A L T E R N A T I V O
Alternativo:
—¡No es cierto! —gritó. Estaba asustada, su corazón latía a mil por segundo, sudaba, lo hacía y era asqueroso, pero eso era lo de menos en ese momento, estaba preocupada, sus lágrimas sin querer ya estaban presente antes que todo.
Ella solo sabía una cosa: No era cierto.
—Simón no está muerto... —susurró tratando de controlar sus lágrimas —. Todo fue un sueño, una pesadilla, una horrible pesadilla, mi amor no puede estar muerto... —se levantó. Salió de entre las sabanas para confirmar que nada de aquello había pasado.
Tecleó en su celular el número, que ya se tenía memorizado, de su novio.
Y timbró una y dos y tres veces... ella comenzaba a preocuparse, pero quería darse cuenta de que no era real lo que había soñado. Quería escucharlo, quería sentirlo, aunque él estuviese a kilómetros de distancia, pero para ella, estaba a su lado, todo el tiempo, cuidándola y apoyándola, como solo él podía hacerlo.
—Ámbar... —la voz de un somnoliento mexicano se escuchó del otro lado de la línea.
Suspiró aliviada. Sí, todo había sido un sueño. Todo había sido una pesadilla.
—Simón... —susurró ella, en verdad sentía un alivio enorme dentro de sí —. Estoy consciente que en México son las 03:00 de la madrugada, solo te llamaba para decirte que... —se detuvo por unos segundos. Una pequeña sonrisa tonta apareció en sus labios. Iba a parecer una tonta, pero igual lo haría: —Para decirte que te amo, mi Simón...
Otra pequeña risita se escuchó por parte del chico.
¡Vaya... cómo amaba a esa chica, era su vida entera!
—No tenías que llamarme a esta hora para decirme eso, mi amor... —su voz se enterneció —Eso yo ya lo sabía...
Entonces la rubia se sintió mal, lo había despertado, había interrumpidos sus hermosos sueños, que, esperaba en todos apareciera ella, no era justo con él. Pero tenía que hacerlo, lo que había soñado preció tan real que le dolía.
—Lamento haberte molestado... —se disculpó un poco avergonzada.
—No me molestaste... —le susurró, tal como lo hacía cuando estaba a su lado. Esos susurros la volvían loca —Amo y amaré escuchar tu voz a la hora que sea...
—También me gusta escuchar tu voz. Pero más aún cuando estás cerca... —eso la había traído a la realidad. Ahora mismo no podía sentirlo, y eso le dolía, más que nada.
El moreno notó como su tono de voz cambió, incluso imaginó su cara de ángel mirando al suelo y sus ojos azules llenos de tristeza —Shhh... ya no estés triste. ¿Sabes lo mal que me pone eso? —le preguntó, sin esperar una respuesta —Pero te tengo una sorpresa... —sus pupilas se dilataron, y su rostro se iluminó, como por arte de magia.
—¿Cuál? —se apresuró a preguntar. Se preguntaba si era la sorpresa que ella esperaba.
—Adivina quién regresa a Buenos Aires mañana... —ninguno de los dos pudo ocultar su sonrisa. Parecían dos tontos sonriendo en la oscuridad de la madrugada.
—¡No es cierto! —gritó emocionada. No le importó que fuera a despertar a alguien, después de todo, no había nadie cerca a quien despertar, pues las habitaciones del personal estaban en el primer piso, y su vieja y arrugada madrina no estaba en casa, si no, moriría de jaqueca.
Y entonces el chico volvió a reír, y volvió a imaginar la cara de su chica con una enorme sonrisa, con sus ojos ya no llenos de tristeza, sino de felicidad.
—Ahora adiviná vos... —le dijo sin dejar de lado su emoción —¿Quién crees que será la primera chica esperando a su hermoso novio en el aeropuerto mañana?
—¿Tú? —preguntó obvio.
—No. Jazmín esperará a Sebastián mañana en el aeropuerto —le dijo seria, tan seria que parecía real.
—¿Qué? —cuestionó él, fingiendo dolor en su corazón.
Y otra vez, sus oídos danzaron al son de la risilla de la rubia. Dios... amaba demasiado a esa chica, y lo confirmaba cada vez que la miraba, o solamente la escuchaba.
—Es broma, Simón... —dejó de reír —Claro que seré yo esa chica.
—Sí. Lo sabía... —dio un pequeño bostezo —. Bueno, mi amor, nos veremos mañana, tengo sueño... —no era necesario decirlo, pero lo haría: —Te amo...
—Y yo a vos. Buenas noches... —se despidió de él, otra vez, pues esa noche ya se había despedido, solo que su sueño le hizo pensar que pasaron semanas.
Pero ahora no quería recordar ese horroroso sueño. Eso no era real. No era cierto, el amor de su vida estaba vivo y no muerto.
Y entonces se durmió de nuevo. Esta vez tranquila porque había sido a la primera persona a quien Simón le había hablado ese día. Y era raro, pero la hacía sentir bien.
Estaba impaciente, esta vez estaba sola, miraba su celular a cada segundo, esperando que estos mismos pasaran a la velocidad del rayo, pero no era así, corrían igual que un caracol, y justamente eso, era lo que la impacientaba.
—Tiempo... no me hagás esto... —rogaba porque ya se hiciera la hora de volverlo a ver, volverlo a sentir, volverlo a oler. Dios... cuánta impaciencia...
—Una chica tan linda no debería estar tan sola... —un hermosa, una preciosa, una perfecta voz, se escuchó a su espalda. Un calor muy familiar y tan característico la cubrió, y unas manos que podían hacer maravillas le cubrieron sus ojos, impidiendo que la luz entrara por los mismos, privándola del sentido de la vista.
—No estoy sola... —respondió. Era graciosa la situación, ella había hecho lo mismo que él cuando estaba a punto de irse.
—¿Ah no? —preguntó incrédulo —¿Y con quién está, tan hermosa señorita? —cuestionó nuevamente.
—Con mi novio... —mencionó segura de sus palabras —. Sí, no tenés oportunidad conmigo —echó uno de sus mechones hacia atrás de su oreja.
—Qué presumida... —hizo un puchero, aunque ella no pudo verlo, se rio de su comentario —Te propongo algo... —habló después de unos cortos segundos.
—¿Qué cosa...? —preguntó ella, curiosa.
—¿Qué tal si te beso aquí y ahora, en medio de todos, pero tú no le dices nada a tu novio...? —qué pregunta tan descarada. Qué propuesta tan indecente.
—No puedo... —dijo ella —Lo estaría engañado, no lo haré —sentenció. Ella era fiel.
—¡Oh, vamos...! —animó el chico —Estoy seguro de que no se dará cuenta...
—Siendo así... —posó uno de sus dedos en su labio inferior —Que sea solo un pequeño beso, mientras él viene...
Entonces, el mexicano quitó sus manos del rostro de la rubia, la rodeó para poder quedar frente a ella, encontrándose, después de tanto tiempo, con ese hermoso rostro de porcelana que lo volvía loco, con esos ojos azules, que parecían el mar creciendo dentro de ellos. Se encontró con ella, con el amor de su vida, con su chica.
Y la besó, se besaron. Justo como lo habían prometido, sin importar el qué o quienes estuvieran viéndolos, para ellos, en ese momento, solo existía el contrario, solo existía la otra mitad de sus vidas, solo existían él y ella. El sabor de los rosados y carnosos labios de la rubia, era perfecto, era completamente indescriptible, no había nada que se asemejara a ese exquisito sabor, era como si su paladar la quisiera solo a ella, y es que no solo era su paladar, él la quería solo a ella, y no solo la quería, la amaba solo a ella, no había nada ni nadie más importante para él que esa chica... no podía negarlo, ni a él mismo, ni a nadie, ella era más que perfecta, incluso sus imperfecciones lo eran, era algo tan difícil de explicar, solo sus besos explicaban el cómo se sentía, y ella le demostraba como se encontraba en cada momento, y no solo era en ese beso, para nada, era en todo lo que hacían, se demostraban todo su amor en cada cosa que llevaran a cabo, en cada beso, en cada roce, en cada abrazo, en cada mirada, y sobre todo, en cada lágrima, sí, porque su historia no se basó solo en cosas felices, ella y él tuvieron que pasar por muchas cosas para llegar hasta donde ahora están, buenas y malas, pero valieron la pena, estaban juntos, nada los había separado, ni siquiera la distancia misma.
Cuando por fin se separaron, se quedaron viendo, por un momento un poco serios, sin decir o hacer nada, sin ninguna expresión en sus rostros. Todos lo que estaban ahí cerca los estaban viendo, desde el momento en que el chico había topado los ojos de la chica. Les parecía tan hermosa la escena, se miraban tan bien. Algunos mencionaban cuán linda se miraba la pareja de enamorados, otros rodaban los ojos, y otros fingían solo no estar viéndolos, pero a ellos no les importaba, al fin y al cabo, solo se preocupaban por ellos mismos.
Risas. Fue lo que se regalaron el uno al otro, luego de que volvieran a la realidad. Se habían perdido en su propio mundo.
—Vámonos... —se levantó él, tomó su maleta con una mano, y con la otra, la mano de la de ojos azules.
—¿Tenés idea de lo mucho que te amo, Simón? —cuestionó mientras caminaban hacia la salida del aeropuerto.
—Mucho menos de lo que yo a ti, eso es seguro... —afirmó. Se escuchaba tan seguro que se lo creía. Sonrió con ternura.
***
Pasaron dos meses desde que Simón regresó de México. Hoy, Ámbar y Luna planeaban una fiesta sorpresa para el chico en el Jam And Roller. Todos estaban apoyando a ambas chicas, pues el cumpleañero era amigo de todos, y querían hacerle pasar un buen momento.
—Ya está a punto de llegar... —decía nerviosa y apresurada.
—Cálmate Ámbar... —trataba de tranquilizarla.
—Lunita, date prisa y no hablés —ordenaba.
—Lo mandona si que no se te quitó... —se calló al notar la mirada asesina de la mayor.
El moreno caminaba nervioso y pensativo. Pensaba en cómo lo haría, qué le diría, bueno, era obvio lo que le diría, pero no encontraba la forma para hacerlo.
Llegó al lugar de su trabajo, curiosamente no había nadie, prácticamente era un lugar fantasma, esto lo estaba poniendo nervioso y lo estaba llenando de dudas.
—¡SORPRESA! —se escuchó la voz de todos.
Se asustó, sí, pues la sorpresa lo había tomado por sorpresa.
—Feliz cumpleaños, mi amor... —lo saludó su chica con un cálido beso en sus labios.
Todos le desearon lo mejor, junto con miles de años más de vida, y él se los agradeció, en esos momentos también se daba cuenta de lo mucho que quería a sus amigos, y, sobre todo, a su novia.
Todos estaban celebrando, él aún seguía nervioso, y esos nervios lo estaban matando, tenía que deshacerse de ellos de una vez por todas.
Subió al escenario que había en el lugar, llamando la atención de todos. El silencio, ahora más que otra cosa, lo quemaba por dentro.
—Ah... —comenzó —Quería agradecerles a todos lo que han hecho hoy por mí, de verdad son las mejores personas que he conocido en toda mi vida... —sonrió, sin dejar de lado su nerviosismo —. Y, aprovechando que están todos aquí reunidos, todos mis seres queridos, quiero hacerles un comunicado... —tragó saliva, quería apagar ese fuego que se lo comía en su interior —. Pero antes... —miró a su rubia —Ámbar, ¿podrías venir? —estiró la mano llamándola, una mirada dudosa apareció en su bello rostro, sin embargo, se aproximó a él —Ahora, aquí ante todos, a la chica más hermosa de todo el mundo, quiero hacerle otra propuesta —se arrodilló, sacando de su bolsillo, una pequeña cajita de terciopelo, de color rojo intenso que parecía ser muy delicada —. Ámbar Smith, ¿Quisieras ser mi esposa? ¿Quisieras pasar tu vida entera a mi lado? —la sorpresa por parte de la rubia, junto con sus lágrimas, no pudieron faltar... ella había planeado una sorpresa para su novio, pero él le había dado una más grande —Entonces... ¿Qué dices?
—Por supuesto que sí, Simón Álvarez... —susurró limpiando sus lágrimas.
Los gritos y aplausos por todos los espectadores retumbaron en el salón. Había sido una declaración hermosa.
¡Hola! He aquí el final alternativo que me pidieron.
¿Qué tal les pareció?
¿Les gustó más que el final real?
¿Quieren quedarse con este final?
¿Me quieren? Yo sé que no, pero yo a ustedes sí.
¿Quisieran un epílogo para el final alternativo? Sé que es algo raro, pero está a su elección.
Hasta entonces, mis amores.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top