Epílogo
El detective entra al hospital, camina a paso firme y veloz, ya que le informaron que el paciente despertó, pero que le queda muy poco tiempo de vida. Visualiza al oficial que lo está esperando, entonces ambos entran a la habitación.
El pitido de la máquina de Tom suena en aquel cuarto y el agente espera instrucciones de su superior.
—Gómez, ¿cierto? —pregunta el detective—. Estuviste en el caso del secuestro de Magaly Borein, ¿verdad?
El agente asiente.
—Detective Weiner, después de todo lo que pasó, creo que Kenya Reséndiz se involucró con uno de los que estamos buscando.
El investigador no pierde más tiempo y se acerca al moribundo de Tom, aproxima su oreja, entonces le pregunta:
—Dime quién te hizo esto.
—Fue... —El moreno casi ni puede respirar y ni se le escucha con aquella máquina que cubre su boca—. Ezra.
—No creo que sea su nombre real —acota Gómez.
La máquina empieza a pitar rápido y, mientras el detective se aleja, los doctores entran, pero es demasiado tarde.
Fuera del cuarto, ambos oficiales terminan sus conclusiones.
—Estoy de acuerdo —dice Weiner—. No creo que sea su nombre real.
—Entonces lo confirmamos, pertenece a la organización que está ayudando a desgraciados como esos a quedar impunes.
—Babilonia.
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