Dos.

Capítulo dos.

Por más que quisiera, Olivia no podía comprender las acciones de su padre ni encontrar justificación para ellas, además, ni por un segundo pensaba en ponerse en los zapatos de un ser tan vil y despreciable, alguien que se atrevía a vender a su propia sangre, sin parecer tener un ápice de arrepentimiento.

Sin embargo, tampoco había sido lo suficientemente valiente para enfrentarlo o para dejarlo. En cierto modo, sentía que era un completo fraude, una impostora y una hipócrita. Alguien que solo se quejaba todo el tiempo, pero no hacía nada para que las cosas cambiaran. ¿De qué servía todo eso? Si ni siquiera había hecho despertar la lástima de su padre por ella, o de alguien para que viniera a salvarla...

Por ende, en parte, el circo con los Morelli era su culpa. Quizá las cosas no habrían escalado si hubiera detenido a Elías a tiempo, si hubiese heredado lo mejor y lo peor de su madre a la vez. Su osadía la había impulsado a cometer el acto más cobarde, y a la vez, el más valiente de todos.

No quería parecerse a Lara, pero empezaba a entenderla. Muchas veces en situaciones desesperadas las personas toman medidas desesperadas. ¿Sería ella capaz de hacer algo que tanto había criticado?

¿O acaso debía depositar su confianza otra vez en el hombre que la había vendido a un completo idiota y que decía llamarse su padre? ¿Sería capaz de hacer eso por una familia que siempre le había dado la espalda?

¿Por qué su padre solía ser un completo idiota?

Oliv estaba harta de ver su reflejo, con el rímel corrido y los ojos hinchados. Muchas preguntas pasaban por su mente y le dolía la cabeza.

Había estado llorando después de que Elías se marchara hacía veinte minutos. Sus sentimientos por él eran totalmente contradictorios: lo quería, pero también odiaba la manera en que se comportaba, especialmente, con ella. Así que lo quería, pero también lo deseaba a más de diez mil kilómetros de distancia de ella, y a veces las palabras y pensamientos tienen más fuerza de lo que imaginamos....

Suspiró. Se puso en pie y caminó en dirección al balcón, el viento le estaba dando en la cara. Varios cabellos se le habían descolocado del moño que se había hecho y hacía mucho frío.

Pero nada de eso le importaba.

Aquel lugar era donde solía ir de niña con sus hermanos cada vez que estaban tristes, quería tranquilidad.

Quería revivir su infancia, así fuera por última vez.

Pero antes de que pudiera hacerlo, Rylie, la detuvo. Sus manos manchadas de sangre y la ausencia de Molineri desataron en Olivia nuevas preocupaciones. Rylie habló y las noticias que traían no eran buenas. Le estaba pidiendo que huyera con él.

- Por tu bien, aléjate del balcón y vámonos.

Y pasó de repente; en un breve momento, los problemas con su padre quedaron en un segundo plano y las nuevas preocupaciones de Oliv empezaron a dar vueltas alrededor del misterioso chico, con manos color carmesí, que tenía enfrente.

- ¿A quién fue? ¿A quién asesinaste? - Olivia había dado tres pasos en reversa, hacia el balcón, sin parar de hablar e interrogarlo.

Le temblaban las rodillas y empezaba a palidecer, sin embargo estaba decidida a saltar de cabeza, si llegaba a ser necesario.

No sabía cómo, pero tenía que ir por Bob y averiguar si Elías estaba bien. A pesar de todo, era su padre.

- Espera, Olivia. No es lo que piensas.  - Ella saltó del susto. Rylie, en un solo movimiento, había activado la alarma de pánico y todas las puertas se estaban bloqueando, exceptuando la del pasaje secreto oculto en la estantería de libros, uno que ella recordaba muy bien, porque por
ahí solía escabullirse su madre siempre que quería verse con su amante a escondidas. - Es muy difícil de explicar, pero nos tenemos que ir -. Volvió a decir. - Ellos conocen nuestra ubicación -

"¿Quiénes ellos? ¿Quiénes conocen nuestra ubicación?" Se preguntó. Estaban ocurriendo tantas cosas y no sabía si confiar en él. No le conocía de nada.

¿En dónde demonios estaban su padre y Molineri? ¿Él les habría hecho algo? Estaba por pensar lo peor justo cuando una explosión en el nivel inferior llamó su atención.

Olivia tragó en seco, volviendo a fijar la vista en las manos de Rylie. Recordó que estaban tiznadas de sangre. Ahora estaba más pálida que una hoja.

- La sangre no es mía. Es la de tu prometido, está muerto - carraspeó Rylie, captando su atención. Olivia no lo podía creer.

No podía creer la frialdad en la voz de Riley, como si dijera esas cosas todo el tiempo, y tampoco podía creer que Jackson Morelli estuviera muerto.

Le repugnaba, pero no lo quería muerto. Solo muy lejos de su vida, pero muy vivo.

- ¿Jackson...? ¿Está... muerto? ¿Cómo pasó?  - La confusión y el dolor se mezclaban en su mente mientras intentaba procesar lo ocurrido.

- No fui yo, si es lo que quieres saber. - respondió. - Me enviaron como apoyo, por ti, desconozco cómo pasó pero... - volvió a carraspear. -... lamento tu perdida. 

- Pobre Thomas, debe estar devastado. - Olivia estaba perpleja, se había quedado con la vista clavada en sus pies.

- Thomas Morelli viene por ti, Olivia, cree que ha sido tu familia y por eso nos tenemos que ir de aquí. -

- ¿Por qué demonios piensa eso? Riley... No voy a ir a ningún lado sin Bob y sin mi padre. - Sollozó.

A pesar de que Olivia ya no se iba a casar, la muerte de su ex-prometido había dejado una herida en su corazón: Jackson había muerto y Thomas Morelli, por alguna razón desconocida, creía que era por culpa de Olivia y su familia.

Dado esto... ¿Quién sería el siguiente? ¿Su padre, Molineri, Jeff y todos los demás? ¿Realmente debía huir con un completo extraño y dejarlos atrás?

No quería poner a más personas en riesgo, pero tampoco quería abandonarlos. No quería ser como Lara, a pesar de que siempre había envidiado su valentía.

- No lograrás nada quedándote aquí, solo que nos maten. Olivia, yo lo vi, él se los llevó y no los volverás a ver si no nos vamos. - advirtió Rylie, instándole a tomar acción.

- Este lugar ya no es seguro. - volvió a hablar.

- Mierda. No puedo respirar - Oliv ya no podía retroceder más. Las piernas le temblaban y, en un segundo, todo su cuerpo se desplomó en los brazos del chico.

Rylie estacionó el auto, después de varias horas de recorrido, sin apenas comer ni dormir. A pesar de todo, parecía haber sido entrenado para mantenerse firme como una roca en situaciones difíciles.

Olivia, por otro lado, experimentaba los efectos del agotamiento: labios resecos, deshidratación y un nudo en el estómago que se hacía cada vez más grande y profundo al recordar a su padre, a Molineri y todo lo sucedido recientemente. El constante sentimiento de desconfianza hacia Riley no la abandonaba ni un segundo, y despertar en su auto en medio de la nada no contribuía a su sensación de seguridad.

Aunque estaba viva, esto le otorgaba cierta ventaja para pensar en un plan y escapar en cuanto tuviera la oportunidad. Su mente volvía una y otra vez a ellos. ¿Cómo estarían? ¿Ellos también seguirían con vida? ¿Habría Molineri encontrado al asesino de su ex-prometido? ¿Podría algún día volver a casa? Después de todo, ¿existiría un lugar al que pudiera llamar hogar, al cual volver?

El sentimiento de culpa la carcomía, impidiéndole concebir el sueño. ¿Por qué Jackson había muerto? ¿Quién sería capaz de cometer semejante acto, por más despreciable que fuera la víctima? Estas preguntas y muchas otras la atormentaban desde hacía horas.

- Ya casi llegamos - La voz de Riley interrumpió sus pensamientos. Aunque no lo expresó verbalmente, Olivia agradeció.

- Allí estaremos seguros por un tiempo. - añadió él.

Olivia mantenía la esperanza de encontrar respuestas, pero cuando más avanzaban, más todo se volvía gris, un callejón sin salida. Riley era tan hermético, no parecía dispuesto a decirle nada. Así que prefirió guardarse su respuesta sarcástica para otro momento. Ya encontraría la  manera de obtener lo que quería más adelante.

Ahora, a merced del nuevo destino desconocido que la aguardaba, tal vez la idea de casarse con Jackson, que en su momento le pareció terrible, parecía menos dolorosa después de haber perdido todo lo que tenía.



Por fin el auto se detuvo.

Estaban en lo que parecía ser un instituto a las afueras de la ciudad. Dos chicas se acercaban a recibirlos. Una de ellas con una melena castaña y unos ojos cálidos, parecía ser mayor que la otra, que lucía más juvenil y enérgica.

- ¡Lucas, a quién nos has traído! - dijo la mujer mayor con una sonrisa pícara - ¿Es otra de tus conquistas?

La chica más joven soltó una sonrisa ligera, mirándolo con complicidad.

Olivia observó la interacción con atención, notando una química evidente entre ellos. La forma en que se hablaban y la familiaridad en sus gestos le sugerían que se conocían desde hacía mucho tiempo. Esta no era una relación reciente. Por otro lado, ambas mujeres parecían genuinamente amables, lo que no encajaba con la  imagen de cómplices criminales que Olivia tenía en mente.

Pero, bueno, a veces las apariencias engañan, pensó.

- No seas, tonta - respondió Lucas, conocido antes por Olivia como Riley. Así que ese era su verdadero nombre. - Susan, Helen, esta es Olivia. Será nuestra invitada por un tiempo, mientras tanto háganla sentir cómoda y protegida.

—Hemos estado mucho tiempo juntos. Somos como una familia —dijo Lucas, notando la expresión de confusión en el rostro de Olivia—. Ahora estás en el Complejo. Este es el lugar más seguro que encontrarás a kilómetros a la redonda. Si Molineri, ya sabes, no hubiese... - se aclaró la garganta. - El mismo te habría dado un tour guiado.

A Olivia se le encogió el corazón al recordarlo. La cabeza le dolía intensamente, y todo parecía dar vueltas a su alrededor, mientras las nuevas preguntas se amontonaban junto a la escasas respuestas que Lucas le había proporcionado hasta ahora.

¿Cómo era que las instalaciones parecían más grandes desde adentro? ¿Había vivido Molineri allí con Lucas y las otras? ¿Sabría su padre sobre este lugar?

Desde que Olivia tenía uso de razón, había tenido la certeza de que su vida sería una montaña rusa de emociones, pero nunca habría imaginado que llegaría a esta magnitud: un prometido muerto, un padre y un amigo desaparecidos y alguien que quería su cabeza en bandeja por un asesinato que no cometió. Y, sin embargo, Olivia, en ese momento pasaba de sentirse acorralada por el peligro a experimentar un alivio tan grande que le recorría todo el cuerpo, de los pies a la cabeza.

El edificio era majestuoso, con pasillos amplios y suelos relucientes de mármol. Las paredes blancas decoradas transmitían un aura de paz y seguridad que contrastaba con el caos que había sido la vida de Olivia en las últimas semanas.

Olivia se preguntaba en silencio qué significaba todo eso. ¿Ese lugar se convertiría en su hogar temporal? ¿Podría algún día regresar a casa, reunirse con su padre y Molineri? Eso era lo que más anhelaba en ese momento. Sin embargo, también se cuestionaba si las cosas se pondrían aún más difíciles a partir de ese momento.

—¿Hay algún lugar donde pueda descansar? Necesito dormir —dijo Olivia, sintiendo el peso del cansancio en cada fibra de su ser. Lucas asintió, tratando de descifrar la maraña de pensamientos que seguramente cruzaban por la mente de Olivia.

Olivia, con sus dieciocho años, apenas estaba comenzando su vida, y ya había pasado por tantas pruebas. Lucas reflexionó sobre cómo él, unos pocos años atrás, había enfrentado desafíos igualmente difíciles. Había vivido experiencias que nunca querría que nadie más tuviera que soportar.

Lucas conocía bien la realidad de Olivia. Antes de aceptar un trabajo, se aseguraba de investigar a fondo a la persona a la que protegería. Esta vez fue más fácil, ya que Molineri le había proporcionado detalles sobre su situación.

Comprendía por qué Molineri se alteraba cada vez que hablaba de Olivia y de la boda arreglada y por qué odiaba a Elías Morgan. Isaías estaba decidido a proteger a Olivia como si fuera su propia hija, y Lucas no podía hacer menos por su amigo, incluso si eso significaba enfrentar sus propios demonios.

Aunque llevaban poco tiempo conociéndose, Lucas parecía comprender más a Olivia que ella misma. Recordó cuando ingresó al ejército desde joven, sacrificando mucho a petición de su padre.

Estaba dispuesto a responder sus preguntas, pero sabía que no podía perder tiempo en trivialidades. Había mucho por hacer para alcanzar el objetivo final. Necesitaba que Olivia fuera más fuerte para enfrentar lo que estaba por venir y eso comenzaba con un descanso adecuado.

—Susan te llevará a tu habitación. Trata de relajarte y despejar tu mente. Hay mucho por hacer —dijo Lucas con calma y seguridad.

Sin embargo, Olivia no podía simplemente despejar su mente. No era tan fácil para ella, no si aún no sabía lo que había pasado con Molineri y su padre. No podía permitirse descansar mientras quién sabe por cuál deplorable situación los estarían haciendo pasar ahora. Sin embargo, decidió ceder ante el cansancio que la embargaba.

—Está bien —Él sonrió. Ella le dio la espalda y dejó que Susan la guiara a través del pasillo.

La vida de Olivia había dado un giro tan brusco estos últimos días. La sensación de vértigo la acompañaba constantemente. Parecía estar en un sueño del cual podría despertar en cualquier momento, solo para enfrentarse a su mayor pesadilla desde esa fatídica noche: Molineri y su padre, muertos a su lado. La realidad se había vuelto tan difusa que temía que todo fuera un engaño, un truco de su mente para evitar ver la devastadora verdad.

Y en cuanto a Lucas, ¿había cometido un error al juzgarlo? Aunque ninguno parecía ser un asesino o desquiciado, la confianza seguía siendo una incógnita. ¿Debería confiar en ellos? Solo el tiempo y las circunstancias lo revelarían.

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