C A P I T U L O 29
Capítulo 29:
Se puso nerviosa, pensaba en muchas cosas, pero la que más le afectaba era el que le diría, suponía que, si le contaba, el, la rechazaría, y dejara de amarla, pero, sin embargo, se preguntaba que si él la amaba como decía, tal vez la comprendería, pero no estaba segura de nada, ahora ni siquiera estaba segura de que Simón la amaba de verdad.
—Vamos Ámbar... —animó el muchacho —Cuéntame, te juro que sea lo que sea, yo te voy a apoyar —tomó sus manos con las de él, y posicionó sus labios, besando sus nudillos.
—Es que Simón —agachó su cabeza —, es muy difícil para mí.
—Sabes que algo, por muy difícil que eso sea, lo superaremos juntos —la abrazo y beso su cabeza —¿Sabes por qué?
—¿Por qué? —lo miró con los ojos llorosos.
—Porque te amo, te amo Ámbar, y sea lo que sea que me tengas que contar, no te dejaré de amar —el moreno casi lloraba, pero no lo hacía, el tener a su chica, llorando en sus brazos, le partía el corazón, pero sabía que tenía que ser fuerte, ser fuerte por ella, porque, no arreglaría absolutamente nada soltándose en llanto frente a ella, peor sería la situación en ese entonces.
—Tengo miedo, Simón —confesó ella llorando. ¿Qué más podía hacer? el miedo la dominaba, sentía que no era ella, no se sentía como la Ámbar Smith que era antes.
—¿De qué, mi amor? —cuestionó el chico moreno —¿A que le temes? —el chico estaba preocupado, pues, el tener a su novia en ese estado, para él, era aún más que preocupante.
—De lo que pueda pasar —mencionó, aún lloraba, estaba más que preocupada —, entre nosotros, no quiero perderte, Simón, vos lo sos todo para mí, no sé qué haría si en mi vida no estuvieses vos —estaba derrotada, hablaba apenas con un hilo de voz.
—No lo harás, Ámbar... —le secó las lágrimas con su dedo pulgar, y le sonrió amigablemente —. Sabes perfectamente, que yo siempre estaré ahí para ti, sea cual sea la situación por la que pases, o, por la que pasemos —tocó sus labios con los de ella, y le acarició los rubios cabellos.
—M–me violaron, Simón... —dijo de golpe.
Abrió los ojos abruptamente, eso le cayó como un balde agua fría en plena madrugada. Claro, el se imaginaba que ella pasaba por un mal momento, pero nunca, siquiera se le cruzó por la mente, que fuera eso.
¿Quién pudo haber hecho eso?
¿Quién fue ese sin corazón que se atrevió a tocar a una mujer y hacerle tal cosa?
¿Quién es esa maldita persona corazón de piedra que le hace la vida imposible a Ámbar?
Claro, Sharon Maldita Vieja Cara de Mono Benson. ¿Quién más que ella? Era la única persona en la tierra con el corazón más duro para poder hacer algo tan a ese nivel. Pero el solo lo pensó, no quiso mencionar nada, tal vez solo eran suposiciones suyas, además de eso, no quería meterle cosas en la cabeza a su novia, menos ahora que se encontraba en ese estado.
—¿Me odiás verdad? —preguntaba llorando. Sabía que después de su confesión, todo cambiaria entre ella y Simón, el ya no la querría, la miraría como ella sentía, sucia, usada, como un trapo viejo que desechan porque ya no sirve para nada. Todo eso y más, le remordía, y su pequeño corazón de diva le dolía, le dolía como nunca antes —Sabia que lo harías, es esa la razón por la cual no te quería contar lo que me pasó.
El moreno reaccionó, se dio cuenta que con su silencio la estaba matando, la estaba llevando a pensamientos que ni por cerca se acercaban a la verdad.
—No... —su cara se enterneció —. Para nada, eres lo que más amo, no te odiaría por lo que te hicieron, eso no te lo buscaste tú, mi amor, no eres la culpable de nada —la besó, un beso que ella correspondió con todo gusto.
Se dio cuenta que estaba equivocada, no reaccionó como ella pensó que lo haría, sabiendo eso, lo amaba más que ayer, y más que a nadie.
—Gracias... —dijo dándole un abrazo —. Gracias por estar siempre para mí, gracias por ser vos, porque me amás, gracias por todo, Simón... —el chico solo le respondió con un beso, sin decir ni una sola palabra, porque no hacía falta, ahora su amor era más poderoso que antes, y seguiría creciendo día con día.
Sin embargo, frente al Jam and Roller, un carro deportivo de color rojo se estacionaba, para luego, un chico bajarse de este mismo, viendo a todos lados en busca de algo, o alguien.
—Voy por ti, Ámbar Smith —dijo en tono decidido para sí mismo.
Continuará...
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