12: Un vivo el 16 de diciembre

Su brazo me evita el camino en el pasillo de la empresa y echo un respingo del susto. Sus ojos claros me observan de una manera intensa, entonces retrocedo cuando se aproxima a mi rostro, así que pone la otra mano al costado de mi cabeza. Termino acorralada por Ezra, sin entender qué ocurre. ¿Voy a morir antes del veinticuatro? Estamos solos en el corredor, no hay nadie, y no creo que pase alguien a esta hora, todos están concentrados en sus computadoras trabajando arduamente. El año está acabando.

—¿Ezra? —cuestiono, nerviosa, pues se queda callado, mientras sostengo con fuerza la planilla, por el miedo, abrazándola.

—Estuve pensando en lo que me dijiste ayer.

—¿Ayer? —Estoy aturdida.

—Sobre los sentimientos y la muerte. —Se ve tan serio.

Es como si fuera otro o, en verdad, es el real, el asesino.

—¿Lo lamentas?

—No quiero perder el tiempo pensando que podríamos morir mañana y nunca te he besado.

¿Desperdiciar el tiempo? ¿Besarnos?

No reacciono cuando juntas su boca con la mía, me quedo quieta. Debería golpearlo, pero si eso genera que se enfade será para peor. Insiste, así que abro la boca. Decido corresponderle, no solo por el miedo, también por si la razón de querer matarme es que lo rechacé. Me gustaría saber por qué y quizás podría salvarme, pero quien puede entender la mente de un asesino. Sus manos recorren mi cintura y junta más nuestros cuerpos. Empieza a besar mi cuello, entonces flexiono las piernas.

—Ezra... —Exhalo aire caliente—. Dijiste que era un beso.

Se aparta, acalorado.

—Lo siento, me emocioné, no pensé que me corresponderías.

—Tú... tú mismo lo dijiste, si... si vamos a morir...

Pone un dedo en mi boca y me calla.

—Necesito ir a pensar. —Aleja su mano de mí, entonces se retira.

No entiendo qué acaba de pasar, creí que moriría, que iba a matarme, y terminó aprovechándose de la situación.

Así que... perder el tiempo, ¿eh?

Giro mi vista, viendo a Alrik pasar en la otra dirección. Me mantengo abrazada a mi planilla, entonces camino hasta el castaño. Mis mejillas arden cuando me le acerco.

—Yo... —murmuro—. Pensé que te habías ido.

El castaño gira sus ojos hacia mí y me sonríe.

—¿Cómo?

—Quiero decir. —Mojo mis labios—. Con todo lo ocurrido, no te vi en estos días, así que creí que te habías transferido.

Mierda, me despisté, justo un día antes de su muerte.

—Me gusta aquí, y si me voy, la empresa se quedará sin personal.

Trago saliva y doy un paso hacia él.

—Por favor, si tienes oportunidad, vete —expreso, preocupada.

Su mirada es de sorprendido, luego reacciona.

—Gracias, estoy bien.

—No quiero perder el tiempo. —Presiono los ojos con fuerza, luego los abro y lo observo, fijamente, mis mejillas arden y confieso—. Me gustas y me dolería mucho si te pasara algo. —Suelto la planilla, entonces esta cae al suelo, después tomo sus manos—. Por favor, no vengas mañana a trabajar, no vuelvas por aquí, te lo ruego. —Mis ojos se humedecen—. No soportaría perder a alguien más.

—Hey... —Toca mi pelo—. No llores.

Mis lágrimas mojan mi rostro.

—Te lo suplico —insisto.

—Está bien, tranquila.

—Por favor —repito—. Prométemelo. Sé que no hablamos mucho, pero... necesito saber que vas a estar bien.

Me abraza y sigo llorando.

—Está bien, de acuerdo. —Me da palmaditas en la espalda—. No vendré.  

¿Se salvará el guapo? 👀

Saludos, Vivi. 

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