I Quiebre I
—¡Vamos, ya despierta!
Sentí como la cama se movía, y al abrir los ojos de mala gana, observé como Luciana saltaba sin parar sobre esta, pero decidí ignorarla, así que tomé la almohada y me tapé el rostro, pude escuchar con nitidez cómo me insultaba, y de pronto, sentí como el colchón era alzado y lo siguiente fue la fría superficie del suelo.
—¡Por un carajo, déjame dormir! ¿No tienes sentido del tacto? ¡La cabeza se me parte en dos! —le grité sumamente molesta y ella se comenzó a reír.
—Oh perdone su alteza —me respondió sarcástica—. Pero tu madre te lleva llamando como cuatro veces, me dijo que de ser necesario, te tirara agua en el rostro para que despertaras.
—¿Me trajiste a mi casa? —le pregunté mientras me ponía de pie— ¿Dónde está mi mamá?
—Claro, perdí mis llaves, creo que fue en el momento cuando corrí a vomitar al baño. —dijo bostezando mientras se estiraba—. Se fue a la casa de tu tía, pero fue muy enfática en que cuando vuelva, te quiere ver despierta y sin resaca.
—¿Y si ya se había ido porque demonios me despertaste?
—Porque si no te despertabas ¿Quién me iba a hacer algo de comer? —ella me sonrió y yo le mostré el dedo medio.
—Mala amiga —se tapó el rostro con sus manos y fingió llorar durante unos segundos para luego detenerse—, apropósito, estuviste sonriendo todo el rato ¿Qué demonios soñaste?
—¡Tuve un hermoso sueño! —suspiré cual adolescente enamorada—. De hecho, el mejor hasta ahora debo admitirlo, pero no te lo diré.
—¿¡Porque!? —replicó molesta.
—Sera tu castigo por despertarme —le mostré la lengua mientras bostezaba—. Ya regresó, iré a ducharme.
— Te espero, vampirita.
No presté atención a lo último que me dijo, así que una vez que me encontré dentro de mi baño, me deshice de mi ropa y luego de regular el agua, me metí, la cabeza me palpitaba, y la luz lograba fastidiarme bastante, no podía creer que había tomado tanto, ni siquiera me acordaba como demonios Luciana me había traído a mi casa, lo último que recordaba era estar en el taxi.
Mientras me echaba shampoo en mi cabeza, comencé a recordar aquel maravilloso sueño, de forma casi automática me mordí los labios, me sentía feliz, salvo por los contras que me trajo tomar, esta, por lejos, había mi mejor fantasía. Una vez que terminé de ducharme, me coloqué una bata de baño y salí mientras secaba mi cabello con una toalla.
—Oye ¿Tu mamá no se enojará cuando te vea eso?
—¿Qué cosa? —le pregunté algo confundida.
—Bueno... —dijo mientras se cruzaba de piernas y apoyaba sus manos en el colchón—. A decir verdad, no sé con qué pegará el grito al cielo primero —rio—, si con ese tatuaje de tu muñeca, o por esos huecos que tienes cerca de la clavícula.
Mis ojos se abrieron producto de la sorpresa a tal punto que sentí que se saldrían de mis cuencas; corrí al espejo de mi cuarto y me observé, Luciana tenía razón, justo arriba de mi clavícula, podía observar dos pequeños orificios, que si bien, eran minúsculos, lograban resaltar por la pequeña tonalidad morada que los envolvía.
—¡Pero que mierda! —grité asustada.
Luego observé mi muñeca y vi el tatuaje plasmado en mi piel, froté el área con insistencia, pero este, simplemente no se borraba, todo lo que había pasado la noche anterior volvió a mi memoria.
Entonces ¿No se había tratado de un sueño? No. Eso era imposible, ellos no existían, él era un personaje sacado de una novela de Wattpad, no tenía lógica alguna lo que ahora estaba pasando.
—Luciana... Dime, ¿Acaso fuimos a una casa de tatuajes?
—¿Ah? —ella se acercó y colocó una mano sobre mi frente—. Al parecer no tienes fiebre, ¿No recuerdas cuando te hiciste eso? Dios Caro...
—¿Me estás diciendo que no sabes nada acerca de esto? —le extendí mi brazo para que lo viera.
—Nop —se encogió de hombros— ¿Qué hiciste mientras vomitaba? ¿Buscaste un tatuador en el bar?
Ignorando su comentario, corrí hacía mi cama y tomé mi celular entre mis manos, rápidamente accedí a la aplicación de Wattpad y busque la historia de «DELO» en mi biblioteca, pero luego de bajar hasta el último, no encontré nada, mi desesperación comenzaba a crecer, así que la busqué mediante el buscador y me fue de la misma manera. Luciana me veía corriendo desde mi celular hasta mi pc y ella se sentó al no entender que era lo que andaba buscando con tanta insistencia.
—No puede ser —mascullé horrorizada— ¿Qué está pasando aquí?
Al entrar a Facebook tampoco pude entrar al grupo de la historia, era como si este nunca hubiera existido, y lo mismo pasó cuando traté de colocar el nombre de la autora en el buscador.
—Que carajos...
Mi cuerpo temblaba y sentía que en cualquier momento me desmayaría, no lograba comprender que era lo que había sucedido, hasta ayer, antes de ir a la discoteca, tenía la historia en mi biblioteca, y es más, le había dado like a un post que colocó la autora en el grupo.
—¿Qué hora es? —observé el reloj y vi que las manecillas marcaban casi las tres de la tarde.
De una forma rápida, tomé lo primero que encontré en mis cajones: un jean, un polo y una polera. Luciana no lograba entender nada, y era más que notable, por el gesto de su rostro, que seguro lo que ella consideraba como una pequeña "broma", ya había dejado de ser divertida, la sonrisa que tenía viéndome tan confundida se apagó, pero ahora, su rostro se mostraba preocupado.
—Me estás asustando ¿Qué es lo que buscas?
—Necesito ir a la discoteca.
—¿Qué? ¿A esta hora? Es domingo.
—Sé que estará abierto —le respondí con seguridad.
—No entiendo, ¿Para qué quieres ir?
—Deje algo olvidado .—mentí mientras tomaba mi celular y mis llaves
Antes de que le diera tiempo a responderme, salí prácticamente corriendo de mi casa hacía la avenida para tomar un taxi, y una vez que lo hice, sujeté mi cabeza y traté de recordar que era lo último que había leído de «DELO».
— Bien, se supone que Alex no es Alex, y es más que probable que se trate de Lucas —el taxista me observó aterrado por el retrovisor y siguió conduciendo—. Ahora, lo que tengo que saber, es que si él es Nathaniel o Lucas. Dios, espero no estar loca.
Comencé a morderme mis uñas producto del nerviosismo que sentía en esos momentos, no concebía la idea de que durante todo este tiempo, había estado «leyendo» una historia que podría ni existir, y para colmo, había visto y sentido a uno de los personajes del mismo libro.
En cuanto llegué, los guardias que se encontraban en la entrada me sonrieron, al lado de ellos una pequeña pizarra tenía escrito con tiza: «Chronos, abierto las veinticuatro horas, los siete días de la semana». Pasé de largo sin siquiera preguntarles algo, y ellos tampoco trataron de detenerme, observé al barman en la barra y le lancé una mirada amenazante a la par que señalaba mis ojos y luego lo señalaba a él, para darle a entender que lo estaría vigilando. Seguí caminando hasta encontrar unas escaleras que llevaban al segundo piso, no me importó el casi tropezarme mientras subía de dos en dos para llegar más rápido, y una vez que me encontré frente a la puerta, fue necesario retener una gran cantidad de aire dentro de mis pulmones.
—¿Pero qué? —escuché a Alex decir mientras entraba y cerraba con un portazo, en sus brazos tenia a una chica y su boca tenía un pequeño hilo de sangre.
—Tú, largo —le ordené a la chica.
—¿Disculpa? —me respondió ella.
—¿QUE TE LARGUES MALDITA SEA! —grité con fuerza.
La muchacha se separó de Alex de muy mala gana y luego de insultarme salió dando un portazo, una vez que lo hizo, coloqué el pestillo y caminé lo más rápido que pude hacia él.
—¿Qué te pasa? —me preguntó con algo de fastidio en su voz.
—¡Cállate!
De manera brusca le rompí la camisa, sus botones volaron muy lejos, y luego de que me maldijera, observé sus perfectos pectorales y sus abdominales, el rostro de sorpresa que tenía no tuvo precio, observé atenta mientras buscaba lo que necesitaba y una vez que logré ver el tatuaje del Uroboro en su clavícula, le pasé saliva a uno de mis dedos y comencé a frotarlo con fuerza, Alex hizo un gesto de asco por mi acción, pero no me importó en lo absoluto.
—Nathaniel... —murmuré una vez que comprobé que el tatuaje no se borraba.
—Sí, ese es mi nombre —respondió mientras se cruzaba de brazos y resoplaba.
—No, no, es decir, si eres tú, no Lucas, si no el verdadero Nathaniel.
—Espera ¿Cómo demonios sabes acerca de mi hermano?
—No me creerías si te lo dijera, se todo acerca de ti, y también se las cosas que pasarán más adelante.
—¿Qué? —bufó—. Pero si tú eres una humana común y corriente ¿Cómo podrías saber las cosas que pasarán en un futuro?
—¡Me estoy volviendo loca! —dije mientras sujetaba con fuerza mi cabeza—. Escucha, había un libro en una aplicación de mi celular ¡El cual era asombroso! Pero, tú, Abigail, Peter y Lucas estaban dentro de él, y en estos momentos estoy al borde del colapso porque no entiendo que está sucediendo.
—¿Qué tanto sabes? —su rostro se mostraba sorprendido ante lo que acababa de decir—. ¡Habla, es una orden!
Mi tatuaje brillo con fuerza luego de que él habló, y en ese momento, comencé a contarle todo lo que sabía, hasta el más pequeño detalle de lo que estaba sucediendo en la historia lo recordaba, y una vez que terminé, Nathaniel se mantuvo pensativo, su rostro se mostraba inexpresivo, a la par de que yo recobrara el aliento luego de explicarle cada cosa que sabía.
—Bien, creo saber qué es lo que está pasando. En primer lugar, no soy ficticio.
—Creía que lo eras hasta ayer, y como te digo, estoy dudando de mi salud mental en estos momentos.
—Soy tan real como tú —espetó con dureza mientras obligaba a la palma de mi mano acariciar su rostro.
—Ya no sé qué creer, todo esto resulta muy confuso para mí.
—Tranquila Caro —sonrió—. Mira, las historias que muchas veces sacan grandes autores acerca de la magia resultan ser ciertas.
—¿Qué? No lo entiendo, explícate mejor.
—Mira —suspiró—. Cuando nuestra magia o algo de nuestro mundo entra en contacto con un grupo determinado de personas, las cuales son más receptivas, son capaces de ver lo que está pasando, o lo que pasará, a decir verdad, este pequeño desperfecto es algo que ha pasado durante muchos siglos, pero a su vez, ayuda a ustedes, los humanos, a conocer un poco de nuestro mundo, aunque con el paso de los años, todas esas historias quedaron relegadas a meros cuentos fantasiosos.
—¿Entonces, la autora es capaz de ver su mundo?
—Sí, desde luego ella pensará que todo sale de su imaginación, pero todos salimos ganando, nosotros plasmamos nuestras grandes hazañas en papel, y la autora se hace conocida —rio—, aunque por lo que me cuentas pone al castaño como un adonis de grandes proporciones —bufó—. Ella está equivocada, yo tengo mayor tamaño en algunas áreas —exclamó de manera seductora.
—¿Entonces, porque no puedo ver nada? No encuentro la historia, no encuentro su perfil y no encuentro nada relacionado al grupo donde estaba.
—Entraste en un lapso de tiempo... —me respondió con seguridad—. Al marcarte como mi vasalla entraste en contacto con mi mundo, por eso algunas cosas aparecerán y desaparecerán.
—¿Entonces, no podré saber acerca de la historia nunca más?
—Lo harás, pero cuando todo termine.
—¿Por qué?
—Porque si nosotros pudiéramos ver las cosas que pasarán, habría gente que se aprovecharía de eso y lo usaría a su favor.
—Entiendo... Pero, ¿Por qué accediste a volverme tu vasalla?
—No creas que fue porque me lo pediste, llámalo un azar del destino—sonrió.
—¿El destino? —bufé—. Siento que me acabo de volver loca.
—Pues de ser ese el caso ¿Alguna vez has conocido a cuerdos felices?
—Pues no...
—Necesito que guardes algo por mí, no podré hacerlo en un futuro, y es probable que si no lo escondo ahora se pierda.
— Seguro —le respondí no muy convencida—, pero antes, tengo algo que preguntarte... Si es que esto es real, necesito saberlo, porque no lo entiendo.
—Adelante —murmuró mientras volvía a cruzarse de brazos.
—¿Por qué le hiciste esas cosas a Abigail?
Mi pregunta lo tomó por sorpresa, sus ojos se abrieron e inevitablemente se mordió el labio, luego de una larga pausa, que para mí fue eterna, suspiró y agachando la cabeza habló.
—¿Sabes que les pasa a los humanos que nos volvemos Noctívagos?
—Claro, se desprenden de toda emoción, son incapaces de sentir algo. Prácticamente, pierden la esencia de lo que eran en un principio, o al menos, es como yo lo veo.
—Exacto, perdemos todo, mi transición la hice porque quería proteger a Abigail, no anhelaba otra cosa en el mundo más que mantenerla a salvo, pero todo se fue de mis manos —sus ojos observaron con dolor sus palmas mientras hacía puños—. La lastimé más que nadie, estoy maldito, al renunciar a ser un humano, también renuncié a aquello por lo cual me convertí. Cada noche y cada día pienso en las atrocidades que hice y siento deseos de matarme, pero... al no sentir dolor alguno, es frustrante.
—Nathaniel...
Mis ojos se aguaron luego de escucharlo, pese que hasta ahora pensaba que él había sido el villano todo este tiempo, no tenía la culpa, lo hizo por protegerla, pero al final, él fue quien terminó lastimándola más.
—Todo lo que sabes esta errado, yo me encargué de modificar los recuerdos de Abigail, puse un hechizo tan potente en ella que nunca nadie podrá disolverlo, yo la amaba en verdad —afirmó con dolor en sus palabras—, y aun, hasta el día de hoy lo sigo haciendo ¿Pero con qué cara podría mirarla? Después de tanto dolor que le causé, por no haber podido ayudarla cuando Cassandra mató a su padre, y después de hacer lo que hice ... No me quedaba nada —masculló con dificultad—. Ya no me queda nada de ella, ahora ella me odia, y no la culpo... Soy un hijo de puta.
—¿Por qué volverte el villano de la historia?
—Porque lo soy... Cuando me transformé en noctívago fui a buscarla, pero no era yo, me descontrolé —sus manos temblaron mientras tiraba de sus cabellos hacia atrás—, algo dentro de mí se descontroló y la tomé por la fuerza, la hice sufrir, pese a sus suplicas, pese a su llanto... no me detuve, y cuando reaccioné, me sentí sucio y me fui, dejándola sola... pero incluso, después de eso, ella siempre me recibía con una sonrisa... pese a que yo le hice más daño que ninguno, ella nunca me miró con odio...
—¿Es por eso que te mantienes escondido?
—Si... soy un bastardo que huye, Lucas aceptó suplantarme para que yo pudiera vivir con normalidad ¿Pero cómo podría hacerlo? Incluso ahora, soy un cobarde. —golpeó el escritorio con fuerza—. Pero estoy decidido a algo, no quiero entregar a mi hermano al Magicaem Concillium, el villano tiene que morir para que la paz pueda reinar. No quiero volver a sentir arrepentimientos.
—Lo siento... —mordí mi labio con fuerza, me sentía impotente, no podía ayudarlo, tan solo era una simple humana.
—No te disculpes, nada de esto es por tu culpa, soy consciente de mis acciones, y también soy consciente de que tarde o temprano todo el mal que he causado se me devolverá.
—¡Pero no fue tu culpa!
—Lo fue caro... yo acepté ser esto que ves, yo quise volverme fuerte, pero al hacerlo, me volví débil, incapaz de proteger a quienes amo.
—¿Cómo podría ayudarte? —le pregunté de forma desesperada mientras sujetaba sus manos—. Quiero hacerlo, quiero ayudarte, sé que solo soy una humana común y corriente, pero hasta yo puedo hacer algo, no importa que sea algo minúsculo...
—Ya lo estás haciendo... Te lo acabo de decir, necesito que guardes algo preciado para mí.
Él me sonrió mientras me percataba como su semblante frio y duro se desvanecía y durante aquellos breves minutos, podía sentir como aquel Nathaniel, que amaba y que soñaba proteger al resto, emergía para poder hablarme.
—Con tan solo escucharme ya me estas ayudando. Y también...
—¿Si?
—Con aceptar ser mi vasalla ya has hecho suficiente por mi...
—No lo entiendo.
Nathaniel se paró mientras aun me sonreía y posicionó sus manos sobre su pecho, a la altura de su corazón, su verdadera figura afloró, sus hermosas y grandes alas brillaron, fue necesario que entrecerrara los ojos para poder adaptarme al brillo que él poseía. Clavó sus garras en su pecho y lentamente se fue abriendo el tórax, pese a mis suplicas por que se detuviera, el simplemente hizo caso omiso a lo que le decía, y una vez que terminó de abrirse el pecho pude observar, a un pequeño y ennegrecido corazón, este no latía, tan solo se encontraba dentro de él de forma inerte, y más parecía algo echo de cristal.
—Durante todo este tiempo que pasé oculto, estuve buscando a alguien de buen corazón que pudiera guardar mis secretos —me observó con detenimiento mientras sonreía de lado—. Y finalmente encontré a alguien, y ese alguien eres tú, todo esto que te estoy diciendo ahora, no tiene lógica, pero pronto lo entenderás... Yo, quiero que lo tengas —masculló mientras terminaba de extírpaselo sin siquiera inmutarse.
—¿Tenerlo? —le pregunté algo asustada mientras lo extendía hacía mí.
—Sí, esto es lo único que me queda, esto es lo único que me recuerda lo que alguna vez fui.
—¿Qué podría hacer con esto?
—Guardarlo, porque dentro de él, se albergan mis sueños, dentro de él se encuentra guardado aquel Nathaniel que amó, aquel Nathaniel que quería proteger al resto y el que murió con mi transformación, esto es lo único que pude salvar, es la única parte humana que aún tenía dentro de mí.
—¿Por qué me lo entregas a mí? ¿Por qué no dárselo a Lucas? O incluso a la misma Abigail.
—Porque mi destino esta sellado caro —él me sonrió con ternura—. Si le entrego eso a mi hermano o a Abigail no podré cumplir con lo que me espera. Además, puedo verlo con solo mirarte, tienes la misma mirada que yo poseía antes, eres alguien de buen corazón y sé que no me defraudarás.
Sus palabras me dejaron muda, no sabía que hacer o decir, dentro de mi mente, buscaba la forma de formar una oración coherente, o quizás, buscaba la manera de entender que era lo que trataba de decirme.
—¿A qué te refieres con que tu destino está sellado? —sentí nuevamente aquella sensación de frio recorrerme.
—De la sombra vendrá la luz.
—¿Qué significa eso?
—Que el mal debe ser erradicado en algún momento —suspiró con pesar a la par que volvía a su apariencia humana—, hice cosas malas en el pasado y volveré a hacer cosas peores en un futuro no muy lejano, pero al menos, quiero que si buscan saber la verdad, esta se quede guardada en lo que estoy dejando atrás.
—¡Pero tú no eres alguien malo! —grité con desesperación mientras lo sujetaba de los hombros.
—Lo soy... Mi interior es sombrío y oscuro, no puedo permitir que los demás paguen por los crímenes que cometí, esta es mi última oportunidad para salvarlos a todos.
—Pero... Nathaniel.
—Es una orden —mi tatuaje comenzó a brillar con fuerza ante sus palabras—, prométeme que si alguien va en busca de mi verdad, le entregarás lo que estoy dejando contigo.
—Lo prometo... —mascullé con dolor y el tatuaje volvió a brillar nuevamente.
—Gracias.
Sus manos se colocaron encima del corazón y pude observar como él cerró los ojos, aquel pequeño y ennegrecido corazón comenzó a palpitar en mis manos, y producto del miedo, estuve a punto de soltarlo, sin embargo, me contuve, Nathaniel siguió haciendo lo mismo y un pequeño haz de luz se dibujó en su frente a la par que el corazón comenzó a palpitar con más fuerza.
—Yo Nathaniel dejo atrás esto, todo lo que represente alguna vez quedará protegido aquí dentro para que nada ni nadie pueda destruirlo, y también hago una promesa —su tatuaje de uroboro comenzó a brillar con fuerza—. Prometo que nada malo le pasará a ella, porque ella será quien guardará mi verdad hasta el final, y pase lo que pase conmigo en un futuro, ella siempre se mantendrá a salvo.
Luego de que terminó de decir esto, el corazón dejo de palpitar y sentí como se elevaba ligeramente, Nathaniel retiró sus manos, y mientras su tatuaje aun brillaba, observé como el pequeño corazón ahora también resplandecía por su propia cuenta, lentamente, este se fue acercando hacia mi pecho, y una vez que estuvo en el medio, brillo de tal manera que cerré los ojos, sentí como la respiración se me iba y como mi pecho comenzó a arder, antes de desmayarme, pude sentir como él me tomaba entre sus brazos evitando que me golpeara en el suelo, al observarlo por última vez pude ver los labios de Nathaniel moverse nuevamente diciendo «Donec veniat, secretum meum custodiatis.».
En ese preciso momento, todo se volvió de color negro, y podía sentir como mi cuerpo se sentía sumamente ligero, no entendía que era lo que estaba sucediendo, pero aquella sensación de paz, me agradaba, en mucho tiempo no había podido sentirme de esa manera; una luz brilló a lo lejos y comencé a escuchar voces llamándome. Mis ojos se abrieron, y cuando lo hicieron, pude percatarme que estaba en una habitación de color blanco, mi vista se encontraba aun nublada, y una vez que pude observar todo con nitidez comencé a moverme.
—¿Dónde estoy? —de forma lenta me senté sobre la cama donde estaba y solo en ese momento, me pude percatar de que estaba en un hospital.
—¡Caro! Qué bueno que despertaste —Luciana se veía sumamente asustada, y casi al borde de las lágrimas tomó mis manos y las apretó con fuerza— ¡Me tenías sumamente preocupada!
—¿Qué estoy haciendo en un hospital?
—¿No lo recuerdas?
—No, ¿Qué hacemos aquí? —mis ojos se abrieron con sorpresa al recordar lo último que había visto— ¿Dónde está Nathaniel? —le pregunté, mas ella me observo desconcertada.
—¿Quién?
—Nathaniel, un muchacho rubio, de ojos miel... Me encontraba con él.
—Oye, de verdad te golpeaste fuerte ¿Quieres que llame al doctor?
—¿Golpearme? ¿De qué hablas? —le pregunté sintiéndome más confundida.
—Cuando salimos de la discoteca e íbamos en el taxi, este chocó, ambas quedamos inconscientes y nos trajeron aquí.
—¿Qué? —miré con desesperación mi muñeca y el tatuaje ya no se encontraba ahí—. No está... —mascullé mientras nuevamente repasaba todo lo que había sucedido—. ¿Cómo se llamaba la discoteca? ¿Era Chronos, no es verdad?
—¿Chronos? —me respondió ella con confusión—. ¿Qué clase de nombre es ese para una discoteca? Fuimos a Aura ¿No lo recuerdas?.
—¿Y los brazaletes que teníamos? Fuimos las clientas número cien y ciento uno.
—¿Qué? —ella rio de forma nerviosa— En aura no te dan brazaletes huevona, en serio estás comenzando a asustarme.
—¿Y qué hay de ti? —le pregunté con insistencia— ¡Respóndeme Luciana! ¿Cómo se llamaba la discoteca a la que fuiste en Santiago?
—La discoteca se llamaba Ángel ¿Pero qué tiene que ver eso con esto?
¿En verdad me había golpeado la cabeza? No lograba recordar absolutamente nada de lo que ella me estaba diciendo, cada imagen que venía a mi mente, era completamente diferente. Sin embargo, las palabras que Nathaniel me dijo antes de que me desmayara aún se mantenían frescas en mí, pero si en verdad estaba tan segura de que aquello había sucedido ¿Por qué no tengo el tatuaje en mi muñeca?
—¡Mi celular! —grité y Luciana se sobresaltó en su asiento— ¡Vamos! ¿Qué esperas? ¡Pásame mi celular!
—¿Qué demonios quieres hacer? —dijo mientras caminaba a la repisa donde se encontraba— ¿Acaso colocaras #SobreviviAUnAccidente en Twitter?
Hice caso omiso a su burla y una vez que le arranqué el celular de sus manos, entré a la aplicación de Wattpad, y esta vez, si encontré la historia de «DELO» en mi biblioteca; ni bien conecté mis megas, las notificaciones de las diversas aplicaciones que tenía comenzaron a sonar, e inmediatamente pulsé la aplicación de Facebook en la pantalla. Todo estaba ahí, el grupo de la historia y también el perfil de la autora, al revisar mis notificaciones una en particular llamó mi atención, así que sin esperar, leí el post del grupo.
«GRAN FINAL! :3 Muchas gracias a todos los que me acompañaron en este viaje. Aquí les dejo el último capítulo + los agradecimientos + la sinopsis del segundo libro. K»
Mis manos comenzaron a temblar y fue necesario que parara lo que estaba haciendo para poder respirar con normalidad, ¿Acaso lo soñé todo?, ¿En verdad todo fue producto del golpe que me di?
—¿Te encuentras bien? —me preguntó al verme tan quieta y sin respuesta, yo asentí de manera cabizbaja.
—Claro que era un sueño... —murmuré para mí— ¿Cómo podría haber sucedido en la realidad?
—Amiga, creo que en verdad estas mal, no sé si por el alcohol o por el golpe que nos dimos.
—¿Podrías traerme una gaseosa?
—No creo que te dejen tomar gaseosa...
—¿Puedes o no? —le respondí con molestia.
—Uy, ya voy, que carácter.
Luego de decirle esto, ella se marchó por la puerta, así que aproveché para entrar a la aplicación de Wattpad para poder leer el último capítulo sintiéndome triste y decepcionada, con cada párrafo que leía sentía como un pedazo de mi alma se quebraba, porque sufría mientras leía aquellas palabras, leía como Nathaniel estaba siendo cruel, leía como Lucas sufría por proteger a su hermano, y una vez que llegué al final, lo pude ver, pude ver a Nathaniel siendo arrastrado junto a los demás oscuros hacia el infierno.
—De la sombra a la luz —susurré mientras algunas lágrimas se derramaban por mi mejilla.
En cuanto Luciana volvió, mi llanto era incesable, tanto fue su impresión que fue necesario que ella llamara a los doctores porque se encontraba preocupada, y no la culpaba, yo en estos momentos me encontraba sumamente confundida, todo lo que había pasado lo vi y sentí tan real que era imposible de que en tan solo unas horas que estuve inconsciente haya soñado de aquella manera. Para cuando me revisaron y vieron que me encontraba en perfecto estado, me dejaron ir, y cuando llegué a mi casa, luego de mostrarse preocupada, mi madre me dio un sermón bajo la promesa de que no me dejaría salir hasta el año dos mil veinticinco.
—No lo puedo creer...
Mi habitación se encontraba en silencio, no sentía deseo alguno de hacer nada más que dormir; tomé mi toalla y me dirigí hacia mi baño, y una vez que entibié el agua, dejé que los chorros de la regadera se llevaran mis penas lejos por el desagüe, cuando salí y caminé hacia mi espejo vi una marca justo en medio de mi pecho, así que me acerqué con rapidez y me observé con detenimiento, un pequeño tatuaje de corazón estaba plasmado en mi piel y alrededor de este, unas letras en latín se encontraban rodeándolo, como si lo estuvieran protegiendo.
—Donec veniat, secretum meum custodiatis —sonreí con dolor mientras mordía mi labio.
No lo había soñado, en verdad lo conocí, y de alguna forma, se encargó de modificar los recuerdos de Luciana y de mi madre, Nathaniel se había marchado pero había dejado conmigo su mejor secreto.
—Prometo cuidarlo —mis dedos acariciaron la marca mientras las lágrimas no cesaban, y en ese instante sentí como una calidez inexplicable envolvía mi cuerpo—. Y cuando llegué el momento, se lo entregaré a quien desee saber la verdad.
FIN
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