CAPITULO 4:FRÍO
Los adolescentes estaban nerviosos y algo preocupados.
-Lo sentimos mucho- se disculparon ambos.
-No se preocupen- Kushel sólo sonreía.
-Es mejor que sequen todo- El padre de Mikasa llegó con un trapeador- toma- se lo pasó al más alto.
-¡Si!- Jean comenzó a pasar el trapeador, para que absorbiera todo el desastre que habían provocado.
-Y tu, mocoso- miró al castaño- ten-
-¿Eh?- miró sus manos-¿Qué...-
-Cuando el idiota ese absorba el agua, tu lo secas. No quiero que queden manchas en el piso- frunció más el ceño.
-¡Levi! No seas tan malo con los niños- Kushel le reprochó.
-¡Tsk!- se alejó.
Los chicos sintieron escalofríos ante la mirada y actitud del azabache.
Después de un arduo trabajo secando el piso, pudieron descansar.
-Estoy agotado- se sentó en el pasto.
-Yo también- lo imitó.
-El padre de Mikasa da miedo- lo miró de soslayo- pero si no hubieras entrado a la casa, no tendríamos esa mala experiencia-
-Si, fue una mala idea lo de las bombitas-
-...- sonrío- Bueno, no importa. Al señor se le va a pasar su enojo-
-Pero...- miraba el pasto- pero es una muy mala primera expresión, ¿No? Somos los amigos de su hija-
-Naaa, no te preocupes- golpeó levemente la espalda del castaño- estoy seguro que al señor Ackerman se le pasará esa molestia-
El castaño asintió, aún un poco preocupado.
Pero las palabras de su amigo no le sirvieron de mucho.
Mientras comían, el padre de Mikasa estaba aún molesto. Fruncía el ceño.
-Esta deliciosa la comida, señora Kushel- habló Marco, con una gran sonrisa.
-Muchas gracias-
Eren comía tímido. Sin apartar la mirada de su comida.
En un momento miró al azabache.
Aún tenía el ceño fruncido, pero un poco más relajado.
Se quedó mirándolo, inspeccionando su rostro.
Piel pálida, ojos oscuros, labios delgados, sus líneas de expresión estaban algo marcadas.
-Eren-
-¿Eh?- miró hacia adelante-¿Si?-
-Jejeje, ¿Que te pasa?- le sonrió- ¿Quieres más?-
-Emm... No, gracias. Ya estoy satisfecho-
-Bien- la azabache le seguía sonriendo.
Eren le devolvió la sonrisa.
Miró nuevamente al azabache, pero sucedió algo que no se esperaba.
Sus miradas se habían cruzado, apartó la mirada nervioso.
Un pequeño sonrojó apareció en sus pómulos.
-Jean, esa barba te sienta bien. Aunque creo que eres muy jovencito aún- decía Kushel.
-Gracias, creo que me favorece...-miró a su amigo- ¿Que te pasa?-
-¿Eh?¿Qué?-
-Tienes la cara algo roja... Y pareces idiota, ¿No te resfriaste?-
-Eren- Armin ladeó su cabeza- ¿Te sientes bien?-
-Si, jeje- sonrío- estoy bien, no sé preocupen...- se levantó- iré al baño, volveré de inmediato-
Se dirigió al baño, pero se detuvo en medio del pasillo.
Se le había olvidado dónde quedaba el baño.
-¿Que pasa?- Tocó sus mejillas con las palmas de sus manos, estaban ardiendo- Mmh- suspiró.
-¿Que haces, mocoso extraño?-
-¿Eh?- giró en su eje- s-señor Ackerman-
-...- relajó el ceño- así que tú eres Eren-
-¿Que?- lo miraba con duda.
-Mikasa me ha hablado bastante de ti. Eren Jeager, su mejor amigo- se acercó al castaño- nunca pasó por mi cabeza que Mikasa era amiga de un muchacho afeminado-
-¿Que?- su sonrojó aumentó- N-no soy afeminado...-
-Si, como sea...- lo miró de abajo hacia arriba-¿Y que estás haciendo?-
-Mmh...- miró hacia abajo- me perdí, estoy buscando el baño-
-Eres un mocoso algo idiota-
Eren sólo se quedó en silencio.
Siguió al azabache hasta llegar al baño. El azabache abrió la puerta y apuntó.
Eren tragó grueso, lo miraba extrañado.
-...-alzo una ceja- mocoso, entra luego-
-¡Ah! Si- entro al baño y la puerta fue cerrada de inmediato.
Miraba la puerta, luego su propio reflejo en el espejo.
-¿Que... Que te pasa?- dejó correr el agua del lavamanos- eres un idiota, ¿No?- junto sus manos y se llenaron de agua helada.
Mojo su rostro una y otra vez.
No sabía que le sucedía.
-Nnh...- juntó sus piernas- ¿Qué?- miró su pantalón- ¿Haa?- abrió ampliamente sus ojos.
En su pantalón se le notaba un bulto.
Cubrió su boca con las manos para no gritar.
-Mierda, mierda...¿ Todos me vieron así?- se sentó en la tasa del wc- ¿el... Padre de Mikasa también me vio?-
Sintió un dolor en su abdomen.
No podía creer que en su primer día de visita, le hayan pasado tantas cosas malas.
Sobre todo al tener la primera impresión con el padre de su mejor amiga.
Después de un rato fingió estar enfermo para irse antes.
Sentía una gran vergüenza.
¿Lo peor de todo?
Es que el padre de su mejor amiga no lo dejaba de mirar con el ceño fruncido.
Eso le preocupaba bastante.
Pero sabía que algún día tendría que volver a ese lugar.
Y estaría preparado para cualquier cosa.
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