dos | señor empresario
OO2
Luego de llegar al lugar indicado, donde había a los extremos de la carretera más personas probablemente en el mismo estado que yo: necesitados de dinero, ya no supe qué fue de mi vida en esa noche, porque nos subieron a una camioneta que roció un gas que nos hizo dormir, para despertar al día siguiente con lo que parecían ser uniformes, que eran color verde. Cada uno con un número estampado en la parte izquierda de la sudadera y en el centro de la camisa, a la altura del pecho.
316, ese era mi número.
Vi que todos se bajan de sus literas, para ir al centro de la enorme y fría habitación donde nos tenían, yo estaba por hacerlo, pero sentí un dolor punzante en mi frente y mejor me quedé sentada en mi lugar. Viendo como un tipo con el número 101 golpeaba a la chica 067. Pobre, y él un ignorante golpeando a una mujer mucho más pequeña que él, él era como el doble o lo triple de ella.
Pero bueno, no eran mis asuntos, así que preferí no meterme. Aunque me haya dado lastima, porque después el tipo con el número 456 se acercó con intención de hacerlo lo mismo, a lo que entendí, ella los estafó y les robó su dinero o algo así.
Me volví a acostar, cerrando con pesadez mis ojos, porque sentí que no dormí nada la noche anterior, pero me puse de pie cuando escuché como los soldados con traje rosado que pasaron por nosotros, empezaban a dictar su discurso de bienvenida y unas cláusulas que debíamos seguir.
—Me gustaría darles una cordial bienvenida a todos ustedes aquí. —inició diciendo el de la máscara con forma de cuadrado. —Todos los presentes participarán en seis juegos diferentes durante seis días. Aquellos que ganen los seis juegos obtendrán un hermoso premio en efectivo.
¿Esto era en serio? ¿O seguía siendo una broma que el chistosito de mi cuñado me hizo? ¿O estaba drogada por ese gas de anoche? Bueno, todas esas dudas me las tenía que quitar, por lo cual ya debía abrir la boca.
—¿Y por qué habría de creerte? —le dije. —me sedaron y me quitaron mis pertenencias... encima ¿me desnudaron para ponerme este traje? eso es un delito eh.
—Sí y todavía se aparecen y dicen que nos pagarán por jugar juegos. —dijo otro jugador más. —¿Espera que le creamos?
—Renuentemente tomamos estas medidas al traerlos aquí para mantener nuestra confidencialidad. —explicaba el soldado. —Les devolveremos todo una vez que terminen los juegos.
Luego de eso toda la plática se basó en dudas y preguntas de los otros jugadores. Nadie estaba de acuerdo ni les creían en que íbamos a ganar mucho dinero por jugar unos jueguitos, que podía deducir eran infantiles por la fachada del lugar en donde estábamos, y porque esos soldados de traje rosa parecían anfitriones de una fiesta para niños.
—No confío en nada de lo que usted dice.
Habló otro jugador, que traía unos lentes puestos y parecía más enojado y desconfiado que los demás jugadores, yo ni me daba cuenta que tenía cerca de mí hasta que habló.
—Nos engañó, secuestró y encerró. Pone todo tipo de excusas para mantener su culto después de todas esas acciones ilegales. —continuaba diciéndoles, hablándoles directamente como nadie más se atrevía a hacerlo. —Dennos una buena razón para poder confiar en usted. Hable.
—Jugador 218, Cho Sang Woo. —el guardia apagó las luces y encendió una pequeña pantalla que mostraba a dicha persona. —46 años de edad, ex líder del equipo Joy Invesments. Malgastó el dinero de sus clientes, invirtió en acciones derivadas y fracasó. —el loco del reclutador le dio unas tres cachetadas. —Pérdida actual 650 millones de wones.
—Espero no acabar como este hombre. —le susurré a la persona a mi lado.
Pero el tal señor empresario me escuchó, y me miró mal, de los pies a la cabeza. Sentí su mirada pesada y con desagrado hacia mí, incluso me llegó a intimidar aún detrás de esos impecables lentes.
El guardia siguió hablando de las vidas de varios de los jugadores, y las pocas que conocí, vaya que eran miserables, aún peor que la mía, de hecho, mi vida hasta era feliz al lado de la suya. Nos callaron la boca a todos, más al señor Cho Sang Woo.
—¿Quieren volver a su miserable vida siendo perseguidos por sus acreedores o aprovecharán la última oportunidad que les ofrecemos aquí?
Todos estaban en silencio, hasta que un muchacho con la piel morena y que a los lejos se notaba que era de aquí habló, preguntando por qué íbamos a jugar, pero el guardia no se lo dijo.
Luego bajaron una enorme alcancía en forma de cerdito, que ahí era donde venía el dinero del premio, solo que no lo mostraron, no lo harían hasta después del primer juego.
—Si no desean participar en los juegos, háganoslo saber en este momento.
Como era de esperarse, nadie se perdió la oportunidad de sus vidas. Es que todos ahí necesitábamos dinero, y no era ambición, por mi parte no lo era y podía jurar que por parte de nadie más, todos vivían una vida al límite, comiendo al día, haciendo todo a la orden del día, con la incertidumbre de su próximo día al despertar, sin saber que si su vida continuaría así, viviendo en la miseria y bañados de deudas y pérdidas económicas, o si sus acreedores los buscarían y se cobrarían de otra manera. Por eso todos dieron su autorización en esa hoja, firmándola.
Hasta yo lo hice, pero al darme la vuelta, caí en cuenta de que ni siquiera leí una sola cláusula, así de descuidada era.
Y justo atrás de mi venía el señor empresario, así que le pregunté a él, o bueno, al menos traté.
—Oiga señor, ¿leyó lo que decían las cláusulas?
Él solo me volvió a mirar como hace unos minutos y se fue, ignorando mi pregunta. Que sujeto tan dulce y tan lleno de amor y alegría. Pero bueno, nadie venía aquí a hacer amigos, eso estaba seguro. Me quedó claro desde que vi como golpearon a la 067.
Fuimos llevados hasta un campo largo y ancho, con las paredes pintadas, simulando como si fueran plantas, luego lo que parecía ser un techo se abrió, dejando ver unas aves que volaban sobre el lugar. Lo más raro ( y a la vez tenebroso ) era que había una muñeca gigante al final del campo.
Noté como el jugador 456 se le acercó sonriente al 218, solo que este parecía ignorarlo e incluso molesto por el entusiasmo del 456. Eso solo me hacía confirmar aún más que ese tipo vivía hundió en su propia amargura.
« El primer juego es luz roja y luz verde.
Ustedes pueden avanzar hacia delante mientras ella diga luz verde, si detecta que se mueven posteriormente, serán eliminados... Sigan las instrucciones »
Esa voz femenina volvió a repetir las instrucciones, todos se cuestionaban sobre si era el juego que llegamos a jugar todos cuando éramos niños, y en efecto de eso se trataba.
« Es hora de comenzar el juego »
La muñeca se giró, dándonos las espalda y cubriéndose los ojos. Luego se encendió un temporizador de cinco minutos y empezó a sonar la canción. Ya había iniciado el juego.
« Jugador 324, eliminado »
Un estruendoso ruido se escuchó por todo el lugar, quería saber de qué fue, porque sí sonó muy fuerte, pero estaba muy atrás y no podía ver, no quería moverme y que me eliminaran también.
Otra vez la misma canción. Nadie avanzó a menos que el chico que fue a ver a su amigo del pelo amarillo, luego se fue corriendo, como buscando la salida, pero antes de si quiera intentarlo, le dispararon.
Ahí fue cuando se desató el caos, el miedo. Pues todos los que se llegaron a mover, por lo más mínimo que fuera, recibieron un disparo, cayeron muertos al instante y todo el lugar se llenó de sangre.
Yo aún seguía atrás, muerta de miedo igual que todos. ¿Cómo nadie pudo sospecharlo? Ni yo que me creía inteligente. ¿Cómo unos simples juegos te iban a volver millonario? Obvio que había un precio muy alto que pagar, en este caso, la vida misma. Yo solo quería llorar e irme a mi casa y abrazar a mi gato.
No me moví, me quedé como congelada, delante mío no podía ver nada, porque estaba frente a mí un hombre muy alto, con una espalda y hombros anchos, manteniendo sus postura rígida y aferrado a la quietud que nos obligaban a tener si no queríamos ser asesinados.
—¿Qué está pasando? —le susurré, apenas y pude hacerlo. —¿Qué son esos disparos?
—No te muevas. Ni siquiera hables. —por fin, me dirigió la palabra.
Le hice caso, hasta que los disparan dejar de sonar y la muñeca repitió la misma regla de hace rato. Ya nadie se movía, al parecer todos nos quedamos paralizados al ver esa brutal y terrorífica escena de varias personas muertas tiradas en el piso y su sangre esparcida por todos lados.
El único que seguía el juego, como si no tuviera miedo de nada, como si no le importara morir, era el anciano con el 001. Y bueno, yo también quisiera morir si estuviera en su situación, posiblemente igual de endeudado que el hombre que tenía frente a mí. Así que si no lo mataba la angustia de la deuda, seguro lo hacía su edad.
—Señor, ya hay que movernos. —le dije.
—Ponte detrás de mí. —me habló bajito. — Así la muñeca no te verá.
Otra vez le hice caso y en ningún momento me aparté de él, parecía que ahora era mi único refugio de la muerte.
—Gi hun, no voltees solo escucha. —le decía al 456, que aún seguía tirado en el piso, incapaz de moverse. —Vas a morir si te quedas así, la muñeca tiene sensores de movimiento, no te verá si te escondes detrás de alguien.
—¿Así como yo con usted? —le dije, que casi ni parecía que los nervios y el miedo me mataban.
—Cállate. —me dijo, más bien, me ordenó y siguió avanzando.
Todos seguimos avanzando, unos quedándose ahí, muertos, y otros ya cruzando la línea donde al fin el juego terminaba.
Sang Woo ya estaba cerca, por lo cual yo también lo estaba, pero no tanto como él, así que por estos al menos cinco segundos yo tenía que dejar de temblar porque ya no tenía quien me cubriera. Pero eso no pasó, porque al momento en que él estaba por cruzar la línea, me jaló del bruscamente del brazo y me hizo cruzar junto con él.
Los dos caímos al piso, yo caí boca abajo al lado de él, que miraba hacia el cielo. En cuanto conectamos miradas, combinadas con la respiración agitada y a la vez aliviada de que sobrevivimos, yo le di las gracias.
—Muchas gracias, en serio se lo agradezco tanto.
Él no respondió y se puso de pie, limpiando la sangre que no era de él, pero que le había salpicado.
Yo no conocía para nada al señor Gi hun, pero escuché cuando Sang Woo le habló, quizás se conocían de fuera. Y casi me da un infarto al ver que la canción se había detenido y él estaba por caer el piso por un tropiezo, creí que iba a morir. Pero el mismo chico moreno de hace rato los sustuvo de la camisa, evitando su eliminación. Desde luego se podía notar la desesperación en que la canción continuara, porque parecía no aguantarlo más.
Y ya, fue todo. Las pobres personas que no alcanzaron a cruzar la línea, fueron eliminadas.
Ya todos estábamos de vuelta en la habitación, yo no sabía ni que hacía ahí, pero estaba en medio del señor Gi hun y el chico que le ayudó, también frente a Sang Woo, nuestros pies se tocaban por la cercanía.
—Sang Woo. —gi hun quebró el tormentoso silencio. —Gracias.
—Yo hace rato le di las gracias, señor empresario. —le dije. —Y ni siquiera me respondió.
—Niña cállate ya. —echó su cabeza hacia atrás, suspirando frustrado, creo que no le caigo bien.
—también te agradezco. —Gi hun le dijo al chico. —ustedes dos me salvaron.
—Me alegra que sobrevivieras. Que los cuatro sobreviviéramos.
Las puertas se abrieron y los guardias de rosado entraron, rompiendo el silencio que parecía ser eterno si ellos no interferían. Nadie decía nada, pues su miedo se esparcía por todo el cuarto y se susurraba en el oído de cada uno.
—Todos ustedes han logrado ganar el primer juego. Muchas felicidades, a todos. —inició diciendo. —Es hora de anunciarles los resultados del primer juego. De 456 jugadores, 265 fueron eliminados y 201 jugadores completaron el primer juego.
—¡Señor! —una mujer con el número 212 se acercó llorando, juntando sus manos en forma de súplica. —perdóneme, voy a pagar todas mis deudas. Todas mis deudas señor. —se arrodilló a seguir suplicando. —Por favor. Señor, tengo un niño.
Sentí tanta lástima por esa mujer, su niño.
¿Imagina morir ahí y que nadie sepa de tu paradero?
Mi próximo miedo durante las siguientes cinco noches.
La mayoría se puso a llorarles que por favor los dejaran ir. Yo ni siquiera me molesté en hacerlo, sabía que no lo iban a hacer.
—Parece un mal entendido. No queremos lastimarlos ni tratamos de cobrarles sus deudas. Les recuerdo que estamos aquí para darles una oportunidad.
Otra vez el cuarto se llenó de disuasiones, llantos, súplicas y amenazas hacia los guardias, como si pudieran hacer algo.
—Mejor ni hubiera pensando en eso de la universidad, ahora no estará aquí... pobre, pero sin temer por mi vida.
Creí que nadie me había escuchado, pues según yo lo dije en un susurro, pero el señor empresario agachó su cabeza hacia mí, que seguía sentada en el suelo.
—¿cómo dices? ¿No estás aquí por una deuda? —me pregunta.
—¿Me está hablando a mí? —le pregunté haciéndome la incrédula.
—Sí.
—Sí es que... la universidad, mis papás no piensan ayudarme, el dinero de mi trabajo no me da ni para la inscripción... no pienso acostarme con otro hombre para-
—¿qué? —abrió de más sus ojos. —¿Niña estás bien?
—Mire, están diciendo las cláusulas. —me puse de pie, me interesaba escuchar porque no las leí.
—Cláusula número tres. —sang woo dio unos pasos hacia el frente, firme y sin temor a nada. —Los juegos terminan, si la mayoría concuerda ¿no es verdad?
—Es verdad. —asintió el guardia.
—Entonces todos tenemos que votar. Si la mayoría desea salir de este lugar, debe dejarnos salir de inmediato.
—Como desee. Se votará para decidir si salimos del juego.
Tan fácil era para el guardia decir que nos podíamos ir, pero obvio tenía un arma de doble filo escondida bajo su manga, porque mostró el premio y dijo que ahora como la mayoría de jugadores había sido eliminada, nos tocaría una buena suma de dinero.
Era mentira, no era una buena suma.
El señor Sang Woo, que fue de los primeros en protestar y exigir su derecho de retirarse, votó para quedarse en el juego. Bueno, era un hombre adulto y él sabía lo que hacía.
Y yo por mi parte, era una joven chica irresponsable, que se creía valiente y capaz de superar ese y todos los demás juegos. Tanto así que vote por quedarme también.
Otra vez en lo que todos hablaban y peleaban, yo estaba distraída mirándolos, hasta que Sang Woo me habló.
—Creí que querías irte. —estaba atrás de mí.
volteé de inmediato hacia él. —yo también creí que usted quería hacerlo.
—no hay mucho de que alegrarse allá afuera. Supongo que para ti es igual.
Dejamos de hablar, para ver cómo unos estaban por agarrarse a golpes hasta que los soldados interfirieron y les apuntaron con sus armas.
Al final ganaron los que querían irse. Voltee a ver a sang woo y su mirada ahora se notaba débil, nada comparado con hace unas horas. Sus ojos eran tan grandes, que podían dar a entender lo que su mirada significaba: desesperación y una vuelta a la realidad.
Y de las demás personas, que imploraban a los guardias dejarles jugar más tiempo.
—habla el líder. ¿Qué sucede? —esa voz fría y autoritaria casi le hace retractarse, aunque fuera al otro lado de la línea del teléfono, él sentía que lo tenía en frente.
—No elimine a la jugadora 316... habla el reclutador.
—¿por qué habría de hacerte caso?
—Señor, ella es hermana de mi esposa... jamás le he pedido un favor, y he sido fiel a este trabajo durante muchos años y pienso seguirlo haciendo. Así que por favor, tenga consideración conmigo una vez, solo una.
—No me vengas con eso, tú te sabes muy bien las reglas de este lugar. Además no eres nadie como para pedirme algo así.
—Pero mi esposa-
—¿Quién es tu esposa? ¿A caso es alguien importante a quien debo temer?
—Pues si mi esposa no es nadie, yo tampoco lo soy. Pero puedo ir con la policía y decirle todo lo que sé.
—La policía, claro. ¿Sabes que en este momento puedo mandar a alguien a la puerta de tu casa y asesinarte en ese momento?
—¿Y usted sabe que estoy fuera de la estación de policía? Si muero, al menos sabrán todo sobre sus juegos.
—Hagamos un rato, es divertido jugar con los jugadores. Si tu querida jugadora 316 llega hasta el juego del calamar, que es el último juego, y queda como tercera finalista, la saco del juego con el premio que le corresponde, de lo contrario, que falle en el transcurso de los juegos, será eliminada como todos los demás.
Él solo pudo decirse en su mente "siempre has sido valiente, inteligente y asusta, yo confío en ti, Eun-ji". Para después contestarle al líder: —Trato.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top