próemium.
El viento helado susurraba entre los callejones oscuros de la ciudad, a la vez que una neblina espesa se arrastraba por las calles desiertas. La luna apenas lograba colarse entre las nubes, lanzando destellos pálidos sobre las fachadas descuidadas.
La humedad penetraba en sus huesos que sostenía en su mano enguantada el frío metal de una pistola. Su mirada era gélida y penetrante, reflejando lo insignificante que era el tipo frente a él. El hombre atemorizado estaba arrodillado, con las manos atadas y los ojos llenos de pánico.
Sin embargo, Jungkook no sentía ni una pizca de lástima. Sus labios se curvaron en una sonrisa siniestra, mientras la brisa mecía su cabello oscuro. El miedo impregnaba el aire mezclada con el hedor a la sangre derramada, aquella sensación de tener el poder sobre la vida de una persona en su mano, aceleraba su corazón con uns ímpetu desbordante que no provocaba más que insitsrlo a más.
El hombre atado temblaba, incapaz de articular palabra, y la nula paciencia de Jungkook empezaba a agotarse. Su dedo acarició el gatillo de la pistola, sus ojos se entrecerraron con malicia sintiendo aquel escalofrío enfermo que recorría su cuerpo con diversión, como si disfrutará ver el dolor y pavor ajeno.
— ¿Siquiera sabes por qué mierda estás aquí? — murmuró en un tono gélido, su voz cortando el aire como un cuchillo afilado.
El hombre tragó saliva con dificultad, sus ojos llenos de terror mientras negaba frenéticamente.
Jungkook dejó escapar una risa que resonó a lo largo del callejón, una risa que reflejaba su desprecio hacia el hombre.
— No importa. La verdad es que poco me importa si sabes o no, de cualquier forma te mataré.
El hombre sollozó, sus lágrimas mezclándose con la suciedad en su rostro. La desesperación lo embargaba y, en un último intento por salvar su vida, balbuceó entre sollozos: — P-por favor... por favor, escuche. Tengo un hijo, un hijo Omega. Si me dejas vivir, se lo entregaré.
La expresión de Jeon cambió levemente, sus cejas se alzaron intrigado mientras evaluaba al hombre.
— ¿Un Omega, dices?
El hombre asintió con rapidez, su aliento tembloroso.
— Sí, sí. Puedes tenerlo, hacer lo que quieras con él. Solo déjame ir. Por favor.
El azabache se sumió en silencio, meditando en la propuesta que se le presentaba. Las posibilidades de que un jodido omega se cruzara ante él eran bajas. La tasa de natalidad disminuía drásticamente cada año, lo que significaba un valor excepcional a cualquier individuo de esa casta. Además de que también quería sentir aquella sensación de exquisito placer que era pasar una noche con un omega, una experiencia que había escuchado en incontables historias, pero jamás pudo experimentar. Había intentado encontrar tantas veces a un omega para satisfacer sus deseos durante el celo, pero todos de los que se tenía registro estaban enlazados o escondidos por temor a ser expuestos.
— S-señor Jeon, se lo ruego. Mi hijo además de ser un omega es puro, nadie lo ha tocado jamás. — explicó desesperado por aferrarse a la única oportunidad de vivir. —Pensaba entregarlo al mejor postor y ese es usted, por favor.
Jungkook permaneció en silencio por un momento, saboreando la desesperación en el aire.
— Eres patético, ¿lo sabías?
— ¡Lo soy, perdóneme!
La risa de Jungkook llenó el callejón una vez más, resonando como un eco sombrío.
— Muy bien, imbécil. Te daré una oportunidad. — y de manera siniestra, se agachó para mirar al hombre a los ojos. — Pero recuerda, siempre te estaré observando. Si llegas a cruzarte en mi camino de nuevo, no habrá una segunda oportunidad.
El hombre asintió frenéticamente, su rostro empapado de lágrimas y gratitud mezclada con temor. Jeon se alejó con una sonrisa retorcida en los labios, dejando al hombre atado en el oscuro y abandonado callejón.
— ¡Espere! ¿Qué pasa conmigo?¿Me dejarán ir?
El azabache se detuvo por un momento, volviendo la cabeza hacia el hombre con sorna.
— Desatalo. — ordenó a uno de sus subordinados.
El hombre bajó la mirada evitando revelar sus emociones. Jungkook rió con malicia ante su acción, hace unos momentos al tipo no le importó entregar una vida inocente a cambio de salvar su propio pescuezo y ahora parecía redimirse y buscar escusas internas para justificarse egoístamente.
— Te daré tu oportunidad de huir una vez que me entregues a tu hijo. Ten en cuenta que una vez que sea mío, será su destino y el tuyo el que estará en mis manos.
El hombre parpadeó, aún aturdido por la oferta y la amenaza velada en sus palabras.
Con esa última advertencia, Jungkook continuó su camino, desvaneciéndose en la oscuridad de la noche. El hombre quedó solo en el callejón, temblando de miedo y con el peso de la culpa sobre sus hombros. Sabía que había cruzado un camino peligroso, y ahora su única esperanza de salvación descansaba en entregar a su propio hijo en manos de aquel loco desquiciado.
— Han — llamó. Su mano derecha asintió silenciosamente en respuesta a la indicación muda de Jeon, y se alejó.
— "mátalo".
taehyy ©
🌷escrito y dedicado a yongxxe
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