un ataque de lujuria. En cuanto llegaron a la zona cubierta de pastos, ella casi suspira de alivio por la oportunidad que tendría de descansar. Meliodas simplemente comenzó a reír nuevamente.
—Tranquila Ellie, esto nos ayudará a reponernos y a desviar nuestro exceso de energía. ¿Crees soportar la ansiedad de la separación?
—Vamos Mel, no exageres. Solo será una hora y media. —Eso había sido parte del trato que Meliodas hizo con su padre.
Sí, sería aceptado de nuevo en la familia, incluso con su mate humana, pero sólo bajo ciertas condiciones. Una de ellas era que tenía que volver a correr con la manada, ser uno de ellos y unirse a la cacería. Comenzaría a cumplir su promesa uniéndose al equipo de atletismo de la escuela. Como si el recuerdo de su compromiso familiar atrajera la mala suerte, su hermano Estarossa entró en ese momento a las canchas e hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera. Esta vez fue el turno de Elizabeth para hacerle la pregunta.
—¿Estás bien? —Un ligero apretón de sus manos entrelazadas, y Meliodas soltó un suspiro que era tanto confirmación como gruñido.
—Sí, creo que lo estaré. Te tengo a ti, y el entrenamiento de Escanor, y unas ganas tremendas de ver morder el polvo a Ross. Puede que en la manada aún sea un omega, pero en el campo, verá que tengo madera de alfa. No se volverá a meter con nosotros después de esto. Y además, esta escuela necesita urgentemente ganar algún campeonato —Ambos se rieron tras esas palabras tan normales para dos chicos de preparatoria, y acto seguido el rubio le acarició la cabeza con ternura—. ¿Estás segura de que quieres esperarme hasta que salga?
—¡Claro que sí! Es mi oportunidad para poder entrar en algún club también. No sé si alguno me recibirá a estas alturas del curso, pero no pierdo nada con intentarlo. —En ese momento se escuchó un silbato, y ambos voltearon para ver a un Ross muy enojado con brazos en jarra y mirada impaciente.
—De acuerdo. Entonces, nos vemos en la entrada a las tres —Un gesto afirmativo, un suave beso en los labios, y cada uno de ellos tomó su camino. En cuanto el rubio estuvo a la altura de su hermano menor, le dedicó una mueca de enfado mientras se cruzaba de brazos—. Ya estoy aquí, ¿por qué la impaciencia?
—Estamos por empezar el entrenamiento. Te quiero en las regaderas, e inmediatamente después vienes para acá.
—¿A las regaderas? ¿Por qué? —El peliplateado lo miró de reojo, con la cara súbitamente del color de las fresas, y le soltó la siguiente frase entre avergonzado y molesto.
—Porque hueles a tu copula con ella, y si no quieres que alguno de los lobos te saque los ojos por la envidia, lo mejor será que te bañes y quemes ese exceso de energía con unas buenas carreras —Dos segundos de silencio, y al siguiente, Meliodas tuvo otro ataque de risa. El peliplateado no pudo evitar reírse también, y cuando el rubio noto que no olía a ninguna de las emociones negativas que esperaba, dejó que la sorpresa y el alivio lo inundaran—. El baño con agua bien fría, y no tardes. —Entonces el más alto le dio una palmada en el hombro y el ojiverde pensó que tal vez, solo tal vez, esa era la oportunidad perfecta para tratar de recuperar a su hermano. Esperaba que Elizabeth tuviera un recibimiento tan cálido y divertido como el suyo.
*
—Aquí debe ser —La peliplateada estaba ligeramente nerviosa cuando al fin encontró el lugar y, sin embargo, algo dentro en su interior le decía que todo iba a salir bien. De todos los clubes de la escuela, ese era el único que en verdad le interesaba, y aunque había el riesgo de que ya no aceptaran miembros, en realidad no tenía nada que perder. Inhaló, tocó a la puerta tres veces, y una amable voz de chica la invitó a pasar—. Hola, ¿este es el club de jardinería y botánica?
—Así es. Adelante, pasa —Ella no pudo evitar soltar una exclamación de asombro ante lo maravilloso del lugar. Era un invernadero, obviamente, pero la modesta construcción en el límite de la propiedad estaba tan bien cuidada por dentro que por un segundo se sintió en un lujoso jardín. Las dos presidentas, unas gemelas de ojos verdes y pelo recogido en trenza, le sonrieron mientras se quitaban los guantes y dejaban las macetas que tenían en las manos—. ¡No puede ser! Hermana, ¿ya viste que trae el formato de inscripción?
—Querida —dijo la que parecía ser la mayor—, ¿será que por casualidad vienes a unirte a nuestro club?
—Esto... sí. Mi nombre es Elizabeth Liones, y vine aquí para ver si aún...
—¡Aceptada! —interrumpió la ojiverde mientras le arrebataba los papeles y la abrazaba por los hombros invitándole a entrar—. Uff, nos has salvado. Justo estábamos pensando en nuevas formas para atraer miembros para que no nos cancelaran. ¡Yo soy Jenna! —gritó la alegre jovencita mientras sacudía su mano con exceso de entusiasmo—. Y esta de aquí es mi hermana Zaneri.
—Mucho gusto. —respondió la morena con una sonrisa y un tímido gesto de la mano.
—¡Qué alivio! ¡Ya no tendremos al profesor Hendy encima todo el día molestando con los presupuestos! Ahora dime, ¿te gustan las plantas, la comida vegana y el rock alternativo? Porque tendrás mucho de eso aquí.
—¡Claro que sí! ¡Muchas gracias por...! —Apenas habían dado dos pasos cuando nuevamente se escucharon golpes en la puerta.
—¡Estamos de racha! Adelante —La chica que entró le causó a Elizabeth el mismo asombro que ese jardín. Mirada serena, porte altivo, y un aura intensa que dejó a la albina tan admirada como confundida. ¿En verdad aquella chica que parecía súper modelo iba a la preparatoria como ella?—. ¡Bienvenida! ¿Tú también vienes a unirte? ¿Cómo te llamas?
—Buenas tardes —dijo la despampanante rubia de ojos rojos—. Me llamo Gelda Edimburgh. Y sí, también quiero unirme a este club.
***
Chan chan chaaaaaan *_* Oh sí, la cazadora no es otra que nuestra querida Gelda, algo extraño está pasando con Eli, y los problemas solo acaban de empezar, ¡Kyaaaaaaaah! >o< [de nuevo de da una convulsión a Coco y el equipo de apoyo prueba una nueva técnica de sujeción que consiste en enrollarla como si fuera un burrito. Se calma] Listo, ya estoy mejor ^u^ ¿Cómo ven? La historia tiene cada vez mejor pinta, no es cierto?
Por fin llegamos a la segunda mitad de esta obra, y la verdad, apenas puedo esperar por lo que se viene, fufufu ^w^ Pero, ¿qué quiere decir eso de segunda mitad? No sé si lo recuerdan pero, originalmente, había pensado en dejar la obra hasta el capítulo 20 y contar lo demás en un segundo libro. Al final decidí dejarlo juntito, después de todo, no sería la primera vez que una obra mía rebasa los treinta capítulos, ¿no es verdad? ^3^
Oh sí, la Segunda Parte estará mejor que nunca. Afinaré algunos detalles, como corregir el uso de la cursiva, los puntos suspensivos y el tiempo del narrador. Una pequeña explicación sobre esto último: Habrán notado que constantemente cambio de narrador omnipresente a narrador en primera persona XD Pues bien, para no confundirlos cuando veamos lo que piensa el personaje y lo que digo yo, cada que esté escribiendo desde el punto de vista (POV) de un personaje, colocaré el pequeño banner con la florecita blanca que vieron al inicio, ¿les parece bien? ^u^ Es necesario, ya que habrá más personajes hablando, más misterios y más momentos sexys que antes, fufufu.
Por último, sería bueno que se prepararan para algunas escenas violentas *_* lo family friendly se acabó a partir de ahora. Y por último, les tengo que anunciar que, a partir del capítulo 25, todo lo que vean será escrito en tiempo real *u* Pondré mi corazón en esto para terminar nuestra obra antes de que termine el verano, pero como para ese momento aún falta mucho, los dejo con un beso, un abrazo, y la promesa de más la proxima semana, bye bye ^u^
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