20 Sueños y memorias
Hola a todos, aquí Coco, quien por fin entró de nuevo en sintonía con su luna, y está lista para traerles el capítulo perdido que siempre quise escribir, fufufu^w^Prepárense para ser confundidos, aterrados, intrigados y sensualizados, ¡Buajajajajaaaaa! *0* Soy perversa [el equipo de apoyo se le queda viendo confundido, y como de todos modos le ofrecen su tecito relajante, pues Coco se calma]
Uff, lo siento, mi lado brujil se apoderó de mi >w< ¿En dónde estaba? Ah, sí.
Lo que quiero decir es que este capítulo puede considerarse un extra, pero así cortito como lo ven, está lleno de contenido. Hoy daremos el primer insight al origen de la maldición de la bruja 0u0 Además, con la entrega del capítulo veinte, también llegamos oficialmente a la mitad de la obra. La actualización de hoy marca el fin de la primera parte y el inicio de la segunda, así como la llegada de un arco mucho más oscuro y erótico para nuestra historia.
¿Interesante verdad? ¿Están listos para ver lo que pasó dentro de Eli mientras Meliodas se enfrentaba a la aterradora visión de su novia en trance? Bueno, si es así, ya saben que hacer <3
***
Sombras. Sangre. La luna llena flotando sobre ella, y entonces, la visión de aquella esfera de luz dorada lentamente fue convirtiéndose en otra cosa ante sus ojos. Un espejo. Un brillante y pulido espejo de plata le devolvió su reflejo mientras lo sostenía ante su rostro, y le mostró una apariencia tan magnífica que no pudo evitar sonreír.
—Oh, Rhiannon, te ves hermosa. —dijo la rubia que estaba a sus espaldas arreglando su tocado de flores y el fino velo blanco.
—¿Eh? —pensó algo confundida—. No, yo no me llamo Rhiannon. Me llamo Eli... Eli... ¿Qué era? —No lo recordaba. Sin embargo, poco importaba. Nada podía distraerla el día de su boda. De pronto, estaba ahí. El bosque resplandecía verde a su alrededor, los clanes se habían reunido para celebrar su unión y, lo más importante: él estaba esperándola—. ¿Meliodas?
No estaba segura. El hombre de pie en el altar era alto y apuesto, con una sonrisa espectacular y el porte altivo de un noble. Llegó como flotando hasta tomar su mano, confundida aún por lo que pasaba. Todos sus problemas se fueron volando cuando vio el color esmeralda de sus ojos y el destello de oro en su pelo. Sí, definitivamente ese era el hombre que amaba. Escuchó sin oír las palabras del cura, sintió la alianza deslizarse en su dedo y, cuando finalmente cerró los ojos para darle su alma en un beso, la escena cambió. De pronto era como si hubiera salido de su cuerpo, y ahora, observaba todo como si fuera otra persona.
—Dámelo, mi luna... —decía él mientras embestía a su voluptuosa mujer en medio de la amplia cama matrimonial—. ¡Dámelo todo!
—Mi amor. ¡Reg...! —Él la silenció con un beso y llegó aún más profundo dentro de ella, haciéndola convulsionar de placer mientras explotaba a su alrededor entre gritos y aullidos. Sucedió una y otra vez.
Elizabeth no supo cómo es que lo sabía, pues un instante después solo veía a lo lejos una imponente mansión de piedra, pero definitivamente la albina tuvo la sensación de haber entrado en una especie de rizo de tiempo. Muchas lunas pasaron sobre ese tejado, muchas noches de copulación y amor, las estrellas giraban en el firmamento conforme las estaciones pasaban, y entonces lo supo. Su unión había sido en vano. No llegaba el hijo tan anhelado, y cada encuentro había pasado de ser un nuevo intento a convertirse en un castigo.
—Me has traicionado. —dijo él con la expresión de un hombre completamente derrotado.
—No, mi alfa. Yo jamás...
—Me has mentido. Tú dijiste que nosotros podríamos... que la Diosa Luna...
—¿La Diosa Luna qué? —Se preguntó Elizabeth mientras las voces de la pareja se distorsionaban como si las escuchara a través de una radio mal sintonizada. Nuevamente cambió la escena.
—Por favor, esposo. ¡Por favor! —sollozaba la mujer mientras su marido, avergonzado de ella, la exiliaba a una remota cabaña donde pudiera ocultar su desdicha—. No me dejes sola. —Él volteó a verla, solo un segundo, y sus facciones se endurecieron con frialdad.
—Solo será hasta que haya un heredero. Recoge tus hierbas, ora a tus dioses antiguos y teje tus hechizos para que podamos tener un hijo. Así tal vez, algún día... —No terminó la oración. Su voz había flaqueado solo un segundo, el suficiente para que ella sintiera que aún había algo entre ellos. La chispa de la fe encendió la esperanza de un futuro juntos, así que volvió a la cabaña para hacer justo lo que le habían indicado hacer. Entonces, la luz de la luna se tornó roja sobre el bosque, y Elizabeth lo supo. Aquel destino jamás podría ser.
Oscuridad. Miedo. El jadeo de un animal salvaje, hambriento y con sed de sangre. Elizabeth se sumergió en una espiral de dolor llena de imágenes inconexas que no entendía y que la estaban llevando al borde de la locura. Cuerpos copulando sin parar en pleno arranque de lujuria. Una joven corriendo por el bosque, sin saber si era la cazadora o la presa. Un risco muy alto. Un espejo de mano. Una cesta con hierbas al lado de un caldero burbujeante. Un río oscuro. Un libro. Un árbol negro de raíces retoridas. Lobos corriendo, una risa histérica de mujer. Y luego, la bestia. Dientes, garras, gruñidos. Cuerpos destrozados sobre la tierra. La respiración jadeante y amenazante del monstruo que iba a por ella.
Todo se volvió silencio mientras aquellas horribles visiones se apartaron para dejarla sola, frente a frente con el enorme animal cuyo pelaje blanco e hirsuto estaba manchado de rojo. Y entonces, la miró a los ojos. Planeaba devorarla. La función de esa criatura no era otra que destruirla, y ella sintió el terror calar hasta lo más profundo de sus huesos. Entonces, vio algo más. Un destello de humanidad tras aquellas esferas ardientes y brillantes. El grito que tenía atorado en la garganta se convirtió en un sollozo. Esa era la mirada de un niño, atrapado en esa criatura grotesca y rogando porque lo liberaran.
—Pero, ¿cómo? ¡¿Cómo puedo hacerlo?! —exclamó Elizabeth a su futuro asesino—. Por favor, dime quien eres. ¿Cómo puedo salvarte? —No hubo respuesta. En cambio, la criatura se agazapó en sus patas traseras, preparándose para saltar sobre ella y devorarla—. Por favor. ¡Por favor! ¡Aaaaaah! —gritó al sentir cómo se le venía encima, y cerró los ojos con fuerza esperando el final. Sin embargo, este no llegó. Abrió sus pestañas apenas lo suficiente como para ver entre ellas, y un destello rojo la sorprendió. No eran las pupilas de la bestia. Era una pequeña esfera, cálida y juguetona, que pareció debatirse contra las tinieblas que la acosaban tratando de protegerla.
—Corre, Eli. ¡Corre! —Ella la obedeció sin chistar, huyó desbocada hacia lo que parecía el final de un túnel oscuro. Por fin abandonó la pesadilla para entrar en un hermoso sueño, un lugar del bosque que ella conocía muy bien. Era el puente de piedra antes del campo de lavandas. Se quedó ahí unos minutos bajo el radiante sol de primavera, y entonces dio la vuelta para agradecer a su salvadora. Solo que esta ya no era una esfera. Aquella luz se había transformado en una bella jovencita de cabello rojo, ojos de un impresionante color azul, y vestida con ropa deportiva—. No debes creerles. Te engañan. ¡Solo quieren usarte!
—¿Quiénes? ¿De qué estás hablando?
—Tienes que salir de aquí —repitió imperiosa mientras la chica tomaba su mano para arrastrarla—, ¡no dejes que te atrapen!
—¿Quienes quieren atraparme? ¿Tú quién eres? —Aquella pregunta pareció detener a la pelirroja, quién se giró para mirarla con una dulzura que le rompió el corazón.
—Quien fui, querrás decir —La respuesta dejó a Elizabeth completamente confundida, aunque no tanto como el insólito abrazo que esa desconocida le dio—. Eso ya no importa. Lo que importa es quién eres tú, o lo que es lo mismo, en quién deseas convertirte.
—Por favor, dime tu nombre. —La pelirroja la estrechó aún más mientras empezaba a temblar.
—No dejaré que te tengan —dijo como para sí misma—. No dejaré que el ciclo se repita. Por favor Eli, tienes que vivir. Tienes que volver con Meliodas.
—Meliodas... —repitió la albina en un susurro, y entonces fue como si la cabeza se le partiera en dos. Todo lo que había visto hasta ese momento se rompió como cristal, y sus propias memorias comenzaron a fluir. Era Elizabeth Liones. Era la novia de Meliodas Demon, su mate, su mejor amigo. Tenía una familia, un hogar, un sitio al cuál volver. Mientras tomaba conciencia de su propia identidad, los recuerdos de cuanto había visto comenzaron a borrarse, incluido el rostro de la chica que la había salvado. Antes de soltarla del todo, repitió la misma pregunta para tratar de conservar al menos ese dato en sus recuerdos.
—¿Cuál es tu nombre? —dijo mientras ambas se disolvían en luz. La pelirroja le sonrió con lágrimas en los ojos, y se apartó mientras se despedía con la mano.
—Lizzy —Escuchó con voz aún más tenue que un susurro—. Me llamo Lizzy. Te amo hermani...
Y entonces, despertó.
—¿Estás bien, Elizabeth?
—¿Mmmm? —La albina intentó abrir los ojos, y casi inmediatamente tuvo que cerrarlos. La luz entraba a raudales por la ventana, escuchaba el canto de pájaros afuera, y la persona que más quería en el mundo estaba sobre ella con el pelo desaliñado y expresión de preocupación. Ella sonrió a su novio mientras comenzaba a ruborizarse, y acarició su mejilla mientras soltaba un enorme bostezo.
—Buenos días, Mel. ¿Ya es hora de desayunar? —Él soltó un largo suspiro, como si sintiera un profundo alivio por algo, y acto seguido tomó su mano para llenarla de besos—. ¿Tanta hambre tienes? ¿Quieres unos panqueques?
—Oh, gracias a la diosa —El rubio apoyó la frente sobre su pecho, volvió a suspirar, y la abrazó con tanta fuerza que el gesto bastó para despertarla por completo—. Estás bien.
—Claro que lo estoy, ¿por qué no lo estaría?
—Bueno, es que tú... Esta mañana... No, no importa.
—¿Mmm? Oh, lo siento, ¿me moví mucho mientras dormía?
—Pues sí, algo así. ¿Qué soñabas? ¿Tal vez una pesadilla?
—Eso creo pero... no sé, también me da la impresión de haber soñado algo bonito. No puedo recordarlo.
—No pienses en eso —dijo él evasivamente y, acto seguido, la cargó en sus brazos haciéndola lanzar un grito de emoción—. Mejor volvamos a eso de los panqueques, ¿tú cocinas y yo pico la fruta?
***
Chan chan chaaaan *_* ¿Qué pasó aquí? ¿Qué fue todo eso? ¿Por qué Meliodas trata de ocultarlo? Todo eso y más será revelado pronto, en próximos capítulos de esta historia ^w^ Buajajajaja [llega el equipo de apoyo y le dan un sartenazo por pasarse de perversa] Lo siento :'D es necesario para la trama, no puedo revelar más. Pero a cambio, ¿qué les parece si vamos al secreto de este capítulo? ¿Sabían que aquí Liz es buena como el pan de trigo? ^u^ Oh sí, aquí la tendremos de heroína para variar. Esta adorable fantasmita iba a tener un rol bastante terciario en mi trama pero, mientras más voy escribiendo, me doy cuenta de que su espíritu desea poder participar más. En serio, a veces mis personajes cobran vida propia y se salen de mi control XD así que permitiré que en esta ocasión nuestra querida Lizzy sea el ángel guardián de su hermanita... solo esperemos que baste para protegerla del mal que se acerca 0.o
Yyyyyyyy eso sería todo por ahora cocoamigos ^u^ Muchas por estar conmigo en esta ocasión y, si las diosas lo quieren, nos vemos la próxima semana para más.
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