Cárter.
"Pequeño Oliver:
(En mi mente yo te llamo así. Sé que tu madre te habrá puesto otro nombre que será igual de especial).
Bueno hijo, yo soy papá (estoy sonriendo al escribirlo). No me conocerás, porque lastimosamente mi vida aquí se detiene. Mis actos errantes me trajeron hasta este punto y no puedo más que aceptar mi suerte.
Crecí en la calle sabes, pero ni por asomo echaré la culpa a esa circunstancia. Conozco a alguien que vivió igual que yo y no acabó de esta manera. Entendí que la inteligencia forma parte de cada uno, no depende del entorno. Y elegir el camino correcto está en tus manos aunque no lo parezca. Un día tu madre te lo explicará.
Escribí estas palabras para que te acompañen a lo largo de tu vida y sepas como pienso yo y de qué modo regí mi existencia. Estas son las respuestas a esas preguntas trascendentales, yo lo llamo; mi filosofía de vida.
En primer lugar, te diré que debes tratar a la vida del modo en que ella no espera que la trates. Me refiero a cuando te esté dando de patadas, impartiendo esas "lecciones". Mi consejo es que tú sonrías y la dejarás desconcertada.
Tal vez luego se eche sobre ti como esos luchadores fornidos del Pressing Catch por desafiarle; pero ten en cuenta una cosa hijo, Pressing Catch solo es un teatro en el ring. Esto quiere decir que aunque los golpes duelen, estos están medidos al milímetro para que nunca vayan más allá de lo que uno puede soportar. Así que prepárate para los golpes y aguanta las envestidas.
La vida es un maestro desprovisto de compasión hijo, un general del ejército que no duda en darte lecciones durante cada minuto de tu existencia como si fueras un recluta que se prepara para ser soldado de élite. Quiere convertirte en una maquina portentosa. Quiere que seas digno de tenerle en tus venas. No quiere ser desperdiciada. No quiere ser vana. Quiere crecer dentro de ti.
A las pruebas de la vida, o mejor conocidas como "problemas", yo las imagino como si fueran un maestro en el manejo de cuchillos. Uno que está rondándote todo el tiempo y posee una amplia gama de hojas afiladas que pretende lanzarte y conseguir que se incrusten en tus carnes dolorosamente.
Por ello, tú debes encontrar el modo de evadir los cuchillos para que no te hieran o en su defecto, intentar superar la herida que te haya infringido.
Pero intenta no asustarte cuando estos aparecen, lo primero a hacer es, contemplar la situación. Después, observar tus opciones. Y finalmente formular un plan y ejecutarlo sin salirte de los parámetros que ya has predispuesto. Y por supuesto también debes tener un plan de contingencia. Siempre debes tener un plan de contingencia. Si esto no funciona, hago esto; en eso consiste. Toma aire y sal a enfrentarte a ello. Nunca esconderse.
Claro, es fácil decirlo, dirás tú. Yo también lo he dicho a quien me ha dado el mismo consejo. No sabes por lo que estoy pasando, he contestado yo. Pero aprendí que debo escuchar a aquellos que están fuera de mi problema, a quienes lo están viendo con otra perspectiva. Buscar ayuda es de hombres inteligentes. Callarlo por orgullo es una tremenda estupidez.
En fin, sabemos que no es fácil salir a enfrentarse a los problemas, porque te puedes hacer daño con ellos. Podrías cortarte. No obstante, aunque el corazón este bombeando a mil latidos por minuto, tú debes seguir adelante, porque eso solo es la adrenalina dominando tu sangre, la anticipación tensando tus nervios, no te preocupes eso no te matará. Es una reacción normal. No creas que es una señal para salir corriendo. Ante todo, mantente como un tempano de hielo.
Y otro consejo, este es una clave importante para la vida. Deshazte de las personas tóxicas. Esas que te instan a hacer cosas malas maquillándolas de cosas buenas, prometiendo diversión o libertad de elección. Lo malo siempre es malo sea del color o forma que sea. No puedes resolver problemas creando otros más. Intenta no convertir tu existencia en un juego de torre de bloques, ese en el que el reto es sacar una pieza sin derribar las otras pero irremediablemente las tiras todas. Pero si lo hicieras, recuerda que para ganar a los bloques, debes tener paciencia. Intentar e intentar y con cada intento, aunque tires bloques (crear problemas), también observarás donde te has equivocado y lo subsanarás. Resolverás los problemas sin ponerte más a tiro del maestro en cuchillos.
Debes considerar así también el tamaño de la hoja de esa arma blanca. Es decir, el tamaño del problema. Es una forma de medir tu esfuerzo mental a la hora de preocuparte y seguidamente resolverlos hijo. Un resfriado que te impide ir al trabajo y con ello surge el problema de que te descuenten el pago de ese día, ese sería un cuchillito muy molesto. O si de repente te llega una carta de hacienda informándote de que tu cuenta bancaria será embargada, esto ya es una catana samurái apuntándote en la cara, pero no corras en dirección contraria, debes ir y hablar con el que sujeta el arma, siempre es mejor hablar primero.
Si bien existen problemas cotidianos, también existen los problemas extraordinarios. Como perder a una persona ante la muerte. Eso es como si te invistieran con una espada de doble filo, te rasgaran la piel del pecho y te dejaran desangrándote hasta que tu cuerpo se de cuenta de que estas moribundo y deje de emanar tu sangre, al fin coagule y con el tiempo cicatrice la herida. Estos problemas específicamente son de naturaleza irresoluble, sirven para forjarte a fuego y hacerte resistente. Duelen más, pero el compañero más benévolo de la vida, el tiempo, es el doctor que te medica y te ayuda a levantarte. Hay aliados en la batalla. No estarás solo.
Y cuando hagas planes para el futuro (siempre debes tener planes para el futuro hijo), sepas que la vida se estará riendo de ti, a carcajada limpia, porque te los va entorpecer. Pero no te dejes vencer por su intrusión malvada, tú no te amilanes. Hace tiempo había un programa de televisión llamado, Tú decides. Para finalizar cada capítulo filmaban dos tipos distintos de desenlace y pedían a los espectadores que eligieran el final que querían ver. Tú decides, decía el presentador con aire críptico. La gente llamaba y votaba. Luego transmitían la escena más votada. Y él público o estaba contento o lo mandaba todo a la mierda. La vida hace lo mismo. Te da opciones. Tú decides. Pero no tienes ni la más remota garantía de que te va a gustar el final. Lo importante es mantenerte frío, no indiferente, sino atento. Y a la hora de decidir, la opción más válida suele ser la más complicada, la difícil.
En fin. Todo esto que te he dicho hijo son resultados de alguna experiencia en mi vida catastrófica. Algunas cosas buenas y otras malas, pero todas finalizaron alguna vez.
Te digo además, por si alguna vez percibes una bola bajo el esternón comprimiendo tu pecho, haciéndote exhalar suspiros sofocantes, produciendo una risa estertórea ante la realidad irrevocable, amenazando con apretar más fuerte cada vez hasta que ya no aguantes y caigas de rodillas, producido justo a la hora de pensar en el que hago, en el donde voy, en el quién soy y en el; y cuando termina, intenta paliarlo riéndote por los rincones. Atrayendo a tu memoria motivos para hacerlo. Desde las personas por las que debes mantenerte de pie hasta las mayores estupideces que simplemente te hacen reír y estás seguro quieres volver a vivir porque han valido la pena...
Repite siempre... No me voy a rendir. Tatúatelo en el brazo para leerlo todos los días. Escríbelo en el espejo para que te lo grite en la cara cada mañana, para que nunca, jamás olvides lo más importante: que tú puedes hacerlo.
Algo más, sé correcto pero no estúpido. Sé valiente pero no temerario. Que no te importe el qué dirán pero no seas condescendiente con los consejos ajenos. Sé amable y un caballero, un buen amigo aunque a veces tengas que parecer el enemigo por el bien de ellos. Y cuando alguien te atrape el corazón, siente con él, pero usa también la cabeza, ellos son un equipo, siempre encuentran un punto medio que te convenga.
Y sé feliz. Sé muy feliz. Ya sé que es algo complicado, depende de muchos factores, pero recuerda esto hijo: No importa cuantos te sujeten, donde te aten, cuantos te pisen o cuanto te hundan, jamás de los jamases podrán despojarte del arma más portentosa que posee el ser humano. La mente. Tu poder allí reside, libre y bruto. Atrápalo y explótalo como solo tú y nadie más sabe hacerlo.
Y... Creo que con eso es todo. ¡Ah! Estudia mucho y adquiere conocimientos sin freno. No te conformes con cuatro palabras, conviértete en una enciclopedia. Escucha mucho a tu madre, no he conocido a nadie más inteligente que ella.
Bueno, tal vez te cueste entender por qué no estoy contigo, pero esto de alguna forma ha sido mi decisión, decidí aceptar mi castigo.
Prefiero ser franco contigo hijo y te digo, que hoy me quitan la vida y por si te lo preguntas, no. No tengo miedo.
¿Y sabes por qué no tengo miedo?... Porque me llevo lo más valioso que tengo. El saber que te tengo hijo mío.
Le había dicho a tu madre que en estas hojas dejaba plasmado lo mejor de mí. Pero ella no sabe que lo mejor de mi, ya lo había dejado en su vientre y (con una ayuda divina) ahora estará leyendo mi tosca letra y rebuscadas palabras.
Aunque estas palabras no basten para decírtelo, solo las tengo a ellas... TE QUIERO HIJO. Más que todo lo que he vivido. Lo sé porque lo cambiaría todo por la oportunidad de tenerte entre mis brazos y verte crecer.
El Señor de los cielos te mirará por mí, ya se lo he dejado encargado. Te llevo en mi corazón hijo mío, hasta en el último latido.
Papá."
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