nueve | insensible y nefasto




OO9

Me quedé mirándolo como una estúpida, antes de poder responderle, con la mirada tonta y los ojos bien abiertos perdidos en los suyos.

—No... algo me dice que deberíamos separarnos aquí.

—¿Separarnos? —estaba confundido. —¿Por qué?

—No lo sé Sang Woo, pero solamente piensa, es en parejas. Hay dos opciones, nos pondrán a jugar juntos para pasar el juego, o nos harán jugar entre nosotros.

—¿Qué tal y te estás equivocando? Eun-ji esto es serio, y sin que te ofendas ¿crees que alguien querrá hacer equipo contigo? Eres inteligente y fuerte, yo mismo lo veo, pero tan solo mira al rededor tuyo y date cuenta de cómo tipos como él, —señaló el momento exacto en el que un jugador rechazaba jugar con Sae-byeok. —rechazan jugar con mujeres.

—Por favor tienes que hacerme caso. Yo he hecho absolutamente todo lo que tú me indicas, y es momento de que tú me hagas caso a mí... no soy tan tonta, Sang Woo, al menos desde que entré en este maldito juego, ya no lo soy.

él suspiró, pensadamente, y cerró sus ojos. —Pero prométeme que te vas a cuidar muchísimo, desde el primer juego no nos hemos separado y esta vez irás sola... yo, —se notaba como no podía articular bien sus palabras. —no quiero que mueres... No lo soportaría.

—No te preocupes, —puse mi mano en su mejilla. —Haré lo que sea necesario.

—Bien, vayamos a buscar una pareja antes de que se acabe el tiempo.

Tardé varios minutos en encontrar a alguien, quería ir con Sae-byeok pero vi que ella ya se había emparejado con la 240, le pedí a dos tipos si querían jugar conmigo, pero me rechazaron tan descaradamente.

Hasta que finalmente di con una mujer, que tampoco encontraba una pareja.

—¿quieres jugar conmigo? —le pregunté.

—Sí. —respondió sin dudarlo.

Después de eso ya no vi a Sang Woo, nos pasaron al próximo juego y mi compañera y yo seguimos al guardia que fue por nosotras.

Era como una vecindad, una acogedora y nostálgica vecindad, llena de felicidad y niños jugando y corriendo por todos lados. A lo lejos pude ver a Sang Woo, él había emparejado con Ali. Luego Gi hun me gritó "hey, Eun-ji" saludándome con su mano, él se juntó con el anciano. Esa genuina sonrisa de Gi hun, parecía ser el sol que le daba vida a las flores. Esperaba que nunca perdiera esa chispa de alegría que nos lograba contagiar a todos.

« Ahora cada jugador debe tomar una bolsa »

El guardia nos dio una bolsa, llevaba dentro lo que parecían ser... canicas.

« Cada bolsa tiene diez canicas dentro, por favor, verifiquen el número »

—Son canicas. —la chica suspiró aliviada. —Que bueno que no es algo que requiera fuerza o algo así.

—Bueno, pero yo no soy tan buena en las canicas. —reí.

—Descuida. —ella siguió mi risa. —Yo era pésima, pero tengo un niño de siete años que me enseñó a jugar.

—¿Ah tienes un hijo?

—Así es.

—Entonces hay que hacer lo posible por pasar este juego... tal vez no está tan complicado, al menos llevamos la ganancia de que no necesitamos fuerza.

—por supuesto. —chocamos nuestras manos. —Por cierto ¿cómo te llamas?

—Park Ari. —me dijo amable. —¿Y tú?

—Seok Eun-ji.

« Con las diez canicas de su bolsa, cada uno y su compañero van a jugar entre ustedes.
El que tome las diez canicas de su compañero se convertirá en el ganador »

Ay no.

Quería morirme en cuanto escuché eso, era por lo que temía y no me equivocaba, iba a jugar contra esa mujer, la misma que tiene un hijo de siete años esperando por ella allá afuera.

Y luego recordé algo que me robó mi tranquilidad.

Gi hun y el anciano.

Sae-byeok y la 240.

Ali y... Sang Woo.

Uno de ellos iba a morir, yo tampoco me salvaba. Le tomé bastante cariño a Ali, y le dije varias veces que él iba a volver con familia, con su bebé. Mi promesa se rompió de manera tan cruel, no sabía nada y ya lo estaba asegurando. No quería que Ali muriera.

Mucho menos que Sang Woo muriera.

No podría continuar si Sang Woo perdía este juego, aunque se tratara de eliminar a Ali, yo no podría aceptar la ausencia de Sang Woo y eso me debilitaría, tanto que hasta sería capaz de morir con él. No iba a jugar tranquila, no sabiendo que uno de los dos ya no estaría después de este juego, no quería dejar de ver a ninguno, pero si las cosas serían así... extrañaré tanto a Ali.

—Seok Eun-ji... —ari me miraba con la boca abierta y los ojos llorosos.

—No. —susurré, casi inaudible. —No no no.

—Esto no puede estar pasando. —Empezó a llorar. —¿Nosotras...?

yo sentí, dándole la bienvenida a la crueldad humana. —¿Qué haremos?

« Solo tienen 30 minutos
¡Qué comience el juego »

—A jugar. —le dije.

—¿Eso significa que una de nosotras... morirá?

—¿Piensas no jugar? —ni siquiera me atrevía a mirarla. —Así nos matarán a las dos.

—Es que...

—Podría ganarte y pasar a la siguiente ronda... o tú podrías eliminarme a mí y volver con tu hijo. —por fin la miré. —Y no te diré que tú decides, porque aunque no quieras, vamos a jugar.

—¿A qué jugaremos? —su voz temblaba.

—Dijeron que podíamos hacer nuestras propias reglas... te parece si... para evitar estos sentimentalismos y el miedo de quién va perdiendo ¿apostamos todas las canicas? Así solo tendríamos que jugar una vez.

—Eso no nos tomará ni un minuto, tenemos treinta minutos.

—Pero así nos ahorramos el mordernos todas las uñas y llorar de los nervios.

Ella me miró y asintió.

Su mirada, me daba escalofríos.

Ella me veía a mí como si yo fuera su depredadora, parecía una pobre oveja y me miraba como si yo fuera el lobo. No era mi culpa, yo por dentro me sentía igual de mal que ella, también yo tenía miedo de ella, pero también sabía que debía ganarle si quería seguir viviendo.

Pero había mil cosas que me hacían retroceder. Ella tiene un hijo, un niño, que necesitaba la compañía de su madre, como cualquier niño de siete años, ella tenía un grandísimo motivo para salir de ahí... Yo no.

—Park Ari. —llamé su atención, me miró con ojos llorosos. —Así que tienes un hijo.

—Sí. —aún llorando, me sonrió, supongo que estaba recordando el rostro de su hijo. —Él está en casa de mi mamá, le prometí que regresaría con él y que... que ya iba a tener el dinero suficiente para vivir en una casa bonita y comer helado todo los días. —por fin se quebró a llorar.

Yo no sabía qué decir, obviamente no la iba a alentar a que me matara.

Ella y yo estuvimos platicando más de veinte minutos, de nuestras edades ( me dijo que tiene 26 ), de donde nacimos, de cómo fueron nuestras infancias... de lo mucho que adora a su hijo.

Pero el altavoz indicó que ya faltaban menos de tres minutos para que el juego terminara. Ya debíamos jugar.

Eso de que mi cuerpo temblara, ya era una consumible diaria, no podía sostenerme, respirar me daba mucho trabajo y mis ojos me picaban. Tenía miedo, estaba muy asustada, la pesadez del pensamiento de que Sang Woo en este momento podría estar muerto, podía más conmigo, todas las malas emociones jugaban en mi contra y me rompían la cara.

Podría morir.

Y si ganaba, dejaría a un niño sin su mamá.

—Entonces... —la voz de mi compañera me trajo de vuelta a la realidad. —Quien lance la canica más cerca a esa raya ¿gana?

—Sí.

—Tú primero.

Indecisa y desconfiada, tomé la canica para lanzarla hacia la marca que habíamos puesto, la que se acercara más a la rayita o la pasara, era la ganadora.

Y justo cuando estaba por lanzarla, Ari me pegó un empujón con todo su cuerpo, tiré mi canica y ni me fijé como, eso hizo que mi canica quedara lejísimos de la línea.

—¿Qué te pasa? —le grité enojada, aún seguía en el suelo.

—Lo siento pero quiero ganar.

Entonces, esta es la famosísima "naturaleza humana" de la que me habla Sang Woo.

No me iba a dejar, eso fue trampa pero no había tiempo para reclamos, así que la jalé del pie y también la hice caer, tirándole su canica junto con ella.

Su canica quedó antes que la mía.

Yo había ganado.

—No... —ella susurró, con el terror en su voz. —¡Noooo! ¡Una ronda más! —se acercó al guardia y lo agarró fuerte de su camisa.

—Las reglas de ambas fueron específicas, apostaron todas sus caninas en una sola ronda. —le dijo el guardia.

—¡Pero esa perra me empujó! —se quiso ir sobre mí, pero no la dejé. —¡Maldita zorra tramposa! ¡hiciste trampa!

—¡Tú empezaste! —la empujé apartándola de mí.

—¡No! —su gritó desgarrador rompió mi corazón. —¡Debemos jugar otra ronda más!

Ella siguió suplicándole al guardia por una oportunidad más, algo que claramente no iba a pasar. De nuevo venía hacia mí, quería llevarme con él, pero justo antes de golpearme, el guardia le disparó en la cabeza.

Toda su sangre salpicó encima de mí.

« Jugador 105, eliminado »

Era ella, Park Ari.

Sentía que no estaba en el planeta, que el tiempo, espacio y lugar, estaba mal, equivocados. Pero estaba ahí, atrapada en esa isla, donde la manera más rápida de salir de ahí, era morir. En un cuarto cada vez más vacío, más silencioso, con el recuerdo tormentoso de las personas que ya no están, podía sentir su vibra insatisfecha rozarme el cuello, sintiendo culpabilidad por cosas que no han sido mi culpa. Yo solo estaba tratando de sobrevivir.

Sobrevivir. Justo lo que me ha estado enseñando Sang Woo. Sobrevivir sin importar que.

Cundo lo vi sentado en su cama, corrí hacia él me le lancé encima. Lo abracé con todas mis fuerzas, sintiendo ese inquietante miedo de perderlo, por eso no quería soltarlo, nunca sabía cuándo sería nuestro último abrazo. Prefería aferrarme a él y abrazarlo hasta el final.

En cuanto él me apretó con sus brazos y empezó a pasar delicado sus manos por mi cabello, me permití llorar todo lo que estaba guardando desde hace rato. Lloré como nunca desde que entré a esos estúpidos juegos, no podía calmarme, ni siquiera las caricias de Sang Woo, que creía que eran mi único consuelo.

—Yo... yo tenía... —no podía hablar, el aire me faltaba. —Sang Woo... yo...

—Tranquila. Estoy aquí.

—Yo... ¡Tuve miedo de no volver a verte! —por fin pude hablar.

—Eun-ji, mírame, estoy aquí. —tomó mi cara entre sus dos manos, obligándome a verlo. —Estoy aquí contigo. Ambos estamos vivos.

—Ya no me quiero separar de ti. —lo volví a abrazar.

Él me separó del abrazo, solo para darme un beso. Ahí, frente a todos.

El ymás distinto a todos los que nos hemos dado. Este sabía a pura amargura. A miedo, al miedo de que no sabíamos si ese era el último beso que nos dábamos. A la culpa de que dos personas murieron contra nosotros. Era un beso que si tuviera la capacidad de llorar, lloraría por montones inundando todo el cuarto.

—Sang Woo... ¿Ali... él está-

—Él perdió. —bajo su mirada.

—No... Dios mío ya no aguanto más este lugar. ¡Me estoy volviendo loca!

Él siguió abrazándome hasta que al final logré dejar de llorar. Me sentía terrible de pensar que esa mujer había dejado un niño, que Ali había dejado a su familia, probablemente los familiares de ambos pensarán que ellos los abandonaron. Y la chica 240, el anciano 001, nunca supe sus nombres.

Estábamos comiendo un kiwi, esa fue nuestra grandísima cena, junto a una botella de agua. Yo estaba recargada del hombro de Sang Woo, y también estaba Gi hun estaba, al lado de él.

—No le den importancia. —Nos dijo a ambos, tal vez notó la expresión que no podía abandonar nuestras caras. —Era solo un viejo que conociste por estos juegos, —miró a gi hun, después a mí. —y una mujer que conociste de la misma manera. Además ella intentó hacerte perder, tú solo te defendiste.

—Pero... ella tenía un hijo.

—Ese no es tu problema. —ahora miraba a otro jugador, al 069. —Su compañera era su esposa.

Los tres teníamos la vista puesta en ese tipo. No había palabras que necesitara escuchar para saber cómo se sentía, únicamente su rostro lo daba a entender todo, esa expresión que apartaba serenidad, pero era sólo por la incredibilidad de que no podía asimilar lo que había pasado. Eso, a comparación de lo que todos sentíamos, era mucho más, mil veces peor.

Él señor se puso de pie, llamando la atención de todos.

—O-oigan por favor, hay que detenernos. No puedo continuar. —empezó a llorar. —Podemos parar si la mitad está de acuerdo. Si nueve estamos de acuerdo podemos irnos. —empezó a caminar por todo el cuarto. —¿Alguno de ustedes quiere que esto termine ya? Si quieren irse conmigo por favor levanten la mano. —nadie quería irse, una respuesta sin palabras hizo explotar al 069. —¿Cómo se hacen llamar humanos? ¿De verdad van a continuar con esta locura? ¡¿Todo por ese dinero?! Todos ustedes asesinaron a la persona más cercana a ustedes en este lugar. ¡Y todo por dinero!

—¿Y qué si salimos? —Sang Woo se levantó de la cama y empezó a caminar hacia él. —¿Tu esposa regresará cuando salgamos de aquí? ¿Serás perdonado por dejar que la mataran? ¿Si estás tan atormentado por qué estás vivo? —lo agarró de su suéter y empezó a sacudirlo. —¡Debiste haber muerto tú en su lugar! —señaló todo el dinero que estaba sobre nosotros en la alcancía. —No solo es el costo de la vida de tu esposa, sino el costo de todos los que murieron aquí ¿quieres dejarlo e irte? ¿Te quieres ir y volver a esa asquerosa realidad y con esa maldita culpa siguiéndote?

Ese fue el peor momento, el que pudo conmigo y me acabó por completo. Escuchar a Sang Woo decir esas palabras, tan cruel y de una manera tan frívola, sin resentimientos ni consideración por los de más, me revolvió el estómago y quebró mi alma. Sé que no era él único que pensaba así, pero sí el único que se atrevía a decirlo.

Cuando regresó de nuevo, no pude evitarlo, como si alguien tomara el control sobre mi cuerpo, le solté una cachetada que resonó por todo el cuerpo.

—¡No puedo creer que seas así! —ahora fue yo quien robó su costumbre de apretarme siempre de los hombros, mis uñas clavadas en su hombros no le causaban ningún tipo de dolor, pero quería pensar que así era.

—Explícate.

—Así de... tan... tan... ¡Tan insensible! ¡Tan nefasto!

—¿Te parezco insensible y nefasto solo por que dije lo que todos pensamos?

—No, te equivocas Sang Woo, yo no pienso como tú, y te puedo asegurar que Gi hun tampoco piensa igual. —gi hun solo miraba sin decir nada, él tampoco podía asimilar la muerte del anciano, era el más cercano a él. —yo siento, y para mí mala suerte siento mucho... ¡por que no puedo soportar que haya muerto alguien por mi culpa!

—¿Eres estúpida? Esa mujer con la que jugaste... ¡Ella quería que tú murieras! Ella sí razonaba y sí veía por su propia vida ¡Hizo que cualquier persona razonable haría!.. por eso... por eso no fue tan difícil eliminar a Ali.

Esas palabras fueron lo suficiente. Me colmaron. Ya no podía respirar el mismo aire que Sang Woo, no podía estar cerca de él.

—No te reconozco, Sang Woo.

Me fui al baño.

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