EXTRA; ENTRE FUEGO Y SANGRE
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ENTRE FUEGO Y SANGRE
137 d. C, reinado de la Reina Rhaenyra Targaryen.
Daenerys observó por la ventana de su habitación el mar tranquilo, sobre la extensión de agua volaban Grey Ghost y Balerion, ambos dragones disfrutando de un vuelo bajo los primeros rayos de sol del día. Detrás de ella, en la cama, su esposo aún dormía tranquilo después de una noche activa. La Heredera del trono sonrió mirando a sus dragones, más allá de ellos vio la sombra de múltiples dragones volando con libertad, celebrando el triunfo de la casa Targaryen. Habían pasado siete años desde la coronación de su madre, ocho desde que perdió a su abuelo Viserys y cinco desde que perdió a su abuelo Corlys. Pensar en los hombres aún le causaba dolor, incluso después de todos esos años, no podía evitarlo.
Escuchó movimiento en la cama y una sonrisa se dibujó en su rostro. Sobre su hombro miró la figura de su esposo que trataba de cubrirse la cabeza para huir de la luz del sol, planeando dormir hasta que alguien fuese a avisarles que sus hijos estaban listos para comenzar el día. En silencio se acercó a la cama y trepó en ella para abrazarlo, Aegon murmuró algo contra su almohada y se giró para abrazarla. Daenerys cerró los ojos, feliz de poder estar con su esposo de esa forma tras años de sufrimiento.
—Buenos días, vida mía—Aegon murmuró contra su cabello.
—Buenos días, querido.
Estuvieron así por un rato, disfrutando el momento mientras Aegon se despertaba por completo. El sonido de golpes en su puerta fue lo que les hizo levantarse. Los dos se arreglaron tan rápido como pudieron y se unieron a sus hijos para tomar el desayuno. Los seis estaban vestidos con sus ropas de montar, listos para ir a sus clases con los cuidadores en Dragonmont. Daenerys se sentó en la silla principal con Aegon a su derecha y sus hijos esparcidos por toda la mesa, Rhaegar siempre a la izquierda de su madre como su heredero.
—Mamá, el tío Aemond me invitó a Oldtown, ¿puedo ir?—Vaelys preguntó con emoción en sus ojos.
—¿Cuándo te invitó?—fue Aegon quién respondió—¿Vendrá por ti?
—La invitación llegó ayer—la niña metió un pedazo de pan a su boca.
—¿Vendrá por ti?—repitió Daenerys sin mirarla.
—No...pero les prometo que puedo ir sola—lo último lo dijo en un tono de súplica—, por favor.
—No sé cómo me siento sobre dejar que mi hija de nueve vuele sola a Oldtown—Aegon dejó su copa en la mesa—. Rhaella irá contigo, sin quejas.
Rhaella resopló pero no dijo nada, siguió comiendo tranquila. Daenerys miró a sus hijos y sintió nostalgia, habían crecido tanto. Los trillizos ya tenían once veranos, las gemelas nueve, y Daegon ocho. Ya entendía a su madre y sus reacciones cuando regresaba de un viaje con su abuelo Corlys.
—Si Vaelys y Rhaella van a Oldtown, ¿eso significa que puedo ir de viaje con el abuelo y el tío Jace?—Daegon los miró con inocencia pura en sus ojos.
—Serán dos años, tu hermana se va solo por unas semanas—Aegon frunció el entrecejo—, no es lo mismo.
—Son Velaryon, amor, tienen tanto amor por el mar como por el aire—le recordó su esposa—. Puedes ir, pero solo si prometes hacer caso a todo lo que te diga el abuelo.
—¡Claro!
—Mamá, recuerda que iremos a King's Landing a visitar a la abuela—le recordó Laenor.
—¿Cómo iba a olvidar eso?—si lo olvidó. —Partiremos luego de dejar a Daegon en Driftmark mañana a primera hora.
Terminaron el desayuno sin más peticiones. Aegon y ella llevaron a sus hijos a los pies de Dragonmont donde ya los esperaban los cuidadores con sus dragones, Sunfyre también estaba ahí y no dudó en ir hacía su jinete con emoción. Balerion estaba un poco más alejado de ellos con Grey Ghost, ambos dragones esperando por su jinete para ir por una vuelta a la isla. Daenerys decidió volar sobre Balerion ese día, el dragón la recibió con un gruñido de cariño y la dejó subir sin problema.
Sunfyre y Grey Ghost volaron uno a cada lado de Balerion por un rato, después ambos volaron dando vueltas juntos como solían hacerlo desde hace años atrás. Daenerys suspiro cerrando los ojos, sintiendo las escamas tibias de Balerion bajo sus manos. Podía sentir el vínculo entre ellos como algo cálido, lleno de respeto y afecto. Una lágrima se le escapó como siempre que trataba de sentir esa conexión. Aterrizaron después de una vuelta a la isla para que Balerion pudiera descansar como debía. Tras dejar que el dragón regresara a su lugar de descanso y asegurarse que Grey Ghost comiera ella misma regresó al castillo dejando a Aegon volar por un rato más.
Se reunió con Aegon mientras respondía mensajes en el balcón de su habitación, su esposo ordenó que les llevaran té y se sentó en la silla vacía del otro lado de la mesa para leer algunos de los mensajes que habían recibido en la última semana. No hablaron hasta llegó el té y Aegon quitó los papeles de la mesa para no arruinarlos. Daenerys agradeció el descanso con una sonrisa y un beso que Aegon recibió con gusto.
—¿Qué hacen los niños?—preguntó ella endulzando su té.
—En su entrenamiento con sir Erryk, creo que Saera fingió sentirse mal para ir a robar galletas en la cocina otra vez—el peliblanco puso los ojos en blanco—. No sé de dónde sacó esos malos hábitos, de seguro es culpa de Daemon.
—Culpas a Daemon de cualquier cosa mala que hagan los niños—ella lo miró con diversión—, ¿y si lo sacaron de ti?
—¿Disculpa?—Aegon la miró ofendido. —Los crié para que fueran niños de bien, fue Daemon quién les enseñó cómo robar.
—Fue Daeron—lo corrigió.
—¿Qué?
—Daeron les enseñó a robar, pensó que sería divertido—se encogió de hombros.
—Increíble, mi hermano y mi esposa conspiran en mi contra—alzó las manos al cielo en un gesto dramático—. Me voy a quejar con Rhaenyra.
—Dramático.
—¡Mamá Rhaegar me tropezó de nuevo!—gritó Rhaella desde el pasillo.
—¡No es cierto!—Rhaegar gritó en respuesta.
—¡Dejen de gritar!—les gritó Laenor.
—Te toca—le dijo Daenerys a su esposo.
—Te llamaron a ti—se quejó él—, yo los regañé ayer.
Con una sola mirada de su esposa Aegon se levantó. Encontró a sus tres hijos mayores frente a la puerta, los tres sucios de arena y algo mojados. ¿Se arrepentía de tener hijos? No, nunca, ellos eran sus bebés, pero mientras más crecían más grandes eran sus dolores de cabeza.
—Discúlpense y vayan a darse un baño—ordenó cruzándose de brazos. —Sin peros, jovencita—interrumpió la queja de Rhaella antes de que saliera.
—No fue intencional, lo siento—Rhaegar miró a su hermana.
—Bien, te perdono—Rhaella se cruzó de brazos.
—Ahora salgan de aquí que apestan—puso una mano en las cabezas de sus dos hijos y los empujó hacía el final del pasillo.
—¡Papá!—Laenor se quejó.
—¡No apestamos!—Rhaella lo miró mal.
—Si, si, claro, vayan a darse un baño.
Los tres se alejaron por el pasillo y el suspiro girando hacía sir Erryk que lo miraba desde su lugar junto a la puerta.
—¿Ha visto a Saera?—el hombre negó con la cabeza. —Gracias, sir Erryk.
Aegon recorrió todo el castillo en busca de su hija y no la encontró en ningún lado. No estaba en la habitación con Vaelys, no estaba en la cocina, y tampoco estaba con los dragones. Tenía dolor de cabeza y apenas había pasado la mitad del día, de verdad que algunas veces cuestionaba si era necesario haber tenido tantos hijos. Encima ninguno era tranquilo porque Laenor y Daegon podrían ser ángeles al lado de sus hermanos, pero eran igual de terribles que ellos a su manera.
El último lugar que revisó fue la cueva de Balerion. El dragón dormía en una cueva enorme detrás del castillo con Grey Ghost y Sunfyre, aunque el último ni cabía ahí se iba a meter siempre. Sunfyre estaba fuera de la cueva descansando bajo el sol con Grey Ghost cuando él llegó, ambos levantaron la cabeza para verlo. Los saludo con una caricia cuando pasó a su lado de camino a la cueva. Cuando entró lo primero que vio fue el cabello blanco de su hija, después notó a la dragona plateada, lo último que notó fue a Balerion que se mezclaba perfectamente con las sombras de la cueva.
—¿Qué haces aquí?—Saera saltó en su lugar al escucharlo.
Tres pares de ojos se fijaron en él, Balerion gruño en saludo y Meraxes chillo.
—Papá—Saera fue hasta él para abrazarlo—. Meraxes quería ver a Balerion así que la traje.
Aegon miró a los dos dragones, aunque apenas podía ver a Balerion. No entendía como Daenerys a veces se metía en esa cueva de noche cuando él a pleno día no podía ni verlo entre las sombras.
—Bueno, ya lo vió, es hora de regresar al castillo—le dio una palmada en la cabeza a su hija—. Balerion tiene que descansar, ya lo sabes.
—Balerion descansa mucho—comentó ella con una risita que lo hizo sonreír—. Meraxes, vamos a casa.
La dragona plateada se sacudió chillando en protesta, pero hizo caso a su jinete de todos modos. Aegon y Saera salieron de la cueva primero, Meraxes los siguió segundo después, y Balerion gruñó detrás de ellos. A veces Aegon pensaba que el dragón era un gruñón, pero pensaba que si él hubiera vivido más de cien años, pasado por guerras y después revivido, también sería un gruñón.
Mientras él iba a ver que todos sus hijos se habían dado un buen baño, Daenerys se reunió con su hijo mayor en la sala principal del castillo. Rhaegar estaba de pie frente a la mesa con un libro abierto escuchando a su madre hablar sobre el reinado de Maegor El Cruel y los errores que cometió como Rey, errores que él debía evitar en el futuro. Esas eran clases extras que él recibía como heredero de su madre, eran en alto valyrio para poner a prueba su manejo de la lengua, por suerte iba bien en sus clases de valyrio.
—¿Qué clase de Rey deseas ser?—preguntó Daenerys pasando una mano por el lugar dónde estaba Driftmark señalado en la mesa.
—Deseo ser como Aegon el Conquistador, un Rey justo que logró unir los siete reinos—respondió como siempre hacía.
—¿Estás seguro?—quitó su mano de la mesa y las juntó bajo su pecho. —Aegon unió los siete reinos con fuego y sangre, ¿estás dispuesto a hacerle justicia al lema de nuestra casa de ser necesario?
—Lo estoy—la respuesta fue instantánea.
—Eres mi hijo, mi primogénito, mi heredero, y la sangre del dragón corre espesa en tus venas—se acercó a él y puso una mano en su hombro—. Serás Rey y no puedes ser débil, debes ser fuerte y compasivo, ser la voz de tu gente.
—Lo seré—prometió sonriendo a su madre.
Daenerys besó su frente con cariño antes de poner su atención en el libro sobre la mesa.
—¿Quieres aprender sobre los Arryn?—preguntó cerrando el libro.
—Son nuestra familia y parte de los siete reinos, debo aprender sobre ellos.
La princesa sonrió y señaló el Valle de Arryn en el mapa comenzando a hablar de cómo Visenya Targaryen fue quién los hizo doblar la rodilla. Hablaron sobre el Valle por un buen tiempo, hablando más sobre la difunta Aemma Arryn que de cualquier otra cosa. Laenor los encontró hablando sobre la actual señora del Valle, el menor de los trillizos ingresó a la sala con pasos suaves y se abrazó a su madre que acarició su cabello sin dejar de hablar con su hijo mayor.
—Podemos terminar por hoy—concluyó Daenerys besando la cabeza de Laenor—, vayan a aterrorizar a su padre.
Ambos niños sonrieron y se tomaron de las manos para ir en busca de su padre. Esa noche Aegon se tiró en la cama quejándose de dolor de cabeza y se quedó dormido apenas Daenerys le tocó el cabello.
Tal como habían planeado, a primera hora del día siguiente dejaron a Daegon en Driftmark. Laenor los recibió con los brazos abiertos, mimando a su hija mayor como si aún fuese una bebé. Y ni se diga de Rhaenys y Alicent que fueron directamente por los niños para llenarlos de cariño, Aegon tuvo que hacerse el ofendido para que su madre lo saludara. Abandonaron Driftmark y fueron directo a King's Landing, Vaelys y Rhaella se separaron de ellos para volar hacía Oldtown.
—¡Hermana!—Visenya corrió hacía su hermana apenas la vio—¡Te extrañe mucho!
—Yo también te extrañe, mi amor—Daenerys le besó las mejillas—. Cada vez estás más grande.
—Creceré tanto como tú—declaró con orgullo.
—Y hasta más—la mayor le pellizcó la nariz con cariño.
Rhaenyra los recibió con Daemon, los dos enseguida atendiendo a sus nietos, a pesar que Aegon miró mal a Daemon cuando sus hijos lo siguieron. Daenerys puso los ojos en blanco y lo golpeó en el hombro.
—Deja de verlo así—lo regaño.
—Él me mira como si yo tuviera la culpa de todos sus males—se quejó.
—Papá se queja como Daegon—comentó Saera pasando entre ellos.
—¡Hey!—Aegon miró a su hija ofendido. —No me quejo como mi hijo de ocho—dijo mirando a su esposa.
—Claro que no, Daegon se queja como tu—Daenerys le palmeó la mejilla—que te quejas como un niño de ocho.
Aegon la miró ofendido y traicionado, claro que las mujeres más importantes en su vida lo iban a traicionar de esa manera. Ya se lo esperaba, siempre era así.
—Mamá dice que habrá una reunión del consejo, ¿puedes cuidar a los niños?—apartando la mirada con dramatismo. —Que esposo más dramático me tocó, ¡Niños, háganle caso a su padre!
Un coro de "sí mamá" se escuchó antes de que sus hijos corrieran hacía él para abrazarlo. Bueno, podía cuidar a los niños. No le costó hacer que se dieran un baño o comieran, pero sí le costó ponerlos a dormir. Saera se aferró a él cuando intentó ponerla a dormir alegando que no podía dormir sin Vaelys y lo acompañó hasta que Rhaegar y Laenor se quedaron dormidos. No podía deshacerse de su hija, cada vez que intentaba ponerla en la cama se aferraba a él y le tiraba del cabello con saña.
No le quedó de otra que acostarse con ella, solo así Saera por fin se quedó dormida. Y él también se quedó dormido. Cuando Daenerys se asomó en la habitación de su hija sonrió al ver que Aegon estaba dormido con ella, Saera tirada en el pecho de su padre como cuando no era más que una bebé. Con cuidado de no despertarlos agarró las sábanas y los arropó antes de besar sus frentes. Tras asegurarse que sus hijos mayores estuvieran dormidos también decidió dormir y ya que Aegon estaba durmiendo con su hija, ella se metió en la cama de sus hijos. Rhaegar bostezó y abrió los ojos para ver quién había llegado.
—Mamá—balbuceó medio dormido.
—Shh, vuelve a dormir—le cerró los ojos con una mano.
Rhaegar se acurruco a su lado y se quedó dormido sin problema. Cuando se despertaron, cerca de la hora de la cena, Aegon y Saera se habían unido. Laenor estaba medio trepado en Rhaegar y su padre con Saera encima de él, los dos con la mejilla llena de saliva. Daenerys fue la primera en despertar al sentir un peso en su estómago, el peso resultó ser Rhaegar tratando de huir del peso de sus hermanos. Con cuidado la peliblanca despertó a cada uno de sus hijos, limpiando la saliva de sus mejillas con un pedazo de tela.
—Me duele la espalda—se quejó Aegon sentándose—, es la última vez que hago esto.
—Ya estás anciano, como el abuelo Daemon—comentó Saera.
Aegon se enderezó y miró a su hija ofendido, ¿qué había hecho mal como para que su propia hija lo tratase así?
—Saera, no le digas esas cosas a papá—Rhaegar la regaño.
—Gracias, cielo—Aegon le sonrió a su hijo.
Daenerys puso los ojos en blanco y terminó de peinar a Saera dejándola libre para correr hacía la puerta.
—¡No corras por los pasillos!—le gritó cuando abrió la puerta.
—No sé de dónde sacan tanta energía—Aegon se dejó caer en la cama—, quisiera poder tener esa clase de energía.
—Tienes energía para todo menos tus deberes—Daenerys se levantó—. Vamos a llegar tarde a la cena.
Aegon se quejó, otra vez, haciendo reír a sus hijos. Rhaegar y Laenor salieron de la habitación para ir en busca de su hermana, una vez solos Daenerys se sentó en la cama mirando a su esposo que la miró con sus mejores ojos de perro abandonado.
—Me case con un dramático—dijo inclinándose hacía él.
—Amas a este dramático—la rodeo con sus brazos y giró para dejarla debajo de él.
—Lastimosamente.
Viendo los ojos llenos de amor de su esposo Daenerys no pudo hacer más que agradecerle a los dioses por esa oportunidad. Estaba segura que no cambiaría nada de lo que había pasado si eso significaba que podía tener a su familia.
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NOTA:
Hace tiempo quería escribir un extra de Older y se presentó la ocasión perfecta, ¡mi cumpleaños!
Espero les haya gustado el pequeño capitulo sobre la dinámica de la familia protegida de los dioses.
Gracias por leer, lu.
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