Cuatro.
Capítulo cuatro.
Olivia se sorprendió al escuchar las palabras de Lucas, por fin había llegado el momento que tanto había estado esperando desde que fue despojada de su vida, separada de sus dos padres y arrojada a la boca del lobo, en ese lugar oculto en medio de la nada. No sabía qué hacer con todo lo que estaba sintiendo en ese preciso momento, entonces decidió ponerlo en una bolsa en lo más profundo de su corazón antes de hacerse ilusiones y estrellarse contra el gran muro de la decepción una vez más.
Ahora el único que lograba apaciguar un poco sus demonios, contradictoriamente, era Lucas, quien últimamente la había hecho perder los estribos en varias ocasiones. La situación era absurda y caótica. Aún él no se había ganado su favor, pero ¿en quién más iba a depositar su confianza en un momento como este si no era en él? Estar con él era, por lo menos, mejor que tener que enfrentarse a lo que fuera sola.
En definitiva, se había vuelto loca al sentir emociones tan opuestas por alguien, más estar con Lucas la reconfortaba. Pero no podía dejar que el odioso chico se vanagloriara así que para cuando Lucas la puso en el piso de la sala, Olivia le hizo frente ¿quién se creía para cargarla de esa manera? No le hacía gracia que se tomara esas confianzas con ella, a fin de cuentas su padre lo había contratado para hacer un trabajo, algo profesional y serio, no tenía por qué tomarse ese tipo de libertades.
Lucas se la quedó viendo de frente también, mientras que Helen y Susan no sabían cómo intervenir en la lucha de voluntades que prevalecía entre los dos; aunque la situación era cómica porque Lucas le llevaba varias cabezas a Olivia y verla así tan decidida sin dejarse acobardar a ambas les daba ganas de sacarle una foto y enmarcarla.
A pesar de que Olivia había tomado ciertas actitudes desde que llegó al Complejo, las dos habían interactuado con ella y se habían dado cuenta de la persona tan linda que era. Entendían que estaba pasando por una situación por la que no desearían pasar y ellas más que nadie la entendían, porque por algo también habían llegado a parar a ese lugar... al Complejo.
— ¿Será que pueden hacer las paces ustedes dos? — los sentenció Helen, quiera era mayor que todos por varios años, así que todos le tenían cierta estima porque siempre que intervenía parecía ser la mamá de todos, inclusive Olivia quien no había contado la mayor parte de su vida con el cariño de una madre, había desarrollado un sentimiento de respeto hacia ella.
— Cuando él empiece a respetar el espacio personal, lo haré, Helen — refunfuñó la morena, mirándola con pena mientras que le lanzaba miradas de enojo a Lucas y él solo rodaba los ojos.
— Si quieres que me disculpe por querer salvar tu pellejo, esperaré mejor a darles a todos el pésame cuando estés tres metros bajo tierra — volvió a rodar los ojos y abandonó la sala, no sin antes decir: — Te espero en la camioneta, no tardes—.
El silencio de todos fue la respuesta a su duro comentario. Olivia se avergonzó, miró a Helen y a Susan con una sonrisa ladeada fugaz y se dispuso a arreglarse para estar lista en unos cinco minutos. Cuando por fin estuvo, se acercó a la cocina para recibir una canasta de comida que Susan había preparado para el viaje, pronto Lucas y Olivia estarían carretera en marcha tras una pista que habían recibido sobre el posible paradero de Molineri y Elías.
Después de otra larga disputa entre ambos y de llegar a un acuerdo, Helen y Susan se habían acercado a despedirse, ya que sería un viaje largo de al menos unos dos o tres días. Los nervios de todos estaban de puntas, cruzando los dedos para que no se tratara de una encrucijada por la cabeza de Olivia, todo era posible. Lucas no solía ser alguien tan descuidado, sin embargo, no podía dejar enfriar la única pista que habían recibido después de tanto tiempo.
Aunque estos días todo se trataba sobre Olivia, su bienestar y seguridad, ella era más que una responsabilidad para Lucas; era su seguro de vida para llegar al fondo de lo que estaba pasando y poder dar con el paradero de su colega. Tanto como Olivia, él y Susan y Helen esperaban ver a Molineri de vuelta y no iban a hacerlo si se quedaban de brazos cruzados.
A pocos minutos de marcharse, Susan se encontró con Olivia.
- Sé que Lucas es un poco difícil, pero no es una mala persona. Tenemos que ver la bondad entre los defectos. - ¿Bondad entre los defectos de Lucas? Olivia solo se tragó sus palabras venenosas y asintió.
— ¿En qué piensas? — preguntó Lucas a Olivia al sentarse en el asiento del copiloto mientras este conducía por las estrechas y solitarias calles que los rodeaban en el camino que daba con el Complejo. Parecían ser vías poco transitables y por eso el Complejo era el mejor lugar para perder el rastro.
— Sinceramente, en Isaías y en mi padre, quiero verlos de nuevo —. Suspiró profundamente recostando la cabeza a la ventana.
— Isaías y tú parecen muy cercanos — volvió a hablar tratando de excavar en esa parte de la vida de Lucas, a la cual no sabía si él le concedería acceso. Lucas parece ser alguien que solo dice lo necesario que cree que debes saber con relación al trabajo, y de su vida personal ni hablar, pensó Olivia. Hasta el momento ella solo sabía que se llamaba Lucas, de resto todo lo que lo rodeaba en su mente eran incógnitas que despertaban su curiosidad, todo la impulsaba a querer saber más sobre ese chico. No solo que su vida dependía de ello, sino que había algo más que hacía que Olivia quisiera saber todo sobre él, pero no sabía el qué. Jamás había sentido tanta curiosidad por alguien.
— Hemos trabajado juntos desde hace un tiempo, nada más — respondió sin dar más detalles y aquello fue más de lo que Olivia esperaba que él le respondiera, así que estuvo a gusto y no insistió más con el tema, de hecho cambió el curso de la conversación.
— ¿Y se puede saber a dónde vamos? — lo cuestionó. Olivia no tenía ni idea de a dónde la estaba llevando aquel chico reservado y misterioso y, por un momento, temió por su vida. Seguía sin conocer nada de él a fondo, seguía sin saber si realmente era digno de su confianza, así que entró en pánico y empezó a devorar uno de los panes de la canasta que les habían dado para el viaje como si no hubiera un mañana.
¿Y si se trataba de una buena noticia? ¿Qué tal si se iban a ver con su padre y con Isaías y Lucas no le había dicho nada porque alguien podría interceptarlos? Su corazón volvió a guardar esperanzas que fueron aplastadas nuevamente por sus pensamientos.
Por otro lado, aquel automóvil le traía recuerdos espeluznantes de esa noche y el sentimiento de culpabilidad no se iba de su pecho. Se sentía tan ansiosa que apenas podía respirar mientras se estaba empujando otra pedazo más grande de pan.
— Será mejor que tomes esto — Lucas tenía en su mano un tarro de calmantes y se lo estaba ofreciendo. — Molineri me dijo que los ibas a necesitar. — Olivia sonrió recordando con cariño a ese hombre tan paternal que siempre le había demostrado su amor.
— Los extraño tanto — Oliv dejó salir un sollozo, limpiándose las lágrimas con prisa al notar la mirada fugaz de ¿preocupación? que le había lanzado el chico. Lucas se veía que era alguien considerado, ¿pero hasta el punto de sentir cariño o preocupación real por ella? Tal vez solo se trataba de una muestra de empatía, pensó.
— Olivia, no te cohibas, si te sientes mal llora. — Ella se sorprendió al escucharlo y negó con la cabeza restándole importancia.
— Me tomaré uno de esos calmantes. — dijo dedicándole una sonrisa ladeada, y tomándose la pastilla pasándola con un sorbo de agua. Volvió a apoyar la cabeza sobre el cristal de la ventana y cerró los ojos mientras poco a poco se sumió en un profundo sueño en donde las cosas parecían ser menos complicadas que ahora.
El trayecto duró alrededor de tres horas, pero ya habían llegado. Olivia seguía durmiendo y ahora Lucas estaba viendo cómo lidiaba con la situación. No quería despertarla de manera abrupta, además Olivia se veía que tenía un pésimo carácter y la verdad quería evitar más inconvenientes y discusiones estúpidas en momentos como estos en donde no estaban a lugar. Nunca nadie le había dicho lo difícil que iba a ser lidiar con ella, porque si lo hubiesen hecho tal vez hubiese pensando más el hecho de trabajar en casa de los Morgan. No le gustaban las personas inmaduras, que siempre pensaban que todo giraba a su alrededor y que a pesar de que los estabas ayudando para ellos nunca nada era suficiente y, para su mala suerte, Olivia parecía ser así, al menos era lo que le había demostrado estos días.
— Eh, Olivia... — dijo zarandeándola no tan amablemente — Dama Durmiente, hemos llegado. —.
Olivia saltó sobrecogida cuando se percató de que se había quedado dormida. En especial, cuando se dio cuenta de que el lugar en donde estaban estacionados parecía ser un parqueadero ubicado a unas calles antes del parque que está cerca a su casa.
— ¿Por qué estamos aquí? — miró a Lucas con verdadero terror. ¿Y si las personas que tenían a Isaías y a su padre se enteraban de ellos estaba ahí? Dios, qué miedo sentía.
— No tienes de qué preocuparte, pequeña. Aquí estaremos a salvo. — dijo él, intentando tranquilizarla, pero eso hizo que Olivia perdiera aún más los estribos.
— No necesito tu lastima — respondió roja de la furia. — Puede que sea menor que tú, pero tengo los pies en la tierra. Así que no vuelvas a llamarme así — respondió con tanto enojo que Lucas apretó la mandíbula para evitar decirle alguna palabra soez que bien se merecía, según él lo pensaba. Esa chica era toda una ingrata, una malagradecida y una maleducada.
— ¿Y bien? ¿Qué demonios hacemos aquí, Lucas? — volvió a preguntar. — ¿Estamos dónde creo que estamos? —.
— Gracias por dejarme descansar y estar pendiente de mí, Lucas. De nada, Olivia. — respondió él viéndola con los ojos fijos en ella y de un color un poco más oscuros de lo normal, daba miedo, se veía bastante feroz, como si fuese un león que estuviese por saltar sobre su presa.
Olivia separó sus ojos de los suyos cortando el contacto visual. Parecía que sus ojos azules cristalinos estuviesen penetrando en lo más profundo de su ser.
- Lo siento, estoy muy nerviosa y me estoy desquitando contigo. - Dijo recordando las palabras de Susan. Ver bondad entre los defectos - Yo... Yo suelo ser muy gruñona cuando despierto. - dijo excusándose.
- ¿De verdad? ¿Solo cuando despiertas? - Lucas rio con sorna y Olivia rodó los ojos queriéndole aventarle unos puñetazos en su cara de idiota engreído, pero se contuvo.
— Ja. Muy gracioso, el circo te está esperando, payaso de quinta. — le respondió mientras una pequeña sonrisa de autosuficiencia se esbozaba sobre la comisura de sus labios. Olivia se mordió el labio porque no quería ser tan evidente, no sin que antes Lucas pudiera verla con una expresión de, tal vez, odio absoluto. Algo que no pudo describir.
Justo cuando se creó un silencio incómodo, Lucas habló aclarándose la garganta:
— No sea si sea muy inteligente de su parte, pero Bob me dijo que nos viéramos aquí. — La expresión de Olivia cambió de inmediato, su boca se había abierto en una perfecta o y sus ojos casi se le iban a salir de las cuencas.
- ¿Bob? ¿Eso significa que...? - Un cosquilleo le atravesó todo el cuerpo. ¿Estaría en lo correcto? ¿Después de todo los volvería a ver?
— Que puede que por fin sepamos qué fue lo que pasó. Tal vez nos reencontraremos con ellos. — Olivia no pudo evitar que una lágrima se deslizara por su mejilla.
¿Se encontrarían ellos? ¿Podrían seguir con vida?
La mente de Olivia daba vueltas sin comprender muy bien la situación, empezando a ponerse en el lugar de Lucas y entender por qué le había ocultado todo el asunto de la carta. Él tenía la razón, ella era muy impulsiva y cuando actuaba así no pensaba con claridad ¿qué habría pasado si hubiese recibido esa carta en ese preciso momento? Tal vez hubiese complicado todo mucho más.
De ahora en adelante, trataría de tomar las cosas con más calma y seguir las indicaciones de Lucas, no parecía ser la clase de persona que había tenido en mente todo este tiempo, era peor, un imbécil completo pero al menos estaba de su lado, además, ella tampoco era fácil de tratar. Sí, no se llevaban bien, no se toleraban, pero eso no parecía significar que él quisiera el mal para ella, porque sino él la hubiese dejado a su merced ese día de terror en el que lo perdió todo y, simplemente, hubiese corrido hacia otro lado para salvar su pellejo.
- ¿Pero no te parece un poco extraño? Bob no me pondría en riesgo. Aquí pasa algo, Lucas, esto no me da buena espina. - Olivia, nerviosa, no era capaz de imaginarse a Bob vendiéndola, mucho menos si Lucas no lo había hecho que era un completo extraño. Bob en definitiva no era ese tipo de persona y eso ella lo había comprobado al ver cómo era con Chaze.
— Por eso tengo un plan B. Nos sentaremos a esperar. - Dijo Lucas sacando a la morena de sus pensamientos.
- No lo entiendo. ¿A esperar a qué? ¿A que nos maten? - dijo, con las manos en la cabeza. Lucas le agarró la mano, entrelazando sus meñiques.
Olivia se sobresaltó, pero no se lo hizo ver. Lucas volvía a tomarse ciertas libertades, pero esta vez no rechistó ni un segundo, no necesitaba más drama en su vida. Lo tomaría como lo que era: una muestra de apoyo. Lucas solo estaba preocupado por ella y no había otra razón oculta tras sus actos, sino ya hubiese hecho algo indebido durante todos los momentos en los que habían estado solos en su habitación, o en alguna otra parte.
— Te prometo que no lo harán. Desde aquí podemos ver el lugar dónde nos citaron. No es este, es por allá - Señaló con su índice un lugar a unos metros. Olivia no podía dejar de ver su manos, que ahora estaban entrelazadas, sobre la pierna del chico. — Me ofendes, no soy tan estupido.
Ella solo rio en respuesta a su queja y suspiró tratando de tranquilizarse y no volver a perder la calma.
— Y yo empezaba a pensar que sí. - dijo ella, mirándolo de reojo, sutilmente, mientras giraba la vista hacia el otro lado. — Lucas hizo una mofa y siguió con la mirada escaneando las zonas alrededor de ellos. Le parecía absurdo que ahora mismo Olivia y él estuviesen agarrados de la mano, sin matarse. Las personas como ella le hacían perder la calma y, sin embargo, allí estaban los dos, en el mismo ecosistema, respirando el mismo aire y conviviendo.
— Por favor, te pido que confíes en mí. Me contrataron para protegerte y eso es lo que haré. Es mi trabajo. - dijo él, acariciándole el dorso de la mano. Olivia soltó su agarre un poco incómoda y asintió.
Temía que aquella situación cruzara la delgada línea entre lo que estaba bien y lo que no. Es decir, aunque ya estaba más que claro que no parecía que Lucas fuera de ese tipo de personas y aunque tal vez se estaba dando mucho crédito porque quizá Lucas nunca llegaría a sentir nada por ella, él no era un tipo feo y ella era una chica bastante ingenua y novata en esto de las relaciones y no quería confundirse.
— Está bien. Si hay algo en lo que nunca se equivoca mi padre, es en contratar a su equipo de seguridad. Él confía en ti. - Dijo Olivia, cambiando de tema. Lucas volvió a poner una de las dos manos en el volante y asintió. Con la otra sacó unos binoculares, entregándoselos.
— ¿Y tú? Siempre has dicho que no confías en mí - dijo con una sonrisa de sorna en los labios. - Toma. Es hora de observar. - Olivia sonrió, hizo caso y se los puso en los ojos. Así se quedaron por un rato, en un silencio un tanto incómodo, hasta que el reloj dio con la hora de la cita.
— Ya veremos si confío. - dijo Olivia, esbozando una sonrisa ladeada. Lucas no respondió. Ya había llegado el momento.
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