Okurimono | Único

| La búsqueda de un regalo perfecto |

La madrugada es bella y silenciosa en la cuidad de Yokohama, sin embargo, Megumi, no deberías despertar tan temprano habiendo dormido apenas cuatro horas.

—¿Qué debería regalarle? —cuestionas en voz alta y la manta sobre tu cuerpo es apretada por tus manos.

¡Lo sé, lo sé! Estás nerviosa, hoy es el cumpleaños de Osamu y llevas semanas intentando averiguar cuál sería el regalo perfecto para un chico suicida y realmente inteligente. ¡Pues no te preocupes más! Por ello estoy aquí; hoy vamos a conseguir el mejor regalo que nunca antes le hayan dado en la fecha de su nacimiento.

Aunque, primero hay que levantarse de la cama, no podemos iniciar la búsqueda si estás aún en el pijama.

Por suerte, la cama es abandonada más temprano que tarde y es bueno que después de arreglarte con tu ropa casual, desayunes para tener fuerzas suficientes. ¡No cereal, Megumi! Necesitamos algo que realmente sea suficiente, así que manos a la obra que el día nos espera.

—¡Wafles, son muy buenos! —exclamas emocionada para ir directo a la cocina.

Pero no te tardes mucho, pienso que primero deberíamos ir con el chico tigre de la agencia, hay que sorprenderlo yendo hasta su casa, y entonces, ¡bam, bam! Matamos dos pájaros de un tiro, pues la chiquilla del demonio nevado tendrá que estar presente.

—¿No sé qué debería hacer?

Oh, ¿no lo he explicado antes? Parece que mi emoción ha confundido nuestros planes, no obstante, es realmente fácil. Hoy seremos detectives, los mejores en Yokohama, y por ello debemos visitar a las personas bajo sospecha de tener información que nos ayude.

—Atsushi y Kyoka son buenas opciones para comenzar —aceptas cuando el rico desayuno sobre la mesa ha sido devorado.

Recuerda, Megumi, es importante cuestionar sobre los gustos del detective castaño, una vez tengamos respuestas, podemos llegar a una conclusión.

—Buenos días, Megumi —saluda el chico al abrir su puerta, parece nervioso por tu presencia—. ¿A qué se debe la visita tan temprano? Aún faltan dos horas para comenzar el trabajo.

Oh, sí, eso lo sabes, así que tienes que explicarle el motivo de tu visita. Siendo el albino tan comprensivo, seguro puedes ir con confianza y él no le dirá una palabra a su compañero.

—Buenos días, Atsushi. Hoy es el cumpleaños de Osamu, pero no sé qué regalarle y pensé que podías ayudarme —confiesas nerviosa, logrando que él levante las cejas.

—Por supuesto que me gustaría ayudarte. Puedes pasar, adelante —invita con cuidado, haciéndose a un lado para dejarte espacio.

Te lo dije, Atsushi es un chico muy lindo y además allegado al muchacho de la gabardina arena. Seguro nos ayuda.

La invitación a sentarse sobre el tatami es una buena opción para quedar de frente en la pequeña mesita que adorna el minúsculo lugar. Al fondo, Kyoka aparece saliendo del armario, y como el chico tigre, también sigue en ropas para dormir. De pronto comienzas a sentir vergüenza por molestarlos tan temprano.

—¿Ya desayunaste? —te pregunta la chiquilla, con ese tono indiferente que acostumbra.

—Muchas gracias, pero ya he desayunado en casa —respondes, agradecida de llevar una buena relación con ella.

Después de las formalidades, es hora de comenzar con el interrogatorio. Atsushi espera paciente, así que no le hagas perder más tiempo.

—Así que, ¿un regalo para Dazai? —Mira hacia arriba, pensando en algo que pueda servirte.

—¿Por qué no simplemente te lanzas al río de su mano? —propone Kyoka mientras sus manos están ocupadas en el desayuno, así que les da la espalda.

—¡No, no podría! —La vergüenza es superior—. No me gustaría que el cumpleañero perdiera la vida.

El suicidio doble queda descartado, porque los planes para más tarde son prioridad. Además, no estás lista para morir de esa manera tan romántica, esto, según las palabras del antiguo mafioso.

—¡No, si lo hacen estarán muertos! —apoya el albino, nervioso por como su compañera de casa ha dicho tales palabras—. ¿Te parece alguna prenda? Dazai siempre viste acorde al trabajo, posiblemente le haga muy feliz tener algo más casual —propone, siendo aquella la última idea que se le ocurre.

—Es una buena idea —atiendes pensativa—. Pero, ¿qué tipo de prenda? No conozco exactamente los gustos que tiene.

¿Qué tipo de prenda podría gustarle al carismático muchacho? Es una buena idea, tal como han compartido, pero, Megumi, recuerda que cuentas con poco tiempo para comenzar la jornada laboral.

¡Cielos! Tal vez debí llegar la semana pasada.

—Es un buen punto, tampoco conozco sus gustos. Dazai a veces puede ser extravagante y otras no mucho —acepta el albino, quedándose en ceros.

—Creo que lo que le regales le gustará, porque eres tú quien lo hará —comenta Kyoka. Sigue dándoles la espalda, antes bien, el cometido de sus palabras es eficiente, porque sonríes con nerviosismo al escucharla.

No obstante, Megumi, no es el final del camino. Sé lo que piensas, de verdad deseas darle algo que le agrade en su día, así que no tienes porqué rendirte ni porqué agachar la cabeza, ¡por fortuna, yo sigo aquí!

¡Kunikida tiene la respuesta!

—Buenos días, Kunikida —saludas al acercarte a su persona en aquel parque vacío y sereno. El sol apenas comienza a verse y lo mejor es no quitar la vista del reloj.

—Buenos días, señorita Megumi —saluda él también, aunque un tanto extrañado por tu visita.

Te lo dije, el rubio ama hacer ejercicio en el parque callado cerca de su vivienda. Él es una buena opción, un verdadero sospechoso al que tenemos que interrogar, así que no te preocupes si te ve mal por interrumpir en su perfecto horario matutino. ¡Tenemos una emergencia!

—Vine a verlo porque necesito su ayuda —dices, inquieta por la negación que esperas del mayor.

—Claro, tengo algunos minutos libres, aunque, no los consumas todos —advierte, dándote tranquilidad porque al parecer, amaneció de buenas.

—Es sobre el cumpleaños de Dazai...

¡No, Megumi! ¿¡Qué has hecho!? Lo recuerdas acaso, somos detectives encubiertos, ¡los mejores de Yokohama! En estos casos es mejor apegarnos a nuestra ética, aunque ya es muy tarde, ahora solo escucha la queja.

—Ah, ese desperdicio de vendas no merece ni siquiera cumplir años. Ayer me dejó todo el trabajo de la agencia, por no mencionar que lo tenía atrasado. Me recuerda que antes de ir tengo que visitar el puente cerca de la estación, porque puede estar por ahí flotando y causando problemas a la gente. ¿Cómo si quiera tienes la valentía de convivir con un desperfecto cómo él? Algún día te pegará la irresponsabilidad y yo ya no quiero más trabajo que hacer...

¡Qué vergüenza! Kunikida tiene muchas quejas acerca de su compañero y ha aprovechado para cantarte el recital, antes bien, no debemos rendirnos, Megumi, si escucharle hasta la última palabra significa victoria, entonces lo haremos; además, no es como si no tuviera justificación.

—... Entonces, ¿para qué soy bueno? —Inquisitivo por fin te ve a los ojos, esperando tu petición.

—¿Sabe si existe algún regalo que le gustaría recibir? —Muy asertivo, al menos te lo mereces después de escucharle la queja entera.

—Una muerte tranquila y sin dolor —responde al instante, acomodándose los lentes después. Incluso, levemente ha fingido la voz del castaño.

—Por fortuna o por desgracia, la opción está descartada. —No te queda más que levantar los brazos en resignación.

—Es bueno saberlo, no debes morir, Megumi. —Se le ve pensativo después, él realmente lo está intentando, tal vez porque es el cumpleaños de su compañero—. ¿Algún muñeco de felpa y unas flores? Es lo que yo le regalaría a mi novia, si tuviera una, por supuesto —propone, dando lo mejor de sí.

—Pero, Osamu no es mi novio —niegas avergonzada.

¡Por infortunio! Debes terminar tus oraciones con lo que deseas decir, Megumi. Si no hablas, nadie te escuchará jamás.

—Supongo que también es algo demasiado romántico para ser un regalo de cumpleaños, a diferencia, él debe regalarte ese tipo de regalos a ti —ignora tu negación, sabiendo que es un hecho—. Bien, no tengo nada más, solo, que cualquier regalo le gustaría si se lo dieses tú.

—Muchas gracias por su ayuda, Kunikida, ya tengo que irme así que no le quito más su valioso tiempo. Nos vemos más tarde en el trabajo —te despides desanimada por obtener la misma respuesta.

Es complicado, nadie entiende cuáles son los gustos específicos del muchacho cumpleañero, a excepción de que conocen sus deseos por querer quitarse la vida con insistencia. ¡Sin embargo! Megumi, la meta nos queda lejos aún, debemos visitar a más sospechosos para sacarles la sopa.

¡Podemos hacerlo!

Bien, quizá no podemos hacerlo.

Es triste verte desanimada mientras caminas por la acera directo al trabajo en la agencia, porque es mi culpa que no tengas las respuestas que esperabas. Debo aceptar que tal vez, mi plan no era el mejor para iniciar el día.

Una vaca, seguro que le gusta y las ventajas son excelentes. Podría tener leche todas las mañanas, incluso hacerse una barbacoa... —decía emocionando el chiquillo rubio, Kenji, mientras te contaba muchas más ventajas.

No, una vaca no es el mejor regalo, y de serlo, ¿¡de dónde demonios vamos a sacar a tremendo animal!? Aunque, no negarás el hecho, de que imaginarla con un moño justo sobre su cabeza y haciendo "muuu", es adorable. Quien sabe y Dazai sea un amante del campo en sus ratos libres.

Consigue muchos listones, uno de ellos bastante largo, después podrías ir a una de esas tiendas... Ya sabes, y comprar algunos juguetes que los entretengan, a mi hermano le encantan y sería el regalo perfecto...

No, "juguetitos" no son el mejor regalo para un chico mayor, fue eso lo que pensaste cuando Naomi te explicaba mientras Jun'ichiro se cubría el rostro avergonzado por la recomendación de su hermana.

—¿Una tienda de juguetes? Tal vez el listón era para hacer el moño

Ah, ¿no entendiste? Pues no te explicaré; más tarde, esa ayuda puedes pedírsela a la chica azabache, ella es experta en esos temas, por contrario a mí me avergüenzan.

¡Media hora, Megumi! Apresura el paso a la agencia, todavía nos quedan dos sospechosos y ellos podrían ser nuestro as bajo la manga.

—Unas tijeras filosas para corte, sería el mejor regalo que pudiese recibir en mi cumpleaños. —La doctora Yosano se acomodó el broche de mariposa, luego giró su silla para verte de frente—. Sé que no me estás preguntando por mis gustos, pero he escuchado por ahí, que lo mejor es comenzar con ellos cuando se trata de alguien más. Por ejemplo, ¿qué te gustaría recibir a ti, Megumi?

Inhala, exhala, inhala, exhala... Posiblemente no fue la mejor respuesta que pudieron haberte dado, la doctora es muy especial si de regalos se trata, porque bueno, si desea algo simple se lo compra sin esperar, ¡ella es autónoma! Deberías tomar nota, salvo que, es una buena pregunta esa que te hizo.

—¿Qué me gustaría a mí? —te cuestionas en medio del pasillo vacío.

No hay mucho tiempo, no lo pienses demasiado, aún nos falta una persona, porque el presidente no se encuentra en el edificio de la agencia y dudo que tengamos el valor para ir hacia él con asuntos triviales de por medio.

Nos queda la última opción, posible es, que es la mejor de todas.

—Ah, Megumi, tan temprano por aquí —saluda cuando tú lo haces, lleva un paquete de galletas en la mano y sonríe vivaz.

—¿No es muy temprano para que también estés aquí? —Se te ocurre preguntar, porque cierto es que la acción del mejor detective de la agencia es extraña.

—Lo es, en efecto, pero hoy es el cumpleaños de Dazai, así que supuse que vendrías por tu respuesta temprano cuando ayer por la tarde te vi las manos vacías en aquel parque —adivina, haciendo honor a su autonombrado título.

¡Lo ves, cariño! Rampo es la mejor opción que nos quedaba. Si él te da la respuesta, todavía tenemos algunos minutos para arreglar el asunto de las manos vacías.

—Aunque, no te puedo ayudar.

¿¡Cómo!? No es posible, tienes que convencerlo, Megumi. ¡Es nuestra última oportunidad y se supone que ahora somos los mejores detectives de Yokohama! Esto es matar o morir.

—¿Por qué? Es importante para mí y ya no tengo tiempo. Te compraré lo que quieras, haré tu trabajo... —Tratas de suplicar, pero te interrumpe. En consecuencia, tus ánimos caen hasta el suelo.

—Porque, apuesto a que has estado por ahí tratando de adivinar, preguntando a todos los miembros de la agencia por las preferencias de Dazai. Fue algo parecido a "¿sabes que le gustaría?" Cuando ello está mal —señala pareciendo divertido por la situación—. No te diré que debería regalarle su futura novia.

Ay, qué vergüenza te da, incluso el chico de los ojos esmeraldas les ve futuro y no hay manera de que esté equivocado. Solo que por el momento, poco importa el destino, cuando tenemos el problema del regalo todavía sin tachar de la lista de tareas.

¡Faltan quince minutos para que el alto muchacho entre por la puerta!

—¿Qué tiene de malo? Trato se conseguir pistas sobre sus gustos, no me gustaría regalarle algo que no sea de su agrado —confiesas abochornada. Son buenas intenciones las que tienes, aunque el joven detective no lo ve de esa manera.

—No tiene nada de malo que averigües sobre sus gustos, el problema radica en que preguntas que regalaría la otra persona, pero nunca te preguntaste: ¿qué le regalarías tú? —por fin responde, dándole sentido a todo su juego de palabras.

Así que, básicamente, mi emocionante idea de convertirnos en los mejores detectives de Yokohama por un día, ha sido la causante de todo este embrollo sin resolución. Pero no me siento mal, estas situaciones se repiten día a día, olvidemos por mi propio bien el tiempo que te he hecho perder y haz caso al de las ropas cafés.

¿Qué te gustaría regalarle a Osamu Dazai en su cumpleaños?

Tenemos quince minutos, sin embargo, vaya que te lo has tomado enserio, Megumi, increíblemente me has ignorado y utilizado el tiempo para hacerte la pregunta a ti misma.

No me queda más que decirte, ¡corre!

La última vez que Osamu intentó quitarse la vida en el río, él perdió una prenda que le acompañaba siempre desde sus diecinueve años, y debido a esto, Megumi le escuchó quejarse día a día por su error.

Una corbatilla delgada, era exactamente aquello lo que llevabas en la bolsa que lucía la marca de la tienda a la fuiste corriendo. Dejaste de escucharme, pero ha valido la pena, porque al volver al edificio y subir hasta el cuarto piso, has llegado a la hora exacta en donde Atsushi y los demás han disparado balas de confeti y gritado "feliz cumpleaños".

—¡Ah, son unos excelentes compañeros de trabajo! —exclama el castaño dándote la espalda. Se le escucha contento por la grata sorpresa que le han dado, la que por supuesto, tú has organizado durante las últimas semanas.

—Disfruten sus minutos libres esta mañana, porque tenemos mucho trabajo —advierte el de las gafas. Aun con su sombrero fiestero, Kunikida parece serio.

—Feliz cumpleaños, Dazai, Kyoka y yo te hemos comprado un regalo —repite el albino, acercándose con una caja de cuadrada y poco adornada, ya que la chica se ha encargado de ello.

Emocionado, el cumpleañero la toma entre sus manos y la abre con rapidez, encontrando un par de calcetas largas, a lo que agradecido las muestra a todo el mundo en el lugar.

No hace falta decir cuáles fueron los regalos de los demás, en especial porque Naomi obligó a su querido hermano a entregarle una caja misteriosa al detective, diciendo que no la abriera hasta llegar a casa. Por otra parte, Kenji le regaló una cuerda para amarrar vacas, por si tenía alguna escondida en su hogar, y Kunikida le mostró todo su papeleo atrasado, haciendo que el festejado quisiese correr de una buena vez hasta su hogar.

Era tu turno, Megumi, te has mantenido de pie junto a la puerta sin poder acercarte, porque la vergüenza es demasiada que te obliga a quedarte en silencio. Sé, que tienes miedo de que tu regalo no le agrade al muchacho carismático, antes bien, recuerda lo que todos te han dicho antes.

Si es tuyo, seguro estará contento.

—Querida Megumi, ahí estás. Estaba preocupado, ¿por qué no te has acercado? Tu presencia me hace feliz y que estés tan lejos causa el efecto contrario. —Si bien ha dicho que te acercaras, es él quien lo hace a paso lento, desfilando elegantemente la gabardina larga que posee.

—Es que acabo de llegar y no quería interrumpir —mientes, y Osamu lo sabe.

—Bueno, serías una bella interrupción entonces —afirma sonriente, haciendo que te sonrojes.

Al mismo tiempo, bajas la mirada, encontrando con ello la bolsa que antes has adquirido con el objeto dentro; al igual, Dazai ha seguido tu mirada y se ha encontrado lo mismo, sonriendo más de manera inmediata al saber de qué se trata.

—¿Para mí? —cuestiona burlesco, riendo levemente cuando la vergüenza se te nota.

—Sí —dices y se lo entregas con las manos temblando de los nervios, luego la bolsa es abierta y él le echa un vistazo divertido—. No sabía que obsequiarte, y escuché como te quejabas por haber perdido algo en el lago, así que quise reponerlo —explicas, aunque está demás, porque cuando el joven toma la corbatilla entre sus manos, acto seguido, se la lleva al pecho para atesorarla.

—Me encanta, Megumi, pero supongo que cualquier cosa que me hubieses dado, también lo hubiera hecho, en especial mi adorado suicidio doble, aunque últimamente me gusta verte andar por ahí, así que sería una lástima. Gracias por tomarte la molestia —responde, utilizando un tono bajo y carismático—. Comamos pastel, caramelo, y después, podemos escapar de esta agencia para celebrar mi día como es debido.

Recordatorio número uno para ti: haz caso a lo que tus compañeros te dicen, no por nada lo hacen. Recordatorio número dos: Osamu siempre adorará lo que hagas por su persona, porque enserio valora que pienses él aun cuando no están en el mismo lugar.

Bien, aunque el plan que diseñé con esmero no funcionó, conseguiste el regalo perfecto para el chico de tus sueños.

¡Bien hecho y feliz cumpleaños, Osamu Dazai!

ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀ: sɪ ɴᴏ sᴇ ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴀ ʟᴇʏᴇɴᴅᴏ ʟᴀ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ ᴇɴ ʟᴀ ᴘᴀ́ɢɪɴᴀ ᴏғɪᴄɪᴀʟ ᴏ ᴀᴘᴘ ᴅᴇ ᴡᴀᴛᴛᴘᴀᴅ, ʜᴀɢᴀ ᴇʟ ғᴀᴠᴏʀ ᴅᴇ ᴅᴇᴊᴀʀ ᴅᴇ ʜᴀᴄᴇʀʟᴏ ʏ ʀᴇᴘᴏʀᴛᴇ ᴇʟ sɪᴛɪᴏ ϙᴜᴇ ʟᴇ ᴘʀᴏᴘᴏʀᴄɪᴏɴᴏ́ ᴇʟ ᴄᴏɴᴛᴇɴɪᴅᴏ.
ᴀᴘᴏʏᴇ ᴀʟ ᴀᴜᴛᴏʀ ᴇɴ ᴇʟ sɪᴛɪᴏ ᴄᴏʀʀᴇᴄᴛᴏ.

ɢʀᴀᴄɪᴀs ᴘᴏʀ sᴜ ᴀᴛᴇɴᴄɪᴏ́ɴ.

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