Recompensa


Dos meses después; Oliver estaba sentado delante de su abogado preparando el juicio.

—¿Estás casado Crombie? —soltó de pronto.

El interpelado lo miró con sorpresa. Negó con la cabeza y volvió a su labor.

—¿Mi madre te parece guapa? — Crombie levantó la vista de sus escritos.

—¿Es una pregunta trampa?

—Que va. Solo dime si te gusta.

—Annelise es una mujer preciosa — admitió con solemnidad.

—¿Te ha contado su historia y la de mi padre? —Frances asintió despacio—. Deberías invitarla a salir un día. — recomendó—. Creo que eres un buen hombre Crombie —sonrió amistosamente.

—Gracias Oliver, lo haré. Solo que no creo que acepte.

—Yo me encargo de ella.


Oliver había entregado varios nombres y direcciones que resultaron la algarabía de los Federales, por lo tanto lo condenaron a tan sólo cuatro meses de encierro hasta que cumpliera la mayoría de edad y después pudiera salir y realizar los servicios a la comunidad con los que completaría su castigo. Aunque ese no era el calificativo que Oliver adjudicaría. Por ello se decantó por una posibilidad un tanto más allá de solo su comunidad.

—¡Servicio militar! —anunció Oliver. Ananelise miraba a su hijo con la boca abierta— Dime algo madre.

—No... No sé que pensar. ¿Cómo?

—Lo ha solicitado y moví algunos hilos para conseguirlo. Después de la información que soltó, los de arriba querían agradecérlo y nos aprovechamos un poquito de ello — explicó Crombie guiñando un ojo.

—Podrás ir a verme siempre que quieras mamá.

—¿Es lo que de verdad quieres? —su hijo asintió entusiasmado—. Oh Dios mío, hijo... —lo abrazó incapaz de contener las lágrimas.

Después se volvió hacia el abogado y le dedicó un abrazo también igual de efusivo.

—Gracias Frances. Contigo lo hemos logrado. Gracias.

—Ha sido un placer ayudar Annie.

<< ¿Annie?... >>

Oliver sonrió al ver esa complicidad. Hizo un gesto grandilocuente a su abogado y este sonrió complacido notando su apoyo silencioso.


—Pase Verdon. Oliver entró en la oficina del Coronel y saludó—. Descanse soldado. Esto es para usted. —dejó en su escritorio una hoja firmada por él y por el juez que lo condenó en un principio.

Oliver observó la hoja con atención y entendió al fin. Habían pasado ya los dieciocho meses de servicio militar obligatorio por condena.

—No me había fijado en que mes estábamos Señor —comentó acercándose a la hoja.

—Me di cuenta. Ha sido un recluta ejemplar Verdon. Dejo adjunta a esta hoja una recomendación y una sugerencia para usted —Oliver acercó el papel a su rostro y leyó con atención.

Después miró con ojos desorbitados a su superior.

—Sí, puedes optar al rango —contestó al cuestionamiento que bombardeó su mente—. Te daré un permiso de dos semanas para que estés con tu familia y te de tiempo de pensarlo. Si decides regresar, lo único que debes hacer es preparar el examen.

Oliver se sentía emocionado. Como un niño siendo premiado por haberse portado muy bien.

—Gracias Señor, lo haré, definitivamente cuente conmigo —afirmó con apasionada resolución.

El Coronel se levantó de su asiento para pasarle la mano y encargarle volver al día siguiente a por su permiso de dos semanas.

En la puerta de la base bajo un sol radiante lo esperaba su madre junto a un coche. La presencia del chófer de ese coche no sorprendió en absoluto a Oliver. Se acercó a ellos ataviado con su uniforme de camuflaje marrón, tiró el petate al suelo y levantó a su madre del suelo en un abrazo fortísimo. Ella lo llenó de besos y empapó su cara con sus lágrimas de alegría.

Oliver saludó a Crombie con otro abrazo.

—Tengo dos semanas de permiso.

—Qué dices... ¿Es que debes volver? —inquirió su madre preocupada.

—Sí, para optar al rango de teniente.

Su anuncio hizo estallar a su madre y a Crombie en exaltaciones y felicitaciones. Oliver estaba contento y su madre muy orgullosa. Al fin su hijo encontró el camino. Pudo volver a la senda correcta y lo hizo gracias a las palabras oportunas de su padre.

Esa noche, en la cena de celebración por el final de pena de Oliver, Crombie pidió a Annelise en matrimonio. El abogado esperó hasta que su hijo estuviera delante para hacerlo partícipe de ese momento.

Oliver los apoyó como el mayor interesado en la felicidad de su madre y en la de su nuevo amigo.

Oliver no podía estar más feliz.

Ahora solo quedaba una cosa por hacer.


Al fin lo había encontrado. La tumba de su padre. Al fin podía rendirle sus respetos y el cariño que correspondía a su memoria.

—Gracias papá —pronunció ante la tumba de Cárter.

Tuvo que viajar hasta el otro lado del país para encontrarse con él. Fue un arduo trabajo el encontrar donde lo enterraron. Annelise ni siquiera sabía donde lo habían trasladado en aquel entonces.

Crombie se encargó de encontrarlo.

—Sabes papá, mamá es feliz ahora. Crombie es una gran tipo no tienes por qué preocuparte. Y yo... Ahora me siento completo. Ahora que te conozco al fin. Quiero que sepas que eres el mejor padre que jamás haya podido desear y te quiero y lo haré siempre. Hasta con el último suspiro.

>Completaré por tí lo que empezaste padre. Buscar la felicidad de esa mujer maravillosa que ambos recibimos como regalo de la vida. Cuidaré a mamá con mi vida.

<< A veces debemos ver por alguien más que por nosotros mismos. Al final descubrirás que quizá esa es la clave del éxito >>—se había dicho a sí mismo tras leer las cartas de Cárter y comprender que la base de todo lo que sus padre habían hecho, era por el amor y solo por eso, el sacrificio valía la pena.

Epílogo

Las cartas fueron encuadradas y permanecen hoy día colgadas en el despacho del Coronel Oliver Verdon con la inscripción:

Agradecido a Cárter Verdon, un niño perdido que aprendió a encontrarse.


⚠️PD: Encuentra más imágenes de la historia en mi página de escritor: Lettering en Facebook 😘.

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