16 Cachorros
Hola a todos aquí Coco, quien regresa cansada y relajada de una cita en el bosque 😌❤️, y está feliz de haber adelantado este capítulo para poder publicarles está noche. Una de las cosas que más me gusta de esta obra es que, sin necesidad de lemon (aún 😏) podemos ver cómo la relación de Eli y Mel va madurando poco a poco. Pues bien, hoy es cuando veremos el primero de sus éxitos como equipo y pareja, fufufu 🤭💕 Basta de adelantos, mejor vamos a disfrutar de nuestra lectura y, como dijo siempre, ya saben qué hacer 😘
***
Oh, diosas. Había tenido mis emociones bajo control hasta el momento en que vi el auto, y ahora no sé ni a dónde mirar. Sabía que Meliodas pertenecía a una de las familias más antiguas del pueblo, pero no esperaba que también fuera una de las más ricas. La camioneta negra que se estaciona frente a nuestra casa es blindada, y un par de enormes hombres de negro suben nuestras maletas con expresiones petreas. De pronto siento que hubiera sido mejor usar el vestido formal en lugar de los jeans, y no puedo evitar pensar que me juzgan de reojo. Me ruborizo, siento el corazón palpitar a mil en mi pecho... y entonces vuelvo a la realidad al sentir los dedos de Mel entrelazándose con los míos.
—Perdón por esto, Ellie. Les dije que llegaríamos en autobús, pero...
—No te preocupes. Estoy bien, un poco nerviosa, eso es todo. Sólo... Por favor, no me vayas a soltar. —Siento sus labios sobre un delicioso punto detrás de mi oído, y luego dice la única palabra que necesito escuchar para resistir está inesperada prueba
—Jamás.
*
Vaya, el camino ha resultado un poco largo. Llevamos casi una hora en la carretera, y todo lo que se ve es bosque. Meliodas está tenso y alerta, pero creo que está bien. De pronto el auto da un giro y se mete por un camino de tierra. Okay, creo que debo calmarme. Por mucho que vayamos al hogar de los lobos, no es como si fueran a meterme a una cueva oscura o algo así, ¿no? Meliodas dijo que era una finca, un hogar en el campo... eso debe parecerse a una granja, ¿cierto? Una casa vieja, graneros y eso... ¿tal vez? Solo una finca, una finca, una... ¡¿eso es una finca?!
*
Elizabeth se dió cuenta de que habían llegado cuando vio la enorme mansión alzándose en el horizonte. Era una casa antigua, una construcción de piedra sólida y madera que reflejaba la gloria de muchas generaciones pasadas. Mientras avanzaban, el camino se volvió menos rústico y reveló una serie de casas y otros edificios que eran una mezcla perfecta entre construcciones modernas y cabañas. El camino se volvió asfaltado, había alumbrado, y también muchos vehículos igual de lujosos a aquel en que venían. Pero si aquello la había impresionado, lo que definitivamente la intimidó fue ver a la gente del lugar. Puede que sus cabellos fueran de diferente color, pero todos tenían los mismos ojos verdes llenos de fuerza y dignidad. Sus cuerpos transpiraban poder, se movían con tal elegancia que parecía que fueran nobles. Meliodas tenía el mismo porte. No había duda. Definitivamente habían llegado con la manada.
—Bienvenida a mi hogar —La camioneta estacionó en la entrada de la casona y, apenas hubieron colocado los dos pies sobre la tierra, fueron recibidos por un hombre mayor y gordo, que barrió a Elizabeth con la mirada antes de voltear a sonreírle a Meliodas—. Hola, Chandler.
—¡Joven amo! Hace mucho que no venía, es un enorme placer tenerlo de vuelta. Su padre está esperando, sígame por aquí. —El vigoroso anciano subió las escaleras de la entrada con presteza, y condujo a la pareja al interior de la casa principal. Era todavía más asombrosa que por fuera, con vitrales, alfombras y muebles de maderas nobles. Se detuvieron en el enorme recibidor, donde la albina quedó hipnotizada por los brillos de la araña de cristal en el techo, y entonces el rubicundo sirviente se detuvo.
—La chica se quedará aquí.
—¿Qué? ¡No! —La reacción de Meliodas a esas palabras asustó a Elizabeth por un segundo: sus ojos se iluminaron con un brillo espectral, sus uñas se afilaron, y sus dientes apretados mostraron un par de colmillos ligeramente más grandes de lo habitual. Sin embargo, el viejo no se impresionó.
—Así debe ser señorito. Ella estará bien, se lo aseguro. Se quedará aquí con los cachorros. —Como contestando a esa afirmación, en ese momento se escucharon las voces de niños pequeños en la sala, yl rostro de Meliodas comenzó a cambiar de color al mismo tiempo que sus manos definitivamente se convertían en garras. Para detenerlo, la peliplateada lo tomó del brazo y le sonrió tranquilizadoramente.
—Estaré bien, me gustan los niños. No me moveré de aquí, ve a hablar con tu padre. —El rubio se calmó un poco al ver su mirada decidida y, para vengarse del desagradable comportamiento del anciano, tomó la cara de Elizabeth entre sus manos y la besó con pasión. Ella simplemente no pudo resistirse. Cerró los ojos, se dejó ir aferrándose a sus brazos para no caerse y, cuando finalmente se terminó el aire, ambos se separaron con algo entre un suspiro y gemido. Entonces él siguió por el pasillo sin mirar atrás con el indignado sirviente pisándole los talones, y la albina entró a la sala, donde cuatro o cinco niños pequeños estaban regados en los sillones con cara de aburrimiento. En cuanto entró, cada par de ojos verdes se clavó en ella.
—¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡¿Qué hago?! —Ella se sintió muy incómoda por la intensidad de la mirada en esos pequeños rostros. Miraba para todas partes, buscando algo que la ayudara a salir del dilema, cuando de pronto vio su salvación en uno de los estantes del librero. Los Siete Pecados Capitales, una novela de caballería que a ella le encantaba, y que sería la clave para dar el siguiente paso con la familia. Mientras, Meliodas se enfrentaban a una enorme puerta de ébano, la cual dudaba en tocar. No tuvo que hacerlo, pues en ese momento escuchó la profunda y grave voz de la persona que lo esperaba dentro.
—Adelante. —Inhaló profundo, giró el picaporte y ahí, sentado en una alta silla de cuero, estaba un hombre de espesa barba negra y ojos verdes tan penetrantes como los suyos.
—Hola papá.
*
La conversación había salido mejor de lo que esperaba. Por lo menos, cuando Meliodas salió de ahí, en verdad sintió que Elizabeth estaba fuera de peligro. Mientras él cumpliera su parte del trato, la familia los dejaría en paz, y además, podría seguir siendo parte de la manada. El rubio caminó por el pasillo en dirección a la sala y, al recordar lo que había pasado antes, su enojo fue creciendo con cada paso. Siempre había querido al viejo Chandler, era uno de los empleados más leales a su familia, y lo había criado casi como a un hijo. Pero lo que había hecho era un insulto. Dejar a Elizabeth con los cachorros era como decirle que era menos que el más pequeño de sus lobos. Inferior. Débil. Insignificante. No le importaba lo que dijeran de él, pero estaba harto de que se metieran con ella por ser humana.
Llegó al final del pasillo dispuesto a armar una escena pero, en cuanto llegó, lo que encontró le borró cualquier imagen violenta de la cabeza y lo dejó conmovido. Elizabeth estaba sentada en el sillón individual, con un pequeño cubierto de cobijas dormido a sus pies, una rubiecita sentada en sus rodillas, y un niño de siete años, que era el mayor, cepillando su cabello. Los otros dos compartían el celular de ella, totalmente absortos viendo un anime, y un último tenía un gran libro abierto y cara de concentración. Escuchó un poco de su conversación mientras la observaba desde las sombras.
—¿En serio te gusta? Los niños dicen que se ve fea.
—Al contrario, es hermosa. Yo mataría por tener una así.
—¿No crees que parece como si me hubiera salpicado de pintura?
—Claro que no —Elizabeth comenzó a delinear la marca de nacimiento que la pequeña tenía en la mejilla mientras sonreía con dulzura—. Se parecen a las marcas de los poderosos Diez Mandamientos, una orden de caballeros que sale en aquel libro. Te hacen tan especial como si fueras la más fuerte de las guerreras de ese clan. —La niña se ruborizó mientras el niño que la cepillaba sonreía.
—Y se llama igual que tú. Por cierto, ella es Derieri, yo me llamo Monspeet, ¿me repites tu nombre, hermana? —Los tres se rieron un poco por la ocurrencia, y la tierna escena fue interrumpida cuando el viejo Chandler salió de la nada y tomó a Meliodas por el hombro. Tenía una ancha sonrisa en la cara y sacaba el pecho con orgullo; hizo un gruñido de aprobación y luego se acercó a susurrar algo al oído a su pupilo.
—Será una buena madre, señor. Le ofrezco una disculpa. —Entonces el anciano se alejó a toda prisa, y Meliodas se ruborizó de cuerpo completo reflexionando en lo que esas palabras implicaban. Su maestro aprobaba a su mate, y eso era bueno pero, la verdad, aquel no era el pensamiento más placentero que había inundado su cabeza. La imagen mental de la albina con una expresión de felicidad y un enorme vientre de embarazo por poco lo rebasó. Para evitar que sus pensamientos fueran por lugares demasiado peligrosos, entró a la habitación con una sonrisa de lado.
—Hola muchachos, ¿podrían devolverme a mi mate, por favor? —La reacción de los niños fue realmente cómica. Todos los varones se pusieron de pie con cara de susto, el mayor tiró el cepillo al piso, y la niña pequeña se aferró más a los brazos de Elizabeth. Luego Meliodas se acercó a Monspeet con los brazos cruzados y una ceja levantada de forma inquisitiva—. ¿Se puede saber por qué estabas tocando a mi mujer con tanta confianza? —El pobrecito se puso colorado de pena y susto, e intentó balbucear una respuesta coherente.
—¡Per... per... perdóneme, alfa! Solo... la hermana es... su cabello olía muy bien y... —El rubio se le acercó mientras mantenía su falso enfado y apenas contenía la risa—. También huele a usted.
—Claro que sí, es mía. Pero Monspeet... —El rubio extendió la mano y todos los niños contuvieron el aliento. Al menos, hasta el momento en que la puso sobre la cabeza del muchacho y comenzó a acariciar sus cabellos castaños—. Yo no soy el alfa, ¿podrías darle un abrazo a tu primo sin temblar, por favor? —Todos exhalaron con alivio al mismo tiempo, y al momento siguiente se le arrojaron para comenzar a jugar con él. Elizabeth se levantó con la pequeña Derieri aún en brazos, y se acercó con cara de preocupación.
—¿Cómo te fue, Mel? ¿Estás bi...? —Él simplemente la silenció con un beso, y se permitió fantasear con la idea de hacerla suya para que, un día, llevará a sus cachorros en el vientre.
*
—¿No nos quedaremos con tu familia?
—No Ellie, aún no podemos confiar en todos. Además, tengo asuntos pendientes con Escanor.
Elizabeth estaba algo nerviosa por lo misterioso que Meliodas se estaba comportando. Él no había querido decir ni una palabra sobre lo que platicó con su padre; tampoco sobre la fiesta del día siguiente, y ahora, se la estaba llevando fuera de la finca familiar para pasar la noche en la cabaña del señor Castellio. No es que a ella no le agradara, solo que no entendía porqué tanto secreto. Cuando llegaron, el cazador ya los estaba esperando.
—¿Todo listo, león?
—Lo está. Además, esta noche será especial, muchacho. La rutina de hoy va a hacer que hasta escupas el hígado.
—¡Así que esto es lo que has estado haciendo todas las noches! —exclamó Elizabeth con sorpresa—. ¿Vas al bosque a entrenar? —Meliodas se ruborizó un poco por su reacción y asintió ligeramente con la cabeza—. ¿Pero, por qué?
—Para protegerte, pequeña. Y para no ponerte en vergüenza durante la fiesta de cacería.
—Escanor...
—Ya, ya, no seas quejica. Comienza tu circuito a las siete en punto, solo transfórmate y haz tu calentamiento.
—¿Lo otro también está preparado?
—Sí.
—¿Y pusiste las protecciones especiales? —El cazador sonrió orgullosamente mientras se cruzaba de brazos.
—La barrera de wolfsbane está bien alta, lobo. En cuanto salgas la cerraré, y nada podrá entrar hasta mañana temprano. Te recomiendo despedirte de tu chica, estando tan cerca, será más difícil aguantar no tenerla contigo. —Elizabeth se ruborizó mientras veía como Escanor entraba a su cabaña y los dejaba a solas. Luego se giró hacia su mate y suspiró con una mezcla de preocupación y cansancio.
—¿Sabes que no tienes que probar nada por mi, verdad?
—Sí, tengo que. Puede que solo sea el Omega, pero mereces todo lo que podría darte un alfa. En especial respeto. —Entonces Meliodas comenzó a desvestirse, y Elizabeth vio admirada como en poco menos de quince días el régimen de entrenamiento del cazador había dado resultados. Estaba más delgado, su abdomen estaba marcado, su espalda era ancha, y estaba recobrando la musculatura en sus brazos. Pero el cambio más grande estaba en sus ojos: ahora había algo salvaje en ellos. Cuando quedó desnudo por completo, la albina se acercó a el para abrazarlo con fuerza. Sentía que si no lo hacía, él perdería una parte de su alma que lo hacía humano.
—Ten cuidado. Te estaré esperando.
Meliodas le devolvió el abrazo hasta casi aplastarla, y luego comenzó a deslizar las manos por todo su cuerpo. Ella abrió los ojos de golpe, y asombrada, sintió cómo sus dedos se transformaban en garras mientras estrujaba la curva de su trasero y se aventuraba bajo la tela de su blusa. Una mano llegó hasta su pecho y lo apretó suavemente, sacándole un gemido que hasta a ella misma la asustó. Por último, el rubio hundió la nariz en su cuello e inhaló con fuerza haciéndola estremecer de la cabeza a los pies. Luego la soltó, salió corriendo hacia el bosque, y lanzó un largo aullido cuando la transformación se completó. Elizabeth sabía que era una señal para ella.
—Yo también te amo —Él estaba haciendo todo lo que podía para no avergonzarla. Y ella ni siquiera podría alimentarse de la presa que le trajera el día de mañana. Decía buscar una forma de demostrarle su apoyo también, debía haberla. Entonces tuvo una idea. Entró a la casa del cazador, donde lo encontró cocinando, y tuvo la seguridad de que su plan funcionaría—. Señor Escanor, necesito un favor.
***
Yyyyyyy... Eso es todo por hoy cocoamigos UwU Fufufu, esa fiesta va a estar muy buena, la reunión familiar está a la vuelta de la página y, mientras esperamos a que llegue ese interesante evento, nos despedimos llendo al secreto de este capítulo. ¿Sabían que no he cambiado de idea respecto a que uno de los cachorritos muera? 😈 Ese fue un spoiler que di en su momento en mi otro perfil, y no estaba del todo convencida de hacerlo pero... ahora estoy segura. Ese evento será importante para los hechos posteriores. El alfa y su luna están por vivir cosas muy intensas, buajajaja!
Muchas gracias por haberme acompañado el día de hoy mis corazones ❤️ Y sin más por ahora, nos vemos la próxima semana para más.
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