32; EL FINAL

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EL FINAL

Rhaenyra despertó, atendió a sus hijos y tomó el desayuno con ellos, se reunió con el concejo y aprobó el plan de atacar King's Landing.

Aegon despertó, tomó el desayuno solo, visitó a los dragones en el jardín, habló con su hermano, y se reunió con el concejo.

Laenor despertó, pensó en su hija, desayuno con sus padres, pensó en su hija, se arregló para la toma de King's Landing, y pensó en su hija.

Daenerys despertó, despertó y sintió que se estaba ahogando. El suelo estaba frío y cenizas caían sobre ella, el olor a quemado se filtró en su nariz haciéndola toser. Con cuidado se sentó mirando a su alrededor, estaba en la sala del trono, pero estaba destruida, todo estaba quemado, todo menos el trono de hierro. La soñadora subió una de sus manos y juntó sus dedos sintiendo las cenizas, estaban tibias y seguían cayendo del cielo llenando toda la sala de una capa fina que parecía nieve. Un dragón rugió a su derecha llamando su atención, pero cuando giro la cabeza para verlo ya no estaba en la sala del trono.

—Majestad, ya preparamos su baño—le avisó una de sus doncellas.

—Déjenme sola, yo me arreglaré hoy—ordenó sin dejar de mirar la ventana.

Grey Ghost pasó por la ventana rugiendo y ella suspiró. Sin pensarlo mucho se bajó de la cama y fue hasta la bañera, sin importarle que estaba descalza y que el piso estaba frío. Los guardias que la vigilaban en la puerta la saludaron, pero ella no les regresó el saludo, su mente estaba en el sueño que había tenido.

¿Qué había sido eso? ¿Una advertencia? ¿Una pista? ¿Debía quemar la fortaleza? ¿O su madre lo haría?

El agua de la bañera estaba caliente, tan caliente como a ella le gustaba, pero no llevaba ni dos minutos adentró cuando el agua se puso fría. Tan fría que la forzó a salir enseguida, su cuerpo temblando por el frío. Cuando se asomó en el agua lo que vio fue un par de ojos azules como el hielo mirándola.

—¿Majestad está bien?—uno de los guardias preguntó.

—¡Si!—ella respondió alejándose de la bañera.

Ella misma se vistió, pero en vez de usar algún vestido se puso su ropa de montar. Peinó su cabello de forma sencilla dejando que parte de el cayera a sus espaldas y sonrió al verse en el espejo una vez terminó. Cada paso que tomó hacia la puerta se sentía como si estuviese caminando sobre las nubes y el frío aún no se iba de su cuerpo, no se fue ni siquiera cuando se recostó bajo el ala de Grey Ghost en el jardín, el dragón emanaba calor a su lado, calor suficiente para ahuyentar el frío, pero no funcionaba.

Estaba en uno de los balcones mirando hacia el jardín donde descansaban los dragones cuando Larys Strong apareció. El hombre se puso de pie junto a ella, sin decir nada y se dedicó a ver como los dos dragones dormían junto a los restos de una cabra. A Daenerys nunca le había gustado Larys Strong, ella lo detestaba y no esperaba nada más que su muerte.

—Son criaturas magníficas—habló el hombre sin dejar de mirar a los dragones.

En el jardín Grey Ghost levantó la cabeza gruñendo, su cabeza girando hacia donde sabía que estaba su jinete.

—Son inteligentes—Daenerys sonrió viendo como su dragón se levantaba en todo su tamaño—, pueden sentir cuando sus jinetes están en peligro.

La peliblanca se movió hacia la izquierda, evadiendo una flecha que iba en su dirección.

—No es nada personal, princesa—Larys la miró—. Solo hago lo que se me pide.

—¿Tratar de matarme en presencia de mi dragón?—el suelo se sacudió y Grey Ghost rugió—Pensé que era más inteligente.

Otra flecha fue disparada y se incrustó en su hombro haciéndole gritar. Escuchando el gritó de su jinete Grey Ghost no dudó en abrir su boca, escupiendo fuego hacia el balcón. Daenerys se lanzó al suelo evitando el fuego, una mano sosteniendo su hombro y sus ojos puestos en el cuerpo de Larys que había caído en el suelo. El hombre gritaba de dolor y trataba de apagar el fuego, pero la piedra cedió bajo el fuego cayendo sobre él, acabando con su miserable vida.

Cuando el fuego dejó de arder Grey Ghost chilló y Sunfyre respondió con un rugido alzando el vuelo, llamando por su jinete. Daenerys se levantó y arrancó la flecha de su hombro con fuerza, otro gritó escapando de su garganta. Su mirada fue a su dragón que la miraba, esperando una orden.

¡Dracarys!

El enorme dragón gris giró la cabeza y escupió fuego a los soldados que habían salido a intentar matarlo, lo poco que quedaba del jardín fue destruido por el dragón. Daenerys se agachó y agarró una espada del suelo, era ahora o nunca.

Cuando entró de regreso a la fortaleza escuchó gente corriendo y gritando, huyendo de Grey Ghost que seguía rugiendo y quemando a cualquiera que se pusiera en su camino. Ella no se detuvo, marchó hacia la sala del trono sin importarle que su sangre manchaba el suelo por dónde caminaba. En los pasillos la gente la miraba y le preguntaba si estaba bien, pero ella los ignoraba, tenía que acabar con todo de una vez.

—¡Dragones!—alguien gritó—¡La Reina Rhaenyra regresó!

Eso la hizo detenerse. ¿Su madre? Con pasos rápidos fue hasta la ventana más cercana y miró el cielo en busca de los dragones. Pudo reconocer a Caraxes volando junto a Syrax y Seasmoke. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a Seasmoke, su padre estaba cumpliendo su promesa.

—¡Majestad!—una doncella fue hasta ella—¡Debemos salir!

Daenerys miró a la mujer y la espada se deslizó fuera de su mano, cayendo al suelo con un ruido sordo. Detrás de ellas la gente corría buscando salir de la fortaleza. Grey Ghost rugió y Daenerys negó con la cabeza.

—Salgan de aquí—empujó a la doncella—¡Ahora!

Su hombro dolía, pero lo ignoró, tenía que llegar a Aegon.

—¡Majestad!

Una mano se cerró en su muñeca y tiraron de ella, su cuerpo entero se congeló al sentir el frío metal pasando por su costado cuando intentó liberarse. Sus ojos miraron el rostro del guardia, sir Arryk y sin pensarlo pateó al hombre haciendo que la soltará. Cayó al suelo sin cuidado alguno, pero eso no la detuvo, sin importarle que podía morir desangrada se giró y comenzó a arrastrarse por el pasillo hasta que tuvo la fuerza suficiente para levantarse.

—Se acabó, Majestad—la voz de Sir Arryk se escuchó—, no sobrevivirá.

La peliblanca se precipitó de regresó a la ventana y gritó tan alto como pudo.

—¡Dracarys!

Grey Ghost pasó frente a la ventana y ella se alejó, tambaleándose, su mano yendo a la herida de su costado. La fortaleza entera se sacudió cuando Grey Ghost, desesperado por salvar a su jinete escupió fuego contra la pared donde ella se encontraba, tratando de derribarla. Aprovechando el caos, Daenerys se dirigió a las escaleras y las bajó, aún sosteniendo su herida. Cuando alcanzó el final de la escalera su visión estaba borrosa, pero no le importó, siguió caminando y no se detuvo hasta que alcanzó la sala del trono.

El trono de hierro brillaba bajo la luz que se filtraba por las ventanas, sentado sobre el estaba Otto Hightower, con la corona de Aegon en sus piernas. La rabia que fluía por sus venas en ese momento sirvió de impulso para que caminara hasta el trono, sus ojos ardiendo con deseos de asesinar al hombre frente a ella.

—No se ve muy bien, princesa—Otto se levantó dejando la corona en el trono—¿Necesita ayuda?

—Voy a matarte—Daenerys se detuvo frente al trono—, vas a pagar por lo que hiciste.

—¿Pondrá en peligro la vida de sus hijos?—el hombre descendió del trono hasta ella—¿La vida de su esposo?

—¿Dónde está Aegon?

—El Rey está indispuesto en estos momentos—el hombre sonrió.

Daenerys no tenía fuerzas, estaba perdiendo demasiada sangre, sabía que iba a morir si no era atendida, pero ese hombre frente a ella le dio todo lo que necesitaba para seguir de pie. Un gruñido se le escapó a Daenerys cuando se lanzó contra Otto, su padre la había entrenado en combate cuerpo a cuerpo, no dejaría que esas clases fueran un desperdició.

Con tanta fuerza como pudo acumular Daenerys pateó la parte trasera de la rodilla del hombre, sus manos agarrando el cuello de su túnica. Los dos cayeron al suelo, con la peliblanca sobre él. Una de las manos de Daenerys fue al cuello de Otto, ahorcándolo mientras la otra caía con rabia sobre su cara. Un gritó de ira se le escapó a Daenerys cuando Otto subió sus manos, cerrándose alrededor de su cuello.

La mano de Daenerys liberó el cuello de Otto y se deslizó hasta el broche de la Mano del Rey. Con fuerza tiró del broche y lo apretó en su mano, lista para clavarlo en el cuello del hombre y acabar con su vida. Su mano bajó con fuerza, el broche se clavó en su lugar, pero entonces su cuerpo se sintió frío. La peliblanca bajó la mirada y se encontró con el brillo de una espada cubierta con sangre. Las manos de Otto dejaron su cuello y ella escupió a un lado, la sangre manchó el suelo y sus ojos se sintieron pesados.

El cuerpo de Daenerys cayó al suelo, la peliblanca miró a su derecha, viendo como sir Arryk levantaba a Otto que sostenía su cuello, la sangre del hombre salía por montones y eso le dio un poco de paz. Iba a morir, pero al menos Otto Hightower también se iría con ella. Sus ojos se nublaron y sin poder evitarlo los cerró dejando que todo su mundo se pusiera oscuro.

Afuera, todo era caos, Rhaenyra, Daemon y Laenor habían tomado King's Landing de forma exitosa. Había sido Laenor quién entró primero a la fortaleza, su corazón latiendo con fuerza en su pecho, sentía que algo estaba mal y lo único que quería hacer era encontrar a su hija. Sus pasos apresurados lo llevaron hasta dónde una doncella le dijo que había visto a Daenerys, cerca de la sala del trono. En la escalera fuera de la sala encontró el cuerpo sin vida de Otto Hightower, pero no pudo sentir satisfacción por verlo sin vida. La preocupación incrementó y sin dudarlo corrió hacia la sala del trono, deteniéndose en las puertas, sus ojos puestos en el charco de sangre frente al trono.

—No, no—el corazón se le apretó—¡Dany!

Sus pasos fueron rápidos y no dudó en dejarse caer de rodillas junto a su hija. Su dragón de mar. Laenor sostuvo con cuidado el cuerpo de su hija, llevándola a su pecho, como cuando era una niña y tenía pesadillas.

—¿Dany?—susurró con la voz temblorosa. —Shh, está bien, mi niña, papá está aquí, puedes despertar.

Hubo una serie de pasos apresurados, pero él no se molestó en levantar la cabeza para ver quién era.

Mi dragón de mar, papá está aquí—besó la frente de su hija.

—¿Laenor?—La voz temblorosa de Rhaenyra se escuchó.

Dany, por favor, despierta, princesa—Laenor suplicó—. Vine a sacarte como lo prometi.

Rhaenyra se detuvo a dos pasos de ellos, su cuerpo se sacudió con un sollozo y ella también cayó al suelo de rodillas, sus ojos dejando salir lágrimas de inmediato. Detrás de ella Daemon bajó la cabeza, la voz de Daenerys haciendo eco en su mente.

—Está bien—Rhaenyra estiró una mano agarrando la de su hija—, estás a salvo ahora mi niña.

Laenor cerró sus ojos apoyando su frente contra la de su hija, meciendo su cuerpo mientras murmuraba una canción de cuna, tal como hacía todas las noches para que durmiera. Rhaenyra cerró sus ojos y besó la mano de su hija, imágenes de su pequeña a los cinco años apareciendo en su mente. Su sonrisa, sus ojos brillantes y como se aseguraba de besarla todas las noches antes de dormir.

Otra serie de pasos se escuchó y fue Daemon quién se giró para ver, Aegon estaba de pie frente a las puertas, estaba bañado en sangre y la espada en su mano estaba igual de llena de sangre que él. A su lado Aemond sostenía su brazo con el entrecejo fruncido. Cuando Aegon pasó la mirada más allá de Daemon, viendo a Laenor y Rhaenyra en medio de un charco de sangre sosteniendo a Daenerys, la espada se deslizó fuera de su mano y todo se detuvo. Aemond intentó detenerlo cuando comenzó a caminar, pero él lo empujó sin mirarlo, fue Daemon quién pudo detenerlo.

—¡Dany!—Aegon gritó—¡Suéltame!—trató de quitarse a Daemon de encima—¡Déjame ver a mi esposa!

Aegon miró con dolor como Laenor se levantaba cargando a Daenerys, el hombre levantó la mirada, pero no lo miró. Todos miraron como Laenor caminaba a la salida sin decir nada, Rhaenyra fue quién se detuvo frente a su hermano y sostuvo su rostro con sus manos frías. Aegon la miró, esperando que le dijera que todo estaba bien, pero Rhaenyra lo atrajo hacia ella y lo abrazó.

—Rhaenyra...

—Shh, está bien—ella lo interrumpió con un susurro—. Dany solo necesita descansar, hizo mucho por nosotros.

Rhaenyra lo soltó y se alejó para seguir a su esposo, Daemon la siguió sin pensarlo dos veces, dejando a los hermanos solos. Aemond se acercó a su hermano y lo miró, esperando que se rompiera a llorar, pero Aegon simplemente se quedó de pie en medio del salón mirando hacia una de las ventanas.

Fuera de la fortaleza cuatro dragones rugían de dolor. Grey Ghost aterrizó sobre una de las torres altas de la fortaleza y rugió hacia el cielo, Sunfyre voló sobre él chillando, y en la fosa Syrax y Seasmoke rugían.

La noticia corrió por la ciudad y para cuando el sol se ocultó todos lo sabían, la princesa Daenerys había muerto.

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NOTA:

Daenerys Velaryon; 109 d. C - 130 d. C

Todavía falta un capitulo.

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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