Once.
Capítulo once.
Habían pasado seis o siete meses desde los últimos sucesos. Aún así, los domingos en la mañana, Olivia, Helen y Susan iban al cementerio para dejar algunos flores en las tumbas de Elías, Molineri y Lucas. Aunque no hubieran encontrado los cuerpos de los dos últimos, ninguna de las tres creía que siguieran con vida. En vista de la crueldad de Thomas Morelli, y su adicción a la venganza, en sus peores pesadillas los hacían tres metros bajo tierra.
El dolor que sentían era profundo, un luto sin fin, desde aquel día en que habían perdido a Lucas nada había sido lo mismo, todo se sentía más pesado y lo que debía juntarlas más, las había separado. Aunque nadie decía nada, Olivia no era una invitada bien recibida en el Complejo. De hecho, para Helen y Susan todo había su culpa: si tan solo Lucas no se hubiese enamorado de Olivia nada de esto hubiese pasado, era lo que las dos mujeres pensaban y aunque no era nada justo para Olivia trataba de ponerse en su lugar, Lucas era parte de su familia y Olivia una recién aparecida. Susan, quien estaba empezando a forjar una linda amistad con Olivia había decidido alejarse pensando en que si ella hubiese estado en el lugar de la morena no habría intercambiado su vida por la de Lucas, no lo habría dejado abandonar todo por ella. Nuevamente su encaprichamiento por Lucas la estaba cegando.
Pese al rechazo de Susan y Helen y a ese sentimiento de que todo estaba perdido, Olivia conservaba las esperanzas de que Molineri siguiera con vida y de que pudieran dar con él para ir por Lucas. Ahora, aquellos fines de semana con él y con Jeff yacían almacenados como viejos recuerdos felices. También se aferraba al recuerdo de Lucas, rogando al cielo que no hubiese muerto por ella. No se lo merecía, en eso estaba de acuerdo con Helen y Susan quiénes pasaban recordándoselo aunque sin decir ninguna palabra.
Sin Lucas, las cosas en el Complejo parecían no tener un sentido, ni una dirección. Se sentían perdidas. Para todas el Complejo era solo un lugar que las había estado resguardando por un tiempo, pero el hogar lo hacían las personas que lo hacían sentir como uno y ese era Lucas. Olivia no era la única que se sentía así hacía él, eso estaba muy claro, no quería admitirlo pero podía sentir que entre Susan y Lucas había algo más. Aunque ya estaba harta de equivocarse sobre los sentimientos y, además, si Lucas no estaba de qué servía hablar de ese tema. En realidad mientras él estuviera bien no le importaba si era feliz con Susan o con cualquier otra, al menos se sentiría más tranquila de que no había muerto por ella.
Por otro lado, después de todo lo ocurrido, a Olivia no le habían quedado ganas de volver a tener contacto con alguno de los miembros de su familia o amigos, no le importaba lo preocupados que estuvieran por ella o por el dinero, por eso Helen y Susan se encargaban de mantenerla informada, con sus contactos, de lo que estaba pasando en casa de los Morgan con la excusa de que lo hacían para ayudarla, pero Olivia sabía que era porque querían tenerla lo más lejos posible de ellas, porque les recordaba mucho a él, querían que regresara a su casa. No creía que fueran personas malas; entendía que estaban muy heridas. Como la tercera en discordia, era normal que no confiaran plenamente en ella. Aunque la conocían, también sabían de la reputación de su familia. La furia y el rencor que sentían distorsionaban su percepción. Incluso Olivia había llegado a pensar que Helen y Susan temían que ella pudiera llegar a ser como sus tíos y primos, lo cual realmente la lastimaba profundamente.
Hasta ahora se había enterado de que sus hermanos se habían visto obligados a regresar para levantar los cimientos de la mansión y administrar negocios familiares que aún quedaban, junto con sus tíos y primos. A causa de la muerte de Elías Morgan y la desaparición de su hija menor, los cuales habían sido los temas favoritos de la prensa durante los últimos meses, ya que la investigación aún seguía en curso, la familia estaría pasando por una crisis y todos habrían tenido que renunciar a muchas cosas y replantearse sus prioridades.
Por ejemplo, a sus hermanos les había tocado aplazar sus clases por un tiempo y a sus tíos Harper y Manson e hijos abstenerse de viajar y desperdiciar el dinero. Todo alrededor de Lara Morgan, seguía siendo una incógnita.
Olivia sentía mucha pena por Peter y Shelley, porque a pesar de que durante todos los años lejos de casa les habían dado la espalda, estudiando, saliendo con chicas de su Facultad y, quién sabe qué otra cosa, los echaba de menos y los quería, además, ellos eran los únicos familiares cercanos que les quedaba y a los que ella apreciaba, Olivia era su hermanita menor y a pesar de la ausencia constante en su vida ellos siempre le habían hecho saber que la querían.
En cambio, los únicos sentimientos que surgían al pensar en los mocosos de sus primos y las ratas callejeras de sus tíos era que para ellos las vacaciones habían terminado y les había llegado, por fin, el momento de trabajar duro y pagar cada peso que se habían robado, ahora que Elías y Olivia no estaban y que Peter y Shelley pondrían toda la contabilidad en orden.
En cuanto a los Morelli, Thomas Morelli se había entregado, confesando el asesinato de Elías y de Hans. Días después de que Olivia escapara, al sintonizar el canal de noticias, fue lo primero que vio. Por eso, las esperanzas de la chica no eran en vano, ya que en los diarios no se mencionaba a Lucas ni a Molineri: o bien había logrado ocultar sus cadáveres en un lugar ultra secreto de su mansión o bien seguían con vida.
Al menos para Camille la justicia había funcionado y esperaba que así fuera también para los dos.
— Olivia, ¿algún día volverás con ellos? — Las tres estaban en la sala de estar en silencio viendo las noticias, en donde salían Peter y Shelley, cuando Susan habló, con un tono persuasivo. Se notaba que no le interesaba nada más allá de querer hacer persuadir a Olivia para que se marchara de una buena vez por todas.
— No tengo prisa por irme, este también es mi hogar y todavía quiero ver detrás de bambalinas cómo avanzan las cosas en casa. —Olivia apretó los puños con fuerza, estaba enfurecida, había tenido que pasar por mucho. Estaba cansada de que las dos mujeres tocaran el tema una y otra vez. No era la primera vez que se lo insinuaban, pero esta era la primera vez que le preguntaban de frente.
Además, conocía a su familia, en especial a sus tíos y primos y no podía siquiera verlos a la cara, reclamando acerca de asuntos por los cuales nunca antes se habían responsabilizado. Ellos también eran culpables de la muerte de Elías, al haberlos dejado lidiar solos con todo aquello.
— No pienses que no te queremos aquí. — dijo Helen, con un tono no muy convincente — Es solo que si tienes la oportunidad de volver con tu familia no deberías desaprovecharla, si lo llegas a desear algún día.
— Creo que es momento de hablar de cómo me han hecho sentir los últimos meses, sé que todos no hemos sentido de la mierda, pero no es razón para decirme estas como si nada, para rechazarme, como si yo fuera la villana de la historia. — Olivia gruñó y Helen y Susan cruzaron miradas antes de volver a verla. Helen tomó la palabra nuevamente.
— Olivia, no sé a qué te refieres.
— Claro que no sabes, ni tú, ni tú — dijo señalándolas a los dos. — No saben qué es tener las manos atadas y no poder hacer nada, y ver cómo el chico al que amas se entrega por ti y te obliga a salir corriendo sin darte vuelta. No sabes cómo es escuchar que no te ama y que eres solo un caso de trabajo más y que entregaría su vida por ti como por cualquier otra persona.
Susan se levantó de un salto para refutar, pero Helen la agarró. — Eso suena muy a Lucas, Susan. ¿Cuándo le hemos podido discutir sobre algo?
— ¿Y qué me importa? Olivia debió hacer algo.— Susan estaba roja de la furia.
— ¡No era tan fácil! De haberlo sido lo habría hecho, maldita sea. ¿Crees que fue fácil para mí? — Gritó Olivia cayendo al piso afligida, invadida por una mar de lágrimas.
— Molineri y él tenían cuentas pendientes con Thomas, no se trataba de mí, todo esto ya venía desde atrás, era una venganza personal por Camille Morelli. — En cuanto Olivia dijo esas últimas palabras, Helen y Susan se miraron con espanto y agacharon la vista. Entonces, Olivia comprendió que ellas lo sabían. Después de unos minutos de silencio Susan habló.
— Camille, la recordamos, era muy guapa. — Susan se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.
— ¿Ustedes la conocieron?
— Sí, era la mayor de las tres. Era como una madre para nosotras. — dijo Helen.
— ¿Y qué pasó con ella? ¿Dónde está ahora?
— Se enamoró y se casó. — Susan esbozó una sonrisa mientras parecía recordarlo como si hubiese pasado ayer.
— ¿Se casó? — Ellas asintieron y le contaron también que incluso Camille se había cambiado el nombre y había adoptado el apellido de su esposo para no ser encontrada. Aquello había sido muy inteligente de su parte, pensó Olivia. Así se quedaron un tiempo más conversando sobre lo que ocurrió ese día como no lo habían hecho durante los últimos seis meses.
Algo había cambiado en el ambiente.
— Discúlpanos, Olivia, por no ver las cosas con claridad y gracias por contarnos esto sobre Camille, nos alegra que ella haya podido escapar de ese hombre. Nadie merece vivir una vida así. Estamos alegres de que estés aquí, y de poder poner nuestro granito para ayudarte a escapar del mismo destino.
— Lucas lo habría querido así, él habría querido que estuvieras a salvo. Perdóname por haberme cerrado a si quiera escucharte. — Susan agachó la vista sin querer hacer contacto visual con la morena, estaba muy avergonzada. Sus celos la habían hecho actuar de la peor forma. Ella comprendía bien lo que era sentirse vulnerable y débil.
— Solo quiero saber algo más — dijo Olivia. Helen y Susan se la quedaron viendo con atención. — ¿Han rescatado a muchas personas como Camille y yo? —sonrieron.
Esta vez respondió Helen. — Esto es algo que no te hemos contado. —hizo una pausa. — Lucas también nos salvó, como a ti.
¿Qué? Los ojos de Olivia se abrieron de par en par. Sabía que no era la única a la que Lucas había ayudado, lo tenía muy claro luego de esas últimas palabras que le había dedicado antes de su separación; sin embargo no esperaba que Helen y Susan hicieran parte de ese grupo. ¿Habrían llegado a sentir lo que ella sentía por él o solo ella había sido tan tonta como para ilusionarse? Ahora empezaba a entender mejor su devoción por Lucas, Molineri y el Complejo.
Susan volvió a hablar. — Así es, Olivia. Habían más como nosotras, algunas pudieron volver a sus hogares y a otras se les abrieron algunas puertas y se fueron a recorrer el mundo. Nosotras nos quedamos aquí, por Lucas.
A las tres se les habían salido unas cuantas lágrimas. Llevaban medio año tratando de ser fuertes, pero no eran robots y tenían derecho a sentir y Olivia las entendía perfectamente.
El paso de Lucas por su vida había desestabilizado cada uno de sus nervios, dejando una maraña de sentimientos. Pese a que ya hubiese pasado un tiempo, todavía su corazón brincaba cada que pensaba en él y no podía dejar de llorar por las noches al recordar todo lo que había perdido.
No era tan fuerte como los demás pensaban. Ojalá lo hubiese sido para haberse quedado ese día y haberle hecho frente a Thomas Morelli.
— ¿Ustedes en serio creen que ambos están muertos? —preguntó Olivia jugando con sus manos. Susan y Helen suspiraron.
— Queremos seguir creyendo que Lucas es una especie de superhéroe invencible, al igual que Molineri. — respondió Helen soltando una pequeña risa cargando de nostalgia.
Cada día que pasaba Olivia se aferraba más a esa idea, sintiendo a Lucas en lo más profundo de su corazón, palpitando a la par de sus latidos. No obstante, tenía la certeza de que si ambos estuvieran vivos ya habrían venido por ellas, porque su misión era protegerlas... ¿o no? Sin embargo, ella le había dicho a Lucas que se tomara un descanso del trabajo, en otras palabras le había dicho que la olvidara, que dejara todo de lado y que siguiera con su vida.
¿Y si Lucas lo había hecho? ¿Y si le había hecho caso? ¡Basta!
Debía dejar de pensar en él, un hombre que le había dicho de frente que no sentía nada por ella y que ella era solo un caso más de trabajo para él, que solo significaba eso y nada más, pensó. Pero el solo hecho de pensar en aquello lo volvía a traer hasta sus pensamientos, hasta que aquel ciclo vicioso volvía a retomar su curso.
Pronto Olivia concluyó que debía conocer a nuevas personas, si quería olvidarlo y que, tal vez, tenía que dejar el Complejo, la mansión y toda su vida de lado y concentrarse en algo nuevo, justo como lo había hecho Camille Morelli.
— ¿Alguna vez han salido de fiesta? No una de esas fiestas aburridas políticas, me refiero a algo en el mundo real, con personas de su edad y sin trajes pomposos y elegantes.— les preguntó. Susan y Helen se miraron sorprendidas. — ¿Qué? ¿No es lo que hacen las personas normales para divertirse?
— ¿Ir a clubes de mala muerte? Paso, además, somos refugiadas políticas, ese no es nuestro mundo, Olivia. - comentó Helen con cierto atisbo de ironía.
— ¿Y qué tal si lo es solo por una noche? Esta noche. —preguntó. A Helen seguía sin sonarle para nada la idea. Las tres estaban allí por una razón; Lucas había dado su vida para protegerlas.
Sobre todo para que Olivia estuviera a salvo. Era innegable la conexión que ambos habían logrado y Helen y Susan la envidiaban un poco.
— Pues yo me apunto, no me vendría nada mal. - respondió Susan. Helen negó con su cabeza, sin todavía parecerle.
— No está bien. Lucas nos lo pidió. ¿Qué diría ahora de todo esto?
— Lucas está muerto. —lanzó Olivia con cierta tristeza. Helen y Susan ahora se miraban entre sí sin saber qué hacer, estaban empezando a considerarlo. Tal vez se merecían un poco de diversión en sus vidas. ¿Qué podía pasar en una sola noche?
¿Debían comportarse como colegialas o universitarias desenfrenadas? ¿Es que acaso esta era una etapa del duelo? Siendo así, quizá una fiesta no le haría daño a nadie, pensaron las dos.
— Solo por esta vez y nos regresamos antes de medianoche, Cenicientas. -había hablado Helen. Con veintiocho años, la mujer era la más madura de las tres y actuaba con un porte maternal.
Llegada la hora, Olivia estaría esperándolas sentada en el asiento de copiloto de una de las camionetas del Complejo. Varias preguntas volvían a hacer que pensara y sobre-analizara todo una y otra vez.
¿Sería posible volver a meter la pata o esta vez estaría haciendo las cosas bien? Aquel vehículo todavía olía a la fragancia con aroma a lavanda de Lucas y era como si algo le estuviera diciendo que se quedara dentro de esas cuatro paredes.
Para ese entonces, un mal presentimiento se le colaba por los huesos. La noche helada, cargada de nubarrones blancos que ensombrecían el cielo, anunciaba la llegada de una tormenta. Hacía mucho frío y Olivia había tenido que ponerse su chaqueta; tenía los pelos de punta.
Se estaba esforzando mucho por olvidarlo, pero... ¿aquello sería posible? Olvidar a alguien que estaba tan conectado a ella como a su disfuncional familia y círculo social.
Olvidar a Lucas sería dar el paso hacia una nueva vida y enterrar a la antigua Olivia Morgan; después de unos meses difíciles había comprendido por las malas que, en definitiva, no había un hogar al cual volver.
Pero... ¿olvidándolo arreglaría todos sus problemas o solo lo complicaría más?
Helen y Susan habían llegado y se veían preciosas. Con todo el tiempo que habían pasado en aquel lugar, jamás pensaron que volverían a caminar por las calles de la ciudad, con un atuendo como este y, mucho menos, para ir a bailar en una casucha de mala muerte en medio de una multitud.
Si Elías estuviera con vida no le habría permitido semejante atrocidad a su hija. Mucho menos Lucas.
En cuanto a Helen, todavía tenía sus dudas, seguía sin parecerle la idea, pero no iba a dejarlas solas. Alguien podría aprovecharse de ello. Sabía que las tres eran capaces de cuidarse por sí solas, pero siempre había una primera vez para todo.
El mundo estaba lleno de personas muy malas; fue lo que su última experiencia cercana a la muerte le había demostrado. Debían cuidarse mutuamente, más aún ahora que estaban a punto de poner sus vidas en peligro, nuevamente.
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