10 La Dame Blanche

Hola a todos, aquí Coco, disfrutando de una tarde lluviosa en el valle de México, y lista para traerles el primer capítulo con auténtico sexyness de esta historia, fufufu *u* Verán cómo la paciencia hacia la maduración de nuestra amada pareja valió la pena. Como además en esta ocasión hay impactantes revelaciones y el inicio de nuevos problemas... bueno, dejémoslo en que estoy segura de que les va a encantar ^3^ Ya saben qué hacer. 

***

Esto está mal pero... no quiero parar. Se siente tan bien, ¡Meliodas!

Ellie... mi hermosa y dulce Ellie, ¡te encontré! Te encontré y ya no me importa todo lo demás. Ríndete... correspóndeme, ¡por favor!

Apenas lo pensó, ella lo hizo. Comenzó a mover sus labios sobre los del rubio e inclinó su cuello indicándole que quería más. Él obedeció complacido y, de un momento a otro, estaba prácticamente recostado sobre ella en la cama. Luego Elizabeth le echó los brazos al cuello, y fue como si quisieran devorarse mutuamente. Aunque al inicio estaba asustada, mareada y confundida, la pasión del beso le estaba despertando un instinto que no sabía que tenía. Su cabello se desparramaba sobre las sábanas, su falda se le había levantado, y antes de siquiera darse cuenta de lo que hacía, había acomodado a Meliodas entre sus piernas. Él gruñó un poco mientras mordía su labio con suavidad, logrando que la peliplateada abriera la boca para explorarla con la lengua. La sensación fue tan placentera que ambos empezaron a gemir. Sus respiraciones estaban agitadas, sus latidos acelerados. Finalmente tuvieron que separarse por falta de aire, pero cuando el lobo intentó retomar el beso, Elizabeth volteo la cara para impedirlo.

Espera, Mel... Pero él no quería detenerse. Comenzó a besarle la mejilla, el cuello, el pecho, y cuando sus manos bajaron para acariciar todo su cuerpo, ella al fin recuperó la cordura. Detente... me estás asustando. Esto último fue lo que le ayudó al rubio a despertar. Se detuvo en el acto y se separó de ella lentamente con manos temblorosas.

Lo siento Ellie, pero no pude evitarlo Se sentaron uno frente al otro, y después de hacer varias inhalaciones profundas para calmarse, él le sonrió de una forma que la hizo temblar de emoción. Te encontré. No puedo creer que llevo meses viviendo con mi mate sin darme cuenta, ¿cómo es posible? Luego ambos voltearon a ver el collar de su padre al mismo tiempo.

—Será que... —La albina le dio un pellizco a la medalla para abrirla y revelar la foto de su familia junto con la sorpresa de su tía.

—Muéstramelo —Ella le cedió el pequeño disco de oro de inmediato, y él abrió los ojos como platos mientras observaba la pequeña flor morada que había en su interior—. Esto es acónito.

—¿Qué?

—Matalobos... wolfsbane, cariño —Elizabeth no sabía que la confundía más, los nombres de esas plantas desconocidas, o el nuevo apodo cariñoso con que le hablaba su mejor amigo—. Al parecer tu collar tenía un hechizo que impedía que te encontrara —Meliodas tomó la pequeña flor entre sus dedos, y con un gesto de victoria, la estrujó hasta volverla polvo—. Pero ya no.

La intensidad de su mirada hizo que la joven se ruborizara de cuerpo entero. Luego llevó sus ojos al regazo y comenzó a hablar de manera atropellada.

—Pe... pero no es posible. Meliodas, tú dijiste que los lobos... que los mate no pueden... ¡que solo pueden emparejarse con otros lobos! —Hizo una pequeña pausa y lo siguiente lo dijo como si se avergonzara de eso—. Y estoy segura de ser cien por ciento humana.

—Ellie —El rubio tomó de nuevo su rostro entre sus manos, y aunque requirió de todo su autocontrol no ir más lejos, le imprimió un corto y apasionado beso en la boca. Ella cerró los ojos, deleitándose con esa íntima caricia, y volvió a abrirlos cuando él comenzó a acariciar sus mejillas con los pulgares—. Yo tampoco entiendo qué está pasando, pero estoy muy seguro de que eres mi mate.

—¿Cómo puedes estarlo? —Él se llevó una de sus delicadas manos al pecho y se acercó más.

—Cierra los ojos. Dime qué sientes —Ella obedeció, y tras un momento de silencio, se dio cuenta perfectamente de a qué se refería. Sus latidos y su respiración estaban sincronizados, sus pieles se erizaba al contacto con el otro, y aunque ella no tenía el olfato de un lobo, igual tenía ganas de pegar la nariz a su cuerpo.

—Tengo miedo.

—Tranquila —Meliodas la tomó de los brazos y se acostó llevándola con él. La cabeza de Elizabeth terminó descansando contra su pecho, y después de unos minutos sin hablar, en un maravilloso ambiente de paz, ambos comenzaron a sentirse somnolientos—. Sé que nuestra situación es complicada, pero es lo que es. Lo importante es estar juntos. —Aún con algo de timidez, la albina lo abrazó. Luego se permitió caer en un dulce sueño sin pesadillas.

*

—Arriba. Creo que los dos me deben una explicación. —Mi tía Merlín está a los pies de mi cama, con una mano en la cintura y el ceño fruncido. Espera, ¡esta no es mi cama! Cuando despierto, Meliodas está recostado sobre mí mientras me abraza protectoramente y mira mal a mi tía. ¡Me ha desabrochado por completo la blusa!, ¡¿en qué momento?!

—¡Lo siento mucho! Yo... —Intento zafarme del abrazo de Mel, pero él me aprieta aún más fuerte y suelta un pequeño gruñido.

—No Merlín, tú eres la que nos debe una explicación —Siento como él me da un suave beso entre los pechos, y se levanta sin soltarme—. ¿Por qué demonios pusiste un conjuro para que no pudiera encontrar a mi mate? —El silencio entre los tres es casi ensordecedor, ¿pero qué es lo que está pasando? El labio de mi tía comienza a temblar un poco, como si estuviera a punto de llorar. Nunca la había visto así antes. Inhala profundo, vuelve a mirarnos, y suelta algo que me hace sentir como si me hubieran dado un golpe en la cabeza.

—Solo queríamos protegerla.

—¡¿Mintiéndole?! ¡¿Escondiéndola de mi?! —De pronto los ojos de mi tía se vuelven fríos como dos pedazos de hielo, y alza la barbilla mirando retadoramente a Meliodas.

—De todos los lobos, señor Demon. Ellos querrán matarla por la sangre en sus venas. —Los dos se quedan callados tras estas palabras, pero aunque se ve que él comprende lo que acaba de decir, le está mostrando los colmillos. Luego vuelvo a verla, y por primera vez en toda mi vida, lo que veo en el rostro de mi tía es culpa.

—¿De qué están hablando?, ¿a qué se refieren con que me estás mintiendo?, ¿de quién tienen que protegerme? —Los preciosos ojos ámbar que creía conocer tan bien se clavan en los míos, y por un segundo, parecen los de una desconocida.

—Cariño, tienes que entender. Tú no eras culpable de nada, no tenías por qué convertirte en la oveja expiatoria de un crimen que no cometiste, no eres responsable por los pecados de tu familia, y nosotros...

—¿Mi familia? —No puede ser.

—Lo sabe Ellie —Observo a Meliodas con los ojos como platos, y por alguna misteriosa razón, sé que todo lo que está a punto de decir es verdad—. Sabe quienes son tus verdaderos padres; siempre supo de qué familia provienes. —Ella alza la ceja con asombro, y le pregunta algo que hace que sienta como si me ahogara.

—Veo que también lo sabes. —Ahora le toca a él verse culpable, y por alguna extraña razón, tengo ganas de llorar y pegarle.

—Lo sé. Me enteré ayer, y puedo perdonarte por intentar protegerla, pero aún hay algo que no comprendo. Si pudieron ocultarla de esta misma forma todo el tiempo, ¿cuál es la razón que tuvieron para llevársela de aquí? —No puedo parar de temblar.

—¡Basta! Por favor, explíquenme, ¡¿de qué rayos están hablando?! —Veo a esta mujer pelinegra acercarse a mí, se sienta sobre la cama, y cuando toca mi mano, sé que nada volverá a ser como antes.

—Bajemos por un té cariño. Creo que es el momento de contarte la historia de tu familia. De tu verdadera familia.

*

—Entiendo... sí, gracias papá... —Ellie está atendiendo al teléfono una llamada con Baltra Liones. Él tiene que corroborar todo lo que acabamos de oír de Merlín, aunque no creo que eso nos haga las cosas más fáciles. Al final, resulta que es verdad que nació aquí. Y además, que desciende de brujas—. Estaré bien, en serio, no te preocupes por mí dice eso, pero yo sé que no es del todo cierto. Ahora mismo puedo sentir sus emociones: asombro, ansiedad, tristeza; es increíble que pueda percibirlas tan claramente, y eso que ni siquiera la he marcado aún. Por fin cuelga el aparato y se voltea lentamente para enfrentarnos.

—Entonces, el collar que me regaló papá, el que me pidió que nunca me quitara, ¿era un hechizo para ocultarme? Pero...

—Tranquilízate Ellie. —Nada de esto cambia lo que siento por ella. Extiendo la mano y veo con alivio como, a pesar de su estado, de inmediato la toma y viene a sentarse conmigo. Su presunta tía se arrodilla frente a ella y le sonríe.

—Sabes que sin importar tus orígenes te amamos, ¿verdad Elizabeth? —Ella asiente con la cabeza y yo le doy un beso en la nuca mientras percibo como lucha por calmarse—. Sin importar lo que pase, eres de nuestra familia. Pero solo tú puedes decidir quién quieres ser a partir de ahora. Seguro tienes muchas cosas que preguntarme. —Elizabeth pone cara de concentración y desliza su lengua sobre los labios para humedecerlos. ¡Diablos! Cómo tengo ganas de besarla ahora. ¡Tranquilízate Meliodas! Esto es más importante.

—De acuerdo. Entonces, mi verdadero nombre es Eliza Danafor, y fui adoptada por ustedes cuando mi madre murió por complicaciones en el parto, ¿cierto? —Veo culpa en la cara de Merlín, pero la expresión de dolor que hace apenas me parece suficiente considerando lo que está pasando.

—Cierto.

—Nací aquí, tenía una familia... una hermana... —Se me forma un nudo en la garganta, aprieto suavemente su mano, y pronunció el nombre que nadie se había atrevido a decir.

—Liz.

—Entonces, lo quiero saber es, ¿por qué no me quedé aquí con ella? La persona con la que se crió... él debió ser nuestro verdadero padre, ¿o no?

—No —contesto yo. Esa historia la conozco—. Él solo era amigo de la familia. La crió como si fuera su tío, a las afueras de Black Valley. Eran los que vivían más lejos, aunque nunca se fueron del todo del pueblo.

—¿Pero por qué no me adoptó a mí también? —Siento su pena y su confusión. Por favor, no llores Ellie.

—Él quería hacerlo cariño. Pero de haberlo hecho, ni tú ni tu hermana habrían estado a salvo.

—¿Pero por qué? —Veo a Merlín sonreír misteriosamente, y sé que eso no augura nada bueno.

—Creo que en realidad tú podrías saber la causa. ¿Recuerdas la investigación que estabas haciendo?

—Sí, pero no pude descubrir nada útil sobre mi nacimiento en el hospital.

—No me refiero a esa, pequeña. Me refiero al origen de este pueblo. ¿Encontraste cosas muy interesantes, o me equivoco? —Ellie está cada vez más pálida, y no me gusta el rumbo que está tomando esta conversación.

—S... sí. Descubrí que los Druid, los Liones y los Danafor son descendientes de la familia Goddess.

—Los últimos no son solo descendientes. Las brujas más fuertes siempre provienen de tu línea familiar, Elizabeth. —El silencio vuelve a hacerse entre nosotros, y lo único que desearía es poder apartar a Ellie de todo esto. No tengo oportunidad cuando la mujer frente a nosotros sigue hablando—. Creo que a estas alturas sabes que este lugar está lleno de leyendas y tradiciones.

—Sí pero, ¿qué tiene que ver con la razón de que no haya sido adoptada aquí?

—Creo que sé hacia dónde va esto. Las brujas siempre son supersticiosas: la maldición de los pelirrojos, niños robados por las hadas, serbal en las puertas. De seguro creyeron que el que fueras albina era algo de mala suerte.

—Señor Demon —dice ella con frialdad—, puede que para usted solo sean supersticiones, pero para nosotras, esas creencias son vitales para preservar nuestro poder. Y no. La familia Liones nunca ha creído que el color del pelo de Elizabeth fuera de "mala suerte" —La sonrisa de Merlín me hace sentir escalofríos, y sé que lo siguiente no me va a gustar—. Más bien todo lo contrario. Esperábamos que, con el tiempo, ella fuera la bruja más poderosa de entre nosotras.

—¡No! —grito sin poder contenerme—. No pienso permitir que le metan ideas raras en la cabeza. Ella no puede ser bruja, porque está destinada a ser mi mate. Me pertenece, y no dejaré que la maldición de los Goddess me impida tenerla. —En algún momento me he levantado de mi asiento y estoy sacando las garras. Maldición, ¡estoy tan furioso que siento que podría destrozarla! Solo me detengo al percibir la mano de Ellie tomando la mía.

—Meliodas, entiendo que te sientas con derecho a ella, pero debes recordar que no es un lobo.

—¡Ni tampoco una bruja! —Siento como comienza a temblar y sé que lo he arruinado todo. Maldición. Prácticamente acabo de decirle que no tiene un lugar—. Ellie, lo siento. ¡Lo siento mucho!

Ella me extiende los brazos como una niña pequeña, y yo de inmediato voy a su encuentro. Me siento de nuevo en el sofá y la pongo sobre mis piernas, abrazándola para que se calme. Siento sus lágrimas calientes sobre mi hombro, ha hecho un nudo en el cuello de mi suéter, y se aferra a mí como si le fuera la vida en ello. Su tía se acerca para acariciarle la cabeza, y yo apenas se lo permito. ¡Diosas! ¡Qué locura! Mi deseo de protegerla es tan fuerte que me estoy convirtiendo en un salvaje. Cuando por fin se calma, sorbe un poco la nariz e intenta bajarse, pero yo no la suelto. Suspira resignada y vuelve a dirigirse a Merlín.

—Entonces, si esa no fue la razón, ¿cuál era?

—En realidad, el origen de todo esto está en el clan de los lobos —De inmediato me tenso al escuchar la acusación. ¿Qué demonios quiere decir?—. Meliodas, ¿sabes la leyenda del lobo blanco? —Me quedo de piedra al escuchar esas palabras. No. No puede estar refiriéndose a eso, es imposible. La fuerza me abandona por completo, siento la boca seca, y es como si el suelo bajo mis pies se moviera. No estoy dispuesto a creerlo.

—U...una aburrida historia familiar, nada más.

—¿Por qué no se la cuentas? —¡Maldita bruja!

—¿De qué se trata Meliodas?

—No es nada, solo... Bueno, es una superstición que dice que el nacimiento de un lobo blanco en Black Valley anuncia el regreso de la Diosa Lunar. Es la madre de todos los lobos, nuestra deidad, y su venida puede muy bien simbolizar la llegada de una era de prosperidad increíble o... —Siento que no puedo continuar, pero no hace falta. Merlín termina la frase por mí.

—Una masacre como nunca se ha visto en esta región. Los tres hacemos silencio, y parece como si la temperatura hubiera bajado varios grados.

—¡Pero ya les dije que soy humana! Aunque mis ancestros hubieran sido brujas, yo jamás he sido especial.

—¿Estás segura, cariño? ¿No crees que es posible que tu sangre encierre más de un secreto? —Me quedo de piedra al oír eso.

—¡Un momento! —grito sin poder controlarme—. ¡No puedes estar insinuando que su padre es un...!

—No Meliodas, no creo que su padre haya sido un hombre lobo. Pero las brujas tenemos una versión diferente del cuento del lobo blanco, y he ahí la razón por la que sacamos a Elizabeth de Black Valley cuando era una recién nacida —Veo a la supuesta señorita Liones sacar un libro de su estante, y lo pone sobre las manos Ellie en una página con el dibujo de una mujer blanca como la nieve—. Esta es la Dame Blanche, una hechicera nacida con un poder anormalmente grande y puro. Se creía que también podía ser la emisaria de la Diosa Luna —Para, por favor, ¡para!—. Tu padre... es decir, Baltra Liones. Él tuvo una visión sobre ti en cuanto te tuvo en sus brazos. Querida... tú podrías ser la Bruja Blanca.

Este silencio me está ahogando, estrujo a Elizabeth aún más fuerte entre mis brazos, y cada respiración que damos juntos duele. No puede ser. Por generaciones, brujas y lobos hemos estado en una guerra que ninguno planeó, pero que igual ha cobrado decenas de vidas. Nadie ha logrado parar el río de sangre, ni parece tener la intención. La maldición de la bruja tiene profundas raíces en este pueblo. Y ahora, Merlín nos está diciendo que ella podría ser el factor que incline la balanza hacia alguno de los bandos. Oh Ellie. ¿En qué líos nos estamos metiendo?

—El poder de una bruja blanca es algo que hasta los lobos ambicionarían, sobre todo los más viejos del clan —Tiene razón. La maldita Merlín tiene razón—. En cuanto a las brujas... bueno, basta con decir que algunas han elegido caminos terribles y oscuros. Por eso, para que ni las brujas ni los lobos te tuvieran, Baltra te adoptó y te llevó muy lejos, a otra ciudad.

—Entonces, ¿por qué tú me permites volver?, ¿por qué, sí sabías que corría peligro, me recibiste aquí como si nada?

—Porque tenías derecho a conocer tu pasado. Tienes derecho a elegir tu propio destino. —Sus poderosas palabras calan profundo en nosotros, y yo ya no sé qué hacer ni qué decir. Son demasiadas cosas para asimilar, pero cuando trato de poner todo esto claro en mi mente y exponer mis dudas, la primera pregunta que suelto suena absurda.

—Entonces, ¿fue su padre quien hizo ese amuleto que olía tan mal? —Merlín se suelta a reír ante mi tontería, y es un sonido tan maravilloso que por fin nos relajamos un poco.

—Sí, mi querido Baltra no es el mejor de los hechiceros. Pero corregimos ese problema para que su collar simplemente ocultara su aroma, y lo hizo muy bien por un tiempo, ¿no es así? —Hago una mueca ante su gesto burlón, y ahora es Ellie la que se está riendo de mí.

—Entonces, ¿quiere eso decir que puedo quedarme en Black Valley?

—Si es lo que deseas, sí. Además, ahora que tienes a uno de los lobos más fuertes de la manada protegiéndote, creo que las cosas podrían resultar mejor de lo esperado. Y me tienes a mi. Lo demás está en manos del destino —Parece que esta conversación ha terminado. Antes de irse, veo cómo Merlín inclina un poco la cadera y se agacha hasta que sus ojos están a la altura de los míos—. Solo una advertencia más, señor Demon: cuidarla va a implicar también que la protejas de ti mismo.

—¿A qué te refieres? —Ella se levanta y nos echa una larga mirada mientras una sonrisa de lado se imprime en su cara.

—Puede que Elizabeth sea o no la Dame Blanche, pero también es solo una chica de dieciséis años. No quisiera tener que cuidar a una adolescente embarazada. —Oh... por... la diosa...

Yo pensé que solo Ellie podía ruborizarse de esta forma, pero ahora los dos tenemos la cara como una fresa. Y para rematar, ella ha decidido abrazarme para ocultar su rostro en mi cuello, haciéndome sentir su respiración sobre mi piel, y la suavidad de sus pechos presionados contra el mío. ¡Diosa, ayúdame! Esto va a ser mucho más difícil de lo que pensé.

***

Tanta intriga, tanto drama, tanto... sexyness 7u7 Fufufu. Y ahora, un secreto de este capítulo: ¿sabían que de todos los que he escrito hasta la fecha este es el que más se me había complicado de hacer? Quería que los puntos más importantes del pasado de Ellie quedaran claros, pero al mismo tiempo, no quería revelar demasiado del pasado del pueblo o el origen de la maldición. Si a eso le sumamos que Meliodas ya encontró a su mate y que la investigación de brujas de Ellie por fin arrojó frutos... bueno, me complace decir que esta última versión y edición es la que me ha quedado mejor ^u^

¡Muchas gracias por estar aquí! Nos vemos la próxima semana para más, y mañana en otra historia <3 



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