La siguiente mañana no fue tan distinta.

Sólo cabe mencionar que... nada ocurrió como ella deseaba.

Cada gesto, cada recuerdo volvió a repetirse. Sin embargo, no de una manera similar.

Aquella tarde de Noviembre, mes en donde se enamoró de ese amor tanto platónico como posible. No fue igual al año pasado.

El destino le dio una oportunidad que ella no esperaba. Oportunidad que se destrozó en pesados. Ya no eran ese par de compañeros que actuaban tan normalmente aún sabiendo lo que sentía uno del otro.

Los años avanzan, y los recuerdos se quedan.

Pero, ¿porque el recuerdo de la pequeña amistad que experimentaron en los últimos meses no permanecían en el pasado?

La misma escena, no los mismos sentimientos. Ningún intercambio de miradas alegres, ninguna crítica entre gritos. Nada. No había nada más que un intercambio de sitio.

Y ahí es donde ella comprendió que, tal vez, debió haber disfrutado más esos momentos pasados.

Que únicamente quedarían en el pasado.

Era extraño que ese chico la hiriera y la hiciera sonreír al mismo tiempo.

Y a la mañana siguiente, las cosas se desarrollaron de manera distinta.

Era como si un capítulo nuevo de aquella complicada historia de amor comenzaba con un nuevo principio.

Y lo inesperado pasó.

Charlas, risas y sonrisas ladeadas por parte de la muchacha.

Todo era como ella anhelaba desde un principio.

Una confianza digna de un par de amigos.

Todo lo que quería desde un lejano principio.

Conversaciones tranquilas. Risas típicas de ambos.

Todo era perfecto.

Pero... ¿Cuanto tiempo duraría?

Por lo que ella suponía, no era la única que le alegraba cada sonrisa de él.