trece | el último juego
O13
Hasta ese punto, a Eun-ji ya no le importaba que acabaran con su vida, solamente pedía que fuera de una manera rápida e indolora. No quería sufrir más, ya no podía.
Los guardias la llevaron a un cuarto, la anestesiaron y en cuestión de minutos ella cayó dormida. No era que le iban a hacer una cirugía que iba a ocuparles horas, simplemente ella se volvió a quedar dormida, estaba cansada.
Despertó y estaba en una pequeña habitación, solo había una cama individual con sábanas blancas perfectamente dobladas y limpias, un buró de madera al lado con una jarra con agua y un vaso encima, y un sillón junto a la cama. Era lo único.
Un guardia pasó, ella rápido alcanzó a taparse con la manta, pues estaba en ropa interior. No sabía en qué momento, pero estaba recién duchada.
—Por favor señorita, póngase esto. —le dio otra caja idéntica a la caja donde venía el vestido blanco que ya no sabía dónde había quedado.
—¿Para que?
—Son órdenes del líder. Vendré por usted en treinta minutos.
Se fue cerrando la puerta puerta él.
Al abrir la caja, vio un hermoso vestido satinado, era de color blanco, ajustado y largo hasta los tobillos, con un escote sensual en la espalda y en el pecho. En la caja también había unos tacones altos con la punta de aguja, eran de un rojo vino intenso.
No sabía que estaba pasando, la curiosidad por saber para que era eso la estaba matando. ¿No iba a jugar con eso puesto, o sí? De igual manera prefería obedecer.
—Jugadores 218 y 456, bienvenidos al juego final.
Tanta rabia y coraje recorría el cuerpo entero de Gi hun, tanto que ya no había cavidad en él. Veía a Sang Woo con una mirada asesina, visualizando detalle por detalle la manera en que acabaría con su vida.
—Antes de comenzar, lanzaremos una moneda para ver quien juega en ataque y en defensa. —el guardia extendió su mano con la moneda. —Elijan triángulo o cuadrado.
—Triángulo. —dijo gi hun, aún sin despegar su intensa mirada de sang woo.
El guardia la giró y la volvió a atrapar en su mano, había caído triángulo.
—Elija ataque o defensa.
—Ataque.
—El jugador 456 jugará en ataque y el 218 en defensa.
Antes de que les abrieran paso al juego, Sang Woo les hizo una pregunta.
—¿Donde está ella?
—¿A quién se refiere? —le contesta el guardia.
—La jugadora 316, ella también debería jugar el juego final también.
—La jugadora 316 estaba muy herida, era una gran desventaja para ella y eso sería injusto.
—¿Y qué hicieron con ella?
—Afortunadamente ya se encuentra fuera de peligro, pero no jugará con ustedes. Ella tendrá otro destino.
—¿A que te refieres con otro destino?
—Es todo lo que puedo informarte.
Desde antes de iniciar el juego, Sang Woo ya estaba debilitado, todo por no saber dónde estaba Eun-ji, el guardia le dijo que ya ataba bien, pero él no confiaba en ellos. No podía saber si Eun-ji iba a sufrir, si la iban a lastiman. O en el peor de los casos, a matarla.
Todas esas dudas le jugaban en su contra, no podía concentrarse, pero tampoco podía dejarse vencer. Aunque era más difícil, hacerse la idea de que probablemente ya no la volvería a ver.
Los dos pasaron a donde empezó todo, las paredes pintadas simulando que estaban en la calma de la naturaleza, la enorme y aterradora muñeca del primer juego. Pero todo ahora era más sombrío, como si hubieran robado los colores, mostrando la verdadera cara del juego y lo que realmente significaba, daba más miedo, y el aire que respiraban les quemaba la nariz.
—¿Qué hago aquí?
Pregunta Eun-ji con todo el miedo del mundo reflejado en sus ojos, al ver que la habían metido a un cuarto de lujo, perturbadamente de lujo, con tipos con máscaras de animales bañados en oro. Y el líder con su porte firme y su perfecta máscara negra.
—¿Y por qué me tienen esposada?
—Jugadora 316, para usted hemos preparado un juego especial. —El líder se acercó hacia ella, quedando a escasos centímetros de su cara. —Si logra superarlo, podrá salir con una considerable suma de dinero.
—¿Juego? —su voz temblaba. —¿Qué... que tipo de juego?
El líder le dio una indicación a sus dos guardias, estos movieron unas mantas de un fuerte color vino, dejando ver así una jaula grande, donde cabían perfectamente dos personas . Luego de eso, traían esposada a otra mujer, pero esta a deferencia de Eun-ji, venía desnuda, lo que parecía ser pintura para el cuerpo, siendo únicamente lo que la cubría, simulando será un leopardo.
—Mierda... —susurró. —No... no quiero jugar.
—Las reglas son simples. —dijo el guardia. —Ustedes entrarán en esa jaula, la cual será cerrada con llave. El tiempo es libre, la que quede al último de pie, gana. Es aceptable cualquier tipo de violencia, no hay restricciones.
—¿Cómo que... la que quede de pie?
—Significa, la que mate a la otra.
Su corazón latía desesperado, amenazando con saltarse de su pecho. Ver a esos hombres riéndose y aplaudiendo, le daba una impotencia bastante fuerte, mostrándole en carne propia la crueldad de las personas, lo enferma que era la gente rica. Todos esos tipos miraban a las dos mujeres como si fueran un trozo de carne, y ellos unos leones hambrientos.
—Los que quieran ver el juego del calamar pueden acercarse al cristal. —decía un guardia. —Y los que quieran ver la pelea, acompáñenme por favor.
Había seis tipos. Lo VIP, tres se quedaron a ver la pelea de Gi hun y Sang Woo y otros tres a ver a las dos mujeres.
Porque a ellos les excitaba, ver esa escena de dos mujeres hermosas con cuerpos delgados y perfectos, pelear encerradas en una jaula como gatas fieras, manchando su ropa de sangre, hasta que una de las dos muera, era un asqueroso placer para sus ojos.
—Tú vienes conmigo, guapo. —un tipo asqueroso y gordo, con una máscara de un gato con dientes afilados, llevó consigo de la mano a uno de los meseros.
Éste pasó al lado de Eun-ji, viéndola fijamente a los ojos. A pesar de la máscara, ella lo pudo reconocer, esos ojos claro que los recordaba. Era el policía, Jun ho. ¿Qué hacía ahí?
Lo pudo confirmar, cuando éste le susurró cerca de ella, apenas audible: —Suerte.
—¡Que comience el juego!
A Eun-ji la llevaron a rastras hasta la jaula, en cambio la otra chica hasta parecía que iba por su propia cuenta. Esa era la faceta de alguien que ya había aceptado su destino, pero no se rendiría hasta que asegurar su vida misma. Una vez estando las dos ahí, cerraron la jaula con llave.
El guardia les extendió un cuchillo a cada una.
—Lo siento, —le susurró eun-ji con los ojos llorosos. —yo no qui-
Fue interrumpida, por la chica que se le abalanzó encima con su cuchillo en frente, emitiendo un feroz grito de coraje.
Entonces Eun-ji supo que tenía que dejar atrás todo tipo de sentimentalismo que la debilitaba, y aceptar que ahora su vida dependía de ella misma y de su destreza. Sin Sang Woo para ayudarla o decirle que hacer.
Durante los primeros diez minutos, hubo todo tipo de golpes. La mujer pintada de leopardo le llevaba muchísima ventana, había golpeado a Eun-ji de todas las maneras posibles, su brazo derecho y su cara estaban marcadas por los cuchillazos que le dio y estaba aturdida por un golpe donde la estampó fuerte contra las rejas de la jaula.
Eun-ji ya no podía más, su cuerpo le ardía dolor, su mente parecía querer dejar ya el lugar, el anhelo por querer morir en ese momento era considerable y le ganaba la batalla a la cordura y el valor. El valor, siendo el miedo su mayor enemigo. Ahora ella era la presa, un cordero indefenso que veía a su lobo con ojos de piedad.
—Le doy solo cinco minutos más al jugar 218. —dijo uno de los VIP que veían la otra pelea entre sang woo y Gi hun.
—Yo digo que puede haber un giro inesperado. —dijo otro. —Le tengo mucha fe al 218, ha sido un animal.
—Pues uno débil será, mira como lo tienen mordiendo la tierra.
Escuchar como Sang Woo iba perdiendo, solo la desconcentró más y la debilitaba mucho peor.
—¡Dios mío, que emocionante se está poniendo esto! —decía extasiado uno de los VIP. —Sabía que el 456 no tenía oportunidad contra el 218.
Pero al escuchar eso, que al parecer Sang Woo se estaba recuperando, le dio el coraje y valor suficiente como para continuar de pie. Prefería ya no escuchar nada, aclarar su mente y concentrarse solo en ella y darle muerte a la mujer leopardo. Sang Woo la había preparado lo suficiente como para enfrentarse a un momento así ella sola, no solo física, sino mentalmente también.
Solo preocúpate por ti.
Fue el eco resonante en su cabeza, antes de pegar un grito cargado de coraje y lanzarse sobre la mujer. Logró clavar su cuchillo en su muslo izquierdo, no era mucho, pero ya era un avance.
—¡Magnífico, espléndido! —uno de los VIP que las veían a ellas empezó a aplaudirle, levantando su copa de vino y brindando con su compañero de al lado.
Obvio la otra se iba a defender, por inercia era su naturaleza, la de un leopardo, atacar y comerse viva a su presa, por lo cual pasó su cuchillo por lo largo de su pierna, desangrándola brutalmente al instante. Si no se equivoca ( y si salía viva de ahí ) esa herida iba a requerir al menos diez puntadas.
Eun-ji había agarrado valor en estos últimos segundos, teniendo a la mujer encima de ella, sujetándole ambos brazos, le dio un fuerte golpe con su cabeza, que debilitó su agarre y en un movimiento ágil alcanzó a agarrar su cuchillo, y estaba por ponerse de pie, pero ésta le hizo una perforación profunda en la cintura. Aún así, con todo y el dolor, la pateó fuerte en la cara incontables veces.
Hasta que logró marearla, luego sin pensarlo mucho y ahogándose en un grito de furia, perforó una y mil veces el pecho de la chica. Hasta que ya dio su último aliento de vida.
—¡Perfecto! —los VIP se pusieron de pie y aplaudían como si acababan de ver el mayor espectáculo de su vida. —¡Eso fue hermoso!
—Jugadora 316. —un guardia le abrió la jaula y la sacó de la mano, como si le estuviera dando la bienvenida a una personalidad de lujo. —Muchas felicidades, ha sido una gran pelea.
Ella no dijo nada, solo los veía a todos como si fuera lo más repugnante que había visto en su vida. Ver como todos la miraban con morbo y deseo, ver a la mujer en la jaula que ella misma había matado, la hacían querer arrancarles la cabeza a cada uno de ellos.
Buscó con su mirada al policía con el que había estado interactuando, pero no lo veía por ningún lado. Seguro uno de los VIP lo solicitó para algo más "privado", fue lo que pensó, luego de ver como uno de ellos lo mantenía a la fuerza con él.
—¿Y el jugador 218? —fue lo primero que se atrevió a decir. —¿Dónde está?
—Aún no termina el juego para él.
Notó que había un cristal enorme que daba una vista perfecta al campo donde Gi hun y Sang Woo estaban peleando, ella se acercó con intención de ver que estaba pasando. Y al verlo ahí, su alma lloró, al ver como todo su cuerpo estaba bañado en sangre y como a toda costa intentaba matar a Gi hun, era aún peor ver como él llevaba mucha desventaja, se veía hasta moribundo ya.
—¡Noo! —gritó tanto que asustó a los VIP. —¡Sang Woo! —trataba de llamar su atención, pero era inútil, él no podía escucharla. —¿Cómo termina este juego?
—Hasta que uno de los dos haya muerto. —fue la sombría voz del líder la que respondió. —Aunque a mí me gusta jugarlo de otro modo.
—¿A qué te refieres?
—Han estado peleando por casi veinte minutos, si logran pasar los treinta minutos y ambos siguen de pie, los dos ganan. Aunque ellos dos no lo saben, creen que uno tiene que morir, porque sino, no tendría sentido el juego, porque ellos son amigos, los dos quieren salir, y tal vez solo fingirían estar.
Los segundos se hicieron minutos, y los minutos horas. Fue el momento de incertidumbre más hostil de toda su vida, las manos de Eun-ji estaban mojadas de lo sudorosas que estaban. Ella solo podía prestar atención a una sola cosa, y era a Gi hun atacando a Sang Woo como si su vida solo se valiera de ello. Quería matar al hombre que vio como su mejor amigo y un ejemplo ejemplo a seguir por toda su vida, porque ahora una máscara sedienta de dinero y triunfo se había apoderado de Sang Woo.
—Oye, princesa. —uno de los VIP tocó su mano. —Aposté por ti y tú ganaste, así que lo justo sería que me vinieras a hacer compañía.
—¡Suélteme! —se soltó bruscamente.
él solo rió. —Una fiera salvaje, tal como me gustan. —miró al líder. —¿No hay problema con que la lleve conmigo un rato, verdad? —él líder negó con su cabeza. —Oh, me voy a divertir mucho contigo, bonita.
—¡Qué me suelte!
El VIP la tenía a la fuerza sentada al lado de él, casi sometiendola, pero todas las emociones revueltas de Eun-ji, que solo se basaban en coraje e impotencia, la hicieron tener la fuerza suficiente como para soltarse de él, provocando que ella misma se cayera al piso.
—Te estás portando mal. —la levantó del brazo sin cuidado. —¿Quieres que te reprenda a caso?
—Solo quiero que me sueltes, estúpido cerdo asqueroso.
Eun-ji sin pesarlo mucho, le escupió en la cara, haciendo que la sangre del hombre que tenía en frente hirviera de coraje por la humillación de una niña tonta y débil como Eun-ji, que creía que podía alejarlo de ella fácilmente.
—¡Perra loca!
Le dio una cachetada, con tanta fuerza descargada, su mejilla ardió y se puso roja inmediatamente. Con el cabello despeinado cayéndole en la cara, la boca y la nariz sangrando y una expresión llena de miedo, era la manera en la que Eun-ji le suplicaba a llantos que la dejara.
Aun así volteó a su derecha, para tratar de ver al menos algo de la pelea, que aún no terminaba, pero entre sus lágrimas y la lluvia que estaba cayendo, lo único que pudo ver, que la acabó de romper, fue como Gi hun estaba sobre Sang Woo, que al parecer finalmente había perdido.
Gi hun clava su cuchillo en el pecho de Sang Woo, y ahí es cuando el mundo de Eun-ji para, donde sus tiempo y espacio se pierden entre el limbo y la realidad.
Ni siquiera pudo gritar del asombro, solo derramar una lágrima tras otra, mientras siente las manos ásperas del tipo apretando sus delgados y ya muy lastimados hombros. Entonces sabía que ya no había nada que hacer, nada por que esperar.
—¡No me toques! —lo empujó y agarró rápido su cuchillo. —Si te atreves a tocarme, te mato.
Él solo se rió, se burló de su ingenuidad, y en un movimiento rápido, volvió a darle una cachetada, tirándola al suelo y ocasionándole un golpe se notaba que dolió bastante.
Ya no tenía fuerzas para nada, no había motivos esta vez. Todo su cuerpo estaba lastimado, su vestido roto y manchado de su sangre y la de otra mujer. Verla así, tan vulnerable y débil, sola contra el mundo, le dio una satisfacción enorme al VIP. Se veía tan hermosa, como un ángel suplicando salir del infierno.
Así que con toda la facilidad, se la llevó a su habitación, porque Eun-ji ya no ponía resistencia.
—Sang Woo.. —susurró débil.
—Mmm, no sé quién sea ese tal Sang Woo, pero te aseguro que no va a venir rescatarte.
Del otro lado, casi dejándose muertos, Sang Woo y Gi hun llevaban peleando más de 30 minutos, ninguno caía, los dos deban lo más fuerte de sí. Y aún así, el guardia que los supervisaba todavía no les decía cómo funcionaba ahora el juego.
Hasta que Sang Woo ya no pudo más, menos cuando un ultimo pensamiento le vino a la mente, que le costó horrores: Eun-ji.
¿Los guardias le decían la verdad, realmente ya estaba fuera de peligro? ¿A dónde la habrán llevado? ¿Por qué no jugó el último juego?
¿Estará viva?
Ya solo esperaba su muerte, que el guardia que le estaba apuntando acaba de una vez con él.
No sin antes preguntar una ultima cosa.
—¿Dónde está la jugadora 316?
—Ella tuvo otro destino.
Cerró los ojos, apretándolos con dolor. Porque estaba seguro de que Eun-ji estaba sufriendo.
—Voy a detenerme. —la voz de gi hun lo sacó de sus pensamientos. —Tercera cláusula: los juegos pueden terminar si la mayoría concuerda. Si ambos nos rendimos, el juego termina.
—El jugador 456 quiere terminar el juego. —avisó al líder a través de su radio.
—Sang Woo...
—De niños, nuestras mamás nos llamaban cuando estábamos jugando, para ir a cenar. —suspiró con pesadez. —Y ahora, ya nadie nos llama.
—Ya es hora... vamos a casa.
Gi hun le extendió la mano y con bastante dificultad, Sang Woo trata de tomarla. Pero para él, tampoco había fuerzas ya, no quedaba nada.
—Gi hun, lo siento... y si ves a Eun-ji al salir de aquí... cuídala como yo lo haría.
Al lado suyo, había un cuchillo, con el que Gi hun lo iba a matar, el que Eun-ji pensó que se había clavado en el pecho de Sang Woo, pero en realidad te al costado, en el piso, y a él no lo tocó. Lo tomó, porque estaba dispuesto a acabar con su vida él mismo.
Pero siendo más rápido e inteligente, el guardia le disparo perfectamente al cuchillo, para que evitar que Sang Woo lo tomara.
—Él líder cambió las reglas. Pero para un juego más justo y limpio, esto se les revelaría al finalizar los treinta minutos. —ambos lo miraron confundidos. —Si uno de los dos moría antes de treinta minutos, el jugador que quedara de pie, gana. Pero si los dos resistían más de treinta minutos, por primera vez los dos ganan y el premio se divide.
—¿O sea que... los dos... pasamos el juego? —decía gi hun, asomando la primera sonrisa de alivio.
—Es correcto.
Sang Woo no articulaba palabra alguna, pero se sentía igual de aliviado que Gi hun. Ya los dos podían salir, lograron sobrevivir a ese infierno que les estuvo quemando la piel y les arrebataba el último gramo de cordura.
Ahora solo pensaba en Eun-ji, la 'niña detestable' que logró volverlo loco, que le hizo perder la razón y su promesa consigo mismo de no empatizar con nadie y eliminar a cualquiera que lograra distraerlo.
Recordar todo lo que vivieron, era simplemente difícil de ignorar. Cuando terminaron ebrios en un motel, ahí aún no sentía nada, ni lo mínimo de nada, pero Eun-ji sí. Hasta llegar a conocer la parte más íntima de la mujer, no en su cuerpo, sino en su alma, un alma vibrante y alegre a pesar de las dificultades, era Eun-ji la chispa de emoción que él necesitaba en su vida.
La amaba.
Una parte de la promesa aún seguía en pie, había esperanza nuevamente, todo parecía volver a acomodarse en su lugar de manera correcta e inesperada. Solo faltaba la otra mitad: Eun-ji.
Y aunque Sang Woo iba con la seguridad de que la vería, él realmente no sabía si ella seguía viva... o si ya la habían matado mientras él no la pudo cuidar.
holiiii quería q hubiera un poco de sufrimiento antes de llegar a la mejor parte 😁😁😁
cuéntame que opinan de mi fic, si les está gustando o no por favor hágamelo saber :) ya casi llego al final!!!
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