C A P I T U L O 31
Capítulo 31:
Le parecía demasiado fácil, demasiado sencillo, que el moreno la hubiese perdonado después de lo que le contó, era obvio, que cualquier persona, la odiaría, la mirarían con repugnancia. Pero es que, ella no tenía la culpa de nada, si hubiera sabido del peligro que la rodeaba, otra historia se escribiría, pero no es adivina, ni médium para saber lo que le depara el futuro.
Pero ahora, estaba concentrada en el dolor que brotaba de su dulce corazón, se concentraba en como las lágrimas caían de su rostro hasta impactar con el suelo, o con su propia ropa o piel. Le dolió y aun le dolía lo que vio. Pero recordó algo, esto ya había pasado alguna vez, y fue que su amiga, la pelirroja, que había besado a su chico, porque le gustaba, pero a pesar de ello, no estaba segura si esta vez, se repetía la misma situación.
—Ámbar... —escuchó una voz ronca y preocupada —¿Estás bien? ¿Qué te sucede? ¿Por qué lloras?
***
—Lo volviste a hacer... —mencionó el pobre chico en forma de derrota, mientras la pelirroja solo sonreía —Jazmín... —la chica le tocó los labios con su dedo índice, haciendo el que él, callara.
—Simón... esto, esto es más fuerte que yo... —le tomó las manos —. Me encantas, Simón. Juro que no lo hubiera hecho si no me interesaras...
—Ya hablamos de esto, Jazmín. Me gusta Ámbar, la amo, con todas mis fuerzas y mi corazón, créeme que, si yo sintiera lo mismo por ti, te correspondería... Pero... —la chica lo detuvo con sus palabras.
—Pero nada, Simón, vos ni siquiera te has detenido a mirarme de una forma amistosa, sé que no me quieres para nada. Te gusta Ámbar porque ella es bonita, es popular, es rubia, porque todo de ella es perfecto... Sin embargo, yo, yo soy fea, era popular gracias a ella, y no soy rubia, ni que me tiñera el cabello sería como ella —mencionaba al borde del llanto.
—No necesitas parecerte a Ámbar para ser bonita, Jazmín... eres hermosa tal y como eres, cualquier chico moriría por estar a tu lado... —le acarició la mejilla.
—Cualquier chico, menos vos... —dijo, casi en un susurro.
—Oh, Jazmín... no te hagas esto —la abrazó —. No lo hagas...
—Adiós, Simón —se despidió, con los ojos llenos de lágrimas.
No entendía nada, si él le decía que era hermosa, entonces ¿por qué él no la quería como ella lo quería? ¡Qué tonta era...!
***
—No... no lo estoy —respondió —. Lloro porque la vida nunca ha sido justa conmigo —el chico se le acercó.
—No digas eso, hermosa... —le quitó unos cabellos de su cara.
—Es verdad, Sebastián... —dijo entre lágrimas, y por impulso, se adelantó a él, y lo abrazó, un abrazo que el chico aquel correspondió, con el corazón en dos pedazos.
—Ámbar... —se escuchó una voz detrás de ellos —¿Qué haces?
Ámbar y Sebastián voltearon a ver, era Simón, tenía cara de confusión. La rubia lo miro con mala cara, el famoso, no hizo más que bajar su vista, sabía que el llanto de la de ojos azules lo había provocado el.
—Vete, Simón... —ordenó su novia, mientras daba la vuelta —. No me volvás a buscar nunca en tu vida —y corrió con un rumbo que ni ella conocía.
—¡Ámbar, espera! —quiso ir tras ella, pero Sebastián lo detuvo.
—Déjala, Simón...
Continuará...
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