Chapter One: Ella me pertenece (1/2)
1
Plop, plop, plop.
Soltó un pequeño gruñido, apretando los ojos y dando vueltas en la cama, causando que las sábanas se enredaran entre sus piernas.
Plop, plop, plop.
Aquella tonta gotera estaba volviéndolo loco ¿de donde provenía? ¿Era acaso el único que la oía? ¿Porque nadie hacía nada para detenerla?
Plop, plop...
¡El colmo! Oliver se levantó fastidiado por el irritante sonido, arrastrando los pies caminó fuera de su cuarto, hasta la habitación de su progenitora, no se le ocurrió mirar la hora para saber si ella estaria despierta ya, sin embargo por el silencio que ocupaba la casa, un silencio ausente, era muy probable que no.
Sin siquiera dignarse a tocar la puerta, el niño entró en la recamara principal, caminando entre la oscuridad que le proporcionaban las cortinas cerradas más las luces apagadas. Las paredes blancas impolutas parecían resaltar, al igual que podía ver las formas de los muebles que ocupaban el lugar y en medio de la habitación, descansando sobre una cama estilo Queen Size con un antifaz de rojo oscuro sobre los ojos, se encontraba Edith Pritzker, su madre.
-Mamá - Él se acercó al borde del inmueble y movió un poco el brazo de la mujer.
Al ser de sueño liviano, no fue difícil hacerla reaccionar. Ella dejó salir un suspiro, seguido de un bostezo, colocó el antifaz sobre su cabeza sentándose y se giró hacia su único hijo, dándole una mirada algo somnolienta.
-¿Que sucede, Oli? -Preguntó la hermosa dama, utilizando aquel mote cariñoso que él detestaba pero que nunca le diría, jalando un poco al chiquillo de modo que este quedara sentado sobre sus piernas.
-Hay una gotera...No me deja dormir -Contestó, carente de expresión alguna, como solía ser el pequeño pelinegro.
Edith lo observó durante unos segundos, hasta que esbozo una pequeña sonrisa y bajó a su hijo al suelo.
-Dame cinco minutos, mi cielo, llamare a alguien que arregle eso -La mujer habló con dulzura, despeinando un poco más los cabellos negros de su bebé, porque para ella no importaba cuanto Oliver creciera, siempre seria su bebe inocente e inofensivo.
Ella se negaba a creer que habia algo mal en la mente del niño, a pesar de que la misma psicologa escolar se lo habia dicho tras un incidente que él tuvo en la escuela. Por eso, ella decidió sacarlo de la escuela y ahora Oliver Pritzker recibia clases particulares en su casa, bajo el cuidado de las tantas mucamas, mayordomos y seguridad, ademas obviamente de Katrina, su profesora de Literatura e idiomas. El saber donde se encontraba su hijo, y que estaba bien vigilado las veinticuatro horas del dia, le hacia bien a la mujer que tan joven habia tenido a su hijo.
El chiquillo asintió y caminó rozando la pared con los dedos al salir, para no tropezar, regresando a su habitacion.
Entonces, la señorita Pritzker se levantó, puesto que estaba segura de que no podria dormir denuevo si Oliver seguia despierto, y era obvio que él seguiria despierto.
Ademas en el fondo se sentía algo mas comoda estando despierta si su hijo lo estaba.
2
Katrina Petrova sonrió al guardia del porton y como cada dia, le hizo una seña a modo de saludo, mientras este abria el porton para darle paso a la joven que iba montada en su Fiat Siena plateado.
Al entrar, estacionó en el patio y bajó con su libro de poesía que utilizaria para la clase de ese dia. Por impulso, alzó la vista hacia la segunda planta de la mansión, justo en la ventana estaba Oliver de pie mirandola inexpresivo. Katrina lo saludó, despues de dos años ya se habia acostumbrado a lo particular que podia ser ese niño.
Dirigió sus pasos hacia la puerta de entrada, pero en el momento preciso que iba a tocar el timbre Edith Pritzker le abrió, encantadoramente hermosa y elegante como era siempre aquella mujer.
-Oh, Katrina, que bueno que llegas -La castaña besó ambas mejillas de la rubia como era su costumbre y habló- Nesesito que te quedes hoy en la mansión, trabajare hasta tarde, no se a que hora llegue pero no quiero que mi Oli se quede solo hasta que regrese. -La verdad es que ella se sentia mas segura dejando a la joven rusa a cargo de su hijo que dejandolo con las mucamas.
-Claro, no hay problema -Aceptó ella gustosa, con un suave acento ruso, despues de todo no era un problema para ella, le tenia un inmenso cariño a ese niño.
-Prometo que te pagare las horas extra -Dijo a modo de disculpa la ex-modelo mientras se alejaba de la puerta y caminaba hacia su Mercedes-Benz C300negro.
-No se preocupe por eso, no importa, cuidare a Oliver con gusto -Se excuso la chica pero vio a la otra alzar una mano en simbolo de que se callara.
-Te pagare, cuida bien de mi hijo -Dicho esto, subió al automovil para que luego Marcus, su chofer, cerrara la puerta y caminara hacia el asiento del piloto haciendole un saludo a Katrina, subiendo al Mercedes y arrancando.
La rubia se quedó ahi de pie hasta que el automovil desapareció de su campo de visión, luego suspiró y volviendo a sonreir entró a la casa cerrando la puerta tras ella.
-Buenos dias, señorita Petrova -Ese saludo de parte de su alumno favorito le hizo sobresaltarse, no se esperaba que apareciera tan de repente ¿en que momento habia llegado hasta alli?
-Mi pequeño poeta ¡Hola! -Sin contenerse, se inclino dandole un abrazo al chico, quien sin corresponderle en absoluto solo se quedo quieto dejandose abrazar.
-¿Mi madre le ha dicho que debera quedarse conmigo hoy? -El niño solia hablar formal en algunas ocasiones, ella no se explicaba porque pero no importaba.
-Si, ya me dijo -Al fin soltó a la criatura para luego despeiñarlo cariñosamente, el cual no se molestó, se habia acostumbrado a la personalidad de ella.
Él creia que los rusos eran personas frías o muy poco expresivas, quiza hasta amargadas, pero Katrina rompía con ese estereotipo. Ella era una chica alegre, afectuosa y amable, ella siempre lo saludaba con un abrazo o se despedía con un beso en la frente. Se pasaba mucho tiempo en su casa, practicamente vivia alli, lo cual le hacia preguntarse a Oliver si es que ella no tenia novio, familia o siquiera mascota como para pasar tanto tiempo con él.
No es que le molestara tampoco.
-Entonces bienvenida -Apenas un leve asomo de sonrisa apareció en el rostro del, normalmente, serio niño.
Él tomó la mano de su maestra guiandola a la sala, que era donde le eran impartidas las clases.
-Bueno, Liver, hoy traje unos pequeños poemas, para que practiquemos la lirica ¿de acuerdo? -Sonrió sentandose en el sofa y dejando su bolso, junto con los libros sobre la mesa ratona.
Ella siempre le llamaba "Liver" él consideraba que era un mote mas aceptable que "Oli", ya que este ultimo sonaba como si le hablaran a un bebé y él no era un bebé, era un chico de doce años. Al principio habia creído que Katrina pronunciaba mal su nombre, pero luego comprendió que simplemente era un apodo con el que la rubia lo habia bautizado y no le molestaba. Es mas, podria decirse que llegaba a gustarle en algun punto.
-Me parece esplendido -Argumentó el niño tomando su cuaderno de la mesita, listo para la clase.
Era tan buen alumno a pesar de no ser del todo normal.
3
Era alrededor de la medianoche, la rubia se encontraba sola en la sala puesto que Oliver se habia retirado a dormir a eso de las nueve, aunque sus clases habian terminado a las cinco como cada dia.
Se encontraba tomando un chocolate caliente, cortesía de la cocinera, envuelta en su propio abrigo y leyendo tranquilamente unos versos que el chiquillo habia escrito ese dia en clases, le habia parecido de lo mas particular pero él no quiso dar explicaciones cuando preguntó, Edith Pritzker aun no llegaba a la casa pero no le preocupaba, esa mujer sabia cuidarse sola.
"Dios sabe que no miento,
Dios sabe que soy sincero
¿Entonces porque me trata como un muñeco?
Un titere. Soy su creación... la mas perfecta creación.
Sin embargo, aun soy humano, y tu eres humana.
Por alguna razon nos puso en el mismo camino,
Él dijo que sintieramos lo mismo,
y siento que te quiero, pero no como una amiga.
Sino como mi futura esposa, mi amante... aunque si te noto algo distante.
¿Que pasa? ¿No te agradan mis sentimientos?
Los cambiaria si pudiera, pero como no puedo no lo haré.
Me encandila tu sonrisa, tus ojos.
Adoro oirte reir, tus antojos
por comer dulce aunque no sea horario.
Por eso dime, cariño mio, ¿estarias dispuesta a todo por mi?
¿Moririas? ¿Matarias por mi?
¿Enloquecerias por amarme?
Porque yo ya lo he hecho.
Estoy loco, estoy cuerdo, no comprendo esto que siento.."
El sonido de pasos la hizo distraerse, alzando la vista de la hoja escrita para encontrarse con el mocoso en el que habia estado pensando de pie frente a ella, en su pijama azul cielo.
-Katrina... ¿Podria acompañarme a la habitación? -Preguntó, con las manos enlazadas tras la espalda.
Ella se extrañó por esa pregunta tan rara, dejó los papeles y sus cosas sobre la mesita ratona.
-¿Para que me requieres alla, Liver? -Contestó, levantandose del sofa y acercandose al pequeño.
Oliver pareció algo incomodo, desvió la vista hacia un punto indefinido, aun en la misma posición de pie, firme.
-Wally estaba contandome historias de miedo y ahora no logro dormir -Soltó en voz baja.
Katrina suspiró, asi que era eso. En lugar de dormir, Oliver se habia puesto a jugar con sus amigos imaginarios.
-Esta bien, vamos -Tomó la pequeña mano del chico y lo acompaño hasta su cuarto- Me quedare hasta que te duermas si te hace sentir seguro -
Irremediablemente, el niño se sentia seguro con su maestra de idiomas y literatura consigo, a veces meditaba que tal vez el termino "Niñera" le quedaria mejor a Katrina Petrova, pero que mas daba.
El cuarto de Oliver era como una especie de monoambiente que a la rusa dejó algo alucinada, de paredes azules como los ojos de su dueño, habia uno o dos posters de Sherlock Holmes o Supernatural (esto otro debido a que al pelinegro parecia gustarle lo paranormal), la cama era enorme tambien y tenia doseles, habia una estanteria llena de libros en una esquina, a un lado estaba el armario.
Ella pensó repentinamente que podria quedarse a vivir en ese armario debido a lo espacioso que era.
-Wow.. -Murmuró.
Esto captó la atención del oji-azul que volteó hacia ella, mirandola sin expresion.
-Es la primera vez que vienes a mi dormitorio ¿no es asi? -Pregunto, aunque sabia perfectamente la respuesta.
Petrova asintió, siendo guiada hacia la cama con doseles por el chiquillo, el cual la soltó al estar junto a la cama y se subió a la misma, mirando fijamente a su maestra.
-Bueno... ¿Quieres hablar de algo hasta que te vuelva el sueño o..? -Ella cuestionó sentandose en el pequeño sillon que estaba junto a la cama, se imaginó que Edith lo utilizaba cuando el niño enfermaba o algo similar.
-Tal vez un poco -Contestó sin quitarle la vista de encima, parecia casi perturbador para cualquier persona... Pero la rusa no contaba entre ellos.
-Bueno ¿sobre que quieres hablar? -Sonrió cariñosamente, acariciandole el cabello oscuro.
-¿Tu me quieres? -
-¿Que clase de pregunta es esa? Por supuesto que te quiero, pequeño -Su sonrisa era tan calmante para el niño.
-Pero te pagan por quererme, eso no es quererme -Dijo recostado abrazando su peluche de conejo.
-No me pagan por quererte ¿de donde sacas eso? Me pagan por enseñarte, para que pueda pagar mi alquiler y subsistir -Dejó un pequeño beso en la frente de su alumno adorado.- Te quiero porque... porque si, no se buscan motivos para querer a alguien cuando es de verdad -
-Eso suena absurdo, no puedes quererme solo porque si -Frunció el ceño.
La joven suspiró.
-Me recuerdas a mi hermanito -Confesó- Él falleció hace mucho tiempo, creo que yo tenia tu edad cuando se ahogo en aquel lago... -
-Entonces... ¿me quieres porque te recuerdo a él? -La expresión del menor se suavizo, pero aun tenia el ceño fruncido-
-Deja de buscar razones -Lo regaño ella, soltando una risita, sin responder, y medio inclinandose dandole un abrazo.
Él se removio, sin incomodarse, solo abrazo mas fuerte su peluche.
-Esta bien... Yo tambien te quiero, Katrina -Dijo en voz baja.
Estaba hecho, ella podia morir de ternura alli mismo ante la confesion, sin embargo él estaba de lo mas tranquilo como si fuera cosa de todos los dias.
-¿Tienes novio? -Fue lo que preguntó la criatura de la nada.
-No, no tengo por ahora ¿Porque? -
-Porque no quiero que tengas uno -Respondió.
A ella le dio ternura aquella respuesta, quiza porque creyó que Oliver habia visto en ella una especie de amor platonico o no queria que ella se alejase si llegara a tener pareja, pero lo que no sabia es que pronto ese mocoso la haria caminar hasta el borde de su propia cordura.
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No pensaba subir capitulo aun pero es que la emocion de compartir esta historia me puede, asi que aqui esta la primera parte del capitulo que dividi en dos partes porque se me hacia algo largo.
Katrina Petrova en multimedia.
Espero que les guste.
Voten y/o comenten por favor.
R.G. Wright
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