siete | vida





OO7

El elevador empezó a subir, entre más despegaba del suelo, mis nervios se incrementaban más. No podía ocultarlo, y sé que todos llevábamos el mismo pesar.

—Sang Woo.. —le susurré, apenas y podía hablar. —¿Tú crees que-

—No... no te asustes tanto antes de tiempo. Lo vamos a lograr. —aún tratando de animarme, su voz sonaba insegura, lo noté porque sus labios le temblaban y él no era así.

—No se desanimen. —habló el anciano y todos lo regresamos a ver con cara de wtf con el viejito. —Este juego no se trata de fuerza.

—¿Entonces de qué trata? —le reclama el tipo con el número 196. —¿Vamos a ganar hablando?

—Al menos déjalo terminar ¿sí? —le dije yo. —Señor por favor continúe.

—En el juego de la cuerda, con una buena estrategia y buen trabajo en equipo, se puede ganar sin ser el más fuerte.

—Ahora este viejo es el único que puede salvarnos. —dijo alguien más.

—Apenas y puede sostenerse de pie. —siguió discutiendo. —¡No diga estupideces y guarde fuerzas!

—¡Pues entonces idea tú un plan! —eso salió involuntariamente de mi boca, no quería pelear yo también, pero estas discusiones me mareaban y podían ansiosa.

—Cállate Eun-ji. —Sang Woo me susurró. —No te estés metiendo.

—Es que al menos deberíamos intentarlo.

—Es cierto. Cállense. —Me siguió gi hun. —continúe por favor. —le dijo al anciano.

él tomó un largo suspiro antes de explicarnos lo que pensaba. —Bueno, yo jugaba a la cuerda en mi pueblo natal cuando era un niño, y rara vez llegaba a perder. Incluso cuando las probabilidades estaban totalmente en contra de mi equipo.

El ascensor paró y nos hicieron salir de él, vi como Sang Woo suspiró profundamente antes de subir a la plataforma, por primera vez lo vi tan asustado, la vulnerabilidad recorriéndole el cuerpo entero. Él era mi motivación, verlo diciéndome que hacer y que no hacer, me daba fuerzas para seguir jugando, pero esta vez ni él estaba seguro ni sabía que hacer.

—Ya escuchaste al anciano. —llegué por atrás y toqué su hombro, él se sobresaltó. —Hay que intentarlo. —mi voz sonó baja, tranquila.

—Bueno si acaso no sobrevivimos... perdóname por todo lo que-

—No. —puse mi dedo índice sobre sus labios, callándolo. —No te apresures. Vamos a volver al cuarto y lo haremos todos juntos.

El anciano nos ordenó a prestarle atención, porque nos explicaría cómo era que ganaba ese juego en aquel entonces cuando era niño.

Nos pusieron cerraduras en las manos, esposándonos a todos, así para que nadie se salvara de quedar arriba. Hicimos las cosas tal y como nos lo indicó el señor, pero parecía inútil porque el otro equipo iba ganando. Yo sentía que ya no daba para más, el interior de mis manos me ardían por jalar tanto la cuerda, mis piernas estaban temblorosas y las lágrimas me brotaban involuntariamente. Pero no quería rendirme, mi equipo lo estaba dando todo.

Sobre todo Sang Woo, que una vez más sacó el plan estratégico.

—¡Todos, escúchenme! —gritó. —Cuando les dé la señal, avancen tres pasos.

—¿Avanzar? —la 212 gritó asustada. —¿Estás demente?

—¡Hay que hacerlos caer!

—¡Deja de decir idioteces!

—¡Solo hazle caso! —le dije yo a la mujer que estaba gritando atrás de mí.

—¡Tenemos que intentarlo! —se unió gi hun.

Al principio también estaba desconcertada por la idea de Sang Woo, si lo que queríamos era retroceder ¿cómo que tres pasos hacia el frente? Después de despejar mi mente un poco de todos esos gritos de desesperación, finalmente lo entendí. Dar tres pasos hacia adelante, iba a hacer que el otro equipo perdiera el equilibrio porque estaba todos jalando hacia atrás.

Sang Woo no solo era increíblemente sexy, sino también inteligente... ¿Cómo fue que terminó aquí?

—No podemos. —Volvió a decir la 212.

—Si no lo hacemos, moriremos... a las 3, ¡una, dos... jalen!

Todos ejecutamos el plan de Sang Woo, Gi hun hasta quedó con un pie al aire, pero las cosas salieron tal y como Sang Woo lo planeó, el otro equipo perdió el equilibrio y algunos hasta se tropezaron, lo que hizo que fuera más sencillo jalarlos hacia nosotros, y aunque trataron de acomodarse, ya fue inútil y demasiado tarde porque nosotros ya llevábamos mucha ventaja.

Todos cayeron al vacío, pero el peso de todos juntos nos arrastró y nosotros también podríamos caer, pero eso no pasó porque cortaron la cuerda y nos caímos desplomados al piso. Finalmente pudimos tomar aire y relajarnos.

Sang Woo era un genio total.

Cuando llegamos a la habitación con los demás, el equipo del tipo de la serpiente nos miraron tan horrible que parecía que querían asesinarnos con sus propias manos. Definitivamente no les daba gusto vernos de vuelta.

Cuando tuve a Sang Woo en frente de mí, no pude resistirme y me lancé sobre él, abrazándolo con fuerzas, él al principio no me correspondía, después también pude sentir sus brazos fuertes al rededor mío y su respiración tranquila chocar con mi cuello. Sé que en este lugar las muestran de afecto están prohibidas, ( no es que sea una regla, sino que estaba bien empezar a mentalizar eso, porque no sabías si pronto perderías a la persona que aprecias ) pero nada me importó en ese instante. Solo verlo a él, la emoción después que seguíamos vivos gracias a su estrategia de último momento.

—Gracias. —le susurré.

Lo seguía abrazando, sin importar la plática de los demás, yo solo quería estar cerca de él.

—¿Y tú amor? —la 212 interrumpió. —¡Den tres pasos hacia adelante! ¡Pero que sexy sonaste! —me reí por lo que ella dijo, no fui la única en pensar eso de él, pero bueno, ella no podía decirlo, solo yo. —¿cómo se te ocurrió eso? ¿En el momento?

—Dijiste que estaba loco. —le dijo Ali.

—¿Lo dije? No sé de qué hablas.

—Dijiste llorando... hacia adelante, estás loco. —Imitó la voz chillona de la mujer, yo me reí y le palmeé el hombro.

Este mujer empezó a prácticamente discriminarlo, diciéndole que era un extranjero ilegal y no sé cuántas cosas más.

—Ya cállate. —finalmente hablé yo. —A la que vamos a echar es a ti, sino no nos dejas descansar en paz y en silencio al menos un minuto.

—¿Eres la capitana del equipo o qué? ¿No es el guapo de allá? —señaló a sang woo.

—No, no hay capitán. —él respondió. —Todos somos iguales.

Después de hablar un poco, descubrir que la 212 se llamaba Han Mi-nyeo, de que Sang Woo le dijera que era una tonta, escuchar como la 240 discutía con el tipo religioso y que Sae-byeok nos volvió a decir no confía en nosotros, me dieron ganas de ir al baño. Bueno, no tenía ganas, simplemente me quería lavar un poco la cara y lo que pudiera de mi cuerpo. Estaba muy sudada y manchada de sangre. Faltaban 40 minutos para apagar las luces, así que debía ir rápido.

Me había quitado la camisa, estaba toda mojada de sudor, me quedé únicamente con mi sostén ( uno si varillas que llevé para más comodidad ) y empecé a lavarme toda esa zona, me fijé que no viniera nada y estaba por desabrocharlo, cuando escuché que abrieron la puerta, no me dio tiempo de ponerme la camisa, así que solo me tapé con ella.

Era un guardia, el del círculo.

—Eh... eh... estoy... ¿no existe la privacidad ni en los baños de mujeres o que?

Él se quitó la máscara, era el policía.

Suspiré con alivio cuando lo vi, estaba a salvo ( creo ). Y no sabía por qué, pero creí que ya lo habían descubierto.

—Las luces se pagan en una media hora, deberías volver con tu equipo y ponerte a salvo. —me dijo. —Los guardias inician la discordia entre los jugadores, dándoles más o menos porciones de comida a unos que a otros. Y no interfieren hasta que el líder se los indica.

—¿El... líder?

—Sí, hay un hombre de negro, un enmascarado, así le llaman ellos.

—No sabía.

—Dime todo lo que has visto en los juegos. —sacó su teléfono.

—Lo siento, no te puedo ayudar, nosotros no sabemos nada más allá de ese cuarto y la sala de juegos, no sabemos que jugaremos después ni nada de eso... perdón.

—Bueno, está bien. —guardó su celular y se puso su máscara de nuevo.

—¿Tú le preguntaste a Gi hun sobre un tal Hwang In ho?

suspiró. —Así es.

—¿Y él quien-

—Mira no puedo hacer mucho por ayudarte. —me interrumpió. —Y no sé si siga con esto desde afuera, pero buscaré la manera de salir y traer refuerzos. Cuídate, no le puedes decir a nadie sobre mí y sobre todo... no confíes en nadie. —enfatizó eso último. —Todos aquí buscan su propia supervivencia, no existen lazos de afecto eso te lo aseguro.

—Está bien.

Él salió, me volví a destapar el pecho, para continuar con lo que hacía, pero justo en ese momento llega Sang Woo.

—¿Estás bien? —se me acercó. —venía al baño y vi a un guardia salir de aquí, supe que tú estabas aquí porque eres la única mujer que ha venido al baño en toda la noche.

—Estoy bien, gracias.

—Sí. Solo quería saber cómo estabas... pero estás bien así que ya me voy.

Estaba por salir, pero un movimiento involuntario me hizo tomarlo de la mano y evitar que se fuera. Lo quería tener cerca, necesitaba su compañía, como dije, era él quien me motivaba a no rendirme.

—¿Y si no quiero que te vayas?

—No Eun-ji, no podemos...

—¿Qué no podemos?

—¿Qué es lo que quieres?

—Estar contigo Sang Woo. —me acerqué a él y puse mis manos al rededor de su cuello. —Necesito que me digas que todo va a estar bien.

—Es que... hay veces que ni yo sé si va a estarlo.

—Pues yo confiaré en todo lo que tú digas.

—Deberíamos ir con los demás, las luces se pagarán en menos de treinta minutos.

—Tenemos tiempo.

—¿Tiempo para que?

—Pues para estar aquí nosotros dos, solos... —atraje su cuerpo al mío, ahora me tenía recargada del lavabo. —¿Te estresaste mucho en el juego pasado, no?

—Sí, tienes razón, fue mucho estrés.

—Yo te puedo ayudar a sacarlo.

—¿Ah, sí? —parecía empezar a seguirme el juego también. —¿Y cómo?

No le dije nada más y lo besé.

Él también lo quería, lo pude notar por la manera tan desesperada en la que me besaba, por cómo pasaba sus manos sobre mi nuca y apretaba mi cabello, y con la otra me sujetaba fuerte de la cintura.

Me separé de él y fui hacia la puerta, él me miró confundido.

—No creo que a nadie se le antoje venir al baño. —le puse seguro a la puerta.

Me volví a acercar a él, y ahora fue el propio Sang Woo el que me atrajo y me chocó contra su pecho. Juntó nuestros cuerpos, yo le llegaba a la medida del pecho, sino es que un poco más abajo. Pero esa era la cercanía entre los dos que me encantaba. Ahora, al menos en estos momentos del juego, sentir mi cuerpo inferior al suyo me, todo su calor y esencia masculina apoderándose de mí, era lo que me daba la tranquilidad que tanto necesitaba.

Él puso sus manos en mis hombros y me inclinó hacia abajo, empujándome lentamente, rompiendo el beso, poniéndome de rodillas frente a él.

—Hazlo. —me dijo, mirándome desde arriba.

—¿Qué-que cosa?

—Dijiste que me ayudarías a sacar el estrés. Pues quiero verlo.

Me puse nerviosa, pero después de unos segundos ese nerviosismo se convirtió en una excitación total. Por la manera en que me veía, en mirar hacia arriba y toparme con su impotente mirada, me hacía querer esforzarme lo más posible para darle un buen rato. En agradecimiento por idearse un plan en segundos para salvarnos la vida a todos.

Le bajé su pantalón, luego sus boxers, ya tenía una erección que sabía estaba reprimiendo desde que nos empezamos a besar, lo pude sentir cuando me pegó a él, la tomé entre mis manos, y antes de empezar a hacer algo, volví a ver hacia arriba.

—Por favor Eun-ji, sé una buena chica al menos hoy, y compláceme... —suspiró. —Estoy muy cansado.

Esas palabras, más su voz profunda que me emanaba autoridad, fueron lo suficientemente fuerte como para hacer sin pensar lo que él me estaba pidiendo. Tomé su pene erecto y empecé a subir y bajar lentamente mis manos, él solo echaba su cabeza hacia atrás, suspirando, y ocasionalmente me sujetaba fuerte del pelo y lo jalaba.

Ya había hecho esto antes, pero no era una experta, y estar con un hombre como él, mucho mayor que yo, me ponía nerviosa y me sentía tan tonta e inexperta para él.

Pero seguí en mi asunto, cuando él empujó mi cabeza hacia adelante, supe que era lo que quería, lo metí a mi boca echando hacia dentro lo más que pude, luego empecé a chuparlo de la manera en que creí que estaba bien. Después de unos minutos, él empezó a gemir bajito, lo pude escuchar, esos soniditos me enviaban electricidad a todo mi cuerpo, empecé a mojarme y sentí mis pezones endurecerse.

—Sí... Justo así. —murmuró. —Lo haces tan bien.

Unos minutos pasaron, yo seguía chupando, hasta que él me jaló de un brazo y me puso de pie de nuevo, para plantarme un beso fuerte.

—¿Sabes que el último chico al que se la chupé no me quiso besar después porque decía que era como si él mismo se la estuviera probando?

—Entonces no era más que un estúpido niño.

—Pero tú eres todo lo contrario Sang Woo, por eso es que me encantas.

—Bueno, voy a hacer que te encante más. —me volvió a besar, mordiéndome sin cuidado el labio. —Date la vuelta.

No puse ninguna objeción, porque era algo que yo también estaba desesperada por sentir. Sentir su palpitante erección en la zona más sensible de mi cuerpo, ese solo acto, me hizo arquear la espalda y soltar un gemido pequeñito. Él me volvió a tomar del pelo, parándose atrás de mí y con su otra mano agarrandose fuerte de mi cintura, se deslizó en mí, hasta adentro.

Me movía como él quería, tan violento y a la vez cuidadoso. No sabía cómo explicar exactamente esa sensación, no había palabras para describir la vigorosa pasión que me hacía vivir Sang Woo aún en un momento tan crítico como este. Lograba tomar todo el miedo que sentía, y hacérmelo soltar de una manera tan agradable y deliciosa.

—Mírate. —agarró con brusquedad mi cara, apretando mis mejillas con una de sus manos. —Quiero que mires mi cara mientras estoy cogiendote, Eun-ji.

Estábamos frente al espejo del lavabo, eso incrementaba más la temperatura corporal y caliente de la situación.

—S-sí.. —le dije con la voz temblorosa. —¡Ahh! —gemí alto al sentirlo más dentro de mí.

Estuvimos así un rato más, él no tenía cuidado al entrar y salir rápidamente de mí, pero esa violencia me excitaba y me hacía sentir los espasmos de una orgasmo más rápido. Mis piernas empezaron a temblar, mi abdomen me ardía por la contracción que estaba provocando para no venirme, y mi senos me dolían de lo fuerte que Sang Woo me los apretaba.

—Sang Woo... —apenas y pude hablar bien. —me... me voy a venir.

—Todavía no, niña. Espérame un segundo más.

Siguió haciéndolo, tan bien que podía jugar que moriría en ese momento. Después me dio la vuelta, mirándonos a los ojos otra vez, me hizo enrollar mis piernas al rededor de él y me llevó hacia un cubículo del baño, cerró la tasa y me sentó encima suyo.

Él mismo fue quien empezó a moverme, supongo que de la manera en la que a él le gustaba, después me dejó tomar el ritmo pero aún así seguí de la misma manera que al principio, porque era lo que a él le volvía loco, lo podía notar por la forma en que me veía y como apretaba diferentes partes de mi cuerpo.

—Ya... ya no puedo más... —mis ojos lloraban. —¿Cómo es que... lo haces tan bien?

—Tal vez porque contigo he tenido unas ganas que no sentí con nadie más. —su voz más grave de lo habitual, y su pelo sudado cayendo sobre su frente, eso me calentaba aún más.

—Anda, córrete para mí... quiero sentirte.

—Sí... sí-sí, como tú digas.

Ya no tuve que contenerme más, Sang Woo me ordenó que debía hacer, y obvio en ese momento estaba en su total disposición.

Cuando finalmente alcancé mi tembloroso orgasmo, me dejé descansar sobre su hombro, regularizando mi respiración. Después de un minuto él me alzó un poco para salir de mí, se empezó a masturbar él para también acabar lo que habíamos iniciado, tomó mi mano y la llevó a su miembro, indicándome que yo le ayudara también.

Hasta que él también se vino, manchándome el abdomen con sus líquidos calientes.

Luego de eso los dos pudimos respirar tranquilos.

Él empezó a besarme, pero ahora más tranquilo, suave, algo ajeno a él.

—Estuvo mucho mejor que la última vez ¿verdad? —le dije yo.

—Puede ser.

—A mí me encantó.

él despejó el cabello que caía en mi frente, dejándome un beso tierno ahí. —Tú me haces sentir tan lleno de vida.

—Yo... no me quiero separar de ti esta vez.

—Tranquila, eso no pasará.

—¿Lo dices en verdad? ¿o solo por qué estamos aquí jugándonos la vida y no sabemos si saldremos de este maldito lugar?

—Te lo digo de verdad. —besó los nudillos de mis manos. —Deberíamos ir con los demás, las luces no tardan en apagarse.

Fui por mi ropa y le alcancé la suya, ambos nos vestimos y fuimos de nuevo con el equipo, que se las habían incendiando y pusieron una barricada con las literas por si se armaba otra pelea cuando estemos en completa oscuridad.

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