Capítulo 1: El peor cumpleaños... ¿o no?

No era la primera vez que en el número 4 de Privet Drive estallaba una discusión durante el desayuno. A primera hora de la mañana, había despertado al señor Vernon Dursley un sonoro ulular procedente del dormitorio de su sobrino Harry.

—¡Es la tercera vez esta semana! —se quejó, sentado a la mesa—. ¡Si no puedes dominar a esa lechuza, tendrá que irse a otra parte!

Harry intentó explicarse una vez más.

—Es que se aburre. Está acostumbrada a dar una vuelta por ahí. Si pudiera dejarla salir aunque sólo fuera de noche...

—¿Acaso tengo cara de idiota? —gruñó tío Vernon, con restos de huevo frito en el poblado bigote—. Ya sé lo que ocurriría si saliera la lechuza.

Intercambió una mirada sombría con su esposa, Petunia.

Harry quería seguir discutiendo, pero un eructo estruendoso y prolongado de Dudley, el hijo de los Dursley, ahogó sus palabras.

—¡Quiero más beicon!

—Queda más en la sartén, ricura —dijo tía Petunia, volviendo los ojos a su robusto hijo—. Tenemos que alimentarte bien mientras podamos... No me gusta la pinta que tiene la comida del colegio...

—No digas tonterías, Petunia, yo nunca pasé hambre en Smeltings —dijo con énfasis tío Vernon—. Dudley come lo suficiente, ¿verdad que sí, hijo?

Dudley, que estaba tan gordo que el trasero le colgaba por los lados de la silla, hizo una mueca y se volvió hacia Harry.

—Pásame la sartén.

—Se te han olvidado las palabras mágicas —repuso Harry de mal talante.

El efecto que esta simple frase produjo en la familia fue increíble: Dudley ahogó un grito y se cayó de la silla con un batacazo que sacudió la cocina entera; la señora Dursley profirió un débil alarido y se tapó la boca con las manos, y el señor Dursley se puso de pie de un salto, con las venas de las sienes palpitándole.

—¡Me refería a «por favor»! —dijo Harry inmediatamente—. No me refería a...

Pero antes de que Vernon pudiera gritar lo que pensaba gritarle a Harry, el timbre de la puerta comenzó a sonar repetidas veces, por lo que fue tía Petunia a atender al oportuno desconocido.

Vernon maldijo entre dientes y se acercó a Harry, murmurando estas palabras con furia:

—Como vuelvas a decir la palabra con «m» en esta casa, y más delante de una visita, te quedarás sin comida por una semana ¿entendiste?

Pero cuando tía Petunia volvió al comedor estaba pálida y con cara de que había visto al Barón Sanguinario. Detrás de ella se oyeron unos cuantos pasos, hasta que llegó al comedor la autora de los mismos:

_____.

No había crecido mucho, pues se veía más alta (a duras penas) por unos escasos centímetros. Su cabello rojo fuego, ahora recogido en una trenza simple y en un bonito flequillo, le caía un poco más por debajo de la cintura. Sus ojos azul pálido, iguales a los de su padre y los de su abuelo, conservaban el mismo resplandor cálido y enérgico de siempre.

—¡Hola, Dursleys! —dijo, con una alegría notoriamente falsa—. ¿Todo bien por aquí?

Dudley y Vernon no tardaron en ponerse igual o peor que Petunia. Dudley por una parte se volvió a caer de la silla, y Vernon por otra se quedó estático. Su gorda cara se volvió de un desagradable color verdoso.

_____ suspiró.

—Uf. Parece que nada ha cambiado por aquí. Bueno, creo que deberíamos corregir eso... ¿No les importará que me quede unos días, verdad?

—¡_____!

Harry sonrió radiante y corrió a abrazar a _____, quien devolvió el abrazo con una sonrisa alegre.

—Tu pesadilla acaba desde ahora —susurró antes de separarse del abrazo y voltear a ver a los Dursley, aún con cara de pasmados—: Bueno, si no queréis que practique con vosotros el hechizo que nos enseñó la profesora de Transformación de convertir muggles en sapos, yo creo que será mejor que alguien me guíe a la habitación de Harry para quedarme por un par de días, quizás más, depende de qué tan grave sea la situación. Porque, por supuesto, él ya tiene una habitación decente, ¿VERDAD?

—S-Sí, p-por supuesto que sí, querida.

Harry no se esforzó en disimular su asombro cuando tía Petunia asintió frenéticamente con la cabeza mientras sonreía, pálida de los nervios.

—Harry, so-sobrino querido, ¿p-por qué no le muestras su habitación? —tartamudeó tío Vernon. Esta vez la cara se le había vuelto tan morada como una berenjena.

—Eh... claro —contestó Harry, muy extrañado, y miró a _____ con una pequeña sonrisa—: Ven.

Luego de haber subido las escaleras para llegar al segundo piso, Harry condujo a _____ por el pasillo hasta llegar a una habitación algo pequeña. Entraron.

—Bueno, por lo menos ya no estás en una alacena —_____ se encogió de hombros—. ¿Y dónde están tus cosas mágicas, Harry?

—En la alacena.

_____ pareció molestarse bastante.

—¡¿Cómo?! Esos malditos muggles... —maldijo, para luego soltar un suspiro—. Bueno, supongo que por ahora no hace tanta falta si yo aún conservo las mías —añadió, señalando la maleta beige que había arrastrado hasta el dormitorio.

Pero pronto pareció acordarse de algo.

—¡Ah, espera, casi lo olvido! Ten. Feliz cumpleaños —dijo _____, sacando del bolsillo de su chaqueta un sobre y entregándoselo a Harry, quien la miró con desconcierto.

—Tú te acordaste...

—¡Por supuesto! —exclamó _____, radiante de alegría—. ¿Creíste que porque esos muggles tontos a los que llamas tíos no se acordaran no lo haría yo?

Harry la seguía mirando con asombro, como si no se creyera lo que le estaba pasando, por lo que tardó unos segundos en sonreírle y negar con la cabeza.

Después de eso se sentaron en una de las dos camas a abrir el regalo, y la sonrisa de Harry se amplió al ver lo que era: una fotografía mágica de sus padres, James Potter y Lily Potter, junto a una chica joven, guapa, de ojos verdes y cabello castaño. Era idéntica a _____.

—¿Es...?

—¿Mi madre? Sí, junto a tus padres —contestó _____, radiante—. No creí justo que sólo yo tuviera fotos de mi madre con ellos, así que pensé en dártela a ti.

Dijo, y Harry agradeció. Sabía lo mucho que significaba para _____ su madre, y que le regalase una foto donde aparecía ella era como confiársela a él.

Pronto se oyó un maullido, y detrás de la maleta de _____ apareció una gata negra y de penetrantes ojos verdes; como los gatos de las brujas de la Historia Antigua. Era Willow, la gata de _____.

—Tío Vernon se va a molestar bastante —comentó Harry con aire casual.

—Que se moleste, que yo tengo tiempo de sobra para «convertirlo en sapo» —respondió _____, guiñándole el ojo con complicidad, a lo que ambos rieron por lo bajo.

En realidad no podían hacer magia fuera del colegio por ser menores de edad, pero mientras los Dursley no se enteraran de eso estarían bien los dos.

...

—Puede que hoy sea el día en que cierre el trato más importante de toda mi vida profesional —dijo tío Vernon.

Harry volvió a concentrar su atención en la tostada. Por supuesto, pensó con amargura, tío Vernon se refería a su estúpida cena. No había hablado de otra cosa en los últimos quince días. Un rico constructor y su esposa irían a cenar, y tío Vernon esperaba obtener un pedido descomunal. La empresa de tío Vernon fabricaba taladros.

_____ observó a Harry con lástima. Ella entendía que, aunque Harry afirmara odiarlo, en el fondo tenía la esperanza de que en algún momento se preocuparía por él.

—Creo que deberíamos repasarlo todo otra vez —dijo tío Vernon—. Tendremos que estar en nuestros puestos a las ocho en punto. Petunia, ¿tú estarás...?

—En el salón —respondió enseguida tía Petunia—, esperando para darles la bienvenida a nuestra casa.

—Bien, bien. ¿Y Dudley?

—Estaré esperando para abrir la puerta. —Dudley esbozó una sonrisa idiota—. ¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason?

—¡Les va a parecer adorable! —exclamó embelesada tía Petunia.

«Pensarán que tienes retraso.»

—Excelente, Dudley —dijo tío Vernon. A continuación, se volvió hacia Harry y _____—. ¿Y vosotros?

—Nos quedaremos en mi dormitorio, sin hacer ruido para que no se note que estamos —dijo Harry, con voz inexpresiva.

_____ miró a Vernon irritada.

—Si no fuera porque me importa un carajo su cena de mierda, rebatiría lo de estar callada —dijo, y a tía Petunia parecía que le iba a dar un infarto cuando escuchó aquello—. Pero, para su suerte, sus asuntos muggles son tan aburridos e insignificantes que no me molestaría alejarme cuanto más pueda.

Dudley soltó un graznido de asombro, y tío Vernon se puso rojo del coraje.

—MALDITA MOCOSA-

—Ni se te ocurra llamarme así, Dursley —advirtió _____, y Harry tuvo un ligero Déja Vu—. Te recuerdo que pertenezco al Colegio Hogwarts de MAGIA y HECHICERÍA —destacó estas palabras, para el horror de los presentes (excepto Harry)—, así que no te conviene alzarme la voz. Si quisiera podría lanzaros una maldición a todos vosotros, tal vez al pequeño Dudley, quién sabe...

Petunia soltó un gritillo de horror y luego miró asustada a su marido.

—V-Vernon, cielo, mejor no molestemos a la jovencita —tartamudeó.

Vernon maldijo por lo bajo.

Harry se quedó callado. Al parecer _____ tenía una extraña y aterradora faceta donde disfrutaba intimidar y amenazar a otras personas. Si bien no era algo digno de una Gryffindor, los Dursley sí merecían ese trato. Así que eso estaba bien.

—Entonces —habló Vernon, finalmente—. Yo los haré pasar al salón, te los presentaré, Petunia, y les serviré algo de beber. A las ocho quince...

—Anunciaré que está lista la cena —dijo tía Petunia—. Y tú, Dudley, dirás...

—¿Me permite acompañarla al comedor, señora Mason? —dijo Dudley, ofreciendo su grueso brazo a una mujer invisible.

—¡Mi caballerito ideal! —suspiró tía Petunia.

«Esta mujer está ciega o está loca.»

—Tendríamos que tener preparados algunos cumplidos para la cena. Petunia, ¿sugieres alguno?

—Vernon me ha asegurado que es usted un jugador de golf excelente, señor Mason... Dígame dónde ha comprado ese vestido, señora Mason...

—Perfecto... ¿Dudley?

—¿Qué tal: «En el colegio nos han mandado escribir una redacción sobre nuestro héroe preferido, señor Mason, y yo la he hecho sobre usted»?

Esto fue más de lo que tía Petunia, _____ y Harry podían soportar. Tía Petunia rompió a llorar de la emoción y abrazó a su hijo, mientras Harry y _____ escondían la cabeza debajo de la mesa para que no los vieran desternillándose de la risa.

—Al terminar la cena, tú, Petunia, volverás al salón con la señora Mason para tomar el café y yo abordaré el tema de los taladros. Con un poco de suerte, cerraremos el trato, y el contrato estará firmado antes del telediario de las diez. Y mañana mismo nos iremos a comprar un apartamento en Mallorca. Bien..., voy a ir a la ciudad a recoger los esmóquines para Dudley y para mí. Y tú... —gruñó a Harry.

_____ miró detenidamente a Vernon con una sonrisa torcida.

—... Tú puedes ir a donde quieras con tu amiga para que tu tía pueda limpiar.

Harry asintió. Apostaba su escoba voladora a que aquellas no eran las palabras que su tío pensaba decirle.

Finalmente _____ y él salieron por la puerta de atrás. Era un día radiante, soleado. Cruzaron el césped.

Harry se dejó caer en el banco del jardín y canturreó entre dientes: «Cumpleaños feliz..., cumpleaños feliz..., me deseo yo mismo...»

Iba a continuar, hasta que sintió una presencia a su lado. _____ se había sentado junto a él. «Cumpleaños feliz...» terminó por cantar _____, en un murmullo suave.

Se contemplaron el uno al otro por un tiempo, sin decirse nada, sólo mirándose. _____ fue la primera en mirar a otro lado, con las mejillas rojas y el corazón acelerado.

—N-No puedo esperar a volver a Hogwarts —comentó, con nerviosismo.

Harry sonrió un poco.

—Sí... —dijo—. Me pregunto cómo estarán Ron y Hermione. No me han escrito desde que nos despedimos. Tú tampoco me escribiste.

—¿Oh, de verdad? —preguntó _____, extrañada—. Eso es muy raro. Yo solo llegué a intercambiar un par de cartas con Herms y Ron, no fueron tantas pero tampoco ninguna. Y yo no te escribí porque pensaba darte la sorpresa viniendo yo misma.

Harry se encogió de hombros.

Un montón de veces había estado a punto de emplear la magia para abrir la jaula de Hedwig y enviarla a Ron y a Hermione con una carta, pero no valía la pena correr el riesgo. A los magos menores de edad no les estaba permitido emplear la magia fuera del colegio. Harry no se lo había dicho a los Dursley; sabía que la única razón por la que no lo encerraban en la alacena debajo de la escalera junto con su varita mágica y su escoba voladora era porque temían que él pudiera convertirlos en escarabajos.

Durante las dos primeras semanas, Harry se había divertido murmurando entre dientes palabras sin sentido y viendo cómo Dudley escapaba de la habitación todo lo deprisa que le permitían sus gordas piernas. Pero el prolongado silencio de Ron, Hermione y _____ le había hecho sentirse tan apartado del mundo mágico, que incluso el burlarse de Dudley había perdido la gracia..., y ahora Ron y Hermione se habían olvidado de su cumpleaños.

Pero aún estaba _____. Ella era una alegría inmensa para él, porque, además de quererla mucho y de ser su mejor amigo, ella era la señal de que todo lo que había vivido no había sido un sueño. De que él era un mago de verdad.

De pronto, Harry se irguió en el banco del jardín. Se había quedado ensimismado mirando el seto... y el seto le devolvía la mirada. Entre las hojas habían aparecido dos grandes ojos verdes. Al parecer _____ los había visto también, porque también tomó una postura recta en el asiento, con la mirada fija en el mismo lugar.

Una voz burlona resonó detrás de ellos en el jardín y Harry se puso de pie de un salto.

—Sé qué día es hoy —canturreó Dudley, acercándosele con andares de pato.

Los ojos grandes se cerraron y desaparecieron.

—¿Qué? —preguntó Harry, sin apartar la vista del lugar por donde habían desaparecido.

—Sé qué día es hoy —repitió Dudley a su lado.

—Enhorabuena —respondió Harry—. ¡Por fin has aprendido los días de la semana!

—Hoy es tu cumpleaños —dijo Dudley, con sorna—. ¿Cómo es que no has recibido postales de felicitación? ¿Ni siquiera en aquel monstruoso lugar has hecho amigos?

—Ni siquiiri in iquil minstriisi ligir his hichi imigis —imitó _____ con burla, poniéndose de pie para estirarse un poco.

Dudley la ignoró.

—Procura que tu mamá no te oiga hablar sobre mi colegio —habló Harry con frialdad.

El primo de Harry se subió los pantalones, que no se le sostenían en la ancha cintura.

—¿Por qué miras el seto? —preguntó con recelo.

—Estoy pensando cuál sería el mejor conjuro para prenderle fuego —dijo Harry.

_____ soltó una risita maliciosa.

—Cierto ¿recuerdas cuál era, Harry?

—Tal vez... —Fingió no acordarse Harry—. ¿Empezaba con «a»? 

Al oírlos, Dudley trastabilló hacia atrás y el pánico se reflejó en su cara gordita.

—No..., no podéis... Papá dijo que no haríais ma-magia... Ha dicho que os echará de casa..., y no tienes otro sitio donde ir, Harry..., no tienes amigos con los que quedarte...

—¡Ah, ya me acordé! ¡Abracadabra! —dijo Harry con voz enérgica—. ¡Pata de cabra! ¡Patatum, patatam!

—¡Mamaaaaaaá! —vociferó Dudley, dando traspiés al salir a toda pastilla hacia la casa—, ¡mamaaaaaaá! ¡Harry está haciendo lo que tú sabes!

_____ tuvo que sujetarse el estómago de lo estridente y prolongada que fue su risa.

...

Eran las siete de la tarde cuando, luego de pasarse la tarde hablando de cualquier cosa con _____ en el patio, Harry oyó que lo llamaba tía Petunia.

—¡Entrad! ¡Y pisad sobre los periódicos!

Encima del frigorífico estaba el pudín de la cena: un montículo de nata montada con violetas de azúcar. Una pieza de cerdo asado chisporroteaba en el horno.

—¡Comed deprisa! ¡Los Mason no tardarán! —le dijo con brusquedad tía Petunia (ya llevaba puesto el vestido de noche de color salmón), señalando dos platos de filete de cerdo con arroz.

Gracias a _____, Harry no tendría que comer la miserable cena que le daban antes de su llegada.

Ambos se lavaron las manos y cenaron. No bien hubieron terminado, tía Petunia les quitó los platos.

—¡Arriba! ¡Deprisa! —Notó la mirada poco amigable de _____—... Por favor.

Al cruzar la puerta de la sala de estar, Harry y _____ vieron a Vernon y a Dudley con esmoquin y pajarita (_____ tuvo que aguantarse las ganas de reír). Acababan de llegar al rellano superior cuando sonó el timbre de la puerta y al pie de la escalera apareció la cara furiosa de tío Vernon.

—Recordad: un solo ruido y...

Harry y _____ entraron de puntillas en su dormitorio, cerraron la puerta y se echaron en la cama de Harry, _____ maldiciendo entre dientes.

El problema era que ya había alguien sentado en ella.

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