18 Kelpie
Hola a todos, aquí Coco quien está se retrasó casi un día en traerles este nuevo cap XDy ahora está lista para darles lo rpometido. Uff, la cosa aquí se puso candente ^u^ Y hoy por fin, después de muchas lunas, veremos a nuestro melizabeth lobuno a las puertas del erotismo. No les digo más, y mejor los dejo disfrutar de esta relajante noche de lectura. Ya saben qué hacer, fufufu <3
***
—Tengo demasiadas deudas contigo.
—¿Mmmh? —La fiesta de cacería por fin había terminado, y ahora, los dos estaban siendo llevados nuevamente en auto en medio del apacible y hermoso paisaje del bosque. Elizabeth dormitaba recargada en Meliodas, pero él sentía que no podía estarse quieto; apenas contenía la emoción al pensar en lo que había preparado para ella—. ¿A qué te refieres?
—Prometí que te haría pagar. Ahora, estoy en deuda.
—¿Por qué?
—Vamos a ver... —El rubio puso su mano frente a ellos mientras sonreía, y contó con los dedos todos sus recientes éxitos—. Primero, le ganas a Chandler con lo de los cachorros, y lo haces reconocer que estaba equivocado; luego, te apareces en la fiesta completamente despampanante, para estupefacción de quienes te subestimaron; y para rematar, rompes la tradición y te vuelves la primera en compartir su presa con el que la corteja. Eres una bruja que atrapa a todos con su encanto, y me tienes completamente bajo tu poder.
La peliplateada sonrió ante sus palabras y se inclinó para darle un beso a su mate. Su intención había sido un beso casto, solo un gesto inocente, pero éste resultó ser su gatillo, y pronto la energía de aquel toque se salió de control. Se fue intensificando poco a poco, pasando de chispa a llama y, antes de darse cuenta, ya habían entrelazado sus lenguas mientras se aferraban mutuamente. Así habían sido los últimos días. Por más que lo besaba, nunca tenía suficiente, y su hambre de él había ido creciendo a un ritmo alarmante. Tal vez solo eran las emociones por las que había estado pasado, tal vez eran los deseos de Meliodas a través de su vínculo, pero fuera cual fuera la razón, Elizabeth se sentía cada vez más atraída por él, al punto de temer no poder controlarse y saltarle encima en cualquier momento.
—Es la luna.
—¿Qué?
—La luna, Ellie. La luna llena de octubre siempre es una de las más fuertes del año, por eso se hace la Fiesta de cacería y los rituales de los druidas. A nosotros nos afecta aún más ya que, desde que te marqué, no he copulado contigo. Estamos llegando a nuestro límite.
—Copular... —Aquella palabra le provocó un escalofrío que ella no supo decir si fue de placer o de desagrado. Se oía tan visceral, tan primitiva, tan... salvaje.
—Descuida —dijo él sacándola de sus pensamientos, para acto seguido tomar su mano y darle un beso en los nudillos—. Nunca te obligaría a hacer algo que no quisieras.
—El problema es que sí quiero... desesperadamente. —El rubio debió percibir sus pensamientos, porque sonrió de esa forma que a ella le ponía la piel de gallina y volvió a besar su mano.
—Lo sé. Pero primero quiero pagar mis deudas. Mira —Entonces señaló a la ventana, a un punto por encima de los árboles del bosque, y ella pudo ver de inmediato a qué se refería. Apenas se percibía con la poca luz del atardecer, pero en la cima de un risco había una hermosa cabaña—. Dijiste que aún no habíamos tenido nuestra primera cita, así que... Elizabeth, ¿saldrías conmigo esta noche? —Por respuesta ella se lanzó a sus brazos, apretando tan fuerte que incluso le cortó la respiración.
*
Aunque la casa está un poco apartada, ha valido la pena la larga caminata. ¿Cómo podría no disfrutarla, si Meliodas me toma de la mano y me abraza para protegerme del frío? Miro al frente hacia nuestro refugio, y suelto un suspiro que se vuelve vapor en el frío de la tarde. Está cabaña en medio del bosque, ¡es como un sueño! ¡Como un cuento de hadas vuelto realidad! Aunque también me hace sentir un poco intimidada. Dios, ¿cuánto dinero tiene su familia? Trato de olvidarme de eso mientras abre la puerta y me sonríe como sólo él sabe hacerlo. El lugar será pequeño, pero tiene los mismos lujos de una mansión. Giro viendo el inmaculado espacio lleno de comodidades y, por primera vez desde que lo pensé, me atrevo a decir en voz alta mi inquietud—. Tu familia no es como me la esperaba —De inmediato pone cara de angustia, y yo temo haber dicho algo que no debía.
—Lo sé. Probablemente deseabas tener una vida normal, lejos de estas locuras de sangre y lobos, pero...
—Yo me refería a que son ricos —Se ve confundido, así que decido soltar todo de un jalón—. Verás... es que me sentí un poco fuera de lugar. Cuando dijiste que habías vivido en una finca, yo esperaba casas viejas, un molino y una granja. Ahora temo no encajar contigo, y... —Me interrumpen sus estruendosas carcajadas, y son tan contagiosas que no puedo evitar reír yo también.
—¿Te preocupa tu situación socioeconómica, cuando anoche estuviste rodeada de hombres lobo? —Ahora me siento ridícula viéndolo así. Meliodas me toma en sus brazos, me sienta sobre sus rodillas, y me besa el cuello provocándome un delicioso escalofrío—. ¡Ellie, qué valor! No importa lo que hayan pensado los demás, definitivamente eres una loba en piel de oveja. —Luego estampa sus labios contra los míos, y yo le correspondo gustosa. ¡Dios! ¡Qué forma de besar! Me abrazo a su cuello e intento seguirle el ritmo mientras él desliza sus manos por mis piernas hasta un poco más arriba. Cuando lo siento apretar la curva de mi trasero, me separo de él con un respingo.
—¡Meliodas!
—Tranquila, prometo portarme bien. Ven, te enseñaré el resto de la casa. —Siento un ligero pinchazo de culpa por haberlo detenido, pero aunque estoy un poco decepcionada de que se "porte bien", de inmediato logro olvidarlo al pasear por este pequeño rincón de paraíso. Es que en verdad tiene de todo: cocina, sala, comedor, dos habitaciones, y tres baños, uno de los cuales hasta tiene jacuzzi, ¡y todo en pequeño!
—Se dice minimalista.
—Muy bien, señor listillo. Ahora que me ha mostrado lo que quería, ¿qué más quiere hacer conmigo? —Él simplemente levanta una ceja y, cuando creo que va a hacer algo pecaminoso, me pasa por el lado sin tocarme. Toma el control que está sobre la repisa de mármol, tras un par de clics, se abre uno de los muebles revelando unas bocinas plateadas que nos envuelven en el suave y dulce sonido de una de mis canciones favoritas.
https://youtu.be/mJ_fkw5j-t0
—Sé que te gusta el chelo —Me salta el corazón al oírlo decir eso, y siento que mi sonrisa me partirá la cara en dos. ¿Cuánto hace que nos conocemos ya? ¿Cuánto más puede llegar a conocerme y enamorarme? Se acerca a mí con pasos firmes, y me atrae hacia él en una postura de baile. Cierro los ojos disfrutando el momento, e inhalo lentamente. ¡Dios, como huele! ¿Siempre ha olido así de bien? Respiro su cálida esencia, y me derrito cuando acerca su boca a mi oído—. ¿Me concedes esta pieza? —Hay una sola respuesta posible para eso.
—Siempre. —Giramos y giramos, y el tiempo se detiene para nosotros. Sus ojos son tan bellos como el bosque que nos rodea, y ya no recuerdo un momento de mi vida en el que no hubiera necesitado verlos. Cada vuelta es un recuerdo de lo que pasamos para llegar aquí, y no hace falta que digamos nada, porque todos nuestros sentimientos nadan a través del vínculo del mate. Mi mate, mi alfa, mi omega. Creo que por primera vez en la vida siento que el mundo está completo. Y estoy segura que Meliodas lo piensa también. Luego para la música, y sé que nuestra tarde solo ha comenzado.
*
Charlamos en el sillón lo que parecen horas, sin ningún tema en especial, solo tonteando y riendo como bobos. Le hago de cenar una pasta con lo poco que quedó de las liebres, y ha dejado el plato limpio, repitiendo cada cuánto sus "felicitaciones al chef". Quién sabe de dónde ha sacado esa botella de vino y, pese a qué sabemos que Merlin se enojaría, llenamos dos vasos y nos vamos a admirar la luna desde el balcón de nuestra habitación. No creo haber sido nunca tan feliz.
—¿Qué opinas? —Me dice al cabo de un rato—. ¿Vale como nuestra primera cita? —Por respuesta le doy un beso largo, y disfruto del sabor frío de sus labios mientras lo siento suspirar contra mi boca—. Tomaré eso como un sí. Ahora, ha llegado el momento de pagar mi segunda deuda.
—¿De qué hablas? —Se ríe con algún recuerdo que aún no dice y me mira con expresión divertida.
—No te dije que te amaba en las mejores condiciones, ¿recuerdas?
—¿Cómo olvidarlo? Tu confesión fue frente a una manada furiosa a punto de asesinarnos. —Lo veo tratar de contener la sonrisa, y entonces se pone repentinamente serio.
—Pues bien, hoy lo gritaré. Gritaré que te amo hasta que todo el bosque lo sepa. —Abre la boca, dispuesto a comenzar el escándalo, y yo apenas logro impedirlo con mis manos.
—¿Estás loco? ¡No puedes hacer eso! Además, esta vez no contaría. —Ahora si que no puede detener su risa. Apartas mis dedos, e inclina la cabeza en ese gesto suyo que parece tan canino.
—¿Y eso por qué?
—Po... porque no hay testigos cerca. Aunque fuera una turba furiosa, después de todo, aquello era una multitud. —Alza ambas cejas divertido, se cruza de brazos como cuando se dispone a discutir, y me suelta algo que hace que me ponga en alerta.
—Sí hay un testigo.
—¿Cómo? ¿Quién? —Miro a todas partes sin ver a nadie. Él simplemente señala con un dedo hacia arriba, y entonces entiendo lo que quiere decir.
—La luna es mi testigo. No hay mirada más valiosa que esa, y no necesito la aprobación de nadie más. —Lo dice totalmente en serio. Sus ojos verdes arden como si estuviera en llamas, y no puedo evitar que un par de lágrimas caigan de los míos.
—Bien. Entonces, dilo. —Meliodas me da la espalda, encarando a nuestra pálida compañía, y entonces grita con todas sus fuerzas.
—¡Te amo Elizabeeeeeth! —Yo lo abrazó por la espalda, y siento sus fuertes latidos retumbar contra mi mejilla. Estoy tan conmovida. Quiero escucharlo otra vez... pero diferente.
—Meliodas, ¿podrías repetirlo, por favor? —De inmediato siento cómo inhala fuerte para hacerlo, pero yo lo detengo colocando mi mano sobre su corazón—. No así. ¿Puedes... decirlo en ese otro idioma? —Él se queda callado un momento, y sé que me ha entendido cuando lo siento contraer el pecho y soltar un largo, potente y liberador aullido.
Me pone a mil que lo haga. Siento la piel como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Cuando Meliodas se da la vuelta, prácticamente saltamos uno encima del otro para besarnos con pasión. Me está consumiendo, ¡me está devorando! Y yo me deleitó en que lo haga. Cada vez es más apasionado y exigente, mi corazón está por estallar. En algún momento mis rodillas chocan contra la cama, y los dos caemos en una confusión de ropa y manos. Ahora él está sobre mí, con la respiración agitada, los ojos brillantes... y puedo ver la indecisión en su mirada.
—¿Meliodas? —Se lame los labios, inhala temblorosamente y, después lo que parece un tiempo demasiado largo... se retira.
—Yo... —Toce un poco con nerviosismo y, cuando recobra completamente la compostura, va hacia la puerta y me contempla desde el marco—. Aún no... esto, aún no te he mostrado porque elegí este lugar, ¿verdad?
—¿Cómo? ¿No estamos aquí por la cabaña?
—Me temo que no —Acepto gustosa la mano que me ofrece, y lo sigo hasta donde hemos dejado nuestros abrigos—. Este lugar no solo es especial por la privacidad o las comodidades. También es el punto más cercano a cierto lugar sagrado. Ven. —Salimos de la casa hacia el bosque, donde el frío de la noche y el olor a pino me llenan el corazón, y entonces entrelazo mis dedos con los suyos mientras me emociono cada vez más.
—¿A dónde vamos? —Su sonrisa es cautivadora mientras me revela su verdadero plan.
—Vamos a ver al Kelpie.
*
¿Le gustará la idea? Elizabeth ha demostrado ser una de las chicas más valientes que he conocido, pero no sé si habré hecho bien al traerla aquí. Llegamos a la cueva que es la entrada al santuario, y por su expresión, parece que la respuesta es sí. La privacidad aquí es total, es imposible ver la entrada desde abajo si no sabes por dónde subir. Se agarra fuerte de mi mano, y puedo sentir lo emocionada que está a través de nuestro vínculo. Oh, Ellie. ¿Qué estás haciendo conmigo? No creí que pudiera llegar a amar a alguien de esta manera, tan rápida, tan intensamente, de forma tan... indeleble. Nos adentramos en la oscuridad, y veo que Escanor me ha ayudado mucho más allá de lo que había pedido. Saco el encendedor de mi bolsillo para acercarlo a la cuenca con aceite que hay en la pared, y el fuego se extiende en una línea prendiendo las luces que nos guían aún más lejos, hacia las profundidades de la tierra. Y entonces mi chica me pregunta lo que aún no he dicho.
—¿Qué es un Kelpie? —Le sonrió de forma traviesa y mientras la ayudo a seguir bajando, y seguimos las linternas naturales mientras seguimos descendiendo.
—Una criatura legendaria, también conocida como "caballo de agua". Es un espíritu que habita en lagos y manantiales. La gente de por aquí cree que cuando hay burbujas en la corriente es porque el Kelpie está galopando, o porque ya encontró a una pobre doncella a la cual hacer su esposa y la tiene atrapada en su cabaña bajo el agua. La chimenea de su casa es la que genera la espuma que despide esta agua. —Elizabeth ríe solo para mí, y pienso que es el sonido más hermoso del mundo.
—¿No crees que se decepcionará si ve que vengo contigo? De esa forma no podrá secuestrarme. —Un rápido relámpago de celos me atraviesa, y en cuanto caigo en lo ridículo de mi actitud, entonces yo también río.
—No importa que lo enojemos un poco, de todos modos, ¡este Kelpie siempre está que hierve de ira! Mira. —Por fin hemos llegado y dejó que mi mujer se deleite con la vista. Ante nosotros está un manantial humeante y burbujeante que sale directo de la tierra. Enciendo la línea de aceite que rodea el borde para entrar, y con la luz que da, veo su cara de asombro.
—¡Son aguas termales! Oh Meliodas, ¡es hermoso!
—¿Te quieres bañar? —Elizabeth asiente entusiasmada, y comienza a quitarse la ropa sin ningún reparo. ¡Oh por la Diosa! ¿Es demasiado inocente, o me está torturando sin misericordia? Sus senos son perfectos, redondos y turgentes; la curva de su cadera es tan amplia. ¡Y qué piernas! Su cuerpo blanco casi resplandece con la poca luz que hay, y se da cuenta de lo que me está haciendo cuando termina de amarrarse el cabello y ya solo está en bragas.
—Yo... lo siento Mel, no pensé, es que...
—No pasa nada —A regañadientes me doy la vuelta, respiro hondo, y le hago un gesto para que siga—. Vete metiendo, yo te alcanzo en un minuto. —Escucho el suave chapoteo mientras me desvisto y, apenas termino, la sigo hacia un punto no muy profundo de la cuenca. Nos sentamos uno al lado del otro, tan cerca como para sentir el calor, pero pese a lo mucho que la deseo y a la tensión sexual en el ambiente... aún no me atrevo a tocarla. Contrólate, Demon. Ella debe estar lista, debe pedírtelo, y tú debes ser paciente. Su voz rompe el silencio entre nosotros, y suelta un comentario que me deja confundido.
—Meliodas, ¿en serio estás bien con que sea yo? —¿De qué está hablando? ¿Acaso se refiere a...?—. Es decir... ¿no te arrepentirás de que sea tu compañera? No soy un lobo. Tampoco soy rica, o especialmente dotada en algo. Además, después de lo que dijo King cuando estaba en trance, es probable que de seguir juntos haya muchos problemas en el futuro. ¿Quieres que permanezca a tu lado pese a todo? —Ahora el Kelpie no es el único que está furioso en este lugar. ¿No lo entiende a estas alturas? No me interesa un carajo lo que digan los demás. La tomó con fuerza de los brazos, la pego a mi, y la besó haciéndole sentir toda el hambre que tengo de ella. Siento un escalofrío de placer al oírla gemir contra mi boca, y no la suelto hasta que ambos nos quedamos sin aire. Quiero que entienda cómo me siento y me corresponda, ¡quiero besar cada centímetro de su piel!
—¿Qué no lo entiendes? —digo jadeando con mi primer aliento tras separarnos—. ¡Eres mía! ¡Mía! Y nada de lo que digan o hagan hará que eso cambie. Elizabeth, ¿no puedes comprender que soy tuyo, pase lo que pase? ¿No entiendes que lo que siento por ti no tiene marcha atrás? —Entonces es ella quien me atrae de nuevo a sus labios. Y eso me vuelve completamente loco.
Puedo oír el torrente de sangre corriendo por sus venas, siento el calor de su piel, saboreo la esencia de su boca, y sé que me desea tanto como yo a ella. Está tan excitada... y eso desata mis propios deseos fuera de control. La corriente entre nosotros nos arrastra más allá del pudor, y ahora, mi tímida amiga está desatando toda la sensualidad que siempre llevó por dentro. Me besa de una forma que es como si se estuviera comiendo mi alma, y yo me deleito en que lo haga. Me entrego como solo podría hacerlo con mi mate. Sus pechos contra el mío, sus brazos en mi cuello y, antes de darnos cuenta, se ha sentado en mis piernas montándome de frente. Ondula sobre mi cuerpo, creo que llegaremos, pero justo cuando parece que ha tomado posición sobre mí, se percata de mi erección y se aparta de golpe. Ambos tenemos la respiración agitada, cierro los ojos tratando de volver a ser yo mismo y, cuando los abro, veo como ella sale corriendo del agua en dirección a la salida.
—¡Ellie, espera! ¡Elizabeth! —Llegamos demasiado lejos. Alcanzo a tomarla de la muñeca, apenas a tiempo para evitar que salga desnuda al bosque, y ambos temblamos de algo que no sé si es frío, vergüenza o miedo—. Perdóname. No comprendí que aún no deseabas... que tú no... —Logra soltarse de mi agarre, y se detiene justo en el umbral de la cueva. Escucho el agua gotear desde su cuerpo, y veo su silueta perfilarse con la luz de luna. Se ve tan hermosa, etérea, como si no fuera de este mundo. Es una diosa.
—Desearlo... —Su voz es apenas un susurro. Veo como se gira para que estemos frente a frente, parpadea como en cámara lenta... y entonces, camina de regreso a mí. Está gloriosa así desnuda, un poco de vapor aún se desprende de su cuerpo, y su respiración se ha vuelto lenta y pesada. Escucho mis latidos martillándome los oídos, tengo el cuerpo en tensión, y mis ojos están fijos en la aparición divina ante mis ojos. Estoy tan confundido, no sé si avanzar o retroceder. Luego ella abre los labios, y lo que dice detiene el tiempo y mi corazón—. Mi periodo casi acaba de terminar, la luna está en lo más alto, y no creo que pueda soportar otra noche fingiendo que quiero respetar tu promesa con mi tía.
—Elizabeth... —Me abraza, y siento como si tuviera entre mis brazos a la mismísima Diosa Luna.
—Meliodas, ¡tómame por favor!
***
¡Kyaaaaaah! *0* [convulsiona de la emoción y el equipo de apoyo le hace un muro de almohadas para que no se lastime; después de un rato se calma] Uff, aún recuerdo cuando escribí eso, ¡maravilloso capítulo! (perdón que lo diga yo misma XD) Por fin, el tan ansiado lemon de esta historia se dará. Perdonen que no lo suba hoy mismo, entre la universidad y el trabajo es lo único que pude editar, pero como además el siguiente capítulo si que requería correcciones, pues decidí tomarme mi tiempo y pulir tanto ese como el de mi obra La Princesa y la Mendiga. No desesperen que, mientras esperamos, les contaré el secreto de este capítulo °u^ ¿Sabían que muchos de los ambientes, mitología, leyendas y vibra de esta obra están inspirados en Outlander? Soy una gran fan ^w^ Leí los libros, vi la serie, y desde antes ya me encantaban las cosas de Escocia. Hasta el Kelpie es un mostruo de por allá. Eeeeeen fin, espero les haya gustado mucho, sigan leyendo mis locuras y, si las diosas lo quieren, nos vemos la próxima semana para más <3
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