"Alex Dino"

"Alex Dino"

Tuve que contenerme tanto... pero tanto, que me di cuenta de que poseía una gran fuerza de voluntad, a sabiendas que no podía actuar con libertad porque podría ser descubierto y aunque sintiera la rabia del mundo trepando por mi garganta, mis brazos permanecían en posición de descanso tras mi espalda.

El tal Yuna era un verdadero imbécil. O tal vez fue la impresión que me dio al conocerlo, simplemente porque sabía que estaba tomando lo que era mío.

Como era de suponerse pasó de mí en un segundo, mismo en que en un efusivo abrazo levantó a Cagalli por los aires y yo no pude hacer más que presenciar y tragar.

Lo habíamos hablado, yo confiaba en ella, ella me tenía a mí... y soportaríamos la situación con ese idiota mientras encontrábamos la forma de manejar la situación con los emiratos.

Pero sentía que no iba a poder... me obligaba a agachar la cabeza solo por ella y verla alejar.

Fue entonces cuando recibí un mensaje en mi terminal telefónica.

De: Cagalli "Por favor... no me dejes sola".

¿Acaso pretendía que me quedara viendo como la sujetaba?... Pero era natural, yo era su guardaespaldas... pero más allá de eso el hombre que amaba y que la custodiaba como lo más preciado... Cagalli sabía que jamás permitiría que el sujeto se propasara en mi presencia.

Me acerqué rápidamente sin que me notaran, salvo ella que me miró con sumo agradecimiento, parecía asqueada con él.

Era natural... era la primera vez que se reencontraban en un buen tiempo y al suponerla su prometida, sabiéndola tan inteligente y bella, el maldito estaba totalmente embobado con mi novia.

-Pensé que ya te habías retirado, muchacho... está claro que esta es una fiesta de reencuentro con mi Cagalli... no te preocupes, yo la llevaré a casa.

Me despidió con el movimiento de una mano aquel hombre.

-Disculpe... yo...

¿Cómo refutarlo si él era una de las eminencias que comandaban el país?...

-Yuna... él es mi guardaespaldas, Alex Dino. Está encargado de mi cuidado por orden directa del Consejo... no me parece buena idea que se separe de su labor, así como así...

Las palabras de Cagalli me devolvieron el alma al cuerpo.

-Bueno... como quieras, pero no es necesario que esté acá, puede esperar afuera o en la entrada.

-Como diga...

Con una reverencia que por poco me deja sin aire, salí del restaurante, el sol estaba en su esplendor más grande por lo que tuve que llevarme la mano a la frente. Viera donde viera no había nada más que costa por lo que si me quedaba ahí parado no iba a hacer más que freírme, pero tampoco podía regresar... no quería verla con él...

Quizás pasé un par de minutos en la duda de quedar a quemarme cuando un suave toque sobre mi hombro me llamó a la realidad.

-¿Qué estás haciendo?...

Era mi princesa, mirándome con esa preocupación que tantas veces desperté en ella.

-Cagalli...

Miré entonces en dirección a la entrada del lugar para cerciorarme que estuviéramos solos.

-Le dije que se me había olvidado algo en el auto...

No voy a poder... Fue lo primero que pensé que debía decirle, pero estaba pensando desde mi propia debilidad por lo que me abstuve.

-Es un imbécil...

Solté sin contenerme.

-Sí...

Cagalli trató de tomar mi mano, pero era demasiado arriesgado que nos vieran por lo que no me dejé y moví del lugar.

-Hablaremos más tarde... de momento si se le ha olvidado algo yo se lo llevaré Representante Athha...

El cambio en mi manera de hablar la sorprendió, pude notar como buscó mi mirada al momento, para entonces comprender que si lo había hecho de esa forma era porque Yuna Roma había salido en su búsqueda.

-¡Cagalli no es digno que me dejes esperando de esa forma!

Solo escuchar sus gritos me provocó dolor de cabeza.

-Te dije que en seguida volvía... Yuna...

Cagalli me miró con una especie de agradecimiento por soportar mezclado con la culpabilidad de hacerme pasar por eso. Pero era de esperarse, después de todo el tipo era amigo de la infancia de ella y ahora que el compromiso se había develado para ejecución él se sentiría con más derechos que nunca, debía sentirse como un dios...

Ellos volvieron adentro y yo decidí hacer lo mismo, a fin de cuentas, me quedé sentado en la recepción, iba a esperarla tal como ella me lo pidió, no iba a dejarla sola y tenía que empezar a hacerme a la idea que esto continuaría...

Cada uno había llegado por su lado, por lo que tendría al menos ese consuelo, la llevaría conmigo de vuelta.

No hace mucho, Cagalli había adquirido un deportivo negro que utilizábamos como medio de transporte con el pretexto que su guardaespaldas la escoltaba, pero no podía negar que un vehículo como ese ayudaba bastante en la sensación de libertad que tanto necesitaba, el pensamiento me hizo sentir un tanto consentido.

Divagué un poco al jugar con la llave en mi mano, que no me percaté el momento que por fin salieron.

- Debes ir directo a casa, ahora que nos reencontramos no es prudente que la gente te vea sola por la ciudad.

- Tengo otro lugar al que pasar antes, pero gracias por la preocupación, lo tendré en cuenta.

El carácter de Cagalli seguía intacto gracias al cielo. No se dejó amedrentar por lo que parecía un prometido posesivo.

- Ya oíste.

El Seiran se dirigió a mi con una señal de mano cual indicara que debía seguir su orden sin importar lo que la princesa me dijera.

No pude evitar mirarlo como lo que era, una burda basura, aunque fuera solo por el medio segundo que tardó en que Cagalli lo notara y le distrajera.

- Bueno, nosotros ya nos vamos. ¿Alex?

Le dijo al hombre para luego llamarme. Simplemente la seguí. Para entonces retomar mi papel y calma, me dirigí a abrirle la puerta para que entrara al vehículo como la dama que es.

Esperamos a que él saliera primero del estacionamiento y fue entonces que sentí que me derretí sobre el asiento del auto, había estado todo el tiempo tan tenso que hasta los huesos me dolían.

- ¿A dónde te llevo?...

Suspiré tratando de recuperar estabilidad.

- ¿Cómo que a dónde?... Hoy no debo regresar al cuartel general... así que llévame a tu casa...

- No sé... si sería del todo una buena idea...

Quería matarme por haber dicho eso, pero era la verdad, así como me sentía podía lastimarla en varios sentidos.

- Tú... y tu sexy melancolía...

- Cagalli...

- Todo estará bien, no dejemos que se pierda la oportunidad que tenemos de estar juntos, ya que no siempre es posible... quiero mis besos... y mis apapachos... ¡Me los merezco!

Mi princesa hizo un puchero fingido que me pareció como siempre de lo más tierno. Pero la idea aún me cruzaba por la mente, estaba dominado por aquel sentimiento de ira por aquel sujeto que solo pensaba en demostrarle que era mía... solo mía.

Pero ella no iba a ceder, aunque desviara la mirada ahí estaba su mano apoyada en mi rodilla y apretando de a poco mi muslo.

- Representante...

- ¿Qué?...

Escondió su rostro contra mi hombro y subió un poco más el recorrido de su mano sobre mi pierna.

- Cagalli... si te llevo en este momento a mi casa... voy a tomarte tan fuerte que no creo ser capaz de contenerme...

Susurré sorprendido de mi mismo y aprovechando que su rostro estaba oculto. Pero jamás me había sentido así, celoso y molesto.

- Júralo...

Su respuesta me indicaba que más que asustada por mis palabras se sentía atraída y había empezado a provocarme.

- No estoy jugando...

- Yo tampoco...

La risita que soltó me relajó un poco, la situación me estaba despertando los sentidos, distraído de donde nos encontrábamos.

- ¿Qué?...

Le seguí la corriente con aquel dulce humor.

- Nada... es solo que pensé... ¿En qué momento mi dulce y parco Athrun se transformó en este hombre tan salido?...

- Perdóname... ¿Te ofendí?... en verdad lo lamento, es solo que tú...

Silenció mi preocupación con un beso robado que en seguida devolví.

- Vamos a tu apartamento.

Sus palabras fueron recibidas por mi cerebro como una orden inmediata.

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